viernes, 12 de enero de 2018
José Alberto Pérez Martínez Esparta Las batallas que forjaron la leyenda SIGLO VI
Batalla de los
Campeones, c. 545 a.C.
La batalla de los “Campeones” o
de los “300 Campeones” tuvo lugar alrededor del año 545 a.C. sin que podamos
determinar el momento exacto. Fue una más de las contiendas que Esparta mantuvo
con su rival Argos, entre los siglos VII y V a.C. Ambas ciudades venían
disputándose la hegemonía de la península del Peloponeso al menos desde
entonces y esta batalla supuso no solo la primera victoria importante de
Esparta sobre su rival, sino también un cambio de tendencia a su favor en
cuanto al predominio sobre la península. La originalidad de su nombre, se debe
al número de contendientes que presuntamente utilizaron ambas ciudades durante
la refriega.
Antecedentes
En algún momento entre los años 668-9 a.C. la
ciudad de Argos derrotó a Esparta en la batalla de Hisia. Por aquel entonces,
Esparta andaba inmersa en un proceso de expansión hacia el oeste desde el siglo
VIII a.C. en la península del Peloponeso a costa de la región de Mesenia, con
la que ya había librado una guerra de la que había salido victoriosa. Las
razones de esta expansión se centraron principalmente en la escasa fertilidad
de las tierras de Laconia, región donde se hallaba ubicada Esparta, que impedía
expandir los cultivos y abastecer a toda su población. Pronto surgieron los
problemas internos en la ciudad y no fueron pocos los que abogaron por una
conquista de las fértiles extensiones de Mesenia, la región vecina situada al
oeste de Laconia. Por su parte, desde finales del siglo VIII a.C. y comienzos
del VII a.C. Argos vivía una época de esplendor merced a su rey Fidón. Fidón,
rey hereditario de Argos, desarrolló las competencias inherentes a su cargo hasta
el extremo de gobernar de manera despótica. Tanto es así que muchos
historiadores (entre ellos Aristóteles) coinciden en que su figura terminaría
pareciéndose más a la de un tirano que ejerció su cargo en muchos aspectos al
margen de la ley, que a la de un rey que se limita a aplicar sus legítimas
funciones. En efecto, su ingenio militar fue uno de los rasgos más destacados
de su personalidad y gracias a su ambición, logró la unificación de todo el
territorio de Argos. En el terreno estrictamente militar, se le atribuye la
primera adopción de la lucha en Falange por un ejército griego; una formación
cerrada de combate colectivo y compacto que vendría a sustituir a la lucha
individual propia de época homérica. Además, se atribuye también a Fidón una
estandarización de pesos y medidas, además de la usurpación de la organización
de los Juegos Olímpicos a la región de Elis.
La aparición de este brillante e ingenioso rey
unida a sus determinantes acciones, lograron que Argos se erigiera así en una
importante ciudad preparada para establecer su hegemonía en el Peloponeso y
defenderla contra cualquier otra. Y a decir por la victoria de Esparta en el
monte Itome sobre los mesenios (c. 722
a.C.) ésta sería la ciudad candidata con la que disputarse semejante “trono”.
Dadas las exitosas campañas que ambas ciudades estaban llevando a cabo, parecía
que el enfrentamiento mutuo no tardaría en producirse, lo que de hecho ocurrió
en 668-9 a.C. en Hisia (Argólida). En esta batalla la victoria de Argos fue
completa y la severidad con la que los espartanos fueron derrotados debió de
ser lo suficientemente grande como para estar casi un siglo silenciados por las
fuentes históricas. El éxito de Argos en aquella jornada podría haberse debido
a su temprana adopción de esa lucha en falange, algo desconocido aún para los
espartanos. Lo que no parece posible afirmar es que al frente de las unidades
argivas estuviera ya su rey Fidón. Pero si no estuvo, es indudable que su
herencia habría perdurado aún en el aspecto militar y ello habría valido a los
argivos para establecer su hegemonía sobre el Peloponeso durante los siguientes
cien años. A modo de anécdota, relata Pausanias que allí, en Hisia, se
excavaron las fosas comunes de los argivos que vencieron a los lacedemonias en
dicha contienda (2, 24, 7).
La venganza de Esparta
Si bien el siglo VI conoció la ascensión y
hegemonía de Argos sobre la península del Peloponeso en el aspecto militar, el
cambio de siglo fue testigo del progresivo ocaso de esta ciudad, así como de su
sustitución por la polis lacedemonia. Sin embargo, este proceso fue largo y no
se produciría hasta mediada la centuria, cuando Esparta adoptara su afamada y
militarizada organización socio-política.
Como dijimos, la derrota de Esparta en Hisia fue
tan severa que es muy posible que incluso llegara a influir en la adopción de
nuevas medidas de orden interno orientadas a diseñar no solo una formación
militar más moderna y adecuada a las nuevas técnicas asimiladas por Argos casi
un siglo antes, sino también otras tantas destinadas a nutrir desde la base de
su sociedad civil a esa nueva organización militar. La implantación del sistema
ideado por el legendario Licurgo se produciría muy probablemente en este siglo
pero siempre de manera progresiva y circunstancial. A resultas de esta
aplicación, todos los ciudadanos espartanos quedaron sometidos a un ortodoxo
régimen militar que encumbraría a los ciudadanos nacidos en Esparta al vértice
de su pirámide social y los consagraría por entero a la defensa de la ciudad. Ninguna
otra polis griega adoptaría semejante fórmula y podríamos decir que los
espartanos serían los primeros en tener un ejército realmente profesional.
En el año 560 a.C. el trono de Esparta fue
ocupado por Anaxándridas II de la dinastía Agiada y padre del ilustre rey
Leónidas. A su vez, sería Aristón de Esparta en 550 a.C. quien ostentara la
corona por parte de la dinastía Euripóntida, (recordemos que Esparta tenía dos
reyes) Durante sus reinados y a causa de los cambios socio-políticos antes
mencionados, Esparta mantuvo una activa política exterior que la llevó a
intervenir en diferentes asuntos de otras ciudades griegas. Es de recordar, por
ejemplo, su lucha contra los tiranos como Polícrates de Samos o los hermanos
Hipias e Hiparco de Atenas, además de la alianza con Creso de Lidia. Pero el
hecho que marcó, sin duda, el reinado de ambos reyes fue la decisiva victoria
que obtuvieron sobre la ciudad de Argos y que le valdría a Esparta invertir la
tendencia hegemónica que ésta mantenía en el Peloponeso desde el siglo
anterior. Por su parte Argos, desde finales del siglo VII irá perdiendo poco a
poco la fuerza militar que la había caracterizado y tocará fondo precisamente a
causa de la derrota contra Esparta.
La batalla
Aunque es presumible que tras la batalla de Hisia
del siglo anterior, espartanos y argivos no dejaran de vigilarse mutuamente, la
única posibilidad que tendrían para medir sus fuerzas no se produciría hasta
bien entrada la mitad del siglo VI. Sin embargo, a decir por el casus belli que dio inicio al
enfrentamiento, se podría decir que tal lucha podría haberse producido años
atrás. Y es que el territorio de Tirea, al E del Peloponeso, era una zona que
podríamos llamar de “frontera” que dividía las zonas de influencia de Argos y
Esparta. Era un territorio en disputa que, si bien Heródoto nos informa de su
pertenencia a la Argólida (Hdt. 1, 82) también nos revela que era un territorio
objeto de constante litigio (Hdt. 8, 73, 3).
La narración de la campaña está monopolizada por
el relato de Heródoto quien nos da cuenta de que, habiendo salido los argivos
con objeto de recobrar dicho terreno, mantuvieron a su llegada un parlamento
con los espartanos. Parece que ambos bandos habrían acordado no utilizar el
grueso de sus ejércitos y, sin embargo, escoger de entre éstos a los 300
mejores soldados de cada lado y enfrentarlos en un combate a muerte por la
conquista de dicha región. Uno de los requisitos indispensables alcanzados en
tal acuerdo, fue la retirada durante la contienda del resto de las tropas a fin
de que no tuvieran la tentación de ayudar a ninguno de los dos bandos en lucha.
Cuando por fin sellaron el trato, los ejércitos
se retiraron a sus respectivas regiones quedando en el campo de batalla
exclusivamente los 300 soldados escogidos de Esparta y los 300 escogidos por
Argos. Una vez que trabaron batalla, parece que los hechos resultaron
extremadamente igualados entre ambas potencias y, a pesar de haber estado
combatiendo todo el día, la noche se les echó encima. Al final, solo tres
guerreros quedaron en pie a saber, Alcenor y Chromio por parte de los argivos y
Othryades por parte de los espartanos. Como no podía ser de otra manera, el
resultado de la batalla fue extremadamente polémico ya que los soldados
argivos, creyéndose vencedores, marcharon del campo de batalla hasta su ciudad
con el fin de contar lo sucedido y revelar a sus conciudadanos que de su bando
eran dos los que habían quedado vivos mientras que del bando espartano solo uno
era quien se mantenía en pie. Por su parte, el soldado espartano permaneció en
el campo de batalla despojando a los argivos caídos de su armamento y
llevándolo al campo de los suyos, lo cual se interpretó como un gesto de
victoria.
Al día siguiente, ambas naciones se presentaron
en el lugar pretendiendo apropiarse del triunfo. Argos argumentaba que eran dos
los soldados de su bando que permanecían vivos, mientras que espartanos solo
quedaba uno. Esparta en cambio, afirmó que su soldado era el único que no había
huido del campo de batalla y que había mantenido su puesto y despojado a los
enemigos de sus armaduras. Puesto que el acuerdo parecía difícil de alcanzar,
una nueva refriega tuvo lugar entre ambas ciudades a causa de esta disputa y,
esta vez sí, Heródoto hace referencia a que en esta ocasión la victoria cayó
del lado lacedemonio.
Como anécdota, el historiador deja constancia de
que a partir de esta lucha, los argivos, que antes se dejaban crecer el pelo,
ahora se lo empezaron a cortar y sus mujeres tuvieron prohibido engalanarse con
oro hasta que aquel territorio no fuera recuperado para su patria. Y
precisamente, del lado espartano surgió la ley que los obligó desde entonces, a
dejarse la cabellera larga. Por su parte, el lacedemonio Othryades no fue
homenajeado como un héroe en Esparta, sino más bien al contrario. Avergonzado
por no haber caído en el campo de batalla al igual que todos sus compañeros,
parece que no pudo resistir el agravio público al que fue sometido y decidió
quitarse la vida en la misma Tirea.
Para Paul Cartledge, esta derrota sufrida por Argos
podría equipararse perfectamente a la sufrida por Esparta en Hisia y se podría
establecer como el definitivo ocaso hegemónico de la ciudad en el Peloponeso.
Para Esparta, por el contrario, fue todo un acontecimiento y en conmemoración
por tal victoria, quedó inaugurado el festival anual de la Parparonia de
eminente carácter religioso.
Consecuencias
La batalla de los “Campeones” supuso para Esparta
el comienzo de una época dorada que le llevó a constituirse de manera
progresiva en una potencia militar de carácter hegemónico primero en el
Peloponeso y, más tarde en toda Grecia hasta el despegue de Atenas. El apogeo
se produciría con la subida al trono de otro de los hijos de Anaxándridas II,
Cleómenes I, que llevaría más allá del Istmo de Corinto la influencia de la
recién estrenada hegemonía lacedemonia.
: Mapa de la Batalla de los Campeones
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