lunes, 25 de diciembre de 2017

Jenofonte .- Las Helénicas Libro VII

 VII

 

El libro VII refiere los acontecimientos de los años 369-362. El capítulo 1 trata de la alianza entre Esparta y Atenas; de la influencia de Licomedes en la Confederación arcadia; de las gestiones de paz de Pelópidas en Persia (367) y de la historia de Eufrón cuya continuación ocupa el capítulo 3 (367-366). El capítulo 2, de la digresión sobre la ciudad de Fliunte (370-366). El capítulo. 4 relata la alianza entre arcadios y atenienses (366); la actuación de Corinto; las luchas entre arcadios y eleos con la intervención lacedemonia en Cromno (365-364), y las disensiones de la Confederación arcadia (363). El capítulo 5 cierra la obra con la invasión del Peloponeso por Epaminondas, la marcha contra Esparta y la batalla del Mantinea (362).
Alianza de lacedemonios y atenienses
1Al año siguiente [1] embajadores lacedemonios y aliados vinieron a Atenas con plenos poderes para deliberar en qué condiciones concluirían una alianza lacedemonios y atenienses. Muchos extranjeros y atenienses propusieron que se debían tener la alianza con absoluta igualdad y el fliasio Proeles [2] pronunció el siguiente discurso:
«Atenienses, puesto que decidisteis que era conve2niente hacerse amigos de los lacedemonios, me parece necesario examinar lo siguiente: cómo durará la amistad el mayor tiempo posible. Efectivamente, como le interese realmente a cada uno, así haremos los convenios y entonces durarán muchísimo naturalmente. Más o menos se está de acuerdo en casi todo lo demás, pero ahora el examen va a ser sobre el mando. Efectivamente, se ha presentado una moción por el consejo: que el vuestro sea por mar y el de los lacedemonios por tierra. Pero a mí me parece que ello ha sido determinado no tanto por decisión humana cuanto por la naturaleza divina y el azar. Pues, primero, tenéis el lu3gar más adecuado por la naturaleza para eso. Efectivamente, muchísimas ciudades que viven del mar están situadas en torno a vuestra ciudad y todas ellas son más débiles que la vuestra. Además de esas ventajas tenéis puertos sin los cuales no es posible servirse de una fuerza naval. Además poseéis muchas trirremes y aumentar la flota es para vosotros una cosa natural. Por otro lado, domináis con familiaridad todas las artes 4para ello y por supuesto en experiencia náutica aventajáis mucho a los demás; pues el medio de vida para muchísimos de vosotros procede del mar; de modo que al atender los negocios particulares simultáneamente os hacéis expertos en las luchas del mar. A todo ello se junta lo siguiente: de ningún puerto podrían zarpar juntas más naves que del vuestro. Eso no es lo menos importante para el mando: efectivamente, todos se unen contentos a lo que en primer momento es fuerte. Además también se os ha dado por los dioses tener 5buena suerte en ello, pues participasteis en muchísimas e importantes luchas por mar, y en muy pocas salisteis mal; al contrario, acertasteis en muchísimas. Es, pues, natural que los aliados participaran con vosotros de ese riesgo con muchísimo gusto. Que verdaderamente ese 6cargo os es necesario y adecuado deducidlo además por lo siguiente: en otro tiempo los lacedemonios lucharon contra vosotros durante muchos años y aunque dominaron el territorio no adelantaron nada para haceros perecer. Mas después que el dios les dio un día dominar por mar [3], inmediatamente quedasteis completamente sometidos. Por consiguiente, es bien evidente por estos hechos que vuestra salvación depende del 7mar. Si así son, pues, las cosas por naturaleza, ¿cómo se iba a encargar del mando por mar a los lacedemonios, cuando en primer lugar ellos mismos reconocen ser más inexpertos que vosotros en ese asunto, y en segundo lugar el riesgo no es igual en las luchas por mar, pues aquéllos sólo arriesgan los hombres de las trirremes, mas vosotros los hijos, mujeres y la ciudad 8entera? En resumen, así está vuestra situación, pero examinad la de los lacedemonios. Efectivamente, primero habitan en el interior, de modo que dominados por tierra, aunque fueran excluidos del mar, podrían vivir cómodamente. Sabiendo esto ya desde niños se ejercitan en la guerra por tierra. Y lo que es muy de alabar, por obedecer a los que mandan esos son los 9más poderosos por tierra y vosotros por mar. Luego, como vosotros con la flota, así ellos a su vez pueden salir muchísimos rápidamente por tierra; de modo que es natural que los aliados se sumen a ellos muy animosos. Además también el dios les ha dado tener éxitos por tierra como a vosotros por mar; en efecto, participando a su vez en muchísimas luchas por tierra, fracasaron en poquísimas y en muchísimas están teniendo 10acierto. Asimismo se puede conocer por los hechos que no es menos necesario para ellos la dirección por tierra que para vosotros por mar. Efectivamente, vosotros aunque luchasteis contra ellos durante muchos años y los vencisteis por mar muchas veces, no conseguisteis nada positivo para acabar la guerra. Mas después que fueron vencidos por tierra una sola vez, inmediatamente corrieron riesgo sus hijos, mujeres y la ciudad entera [4]. ¿Cómo, pues, no va a ser penoso para ellos el encargar 11a otros la dirección por tierra, cuando se cuidan magníficamente de los de tierra? En resumen, yo he hablado apoyando la moción propuesta por el consejo. Reconozco que es lo más conveniente para ambos; que vosotros tengáis suerte deliberando lo mejor para todos vosotros».
Así habló, y los atenienses y los lacedemonios pre12sentes, ambos, aplaudieron fuertemente su discurso. Compareciendo Cefisódoto [5] dijo: «Atenienses, ¿no os dais cuenta que estáis siendo engañados? Ahora, si me escucháis, yo os lo demostraré muy pronto. Efectivamente, vais a mandar por mar. Pero si los lacedemonios se alian con vosotros, evidentemente enviarán trierarcos lacedemonios y quizás soldados de cubierta, pero los remeros serán por supuesto hilotas o mercenarios. Por consiguiente, vosotros mandaréis a éstos. Mas 13cuando los lacedemonios os den la orden para la expedición por tierra, evidentemente enviaréis a los hoplitas y jinetes. Por consiguiente, aquéllos os guiarán entonces a vosotros mismos, pero vosotros a sus esclavos y a los de menos categoría. Lacedemonio Timócrates, respóndeme: ¿No decías hace poco que venías para hacer la alianza con absoluta igualdad?» Eso dije. «Aña14dió Cefisódoto». «¿Pues no es más equitativo que cada uno mande por turno la flota y por turno el ejército de tierra, y que vosotros, si hay algo bueno en el mando por mar, participéis de ello, y nosotros en el de tierra?». Al oírlo los atenienses cambiaron de opinión y aprobaron por votación turnarse ambos en el mando cada cinco días.
Tebas invade el Peloponeso
15Ellos dos y los aliados, marchando con las tropas a Corinto, decidieron guardar juntos el Oneo. Después que los tebanos y sus aliados emprendieron la marcha, vigilaban el Oneo unos en un lado y otros en otro. Los lacedemonios y peleneos en el más vulnerable. Los tebanos y sus aliados acamparon en el llano cuando estaban a una distancia de treinta estadios de los que vigilaban. Después de calcular cuándo debían partir para acabar el trayecto al amanecer, emprendieron la marcha hacia la guarnición 16lacedemonia. Por cierto no se equivocaron en la hora, sino que cayeron sobre los lacedemonios y los peleneos cuando estaban terminando las guardias de noche y levantándose de los camastros para ir cada uno a donde debía. Entonces los tebanos cayendo sobre ellos los abatieron, como es natural cuando un ejército prevenido y en orden de combate sorprende el enemigo despre17venido y en desorden. Cuando los que se salvaron en la operación se refugiaron en una colina muy cercana, aunque el polemarco lacedemonio pudo defender la posición con todos los hoplitas aliados y con todos los peltastas que hubieran querido, incluso podía traer víveres de Cencreas con seguridad, no lo hizo, sino que cuando más apurados estaban los tebanos en cómo debían bajar del monte que mira a Sición o regresar de nuevo, después de hacer treguas más en favor de los tebanos que de sí mismos, como opina la mayoría, entonces partió y llevó a los suyos.
Los tebanos después de bajar con toda seguridad y 18juntarse con sus aliados arcadios, argivos y eleos, inmediatamente atacaron Sición y Pelene; después marcharon con las tropas a Epidauro y saquearon todo su territorio. Retirándose de allí mirando con mucha superioridad a todos los contrarios, cuando estuvieron cerca de la ciudad de Corinto, corrieron de improviso contra las puertas que dan a Fliunte para lanzarse dentro como si se encontraran abiertas. Saliendo en ayuda 19algunas tropas ligeras de la ciudad encontraron al batallón escogido tebano cuando no distaban de la muralla ni cuatro pletros; subiéndose a los monumentos y a los sitios elevados, disparando dardos y jabalinas mataron a muchísimos de entre los primeros y haciéndolos volver los persiguieron tres o cuatro estadios. Hecho esto, después de arrastrar los cadáveres hasta la muralla y de devolverlos bajo tregua, los corintios erigieron un trofeo. Así se reanimaron los aliados lacedemonios.
Primera expedición siracusana
Al mismo tiempo que se realizaba 20esto, llegaron con las fuerzas de socorro de Dionisio que enviaba a los lacedemonios, más de veinte trirremes. Traían unos cincuenta jinetes celtas e iberos. Al día siguiente los tebanos y los demás aliados suyos desplegándose ocuparon completamente la llanura desde el mar y desde las colinas contiguas a la ciudad y destruyeron todo lo que había de utilidad en la llanura. Los jinetes atenienses y corintios no se acercaron mucho al ejército, al verlos fuertes y muy igualados. Mas los jinetes de Dionisio, aunque eran pocos, 21dispersándose por diferentes puntos y pasando al galope, lanzaban jabalinas mientras avanzaban y, después de lanzarse sobre ellos, se retiraban y dando la vuelta volvían a disparar jabalinas. Después de hacer eso se apeaban de los caballos para descansar; si alguien los acosaba cuando estaban apeados, montando se retiraban rápidamente; si a su vez algunos los perseguían alejándose mucho del ejército, cuando se retiraban les causaban males terribles atacando y lanzando jabalinas y obligaban a todo el ejército a avanzar y retroceder 22por su causa. Después de esto los tebanos no permanecieron muchos días y volvieron a casa; igualmente todos los demás hicieron lo mismo. Luego los de Dionisio atacaron Sición y en un combate en la llanura vencieron a los sicionios y mataron a unos setenta; también tomaron al asalto la fortaleza de Deras. Después de estos hechos las primeras fuerzas de socorro de Dionisio [6] regresaron a Siracusa.
Los tebanos y todos los que se separaron de los lacedemonios actuaban al unísono y marchaban con las tropas bajo la dirección de los tebanos hasta este mo23mentó. Mas como apareció el mantineo Licomedes, no falto por supuesto de linaje, notorio por sus riquezas y ambicioso además, éste llenó de orgullo a los arcadios difundiendo que únicamente ellos tenían el Peloponeso como su patria, pues únicamente ellos eran los habitantes autóctonos [7] del mismo, que el pueblo arcadio era el más numeroso de las tribus griegas y tenía los hombres más resistentes. Demostró que eran los más fuertes presentando como pruebas el que no se prefería a nadie más que a los arcadios cuando se necesitaban auxiliares. Que incluso los lacedemonios nunca habían atacado Atenas sin ellos ni ahora los tebanos habían ido a Lace24demonia sin los arcadios. «Si fueseis, pues, sensatos, evitaríais el seguir a donde se os llame: primero, porque acompañando a los lacedemonios fomentasteis su crecimiento, y ahora si acompañáis por las buenas a los tebanos y no exigís turnarse en el mando, quizás pronto encontraréis en esos a otros lacedemonios». Los arcadios al oír esto se hincharon de orgullo, como es natural, y sobrestimaron a Licomedes y únicamente se sometieron a este hombre, de modo que nombraron arcontes a los que él pidió. Y los arcadios se envalentonaron por los hechos que ocurrieron; efectivamente, 25cuando los argivos atacaron Epidauro y quedaron bloqueados por los mercenarios de Cabrias, atenienses y corintios, después de ayudarles liberaron a los argivos que estaban completamente sitiados, luchando contra enemigos y además en una zona enemiga. Asimismo marcharon con las tropas a Asine de Laconia, vencieron a la guarnición lacedemonia y mataron a Geránor, el polemarco convertido en espartiata, y saquearon el arrabal de Asine. Adonde se proponían salir, no se lo impedía ni la noche ni el mal tiempo, ni camino largo ni monte inaccesible, de modo que en aquel tiempo al menos creían que eran los mejores con mucho. Por ello 26los tebanos estaban recelosos y poco amistosos con los arcadios. A su vez los eleos después de reclamar a los arcadios las ciudades que les fueron arrebatadas por los lacedemonios, se dieron cuenta de que sus proposiciones no eran tenidas en cuenta, sino que atendían con prioridad a los trifilios y a los demás que se habían separado de ellos porque afirmaban que eran arcadios; después de esto también los eleos estaban resentidos con ellos. En esta situación cuando cada aliado tenía 27gran confianza en sí mismo llegó el abideno Filisco de parte de Ariobarzanes [8] con mucho dinero. Primero reunió en Delfos para tratar de la paz a tebanos, aliados y lacedemonios. Después de llegar empezaron las deliberaciones sin consultar en absoluto con el dios cómo obtener la paz. Como los tebanos no consintieron que Mesenia [9] estuviera sometida a los lacedemonios, Filisco reunió muchos mercenarios para combatir con los lacedemonios.
Segunda expedición siracusana
28Mientras se hacía eso llegaron las segundas fuerzas de socorro de Dionisio. Los atenienses propusieron enviarlas a Tesalia obligatoriamente contra los tebanos [10] y los lacedemonios a territorio laconio; se impuso entre los aliados la última proposición. Después de costear los de Dionisio hacia Lacedemonia, Arquidamo los unió a los suyos y emprendió la marcha con las tropas. Tomó Carias a la fuerza y degolló a los que cogió con vida. Desde allí marchó junto a los parrasios y saqueó con ellos el territorio de Arca29dia. Después que acudieron los arcadios y argivos, se retiró y acampó en las colinas de Medea. Cuando estaba allí le dijo Císidas, el jefe de las fuerzas de Dionisio, que se le había cumplido el tiempo fijado de permanencia. Nada más comunicárselo partió para Esparta. Como al retirarse le cortaron el paso los mesemos en un desfiladero, envió mensajeros a Arquidamo y le pidió ayuda. Aquél, por cierto, le ayudó. Cuando llegaron a la desviación a Eutresis, los arcadios y argivos se acercaron a Laconia con la idea de cerrarle el paso a casa. Él formó para luchar allí donde hay una llanura en las encrucijadas del camino de Eutresis y 30de Medea, a la salida. Afirmaron que él los animó pasando delante de las compañías y diciendo lo siguiente: «Ciudadanos, si somos valientes ahora levantaremos la vista con la mirada pura, entregaremos la patria a los descendientes como la recibimos de nuestros padres; dejaremos de avergonzarnos ante nuestros hijos, mujeres, ancianos y aliados, entre los cuales antes éramos los más estimados de todos los griegos». Dicho esto, 31dicen que aunque el tiempo era bueno, aparecieron relámpagos y truenos, buenos presagios para él; pues coincidía que junto al flanco derecho había un recinto sagrado y una estatua de Heracles  [de quien era descendiente según se dijo]. En resumen, por todos esos síntomas afirmaron que los soldados habían cogido tanta confianza y audacia, que era un trabajo para los jefes contener a los que se empujaban para avanzar. Cuando los llevó Arquidamo, murieron unos cuantos enemigos que resistieron cuando estaban al alcance de las lanzas, los demás cayeron en la huida, muchos por los jinetes, muchos por los celtas. Terminado el combate 32erigió un trofeo e inmediatamente envió a la patria al heraldo Demóteles para comunicar la importancia de la victoria y que ningún lacedemonio había muerto, pero de los enemigos muchísimos. Afirmaron que todos los que lo oyeron en Esparta lloraron, comenzando por Agesilao, los ancianos y los éforos; efectivamente las lágrimas son comunes a la alegría y al dolor. Realmente con la suerte de los arcadios no se alegraron los tebanos y eleos mucho menos que los lacedemonios; tanto los aborrecían ya por su insolencia.
Pelópidas en Persia
Los tebanos estudiaban continuamen33 te cómo alcanzar la hegemonía de la Hélade y creyeron, si enviaban embajadores al rey de los persas, que ganarían algo más con él. Por ello convocaron entonces a los aliados con el pretexto de que el lacedemonio Euticles estaba con el rey y marcharon Pelópidas por los tebanos, Antíoco, el vencedor del pancracio, por los arcadios y Arquidamo por los eleos, también les acompañó Argeo [11]. Los atenienses, cuando 34se enteraron, enviaron a Timágoras y a León. Después que llegaron allá, Pelópidas tuvo mucha influencia ante el Persa. Efectivamente, podía alegar que únicamente ellos de entre los griegos combatieron con el rey en Platea, que después nunca marcharon con las tropas contra el rey y que los lacedemonios les declararon la guerra porque no quisieron venir con Agesilao contra él ni le dejaron sacrificar a Ártemis en Áulide [12], en el mismo sitio en que sacrificó Agamenón para zarpar 35para Asia y tomar Troya. Asimismo ayudó mucho a PeJópidas a recibir honores el que los tebanos hubieran vencido en la batalla de Leuctra y fueran señalados como los que estaban saqueando el territorio lacedemonio. Dijo también Pelópidas que los argivos y arcadios habían sido derrotados en una batalla por los lacedemonios, cuando ellos no estaban presentes. El ateniense Timágoras le corroboraba que decía verdad en todo eso y era honrado el segundo después de Pelópi36das. Después de esto al ser preguntado Pelópidas por el rey que qué deseaba que se escribiese dijo: «Que se independice Mesenia de los lacedemonios y que los atenienses varen las naves; si no obedecen, que se marche con las tropas contra ellos; y si una ciudad no quiere 37acompañar ir primero contra ella». Una vez redactadas estas cláusulas y leídas a los embajadores dijo León oyéndolo el rey: «Atenienses, por Zeus, ya es hora por lo visto de que busquéis otro amigo en lugar del rey.» Después que le comunicó el secretario lo que dijo el ateniense, volvió a añadir al escrito: «si los atenienses conocen algo más justo que esto, que vengan y lo ex38pongan ante el rey». Al llegar cada embajador a su patria, los atenienses mataron a Timágoras acusándolo León de que ni siquiera quería estar en su tienda y trataba todo con Pelópidas. De los demás embajadores el eleo Arquidamo, que antepuso la Élide a los arcadios, alabó las propuestas del rey; Antíoco, como el pueblo arcadio fue menospreciado, no aceptó los regalos y comunicó a los diez mil [13] que el rey tenía muchísimos panaderos, cocineros, escanciadores y porteros, pero por mucho que buscó hombres capaces de combatir contra griegos, aseguró que no pudo verlos. Afirmó también que la cantidad de riquezas era una fanfarronería, pues el famoso plátano de oro [14] no era capaz de dar sombra a una cigarra.
Los aliados rechazan la paz
Cuando los tebanos convocaron a los 39representantes de todas las ciudades para oír la carta del rey y el persa que traía el ejército leyó lo redactado después de mostrar el sello del rey, los tebanos exigieron que juraran esas cláusulas los que deseaban ser amigos del rey y suyos; mas los de las ciudades respondieron que no fueron enviados para jurar, sino para oír; si querían juramentos, instaron a enviar embajadas a las ciudades. Por cierto, el arcadio Licomedes añadió incluso lo siguiente: que ni siquiera se debía tener la conferencia en Tebas, sino donde había guerra. Se molestaron con él los tebanos y le replicaron que estaba destruyendo la alianza; él no quiso asistir al congreso, sino que se retiró y marchó y con él todos los embajadores de Arcadia. Como los 40reunidos no quisieron jurar en Tebas, los tebanos enviaron embajadores a las ciudades ordenando prestar juramento según las cláusulas del rey, pensando que cada ciudad, una a una por separado dudaría enemistarse simultáneamente con ellos y el rey. Mas cuando llegaron a la primera ciudad, a Corinto, los corintios se resistieron y respondieron que no necesitaban en absoluto de juramentos comunes con el rey; las demás ciudades siguieron respondiendo lo mismo. Así se deshizo la maniobra de Pelópidas y los tebanos por la hegemonía.
Epaminondas en Acaya
41Epaminondas volvió a decir que era preciso hacer una expedición contra Acaya [15] para ganarse a los aqueos y para los arcadios y demás aliados les prestaran más atención. Así persuadió al argivo Pisias, que era estratego [16] de Argos, a tomar previamente el Oneo. Por cierto Pisias, informándose secretamente de que la vigilancia del Oneo era descuidada por Naucles, que mandaba el ejército mercenario lacedemonio, y por el ateniense Timómaco, de noche tomó por sorpresa la cima que domina Cencreas, con dos mil hoplitas disponiendo de víveres para siete días. 42Los tebanos llegaron en esos días, pasaron el Oneo y todos los aliados marcharon con las tropas sobre Acaya, al mando de Epaminondas. Los aristócratas de Acaya se arrojaron a sus pies y él influyó para que éstos no fueran desterrados ni se cambiara el régimen, tomó garantías solemnes de los aqueos de que serían sus aliados y los seguirían a donde los llevaran los tebanos y entonces volvió a su patria.
Eufrón toma el poder en Sición
Mas, como los arcadios y los rivales [17] 43le acusaron de que partiría después de preparar Acaya para los lacedemonios, los tebanos decidieron enviar harmostes a las ciudades aqueas. Al llegar éstos echaron a los aristócratas con la ayuda del partido democrático e implantaron la democracia en Acaya. Mas los expulsados se reunieron en seguida y marchando sobre cada ciudad una por una —no eran muy pocos— volvieron y las recuperaron. Después de regresar no fueron neutrales, sino que combatieron con ardor con los lacedemonios y los arcadios fueron presionados de un lado por los lacedemonios, de otro por los aqueos. Hasta ese tiempo en Sición el gobierno fue según las 44leyes antiguas [18], mas desde entonces Eufrón [19], como era el ciudadano más importante entre los lacedemonios deseaba igualmente ser el primero entre sus contrarios, dijo a los argivos y arcadios que si los ricos fueran dueños de Sición, cuando eso ocurriera, la ciudad volvería a ser partidaria de Laconia; «mas si hubiera democracia, sabedlo bien, la ciudad permanecerá con vosotros. En consecuencia, si me ayudáis, yo convocaría al pueblo y al mismo tiempo yo os daría la garantía de mi persona [20] y os aseguraría la alianza de mi ciudad. Yo haré eso porque sabéis bien que hace tiempo que soporto difícilmente, como vosotros, el orgullo lacede45monio y porque rehuyo con gusto la esclavitud». Por supuesto, los arcadios y argivos le oyeron complacidos y le ayudaron. En presencia de los argivos y arcadios convocó en seguida al pueblo en el ágora, para preparar una constitución igual para todos. Después que se reunieron, ordenó elegir estrategos a quienes ellos decidieron. Eligieron al propio Eufrón, Hipódamo, Cleandro, Acrisio y Lisandro. Hecho esto, puso asimismo al frente del ejército mercenario a su hijo Adeas, separando pre46 viamente al arconte Lisímenes. En seguida se ganó a algunos mercenarios leales tratándolos bien. Se atrajo a otros sin reparar en dinero público o de los santuarios. Empleó también los bienes de los que expulsó por ser partidarios de Laconia. Incluso a los compañeros en el cargo a unos los mató a traición y a otros los desterró; de modo que sometió todo y se convirtió abiertamente en tirano. Para que los aliados se lo permitieran, unas veces maniobraba con dinero, otras acompañándolos con entusiasmo con el ejército mercenario cuando hacían alguna expedición a algún lugar.
Lealtad de Fliunte
2Así estaba la situación; como en Fliunte los argivos fortificaron el Tricárano que domina el Hereo y los sicionios fortificaron Tiamia en sus fronteras, los fliasios estaban muy agobiados y además escaseaban los víveres; sin embargo, permanecieron firmes en la alianza. Por supuesto, todos los historiadores se acuerdan de las grandes ciudades cuando realizan una buena acción; mas a mí me parece que si una ciudad, aunque sea pequeña, realiza hermosas acciones, es mucho más digna aún de que se divulguen [21]. En verdad, los fliasios fueron amigos de los 2lacedemonios, cuando aquéllos eran muy importantes; mas después que cayeron en la batalla de Leuctra y se separaron muchos periecos, todos los hilotas [22], incluso los aliados salvo muy pocos, y todos los griegos marcharon contra ellos, por así decirlo, permanecieron fieles y aunque tenían los enemigos más poderosos entre los del Peloponeso, arcadlos y argivos, sin embargo, les ayudaron; después que les tocó en el sorteo el último puesto entre los que les ayudaron para pasar a Prasias [23]; eran esos corintios, epidaurios, trecenios, hermioneos, halieos, sicionios y peleneos, pues los últimos aún 3no se habían separado, pues ni incluso cuando el jefe de los contingentes aliados les dejó y partió con los que tenían que pasar primero, no se volvieron entonces, sino que llegaron a Esparta infiltrándose como pudieron mientras estaban los enemigos cerca de Amidas, pagando a un guía de Prasias. Naturalmente los lacedemonios les enviaron un buey como regalo además de otras distinciones honoríficas. Después de retirarse los ene4migos de Lacedemonia, los argivos, resentidos por el celo de los fliasios para con los lacedemonios, invadieron Fliunte en masa y saquearon su territorio; a pesar de ello no los dejaron, sino que los persiguieron saliendo a su encuentro los jinetes fliasios cuando se retiraban después de arrasar lo que pudieron, y aunque eran sesenta, atacándolos obligaron a volverse a toda la retaguardia compuesta por toda la caballería argiva y las compañías que formaban con ellos; mataron a unos cuantos y erigieron un trofeo en presencia de los argivos como si los hubieran matado a todos ellos.
Los aliados intentan apoderarse de la ciudad
5Los lacedemonios y sus aliados volvieron a custodiar el Oneo, y los tebanos se acercaron con la idea de pasarlo. Cuando atravesaban Nemea los arcadios y eleos para unirse con los tebanos, unos desterrados fliasios les dieron palabra de que tomarían Fliunte con la única condición de presentarse con ellos; después de llegar a un acuerdo, los desterrados y unos seiscientos más se apostaron de noche bajo la muralla con escalas. Cuando los observadores desde el Tricárano comunicaron por medio de señales que los enemigos atacaban y la ciudad les prestó atención, en ese momento los traidores dieron la señal de subir a los 6apostados. Después de subir y tomar las armas abandonadas de la guarnición empezaron por perseguir a los guardias de día que eran diez —por cada grupo de cinco quedaba uno de guardia de día—, mataron a uno que aún dormía y a otro que se refugió en el Hereo. Como los guardias de día para escapar saltaron fuera por la parte de la muralla que mira a la ciudad, 7los que subieron ocuparon la acrópolis sin lucha. Mas después que acudieron los ciudadanos al llegar el alboroto a la ciudad, primero los enemigos saliendo al encuentro lucharon delante de las puertas de la acrópolis que llevan a la ciudad; luego sitiados por los que acudieron en socorro volvieron a retirarse a la acrópolis; los ciudadanos se lanzaron con ellos. Así el centro de la acrópolis quedó inmediatamente desierto; subiendo a la muralla y los torreones los enemigos disparaban y alcanzaban a los de dentro. Ellos desde el suelo se defendían y luchaban por las escalas que aplicaban a las murallas. Después que los ciudadanos dominaron en 8algunos torreones de un lado y otro, entonces avanzaron juntos desesperados contra los que habían escalado los muros. Éstos, empujados por su audaz ataque, se fueron concentrando en poco espacio. En ese momento los arcadios y argivos se colocaron en círculo alrededor de la ciudad y empezaron a abrir una brecha en la cabeza del muro; pero los del interior unos abatían a los que ya estaban sobre la muralla, otros a los de fuera que estaban aún subiendo por las escalas, otros luchaban contra los que estaban subidos en los torreones, y hallando fuego en las tiendas se lo aplicaron debajo, llevando las gavillas que encontraron recolectadas en la misma acrópolis. Entonces los de los torreones saltaron fuera por temor a las llamas y los de la muralla cayeron al exterior heridos por los enemigos. Una vez 9que empezaron a ceder, toda la acrópolis quedó pronto libre de enemigos. Inmediatamente salieron los jinetes; los enemigos al verlos retrocedieron abandonando las escalas, cadáveres e incluso algunos vivos que cojeaban. No murieron menos de ochenta enemigos, los de dentro luchando y los de fuera al saltar. Entonces se pudo ver a los hombres darse la mano unos a otros por haberse salvado y a las mujeres trayendo de beber y a la vez llorando de alegría. Todos los presentes lloraban y reían a la vez [24].
Nuevos ataques contra Fliunte
Al año siguiente los argivos y todos 10los arcadios atacaron también Fliunte. La causa que atacaran a los fliasios continuamente era que estaban resentidos con ellos y, como quedaban en medio de ellos, al mismo tiempo mantenían la esperanza de que se pasarían a su lado por la dificultad de aprovisionamiento. Los jinetes y el batallón escogido fliasio junto con los jinetes atenienses que estaban presentes los atacaron en el momento del cruce del río; dominaron y obligaron a los enemigos a retirarse el resto del día al pie de las cimas, aunque se cuidaron de no pisotear los frutos de la llanura como si se tratara de un territorio amigo.
11Una vez más el jefe tebano de Sición marchó contra Fliunte con la guarnición que tenía, sicionios y peleneos; pues estos últimos seguían ya a los tebanos; Eufrón participó también con los propios mercenarios. Así los demás bajaron contra el Hereo a través del Tricárano para arrasar la llanura; y dejó a sicionios y peleneos en las puertas que dan a Corinto, sobre una altura, para que los fliasios por esa zona no llegaran hasta la vanguardia propia dando un rodeo por defen12der el Hereo. Cuando se dieron cuenta los de la ciudad que los enemigos se dirigían a las tierras, los jinetes y el grupo escogido salieron en contra, lucharon y no los dejaron dirigirse a las tierras. Pasaron allí la mayor parte del día disparando desde lejos, los de Eufrón persiguiendo hasta la zona accesible a la caballería, los de 13dentro hasta el Hereo. Cuando les pareció oportuno, los enemigos marcharon por junto al Tricárano, pues efectivamente el barranco de delante de la muralla impedía el camino más corto para llegar junto a los peleneos. Después de ir delante de ellos por junto a la pendiente un trecho corto los fliasios se desviaron y se lanzaron contra los peleneos y los que estaban con ellos por el 14camino próximo a la muralla. El grupo tebano al ver la prisa de los ñiasios intentaron anticiparse y socorrer a los peleneos. Mas llegó primero la caballería y atacó a los peleneos. Ellos al principio resistieron, luego se retiraron, volvieron a atacar con los soldados que estaban consigo y empezaron a luchar cuerpo a cuerpo. Después de esto los enemigos cedieron y murieron algunos sicionios y muchísimos peleneos de valía. Una vez 15ocurrido esto los fliasios erigieron un trofeo y entonaron el peán con brío como era natural; el grupo de tebanos y de Eufrón lo contemplaron indiferentes, como si hubieran corrido para ver un espectáculo. Después de esto unos volvieron a Sición, otros se retiraron a la ciudad.
Los fliasios se apuntaron una buena acción: efec16 tivamente, aunque cogieron prisioneros a su próxeno en Pelene y estaban faltos de todo, lo soltaron sin rescate. ¿Cómo se podría negar que son naturalmente nobles y fuertes los que realizan tales hechos?
Ayuda del ateniense Cares
Por supuesto, es manifiesto que gra17cias a su firmeza mantuvieron la lealtad a los amigos; pues privados de los frutos de sus tierras, se mantuvieron unas veces tomando los productos del enemigo, otras comprándolos en Corinto, yendo al mercado con muchos peligros, pagando su valor con dificultades, consiguiendo a duras penas que se los transportaran y logrando difícilmente garantes de los animales de transporte. Aunque carecían de todo, al fin consi18 guieron que Cares [25] les escoltase el convoy. Después de llegar a Fliunte, le pidieron que acompañara a los inútiles que enviaban a Pelene. Los dejaron allí y marcharon de noche después de comprar y cargar los animales que pudieron, no ignorando que los enemigos les hacían emboscadas, mas considerando que el carecer de víveres era más difícil que el luchar. Iban delante los fliasios 19con Cares; después que se encontraron con los enemigos inmediatamente entraron en acción y atacaron animándose unos a otros a la vez que llamaban a gritos a Cares para ayudarles. Logrando la victoria y arrojando a los enemigos del camino por fin volvieron a su patria salvándose ellos mismos y lo que traían. Comopasaron la noche en vela, durmieron hasta avanzado 20el día. Después que se levantó Cares los jinetes y hoplitas más aptos se acercaron y le dijeron: «Cares, hoy tú puedes realizar una hazaña muy buena. En efecto, los sicionios están fortificando una plaza en nuestras fronteras [26] con muchos albañiles, pero no muchos hoplitas. Así, pues, nosotros, los jinetes y hoplitas más valientes iremos en cabeza y tú nos acompañas con el ejército mercenario; quizás te encuentres las obras concluidas o quizás al presentarte provocarás su fuga como en Pelene. Si decimos algo que te es inaceptable consulta a los dioses sacrificando; pues creemos que los dioses te ordenarán hacer eso aún con más insistencia que nosotros. Cares, es necesario que sepas bien lo siguiente: si lo logras, habrás construido una fortificación contra los enemigos, habrás salvado a una ciudad amiga y serás el más famoso en tu patria, el más renombrado 21incluso entre los aliados y enemigos.» Cares convencido empezó a sacrificar, e inmediatamente los jinetes fliasios se pusieron las corazas y se embridó a los caballos y los hoplitas prepararon todo cuanto concernía a la infantería. Después de tomar las armas marcharon hacia donde estaban sacrificando; Cares y el adivino les salieron al encuentro y dijeron que las víctimas eran buenas. Añadieron: «Pero esperad, pues también nosotros vamos ya a partir». En cuanto se anunció, los mercenarios salieron a la carrera con un entusiasmo 22loco. Después que Cares emprendió la marcha, la caballería e infantería de Fliunte iba delante de él; primero fueron a buen paso, luego incluso corriendo; y por fin los jinetes cabalgaban al galope y la infantería corría todo lo que podía estando formada; Cares los seguía de prisa. Pues quedaba poco tiempo para la puesta del sol. Sorprendieron a unos enemigos de la fortificación lavándose, a otros preparando la cena, a otros amasando, a otros haciendo los camastros. Cuando vieron la 23impetuosidad del ataque huyeron rápidamente, atemorizados, dejando a los afortunados hombres todas las provisiones. Después de cenar con ellas y otras que traían de casa, ofrecieron libaciones y cantaron el peán por la buena suerte, establecieron guardias y se durmieron. Como llegó de noche un mensajero anunciando lo de Tiamia, los corintios muy amistosos proclamaron que se equiparan las yuntas y demás animales de transporte y cargándolos de trigo los llevaron a Fliunte; y mientras se construyó la fortificación se enviaron convoyes cada día.
Eufrón en Sición
Sobre los fliasios ya se ha relatado 3cómo fueron leales a los amigos, se mantuvieron siempre firmes durante la guerra y permanecieron en la alianza aunque carecían de todo. Por esta época más o menos el estinfalio Eneas, que era estratego de los arcadios, considerando que no era tolerable la situación de Sición, subiendo con su ejército a la acrópolis convocó a los sicionios más importantes que estaban en la ciudad y sin decreto mandó llamar a los desterrados. Eufrón, atemorizado, se refugió en el puer2to de Sición, mandó venir de Corinto a Pasimelo y entregó el puerto a los lacedemonios por medio de éste y volvió a pasar a su alianza aduciendo que se había mantenido siempre leal a los lacedemonios. Pues cuando se efectuó la votación de la ciudad, por si decidía separarse, aseguró que había votado en contra con unos cuan3tos; y luego había establecido la democracia por querer vengarse de los que le traicionaron. Añadió también: «Ahora son desterrados por mí todos los que os traicionan y si yo pudiera, me pasaría a vosotros con la ciudad entera. De momento os entrego el puerto del que soy dueño». Naturalmente que muchos le oyeron, pero no se vio claro cuántos quedaron convencidos.
4Mas ya que empecé, quiero concluir el relato de Eufrón. Después de rebelarse en Sición los más importantes y el pueblo, Eufrón volvió con un ejército mercenario de Atenas [27]. Dominó la ciudad con el partido democrático; pero como el harmoste tebano tenia la acrópolis, cuando se dio cuenta de que no podía dominar la ciudad aunque los tebanos ocupaban la acrópolis, se proveyó de dinero y partió para persuadir a los tebanos a que expulsaran a los aristócratas y le volvieran a entregar la ciudad.
Asesinato de Eufrón
5Al enterarse los desterrados anteriores de su viaje y de su plan, marcharon a su vez para Tebas, y cuando lo vieron tratando familiarmente con los magistrados, temieron que consiguiera sus propósitos, y unos cuantos se arriesgaron y degollaron 6Eufrón en la acrópolis, cuando estaban en sesión los magistrados y el consejo. Los magistrados llevaron a los autores ante el consejo y dijeron lo siguiente: «Ciudadanos, nosotros condenamos a muerte a éstos que mataron a Eufrón, ya que vemos que los hombres sensatos no cometen, por supuesto, ninguna injusticia ni impiedad, pero incluso los malvados intentan pasar inadvertidos cuando realizan sus fechorías; mas éstos han sobrepasado tanto a todos en audacia y sacrilegio que mataron a Eufrón delante de las mismas autoridades y de vosotros mismos que decidís quiénes deben morir y quiénes no. Por otra parte, si esos no sufren la última pena, ¿quién se atreverá en adelante a venir a la ciudad? ¿Qué le pasará a la ciudad, si cualquiera puede matar antes de que cada uno exponga los motivos de su venida? Nosotros, pues, acusamos a éstos por ser los más impíos, injustos, sin ley, y porque desprecian grandemente a la ciudad. Vosotros, que nos habéis oído, imponedles la pena que os parece que merecen».
Los magistrados así hablaban; los demás cómplices 7negaron ser los autores; pero uno confesó y comenzó la defensa más o menos así: «Tebanos, no puede despreciaros un hombre que sabe que sois dueños de hacer de él lo que queráis. ¿Por qué razón, pues, maté al hombre aquí? Sabedlo bien: primero, creyendo que obraba con justicia; segundo creyendo que juzgaríais correctamente, pues también sabía que vosotros no esperasteis la votación, sino que castigasteis en cuanto os fue posible al grupo de Arquias e Hípates, a quienes detuvisteis por haber hecho lo mismo que Eufrón, pensando que por impíos declarados, traidores convictos e implantadores de la tiranía, serían condenados a muerte por todos los hombres. Realmente Eufrón fue reo 8de todos esos crímenes; efectivamente, después de recibir los santuarios repletos de plata y oro de las ofrendas los dejó completamente vacíos. En cuanto a lo de traidor, ¿quién lo sería más notorio que Eufrón, que, siendo amiguísimo de los lacedemonios, os prefirió en su lugar, después de dar y recibir garantías de vosotros volvió a traicionaros y entregó el puerto a los contrarios? ¿Cómo no va a ser tirano declarado quien esclavizó no sólo a hombres libres, sino incluso a ciudadanos y nos mató, desterró y arrebató a aquellos que cometieron agravios, sino a aquellos que le pareció? —y éstos eran los mejores—. Pero además, después de re9gresar a la ciudad con los atenienses, nuestros peores rivales, apostó sus armas contra vuestro harmoste; y como no pudo echarlo de la acrópolis, vino aquí provisto de dinero. Incluso si se hubiera visto que estaba reuniendo fuerzas contra vosotros, me deberíais un favor, si lo hubiera matado; mas quien vino provisto de dinero para corromperos con él y persuadiros a que le volvierais a hacer dueño de la ciudad, al imponerle el castigo, ¿cómo podría yo ser condenado a muerte por vosotros con justicia? Efectivamente, los que se perjudican forzados por las armas, a pesar de ello no se consideran injustos, pero los que se dejan corromper por dinero en contra del bien se perjudican y a la vez 10incurren en deshonor. Por otro lado, si fuera mi enemigo y vuestro amigo, incluso yo reconocería que no estaría bien que yo lo matara delante de vosotros; mas quien os traiciona, ¿por qué va a ser más enemigo mío que vuestro? Pero, por Zeus, diría uno, vino libremente. Si uno lo hubiera matado lejos de la ciudad, merecería felicitación pues, mas ahora que volvió a venir para añadir otros males a los de antes, ¿no se re11conocerá que está muerto con toda justicia? ¿En qué parte de Grecia se podría demostrar que hay tratos con traidores, desertores reincidentes o tiranos? Además de esto, recordad también que votasteis, por cierto, que los desterrados de todas la ciudades podían ser objeto de extradición, y quien vuelve como desterrado sin un decreto general de los aliados, ¿se podría decir que no es justo que éste muera? Varones, yo afirmo que si vosotros me matáis, vengaréis a vuestro peor enemigo, mas si decidís que se ha obrado con justicia, daréis la impresión de vengaros por vosotros y todos los aliados».
12En consecuencia, los tebanos después de oírle, decidieron que Eufrón había sufrido lo merecido. Mas sus ciudadanos lo llevaron y lo enterraron en el ágora como a un hombre de bien y lo veneran como fundador de la ciudad. Así define la mayoría, como es lógico, que sus propios bienhechores son «hombres de bien».
Alianza entre arcadios y atenienses
Se ha referido la historia de Eu4frón; ahora vuelvo al punto donde me desvié para esa digresión. Mientras los fliasios aún estaban fortificando Tiamia y Cares estaba con ellos, Oropo fue tomada por los desterrados. Todos los atenienses marcharon con las tropas contra ella, incluso mandaron venir de Tiamia a Cares; por su parte el puerto de Sición fue reconquistado por los propios ciudadanos y por los arcadios; como ningún aliado ayudó a los atenienses, se retiraron entregando Oropo a los tebanos en espera de un juicio.
Informado de que los atenienses censuraron a los 2aliados porque tenían muchas dificultades por su causa y en cambio nadie les ayudó, Licomedes persuadió a los diez mil a concluir una alianza con ellos. Primero se opusieron algunos atenienses a convertirse en aliados de sus contrarios siendo amigos de los lacedemonios; pero después de sopesarlo encontraron que no era menos ventajoso para los lacedemonios que para ellos mismos el que los arcadios no necesitaran a los tebanos, y al fin aceptaron la alianza de los arcadios. Licome3 des murió por intervención divina manifiesta al marchar de Atenas después de concluir esta negociación. Efectivamente, había muchísimos barcos y escogió entre ellos el que quiso conviniendo con la tripulación desembarcar donde lo ordenara, mas eligió para desembarcar precisamente el sitio donde se encontraban los desterrados. Así murió él, pero la alianza se concluyó realmente.
Expulsión de los atenienses de Corinto
Como Democión dijo en Atenas en la asamblea 4del pueblo que le parecía bien que se hiciera amistad con los arcadios, pero afirmó que era preciso dar órdenes a los estrategos para que el pueblo ateniense tuviera segura Corinto, al enterarse de ello los corintios enviaron rápidamente guarniciones propias suficientes a todas las zonas en las que los atenienses tenían las suyas y les dijeron que se marcharan, puesto que ya no necesitaban sus guarniciones para nada. Ellos obedecieron. Cuando se reunieron los atenienses de las guarniciones en la ciudad, los corintios proclamaron que si algún ateniense era agraviado, lo denunciara por escrito y que ellos tomarían las medidas 5justas. En esta situación Cares llegó con la flota a Cencreas. Después de conocer lo ocurrido, dijo que se presentaba para ayudar a la ciudad, pues había oído que se estaba conspirando contra ella. Lo elogiaron por este gesto, pero no acogieron las naves en puerto, sino que le mandaron marchar; asimismo despidieron a los hoplitas después de que el tribunal atendió sus demandas. Los atenienses así se retiraron, pues, de Corinto.
Paz entre Corinto y Tebas
6Mas se vieron obligados a enviar la caballería en auxilio de los arcadios, por si se invadía Arcadia, pero no pisaron territorio laconio en plan de guerra.
Los corintios consideraron que era difícil que ellos se salvaran, ya que incluso antes estaban dominados por tierra y ahora además los atenienses se habían vuelto enemigos, y decidieron reunir tropas y jinetes mercenarios. Con estas fuerzas custodiaban la ciudad y a la vez causaban mucho daño a los enemigos vecinos; también enviaron mensajeros a Tebas para preguntar si 7obtendrían la paz yendo allá. Después que los tebanos los mandaron venir, pues la obtendrían, los corintios pidieron autorización para ir también ante los aliados y concluir la paz con los que quisieran y dejar guerrear a los que preferían la guerra. Después que los tebanos les dieron autorización para hacerlo, los corintios 8llegaron a Esparta y dijeron: «Lacedemonios, nosotros, vuestros amigos, estamos aquí ante vosotros y pedimos que nos mostréis si veis algún medio para nuestra salvación, en el caso de que nos mantengamos fuertes luchando, pero si opináis que nuestra situación es difícil, que hagáis la paz con nosotros, si os conviene, pues por nadie seríamos salvados más contentos que por vosotros; mas si creéis que os conviene estar en guerra, os pedimos que nos dejéis firmar la paz. Pues estando salvos quizás aún un día volveremos a estar con vosotros en un momento oportuno; mas si perecemos ahora, es evidente que ya nunca más os seremos útiles» [28]. Después de oír estos argumentos los lacedemo9nios aconsejaron a los corintios firmar la paz y permitieron abandonar las hostilidades a los demás aliados que no querían luchar con ellos; mas por su parte afirmaron que harían lo que fuere grato al dios luchando, pero que nunca consentirían en ser privados de Mesenia, que recibieron de sus padres. Los corintios, pues, 10marcharon a Tebas para pedir la paz después de oír eso. Mas los tebanos estimaron que debían además comprometerse a una alianza; ellos respondieron que la alianza no era paz, sino un trueque de guerra, pero si querían una paz justa que allí estaban para firmarla. Admirados los tebanos de que no se decidieran a luchar con sus bienhechores aunque estaban en peligro, acordaron la paz con ellos con la condición de que cada uno tendría su propio territorio. En estas condiciones prestaron juramento. Como el convenio fue en esos 11términos, los fliasios se retiraron inmediatamente de Tiamia; mas los argivos que habían jurado la paz en las mismas condiciones, como no pudieron conseguir que los desterrados fliasios permanecieran en el Tricárano ocupándolo como si fuera de su ciudad, tomándolo lo custodiaron asegurando que era tierra suya, ésta que poco antes devastaron como si fuera enemiga, y no aceptaron el arbitraje que propusieron los fliasios.
12Casi por ese tiempo, muerto ya Dionisio el Antiguo, su hijo envió socorros a los lacedemonios, doce trirremes, y a Timócrates como jefe de ellas. Llegando, pues, éste se apoderó con ellas de Selasia; hecho esto se volvió a su patria.
Campañas de los arcadios contra Élide
Después de estos hechos, no mucho mas tarde, los eleos tomaron por sorpresa Lasión, que antiguamente era suyo, y en el presente formaba parte 13de la liga arcadia. Por cierto, los arcadios no se descuidaron, sino que inmediatamente dieron orden de acudir; acudieron asimismo los trescientos [29] junto con unos cuatrocientos eleos más. Durante el día los eleos quedaron acampados enfrente en un lugar más llano, pero los arcadios subieron de noche a la cima del monte que había sobre los eleos y al amanecer bajaron contra ellos. Al verlos acercarse por la parte superior de la derecha en gran número sintieron vergüenza en marchar desde lejos, se fueron en filas cerradas y huyeron después de recibirlos cuerpo a cuerpo. Perdieron muchos hombres y muchas armas al retirarse por una zona difícil.
14Después de este ataque los arcadios marcharon contra las ciudades de los acroreos. Las tomaron, salvo Tresto, luego llegaron a Olimpia, rodearon el Cronión con una empalizada y allí se mantuvieron en guardia dominando también el monte Olímpico; asimismo tomaron Marganea, que les entregaron algunos. Los arcadios después de estos éxitos marcharon contra la ciudad de los eleos, que estaban en cambio completamente desanimados. Llegaron hasta el ágora; mas apostándose allí los jinetes y todos los demás los arrojaron, mataron 15a algunos y erigieron un trofeo. Antes ya había disensiones en Élide. Pues la facción de Cáropo, Tasónidas y Argeo arrastraba la ciudad a la democracia y la de Evalcas, Hipias y Estrátolas a la oligarquía. Pero cuando los arcadios consiguieron gran poder decidieron aliarse con los que deseaban un régimen democrático, después la facción de Cáropo fue más atrevida y conviniendo con los arcadios que les ayudarían tomaron por sorpresa la acrópolis. La caballería y los trescien16tos no se demoraron, sino que subieron inmediatamente y los expulsaron; de modo que huyeron alrededor de cuatrocientos con Argeo y Cáropo. No mucho después esos, con algunos arcadios, tomaron por sorpresa Pilos. Por cierto, muchos del partido democrático de la ciudad se les unieron considerando que tenían un buen sitio y una fuerza aliada importante, la arcadia.
Más tarde [30] los arcadios invadieron también el territorio eleo, persuadidos por los desterrados de que la ciudad se entregaría. Pero entonces los aqueos se ha17bían vuelto amigos de los eleos y les ayudaron a custodiar la ciudad, de modo que los arcadios se retiraron sin lograr otra cosa que devastar su territorio. Mas recién salidos de allí, observaron que los peleneos estaban en Élide y tomaron por sorpresa Oluro recorriendo de noche un trayecto larguísimo, pues los peleneos se habían vuelto a pasar a la alianza lacedemonia. Después de enterarse de lo de Oluro, volvieron a 18entrar en su ciudad, Pelene, dando también ellos un rodeo por donde pudieron. Luego lucharon contra los arcadios de Oluro e incluso contra su propio partido democrático aunque eran muy pocos; a pesar de ello no desistieron hasta levantar el asedio de Oluro.
A su vez los arcadios volvieron a emprender otra 19expedición a Élide. Los eleos los atacaron cuando estaban acampados entre Cilene y la ciudad, mas los arcadlos resistieron y vencieron. Andrómaco, hiparco eleo, que fue al parecer el causante del inicio del combate, se suicidó; los demás se retiraron a la ciudad. Murió también en esa batalla el espartiata Soelides, que estaba con ellos; efectivamente en ese momento los lacedemonios ya eran aliados de los eleos [31].
Toma y asedio de Cromno
20Pues acosados en su propio territorio, los eleos enviaron embajadores y pidieron a los lacedemonios que marcharan con las tropas contra los arcadios, creyendo que así expulsarían de una vez a los arcadios, si eran atacados por los dos lados. En consecuencia, Arquidamo fue enviado con los soldados de su ciudad y tomó por sorpresa Cromno, dejó allí tres compañías de guarnición de las doce que 21tenía y luego volvió a casa. Por cierto los arcadios, como se encontraban reunidos después de la expedición a Elide, acudieron, rodearon Cromno de una doble empalizada y sitiaron seguros a los de Cromno. El gobierno lacedemonio, que difícilmente soportaba el asedio de sus ciudadanos, envió el ejército. También mandó entonces Arquidamo. Al llegar saqueó las zonas de Arcadia y de Escirítide que pudo y empleó todos los medios a su alcance para alejar a los sitiadores. Pero los arcadios no se movieron en absoluto, al contrario, contemplaron 22todo indiferentes. Viendo Arquidamo una colina alrededor de la cual los arcadios habían puesto la empalizada exterior, pensó que si la tomaba y dominaba, los sitiadores que estaban debajo de ella no podrían resistir.
Llevando, pues, a sus tropas en tomo a ella, cuando los peltastas vieron a los eparitas [32] correr por delante de Arquidamo fuera de la empalizada, los atacaron y también los jinetes lo intentaron a la vez. Mas no cedieron, sino que permanecieron quietos apiñados. Volvieron a atacar y como tampoco cedieron entonces, sino que atacaron incluso y había ya mucho griterío, acudió también Arquidamo después de desviarse por el camino de carros que lleva a Cromno, llevándolo en columna de a dos, tal como se encontraba. Cuando 23se acercaron unos y otros, los de Arquidamo en columna como marcharon por el camino, los arcadios apiñados escudo con escudo, en ese momento los lacedemonios no pudieron resistir frente a la masa de arcadios, mas pronto Arquidamo fue herido en el muslo de parte a parte, pronto murieron los que luchaban delante de él, Poliénidas y Quilón casado con la hermana de Arquidamo; entre todos los que murieron entonces no bajaron de los treinta. Retirándose por el 24camino, salieron a una zona abierta, allí al fin se desplegaron en contra. No obstante, los arcadios resistieron como estaban apiñados, aunque eran inferiores en número, pues tenían más valor por haber venido contra hombres que retrocedían y haber matado…* a hombres [33]. Al contrario, los lacedemonios estaban desanimados al ver a Arquidamo herido, oír los nombres de los muertos, hombres de bien y muy ilustres la mayoría [34]. Cuando estaban cerca, un anciano dijo a gri25tos: «Varones, ¿por qué razón tenemos nosotros que luchar y no nos reconciliamos concluyendo una tregua?». Ambos escucharon contentos esta proposición y concluyeron una tregua. Los lacedemonios marcharon después de recoger los cadáveres y los arcadios erigieron un trofeo volviendo a donde iniciaron el ataque.
26Cuando los arcadlos estaban ocupados con Cromno, los eleos de la ciudad al ir contra Pilos se encontraron primero con los pilios que habían sido expulsados de Tálamas. Cuando la caballería los vio avanzar, no se demoró, sino que atacó inmediatamente matando a unos y refugiándose otros en una colina. Mas después de llegar la infantería, aniquilaron también a los de la colina, matando allí a unos y cogiendo prisioneros a otros doscientos. Vendieron a los que eran de los aliados y degollaron a los desterrados. Después de esto cogieron a los pilios y a su propio emplazamiento, ya que nadie 27les ayudó, y tomaron de nuevo a los marganeos. Volviendo luego a Cromno de noche los lacedemonios se apoderaron de la empalizada, la del lado de los argivos, e inmediatamente mandaron salir a los lacedemonios sitiados. Cuantos se encontraban más cerca aprovecharon la oportunidad y salieron; mas muchos arcadios que habían acudido en ayuda se adelantaron a los demás, que quedaron encerrados dentro y fueron cogidos prisioneros y repartidos. Los argivos cogieron una parte, otra los tebanos, otra los arcadios, otra los mesemos. El conjunto de los prisioneros, espartiatas y periecos, fue superior a cien.
Batalla de Olimpia
28Después que los arcadios quedaron libres de Cromno, volvieron a ocuparse de los argivos y guardaban Olimpia con guarniciones más fuertes; al venir el año de las olimpíadas se preparaban a celebrar los juegos olímpicos con ayuda de los pisatas que afirmaron ser los primeros que se encargaron del santuario. Cuando llegó el mes de la celebración de los juegos olímpicos y los días en que se reúne la asamblea general, entonces los eleos equipándose abiertamente y llamando a los aqueos emprendieron la marcha por el 29camino de Olimpia. Los arcadios nunca pensaron que fueran a venir contra ellos y estaban presidiendo la asamblea general con los pisatas. Incluso ya habían celebrado la carrera de caballos y las carreras del pentatlón. Mas los que comparecieron para la lucha ya no la iniciaron en la pista, sino entre la pista y el altar [35]. Efectivamente, los eleos con las armas ya estaban en el recinto sagrado. Los arcadios no salieron a su encuentro más lejos, mas formaron sobre el río Cladeo, que corre junto a la Altis y desemboca en el Alfeo. Algunos aliados estaban a su lado, unos dos mil hoplitas argivos y alrededor de cuatrocientos jinetes atenienses. También los eleos se desplegaron en la otra orilla del 30río y después de sacrificar avanzaron inmediatamente. Aunque antes eran despreciados en los asuntos bélicos por arcadios y argivos e igualmente por aqueos y atenienses, sin embargo en aquel día se mostraron los aliados más valerosos y atacaron primero con esos y pronto los obligaron a retroceder y resistiendo a los argivos que acudieron en ayuda, también los dominaron. Mas 31después que los persiguieron hacia la zona entre el edificio del consejo y el santuario de Hestia, y el teatro contiguo a ellos, no lucharon menos y los rechazaron hacia el altar, pero al ser alcanzados por los dardos desde los pórticos, el edificio del consejo y el gran templo, como luchaban en el llano, murieron algunos eleos más, aparte del mismo Estrátolas, que mandaba los trescientos. Después de estos hechos se retiraron a su campamento. Por cierto, los arcadios y sus aliados tanto 32temían por el día siguiente que durante la noche no cesaron de destrozar las tiendas que habían levantado con tanto esfuerzo para hacer con ellas una empalizada. Por su parte al acercarse al día siguiente los eleos vieron que el muro era más sólido y que muchos estaban subidos en los templos y regresaron a la ciudad, portándose tan valientes como un dios pudo presentarlos infundiéndoles valor en aquel día, pues los hombres no podrían volver valientes a quienes no lo son aun disponiendo de mucho tiempo.
Disensiones en la Confederación arcadia
33Como los jefes arcadios empleaban los bienes de los santuarios y mantenían con ellos a los eparitas, los mantíneos fueron los primeros en votar contra el uso de los bienes sagrados. Ellos aportando de la ciudad la parte correspondiente para los eparitas la enviaron a los jefes. Éstos, pretextando que minaban la liga arcadia, citaron a los responsables ante los diez mil; como no obedecieron, los condenaron y enviaron a los eparitas para traer a los condenados. Mas los mantineos cerraron sus puertas y 34no los recibieron dentro. Después de esto también algunos más dijeron pronto ante los diez mil que no era necesario utilizar los bienes sagrados ni dejar indefinidamente a sus hijos esa acusación ante los dioses. Cuando en la liga se decidió no emplear los bienes sagrados, pronto empezaron a dispersarse los que no habrían podido ser eparitas sin el sueldo, pero los que habrían podido comprometiéndose entre sí se constituyeron ellos mismos en eparitas, de modo que no dependieran de aquéllos, sino aquéllos de ellos mismos [36]. Conociendo los magistrados que ya habían manejado los bienes sagrados que corrían riesgo de perecer si rendían cuentas, enviaron mensajeros a Tebas e indicaron a los tebanos que si no venían con las tropas, los arcadios 35corrían riesgo de volverse partidarios de Laconia. Por ello unos se prepararon para marchar con las tropas, otros deliberando lo mejor para el Peloponeso [37] convencieron a la liga arcadia a que enviara embajadores y propusiera a los tebanos que no vinieran con las armas a Arcadia, si no se les llamaba. A la vez que proponían esto a los tebanos, reconocían que no deseaban de ninguna manera la guerra. Efectivamente, creían que no tenían ninguna necesidad del santuario de Zeus, sino que obrarían con más justicia y piedad si lo devolvían; creían también que obrando así eran más gratos al dios. Como los eleos también lo deseaban, ambos decidieron firmar la paz; y hubo tregua.
Golpe del harmoste tebano en Tegea
Prestados los juramentos y jurando 36todos los demás aliados incluso tegeatas y el tebano mismo [38] que se encontraba en Tegea con trescientos hoplitas beodos, mientras los demás arcadios quedándose allí mismo en Tegea cenaban y estaban divirtiéndose y ofrecían libaciones y peanes por la paz que se había concluido, el tebano y los magistrados que temían la rendición de cuentas cerraron las puertas de la muralla de Tegea con ayuda de los beocios y los eparitas que se habían puesto de acuerdo, y enviando hombres a las tiendas detuvieron a los más importantes. Naturalmente, como había allí personas de todas las ciudades arcadias, pues todos deseaban la paz, tuvieron que ser detenidos muchos; de modo que pronto se llenó la cárcel con ellos y pronto igualmente la residencia oficial. Como eran muchos los encerrados, mu37 chos también los que habían saltado fuera de la muralla, algunos incluso se escaparon por las puertas —nadie se enfadaba con nadie, salvo quien creía que iba a perecer—, lo que más puso en apuros al tebano y a los que actuaban con él fue que tenían muy pocos mantineos, a quienes principalmente deseaban detener, pues por estar cerca la ciudad casi todos marcharon a su patria. Cuando fue de día y los mantineos se informaron 38de lo ocurrido, inmediatamente enviaron embajadores a las demás ciudades arcadias y les previnieron que estuvieran armados y vigilaran los accesos. Ellos mismos así lo hicieron y a la vez enviando embajadores a Tegea reclamaron a los mantineos que detuvieron; declararon también que ningún otro arcadio merecía estar encadenado ni morir sin juicio. Si había acusaciones contra alguien, dijeron que lo denunciaran, pues la ciudad de Mantinea garantizaba solemnemente que presentaría ante la liga arcadia a los que se demandara. 39El tebano, pues, al oírlo, no sabía cómo salir del asunto y soltó a todos Al día siguiente convocó a los arcadios que quisieron reunirse y se defendió alegando que había sido engañado. En efecto, aseguró haber oído que había lacedemonios armados en las fronteras y que algunos arcadios iban a entregarles Tegea. Ellos lo oyeron y lo dejaron, aunque sabían que mentía acerca de ellos mismos; enviaron embajadores a Tebas, lo acusaron y pi40dieron la pena de muerte. Aseguraron también que Epaminondas —efectivamente entonces se encontraba de estratego— [39] afirmó que obró mejor al detenerlos que al soltarlos. «Efectivamente, por el hecho de que nosotros entremos en guerra por vosotros  [40] y que vosotros hagáis la paz sin nuestra decisión [41], ¿cómo no se os acusaría con razón de traición sólo por eso? Sabed bien además, añadió, que marcharemos a Arcadia con las tropas y lucharemos con los que se preocupen de lo nuestro».
Preparativos de la Confederación arcadia
Cuando se comunicó esa respuesta a 5la liga arcadia y a las ciudades, los mantineos y los otros arcadios que se preocupaban por el Peloponeso [42], así como los eleos y aqueos dedujeron por ella que era evidente que los tebanos deseaban que el Peloponeso fuera lo más débil posible para someterlo fácilmente. «Efectivamente, ¿por qué desean que noso2tros luchemos, sino para que nosotros nos causemos males mutuamente y ambos dependamos de ellos? ¿O por qué se preparan para salir cuando nosotros les decimos que actualmente no los necesitamos? ¿No es evidente que se están preparando para marchar con las tropas y causarnos algún mal?». Enviaron asimismo 3embajadores a Atenas reclamando ayuda; marcharon también a Esparta embajadores de los eparitas para pedir a los lacedemonios si deseaban impedirlo en común en el caso de que algunos vinieran para esclavizar al Peloponeso. Allí mismo trataron sobre la dirección y acordaron que mandara cada uno en su propio territorio [43].
Epominondas en el Peloponeso
Mientras se hacían estas gestiones, 4Epaminondas salió con todos los beocio, eubeos y muchos tesalios de Alejandro y de sus contrarios. Mas los focidios no le acompañaron alegando que tenían un tratado que exigía ayudarles si se iba contra Tebas, pero que no estaba en el tratado el marchar con las tropas contra otros. Mas Epaminondas contaba con 5que en el Peloponeso se le sumarían los argivos, los mesenios y los arcadios que se preocupaban de sus asuntos. Éstos eran los tegeatas, los megalopolitas, los aseatas, los palantieos y, por supuesto, todas las ciudades que se vieran obligadas por ser pequeñas y estar 6situadas en medio de esos. Salió, por cierto, Epaminondas con rapidez; cuando llegó a Nemea, se detuvo esperando sorprender a los atenienses al pasar por delante y calculando que eso sería importante para animar a sus aliados y para desanimar a los contrarios, por decirlo en una palabra, que sería bueno para los tebanos todo 7lo que debilitara a los atenienses. Durante esa detención, se reunieron en Mantinea todos los que estaban de acuerdo. Después que Epaminondas oyó que los atenienses habían desistido de marchar por tierra y se preparaban para ayudar por mar a través de Lacedemonia a los arcadlos, entonces partiendo de Nemea 8llegó a Tegea. En consecuencia, al menos yo no diría que estuvo afortunado en su cargo de estratego. Pues me parece que no descuidó ninguna operación que se pueda prever y sea audaz. Efectivamente, lo elogio primero porque estableció el campamento dentro de la muralla de Tegea, donde estaba más seguro que si acampara fuera y sus operaciones quedaban más secretas para sus enemigos. Asimismo, era más fácil prepararse, si necesitaba algo, estando dentro de la ciudad. Pero como los otros estaban acampados fuera, se podía ver si actuaban correctamente o si cometían algún error. También, por supuesto, le felicito porque no salía a atacarlos cuando veía que los rivales llevaban ventaja por las posiciones que ocupaban, aunque creyera que era mejor que ellos.
Marcha contra Esparta
9Al ver que ninguna ciudad se le entregaba y que el tiempo pasaba, pensó que se había de actuar. Pues de lo contrario, en lugar de la fama anterior se ganaría muy mala reputación. En consecuencia, después de informarse de que los rivales estaban vigilantes alrededor de Mantinea, que habían mandado venir a Agesilao y a todos los lacedemonios, y se enteró de que Agesilao ya había salido con las tropas y que estaba en Pelene [44], después de la cena dando la orden se dirigió con el ejército directamente sobre Esparta. Si un cretense que se le acercó por cierto destino 10divino no hubiera comunicado a Agesilao que el ejército se acercaba, hubiera sorprendido la ciudad como un nido completamente abandonado por los defensores. Mas como se informó previamente de ello, Agesilao volvió a la ciudad y se le anticipó y la guardaron formados en sus puestos aunque eran muy pocos; efectivamente, su caballería estaba toda fuera en Arcadia, el ejército mercenario y tres de las doce compañías que tenía. Des11pués que Epaminondas llegó a la ciudad de los espartiatas, por donde se exponía a combatir en descubierto y ser alcanzado desde las casas, no avanzaba por esa zona ni por donde no iban a luchar mejor muchos que unos pocos por muchos que fueran. Mas por donde pensó que tendría ventaja, por esa zona descendió a la ciudad [45]. Lo que ocurrió a partir de aquí se puede atribuir 12a la divinidad, aunque se puede decir que nadie resiste a hombres desesperados. En efecto, después que Arquidamo se puso al frente con menos de cien hombres, atravesó lo que parecía tener algún obstáculo y marchó por una pendiente contra los rivales, allí precisamente ellos que exhalaban fuego, que habían vencido a los lacedemonios, que tenían muchos más sin comparación y además las zonas altas a la derecha del enemigo, no resistieron a los de Arquidamo, sino que cedieron. Los primeros de Epaminondas murieron, pero después 13que los del interior los persiguieron más allá de lo que convenía ufanos por la victoria, ellos a su vez murieron; por supuesto, estaba marcado por el dios, como es lógico, hasta qué punto les daba la victoria. Arquidamo erigió un trofeo donde dominó y devolvió bajo tregua a los enemigos que allí cayeron.
Epaminondas regresa a Tegea
14Epaminondas pensaba que los arcadios acudirían a Lacedemonia y no quería luchar con ellos y con todos los lacedemonios juntos, sobre todo después de tener éxito, siendo ellos desafortunados; por ello volvió a Tegea lo más rápido que pudo, dejó descansar a los hoplitas y envió los jinetes a Mantinea pidiéndoles que hicieran un esfuerzo constante, indicándoles que probablemente estaba fuera todo el ganado de los mantineos y todos los hombres 15porque era la recogida del trigo. Ellos partieron; los jinetes atenienses saliendo de Eleusis cenaron en el Istmo, atravesando Cleonas se dirigieron a Mantinea y acamparon casualmente en ese momento dentro de la muralla, en las casas. Cuando se vio a los enemigos acercarse a caballo, los mantineos pidieron a los jinetes atenienses que les ayudaran en lo que pudieran; efectivamente estaban fuera todo el ganado, los trabajadores, muchos niños y las personas libres de más edad. Al oír esto los atenienses salieron en ayuda, 16aunque estaban en ayunas ellos y los caballos. Allí una vez más, ¿quién no admiraría su valor? Pues aun viendo a los enemigos más numerosos y la desgracia ocurrida en Corinto a su caballería, no tuvieron en cuenta nada de eso, ni siquiera que iban a luchar contra tebanos y tesalios que se consideraban los mejores jinetes, mas sintiendo vergüenza de no ser útiles a los aliados encontrándose allí, tan pronto como vieron a los enemigos irrumpieron juntos con vivos deseos de 17recobrar su antigua fama. Combatiendo fueron los causantes de que los mantineos salvaran todo lo que tenían fuera; murieron algunos hombres de bien [46], pero también dieron muerte a otros tantos; efectivamente se alcanzaban unos y otros con cualquier arma mutuamente por corta que fuese. Asimismo no abandonaron los cadáveres amigos y devolvieron bajo tregua algunos de los enemigos.
Batalla de Mantinea
Por su parte Epaminondas conside18raba que dentro de pocos días sería necesario marchar por cumplirse el tiempo de la expedición [47], pero que si dejaba abandonados a los aliados por cuya causa había venido, serían sitiados por sus rivales y él mismo sería dañado totalmente en su propia fama; consideraba asimismo que había sido derrotado realmente en Lacedemonia por unos pocos con toda la caballería; que había sido derrotado también en Mantinea en un combate de caballería y que era el causante por la expedición al Peloponeso de la unión actual de lacedemonios, arcadios, aqueos, eleos y atenienses; en consecuencia, no le pareció posible pasar de largo [48] sin combatir, considerando que, si vencía, todo eso se desmoronaría, y si moría, reconocía que tendría un buen fin intentando dejar a su patria el dominio del Peloponeso. Por supuesto, no me parece muy extraño que 19pensara tales cosas, pues tales reflexiones son propias de hombres ambiciosos; pero me parece que lo más admirable es que su ejército estuviera dispuesto a no desfallecer ante cualquier esfuerzo de noche y de día, a no apartarse de ningún peligro, a obedecer de buen 20grado a pesar de tener escasos víveres. En efecto, cuando finalmente les transmitió la orden de prepararse para una batalla inminente, los jinetes blanqueaban celosamente los cascos al ordenarlo él, los hoplitas arcadios pintaban mazas como si fueran tebanos [49] y todos afila21ban lanzas y espadas y sacaban brillo a los escudos. Por cierto, después que los llevó preparados de ese modo, también fue digno de que se cuente lo que hizo. Por supuesto, primero los formó, como es lógico, y al hacerlo pareció indicar claramente que se preparaba para el combate; mas una vez que estuvo formado su ejército como deseaba, no lo llevó por el camino más corto contra los enemigos, sino que lo guió hacia los montes occidentales enfrente de Tegea; de modo que dio al ene migo la impresión de que no iba a librar batalla en ese 22día. Efectivamente, cuando estuvo junto al monte, después de desplegar su formación en la falda de la montaña, dejó las armas, de modo que parecía que estaba acampando. Esta operación debilitó en la mayoría de los enemigos la preparación de sus ánimos para el combate, debilitó asimismo su formación. Mas después de fortificar las tropas de choque, pasando las compañías que marchaban en columna al centro, entonces dando la orden de volver a tomar las armas se puso al frente, y ellos le siguieron. Los enemigos cuando los vieron atacando en contra de lo esperado, nadie pudo mantenerse quieto, sino que unos corrieron a las filas, otros se alinearon, otros pusieron freno a los caballos, otros se pusieron las corazas y todos se parecían a soldados que van a la defensiva más que a quienes van a la 23ofensiva. Llevó el ejército como una trirreme proa contra proa, considerando que por donde abriera brecha atacando, destruiría el ejército contrario completo. En consecuencia, se preparó a luchar con el ala más fuerte y dejó aparte la más débil, sabiendo que si era derrotado, infundiría desánimo a los suyos y fuerza a los enemigos. En realidad los enemigos desplegaron la caballería delante como una formación de hoplitas de seis en fondo y sin auxiliares de a pie [50]. En cambio, 24Epaminondas, fortificó la tropa de choque de su caballería y tenía con ellos auxiliares de a pie, considerando asimismo que la caballería, abriendo brecha en el contrario, sería completamente vencedora, pues es muy difícil encontrar voluntarios que resistan, después de ver a algunos de los suyos huir; para que los atenienses no ayudaran desde el ala izquierda a la contigua, apostó algunos jinetes y hoplitas sobre unas colinas en frente de ellos, pues deseaba meterles miedo si ayudaban, ya que esos caerían sobre ellos por detrás. Así dispuso la ofensiva general y no se engañó en su esperanza; efectivamente, dominando por donde atacó obligó a huir a todo el ejército contrario. Pero después que cayó, los 25demás no supieron aprovecharse bien de la victoria, ya que los hoplitas no mataron a nadie ni avanzaron del sitio donde se produjo el ataque aunque la formación contraria había sido puesta en fuga. Asimismo aunque la caballería huyó delante de ellos, tampoco su propia caballería mató a ningún jinete u hoplita persiguiéndolos, sino que se precipitaron a través de los enemigos que huían como derrotados que estuvieran aterrados. Del mismo modo los auxiliares de a pie y los peltastas que habían vencido con la caballería llegaron al ala izquierda dominando, pero allí la mayoría fue muerta por los atenienses.
Concluida esta batalla ocurrió lo contrario de lo que 26todos los hombres creían que iba a ocurrir. Pues cuando estaban concentrada y enfrentada casi toda la Hélade, no había nadie que no creyera, si se combatía, que dominando unos mandarían y dominados otros serían súbditos; mas el dios obró de tal modo que ambos erigieron un trofeo como vencedores, y ninguno de los dos obstaculizó a los que los erigían, ambos devolvieron como vencedores los cadáveres bajo treguas, ambos 27como derrotados los recogieron bajo treguas, y aunque cada uno afirmó que había vencido, ninguno de los dos se vio con algo más que antes de que ocurriera la batalla ni en territorio ni en ciudades ni en imperio. En consecuencia, en la Hélade hubo aún mayor indecisión y confusión después de la batalla que antes [51].

Por mi parte debo limitarme a lo escrito hasta aquí; quizás otro se interesará por los acontecimientos posteriores.
 [1] Jenofonte cuenta por años o campañas militares de primavera a verano: la expedición de Epaminondas terminó en el invierno 370/369 (VI 5, 50) y estas negociaciones son del 369. <<
 [2] Cf. VI 5, 38. <<
 [3] Se trata por supuesto de la ocupación de Decelia y de la derrota de Egospótamos. <<
 [4] Nótese el paralelismo minucioso y artificial entre 8, 9, 10 (superioridad de Esparta por tierra) y §§ 3, 4, 5 (superioridad de Atenas por mar), no sólo en las ideas, sino en los términos. <<
 [5] Formó parte de la embajada enviada a Esparta en el 371. Cf. VI 3, 2. No quería que la alianza fuese desfavorable para Atenas. <<
 [6] La segunda llegaría al año siguiente (§ 28); Jenofonte no tiene en cuenta los refuerzos enviados antes de la batalla de Leuctra (§ 20) sin duda porque no actuaron en territorio griego. <<
 [7] Cf. HERÓD., II 171, VII 73, y TUC., I 2. <<
 [8] Cf. V 1, 28. <<
 [9] El año anterior, 369, Mesenia fue proclamada independiente por Epaminondas. <<
 [10] Jenofonte omite tres expediciones tebanas a Tesalia contra Alejandro de Peras en 369, 368 y 367. La segunda coincide con la llegada del ejército de Dionisio y fue un desastre para Tebas; en ella Pelópidas cayó prisionero. Atenas envió 30 trirremes y 1.000 soldados a Alejandro. <<
 [11] Cf. VII 4, 15. <<
 [12] Cf. III 4, 3. <<
 [13] Son los de la asamblea de la liga arcadia, no delegados, sino probablemente ciudadanos de un censo determinado. <<
 [14] Cf. HERÓD., VII 27, y ATENEO, XII 359. <<
 [15] Seguramente invadió Acaya durante las conversaciones mencionadas antes y desde el verano del 367. A partir de aquí la cronología de las Helénicas es confusa, según Hatzfeld. <<
 [16] Probablemente es un simple cargo militar. Los primeros magistrados de Argos son, sin duda, los artýnoi. <<
 [17] No se sabe por la ambigüedad del término si se refiere a los demócratas de Acaya o a sus enemigos políticos de Tebas. <<
 [18] Es decir, un gobierno aristocrático generalmente. El carácter oligárquico de Sición se había reforzado con la intervención espartana en el 418/17 (TUC., V 81, 2). <<
 [19] La fecha del golpe no es segura. Jenofonte parece indicar que coincide con el año de la campaña de Epaminondas, es decir, el 366; DIOD. (XV 70) lo sitúa en 369/8. Por otro lado, es anterior a los hechos de VII 2, 11-15 del 368-66. Se pueden conciliar las dos indicaciones de Jen., dejando aparte a Diodoro, suponiendo que el golpe de Eufrón ocurre en el verano del 366, el ataque a Fliunte de VII 2, 11-15 algunas semanas después y poco antes de la intervención de Cares (VII 2, 16-23) que debe situarse, al parecer, en el mismo año (véase nota de Hatzfeld). <<
 [20] Convocando al pueblo a la vista de arcadios y argivos. <<
 [21] A pesar de su justificación los asuntos de Fliunte ocupan demasiado espacio en el libro VII y contribuye a su confusión. Aparte de la fidelidad de Fliunte a Esparta y la amistad de Agesilao con Proeles, no se debe olvidar que Jenof. estuvo desde el 370 aproximadamente refugiado en Corinto, donde pudo disponer de información abundante sobre los acontecimientos de Fliunte, muy próxima, y de Sición, a los que consagraría igualmente (VII 3) un largo espacio. <<
 [22] Contradición sorprendente con VI 5, 29. <<
 [23] El ejército de socorro evita los caminos vigilados por argivos y arcadios (VI 5, 23-29) y atraviesan el golfo de Argólide para desembarcar en Prasias, en Cinuria, y desde aquí por caminos de montaña atravesando el Pamón pasa a Esparta. <<
 [24] Esta expresión nos recuerda la Iliada VI 484. Véase otra semejante en VII 1, 32. <<
 [25] Estratego ateniense. <<
 [26] Cf. VII 2. 1 (Tiamia). <<
 [27] Jenof. al final de esta digresión (VII 4, 1) dice que después de la entrega del puerto a los lacedemonios los sicionios y los arcadios se habían apoderado de nuevo de él. <<
 [28] Polidamante de Farsalo les había propuesto una cuestión semejante y recibió la misma respuesta. Cf. VI 1, 2-18. <<
 [29] Son un cuerpo escogido como en otros estados dorios de gobierno aristocrático. Cf. TUC., II 25. <<
 [30] Parece que Jenof. toma de nuevo el relato interrumpido por la digresión que inició en 15 sobre los asuntos de Élide. <<
 [31] Jenof. no nos dice la fecha ni las circunstancias. <<
 [32] Cf. también §§ 33-34, 36; 6, 3. Los eparitas parece que se pueden comparar con el cuerpo escogido —epílectoi— de otras ciudades. <<
 [33] Falta un número probablemente en este texto. <<
 [34] Seguramente de los iguales (homoîoi), que eran muy pocos, incluso antes de Leuctra. Cf. III 3, 5; VI 4, 15. <<
 [35] Frase irónica: se refiere al combate entre eleos y arcadios. <<
 [36] Se puede concluir que los eparitas se vuelven más aristocráticos con este nuevo modo de reclutamiento, lo que justifica la amenaza de laconismo que se menciona luego. <<
 [37] O sea, los aristócratas. Cf. VII 5, 1. <<
 [38] Es decir, un harmoste de Tebas que había en Tegea. Cf. VII 1, 43. <<
 [39] En realidad era beotarco ese año (363/2), término que evita Jenofonte por antipatía a Tebas. <<
 [40] Cf. VI 19, 22. <<
 [41] La paz con los eleos, VII 4, 55. La paz con Esparta se hará más tarde. Cf. VII 5, 3. <<
 [42] Cf. VII 4, 35. <<
 [43] Una parte del texto del tratado entre Atenas por un lado y los arcadios, eleos y fliasios por otro, se conserva en una inscripción de Atenas: IG. II2 1, 112. <<
 [44] Ciudad de Laconia, en el valle del Eurotas. No debe confundirse con Pelene de Acaya (Cf. VII 1, 18). <<
 [45] Texto dudoso. <<
 [46] Se sabe que en este combate murió Grilo, hijo de Jenofonte, lo que explica la importancia dada a esta escaramuza. <<
 [47] No se sabe el motivo de esta limitación, ya que están aún en pleno verano (Cf. § 14). La batalla de Mantinea fue el 12 de Skirophorión, es decir, fin junio-principio de julio; probablemente debe buscarse la causa en el deseo de los aliados de hacer la recolección. <<
 [48] Para volver al Istmo el camino normal de Epaminondas era la llanura de Mantinea donde estaban los enemigos. <<
 [49] Sobre emblemas de escudos cf. IV 4, 10; la maza era la insignia de Heracles, patrono de Tebas. <<
 [50] Estos auxiliares parecen ser una formación particular tebana, adoptada por Atenas en el siglo IV. <<
 [51] Al menos trajo como resultado la firma de un tratado de paz entre los combatientes que Jenofonte calla porque al reconocer definitivamente la independencia de Mesenia consagra la decadencia de Esparta, la única, además, que se negó a firmar este tratado (DIOD., XV 89). <<




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