sábado, 23 de diciembre de 2017

Canfora Luciano.-El mundo de Atenas: XXV. UNA VERDAD DETRÁS DE DOS VERSOS

«Yo escribí el decreto para tu vuelta a la patria, y en junta lo propuse: obra fue mía y así, formalizado el decreto, realicé esta obra».
Estos versos, un dístico elegiaco, son de Critias, quien fue identificado como genio del mal: su memoria fue borrada hasta donde fue posible, especialmente sus escritos. Simbólicamente los atenienses borraron incluso de la lista de los arcontes el nombre de Pitodoro, bajo cuyo arcontado (404/403) Critias había gobernado; ese año fue denominado «anarquía».[916] Sin embargo, no se consiguió la completa supresión de sus escritos, como por lo general no se consigue tal eliminación ni siquiera en épocas de férrea censura. Platón, sobrino de Critias y en un principio favorable a su gobierno, no honró su memoria. Jenofonte, en su «diario de la guerra civil»,[917] relata sin benevolencia los actos de gobierno y busca además, indirectamente, pasar por secuaz, estrictamente hablando, del antagonista de Critias, Terámenes (como tantos, después del final del infausto régimen), aunque guarda consigo y saca partido a los escritos del genio del mal: imita la Constitución de los espartanos, donde inserta el diálogo sobre el ordenamiento ateniense[918] (que, así, ha llegado hasta nosotros, y no por casualidad, entre las obras de Jenofonte). Se sabe —ya lo hemos recordado— que en el siglo II d. C. Herodes Ático, exponente destacado de la llamada «Segunda sofística», «exhumó» obras de Critias consideradas perdidas e impulsó su relanzamiento. Pero ya Plutarco (siglo I d. C.) leía las elegías de Critias, y obviamente, en el siglo siguiente, en los tiempos de Herodes Ático, las leían también Hefestión el gramático (en el capítulo «Sobre la sinéresis») y Ateneo cita un buen trozo en los Deipnosofistas.
A Plutarco («Vida de Alcibíades», cap. 33) debemos estos dos versos, procedentes de una elegía de Critias, sin duda dirigida a Alcibíades: «El decreto para el retorno de Alcibíades», escribe Plutarco, «había sido aprobado antes [es decir, con anterioridad a que Alcibíades efectivamente volviera a Atenas] y lo había presentado y sometido a votación Critias, hijo de Calescro, como él mismo lo ha dicho en versos, en las elegías, allí donde rememora a Alcibíades el favor realizado, y se expresa de este modo: Yo escribí el decreto para tu vuelta, etc.».
En estos versos, Critias se dirige directamente a Alcibíades («el decreto para tu vuelta a la patria»): lo apostrofa como si estuviera presente. ¿Se debe pensar, entonces, que ambos estaban en Atenas en ese momento, y que la situación concreta en que aquellas palabras se dirigen de uno a otro deben identificarse con el contexto de un banquete? Ayuda, acaso, otro fragmento elegiaco de Critias, también éste dirigido a Alcibíades, que debemos a Hefestión. Nos ha favorecido una peculiaridad métrica. Dice en efecto Hefestión en el capítulo «Sobre la sinéresis» que el fenómeno por el que dos sílabas breves valen como una «es raro en versos hexamétricos, como por ejemplo en Critias, en la Elegía a Alcibíades».[919] Cita, en este punto, dos dísticos, el primero del cual es: «Y ahora coronaré al hijo de Clinias, ateniense, Alcibíades, loándolo de un modo nuevo»; el segundo explica por qué el dístico anterior no podía ser compuesto en un hexámetro y un pentámetro, sino que está compuesto, excepcionalmente, de un hexámetro y un pentámero yámbico:[920] «tu nombre Ἀλκιβιάδης no puede, en efecto, adaptarse al pentámetro, y por eso ahora se encontrará, sin violar el metro, en un verso yámbico».
No aburriríamos al lector con cuestiones de prosodia y de métrica griega si no tuviéramos aquí un doble testimonio precioso. La escena aquí representada es, en efecto, la del banquete, en el curso del cual Critias se dirige a los presentes —entre los cuales está obviamente Alcibíades— y anuncia que «coronará» a éste. Además, Hefestión cita con exactitud «en la elegía a Alcibíades» y testimonia con ello que los dos fragmentos elegiacos de Critias dirigidos a Alcibíades pertenecen a la misma composición. Por tanto se deduce que Critias se dirige, con sus versos, a Alcibíades regresado del exilio y lo corona (probablemente en el contexto de un banquete). Es decir, que Critias está en Atenas en 408, cuando Alcibíades regresa; y probablemente la elegía surgió en el contexto del regreso de Alcibíades y de los solemnes festejos que en esa ocasión se produjeron, de los que Plutarco da cuenta en el mismo contexto.
Pero dos años más tarde (406), cuando tiene lugar el monstruoso proceso contra los generales vencedores en las Arginusas, Critias ya no está en Atenas, está «en el exilio» en Tesalia, como le reprocha Terámenes en el tan duro como ineficaz discurso que Jenofonte le hace pronunciar en su Diario de la guerra civil: «Cuando sucedían esos hechos [los juicios], él no estaba aquí sino en Tesalia, con Prometeo, instaurando la violencia popular y armando a los penestes contra los jefes.»[921] Se ha exiliado para evitar el juicio a que quería someterlo Cleofón. (En el ínterin, después de Noto, se exilió también Alcibíades). Es cierto que Critias desaparece de Atenas después de 408 y que sólo vuelve con la capitulación de abril de 404, cuando una de las cláusulas impuestas por Esparta fue, precisamente, «el regreso de los exiliados», gente por lo general condenada o que había huido de las condenas por delitos políticos de alguna clase.
Pero si, en la loa —con la elegía— a Alcibíades, al coronarlo, Critias le recuerda que el decreto para su regreso lo había presentado él, ¿a qué decreto se refiere y cuándo lo hizo votar «en presencia de todos» (ἐν ἅπασι)?
Critias, que en 415 había sido denunciado por Dioclides como uno de los responsables de la mutilación de los hermes, pero había sido exculpado gracias a la delación de Andócides y había permanecido al margen de la política, en 411 —cuando tenía ya cuarenta años— fue, junto a Calescro, su padre, uno de los jefes más activos de la oligarquía de los Cuatrocientos.[922] Sin embargo, a pesar de ser sospechoso de figurar entre quienes se disponían a acoger, por sorpresa, a los espartanos en el muelle de Eetionea, Critias consiguió no verse implicado en el cambio de bando de Terámenes, cuando éste se volvió patriota, liquidó a los jefes abiertamente filoespartanos de los Cuatrocientos (Antifonte y Artitarco in primis), desenfundó la lista de los Cinco Mil ciudadanos de pleno derecho y consideró que podía mandar largo tiempo en una Atenas regida por un sistema político moderadamente oligárquico o, como dice Tucídides, «mixto».[923] Fue desconcertante el cambio de Critias, no menos que el imprevisto viraje de Terámenes. El hijo de Calescro, el «terrorista» probablemente corresponsable de la bravata de los hermes mutilados con la intención de consternar a la mojigatería democrática, ahora se ponía, de un día para otro, al servicio de Terámenes. Eso es lo que da a entender la noticia contenida en la Elegía a Alcibíades. Con esos versos Critias se reivindica como autor del decreto para el regreso de Alcibíades; y del relato casi periodístico de Tucídides sobre el golpe de Estado de 411 sabemos también con exactitud cuándo sucedió: inmediatamente después de la deserción de Eubea y el consecuente derrocamiento de los Cuatrocientos, al día siguiente del desenmascaramiento de la maniobra urdida en Eetionea. Se suceden en esos días una serie de asambleas, mientras huyen los jefes más comprometidos; el poder pasó a los Cinco Mil (que se convirtieron en el nuevo cuerpo cívico, en lugar de los cerca de treinta mil) y «es cuando parece, al menos en mi tiempo», escribe Tucídides, «que los atenienses han tenido mejor gobierno»,[924] porque el ordenamiento político fue de tipo «mixto» («equilibrio [ξύγκρασις] del principio oligárquico y del democrático» lo llama). En ese «feliz» momento —prosigue— «decretaron que volvieran Alcibíades y sus compañeros de exilio», y además enviaron mensajes a la flota ateniense en Samos, que había permanecido irreductiblemente hostil a los oligarcas, exhortándolos a «proseguir gallardamente las operaciones bélicas (ἀνθάπτεσθαι τῶν πραγμάτων)».

Por tanto Critias presenta en ese momento, bajo la égida de Terámenes —el nuevo dueño de la situación en Atenas—, la propuesta, el decreto para el regreso de Alcibíades «y sus compañeros de exilio».[925] No puede ser otro que el decreto del que Critias se jacta en la Elegía a Alcibíades. ¿Fue un decreto ad personam o acumulativo (quizá para otros condenados por los mismos delitos sacramentales)? El hecho de que el decreto lo haya debido presentar materialmente el propio Critias —que cuatro años antes había sido imputado por los mismos delitos— es una de las muchas «obras maestras» de Terámenes (podía ser peligroso someter a votación la nulidad de una condena por delito sacramental). ¿Dónde tuvo lugar la votación? Critias, en la elegía, dice «en la junta» (ἐν ἅπασι), pero obviamente no puede sino referirse a los Cinco Mil reunidos en asamblea, como cuerpo cívico y como órgano deliberante. Hábilmente, en 408, cuando ya había sido restaurada (410/409) la democracia tradicional y el cuerpo cívico volvió a ser el de siempre (los teóricos treinta mil ciudadanos de pleno iure), dice «en la junta», sin precisar más: porque, en 408, ese cuerpo cívico de cinco mil no era ya un órgano legítimo. Además, él había actuado a las órdenes de Terámenes,[926] quien en cambio con el regreso de Alcibíades, nuevo dueño de la situación en Atenas, había pasado a una segunda o tercera fila.
 [916] Helénicas, II, 3, 1. <<
[917] Helénicas, II, 3 y 4. <<
[918] Cfr., más arriba, Introducción, cap. I, n.º 24. <<
[919] Hefestión, 2, 3 (= 88B4 Diels-Kranz): ἐν τῇ εἰς Ἀλκιβιάδην ἐλεγείᾳ. <<
[920] Primer ejemplo de estrofa «pitiyámbica». <<
[921] Helénicas, II, 3, 35-36. <<
[922] [Demóstenes], Contra Teócrines, 67: «Critias y sus cómplices se aprestaban a acoger a los espartanos en el muelle de Eetionea». Erróneamente los modernos ignoran este indiscutible testimonio. Según Libanio (Hipótesis), «la mayoría pensaba que el autor del discurso era Dinarco». <<
[923] Tucídides, VIII, 97, 2. <<
[924] VIII, 97. <<
[925] Tucídides, VIII, 97, 3: ἐψηφίσαντο δὲ καὶ Ἀλκιβιάδην καὶ ἄλλους μετ᾿αὐτοῦ κατιέναι. <<
[926] Diodoro, XIII, 42, 2 y Cornelio Nipote, Vida de Alcibíades, 5, 4 indican únicamente a Terámenes como promotor del regreso de Alcibíades. Detrás de Diodoro, en este libro, está sin duda Éforo. Las palabras usadas por éste (con frecuencia Diodoro lo transcribe al pie de la letra) son muy interesantes: «aconsejó al pueblo que hiciera volver a Alcibíades (τῷ δήμῳ συνεβούλευσε κατάγειν τὸν Ἀλκιβιάδην)». Por tanto ha apoyado, en la asamblea, la propuesta, evidentemente formalizada por otro, es decir por Critias, quien por ello en la elegía dice que «sobre esta obra [el regreso de Alcibíades] está la σφραγίς [el sello] de mi lengua». Las palabras del decreto eran las suyas, Terámenes había apoyado la iniciativa, y eso había sido decisivo. Por eso Cornelio Nipote dice, no menos puntualmente que Eforo-Diodoro: «postulador Terámenes». Todas las demás interpretaciones de la palabra σφραγίς en este verso de Critias corren el riesgo de quedar fuera de lugar. Es evidente, por otra parte, el guiño culto (la referencia a la σφραγίς de Teognis), que un «gran señor» como Alcibíades, instrumentalmente amigo del pueblo pero que íntimamente despreciaba la democracia, podía percibir y apreciar con facilidad. <<



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