Dentro de mi subjetividad, considero que los únicos que
salieron ganando con la muerte del gran macedonio, NO eran Olimpia y
Alejandro. Tanto cierto sector de la nobleza macedonio, como Atenas y
Persia celebraron la muerte de Filipo, y tenían sus buenas razones para
ello: Atenas estaba dividida en 2 facciones: la favorable y la enemiga
de Macedonia. Al frente del "partido" antimacedonio se encontraba
Demóstenes, igual de talentoso y mezquino que Cicerón. Y muy, muy mal
perdedor. Plutarco cuenta que el mismo día de la muerte de Filipo, a primera
hora Demóstenes tuvo una "visión profética": la muerte del tirano
macedonio, que había caído a manos de un libertador, de la misma manera que
cayó el primogénito de Pisístrato, tirano de Atenas. A mí me parece que este
hecho es tan indicativo, como el mensaje que Ossama Bin Laden le dejó a su
madre adoptiva, en los primeros días de septiembre del presente año
("mamá, pronto oirás hablar de mí"). Tú que opinas?
De otra parte, Persia en esa época era "un gigante con
pies de barro" según tu expresión. En esa época no se hacía sentir por las
armas, sino mediante el soborno y el asesinato. Cuando surgía un enemigo
fuerte, apoyaba económicamente al primer adversario vigoroso que apareciera
(ejemplo: Atenas, Esparta o Tebas) En la época de Filipo, era bien sabido el
apoyo económico que Persia suministraba e Eubolo, poder detrás del telón en
Atenas, y al mismo Demóstenes. Así mismo, a la muerte del Rey Artajerjes Ocos,
surgió en Persia un poder oculto: el de Bagoas, Gran Chambelán de la Corte. Es
algo indiscutido que este perverso personaje (versión persa de Sejano?)
envenenó a los sucesores de Ocos, y dejó el camino expedito para que el inepto
Darío III subiera al trono. Poco después, Bagoas murió intoxicado por tomar
vino envenenado en la copa en la que debía beber el mismo Darío... quién
traicionó a quién? Esa es otra historia. Pero no lo considero como un hecho aislado
a la muerte de Filipo. Tal y como encuentro relacionadas las muertes de los
hermanos Kennedy y de Luther King. Los hechos no son tan distintos a través de
las épocas, después de todo.
Y en la
misma Macedonia, Olimpia no era la única que deseaba la muerte de Filipo.
Cuando Filipo ascendió al trono, Macedonia era un "enano con pies de
barro". Cada noble era un reyezuelo independiente, y el rey macedonio no
era más que una figura decorativa, un títere con una espada de Damocles sobre
su real cabeza. Esta situación acabó con Filipo. El poder real se centralizó, y
cada noble fue metido en cintura. Cuando un rey incomodaba a los nobles
macedonios, era depuesto o asesinado. El hermano mayor de Filipo fue asesinado
por un noble que se convirtió en regente de Macedonia. Éste fue a su vez
asesinado por otro hermano de Filipo. Cuando Alejandro subió al trono, de
acuerdo con esta costumbre ejecutó a unos nobles, y absolvió a otros por falta
de pruebas. Entre los exculpados se encontraba un sobrino de Filipo que, años
más tarde fue ejecutado por atentar contra la vida del mismo Alejandro. Si yo
fuera uno de tales nobles conspiradores, achacaría todo a la demente Olimpia, y
me lavaría las manos.
Por su parte, la madre de Alejandro no era una "pera
en dulce" que digamos. Poco después de la muerte de Filipo, la viuda
del rey fue asesinada junto con su bebita, a manos de la misma Olimpia. Es un
hecho histórico que Alejandro se enfureció por estas muertes, pues sabía que
estas víctimas no representaban ningún peligro para él si vivían.
Los que mataron al asesino material de Filipo
eran guardias reales, escogidos por el mismo soberano, y de todos era bien
sabida la lealtad que el ejército tenía para con su comandante, que compartía
botín y peligros con ellos. Estos hombres cayeron en desgracia, no sólo por
matar al asesino, sino también por permitir que éste lograra su objetivo.
Después, el mismo Alejandro los exculpó y restituyó en sus puestos.
Pero que no se olvide que lograron primero la confianza de
Filipo, y luego, la de Alejandro. Además, mataron al asesino cuando éste estaba
a punto de escapar del lugar del homicidio. Creo que la reacción de estos
hombres fue más pasional que premeditada, al dar muerte al único hombre que
podría revelar los detalles del crimen. Repito: al momento del asesinato, eran
hombres bajo la autoridad de Filipo, no de Alejandro, y eso hace que su
participación en la conjura sea tan lógica como la de un soldado de la décima
legión en la muerte de César.
Ahora,
pasemos al mismo Alejandro. Salía ganando con esta muerte? No del todo. Su
situación política era más bien precaria. Cierto que el ejército macedonio lo
adoraba, pero un sector de la nobleza, al frente del nuevo suegro de Filipo,
estaba intrigando para que cayera en desgracia, tal y como ya había pasado con
Olimpia. Además, acababa de volver de un exilio voluntario en Iliria. Fue el
propio Filipo, a través de un amigo llamado Demarato de Corinto, quien logró el
regreso del príncipe. Pero de todas maneras, la relaciones entre Filipo y
Alejandro estaban tensas. Y El suegro de Filipo movía los hilos para que dicha
relación se deteriorara aún más. Y lo logró.
Lo
anterior constituye un buen motivo para que Alejandro asesinara a su padre.
Pero el gran conquistador, de tonto no tenía un pelo. Si deseaba su muerte, ¿le
convenía ejecutarla bajo las circunstancias ocurridas? Ubiquémonos en los
zapatos de Alejandro en esa época. Dentro de poco el ejército macedonio
invadiría Asia, con el propio Filipo al frente. Era bien sabido que este rey
cuando joven combatía en primera línea, lo que le había costado un ojo y una
pierna (no la perdió, pero quedó cojo de por vida). ¿Por qué en Asia no podría
perder la vida? Creo que un hombre tan astuto como el mismo Alejandro veía esto
tan claro como cualquiera de nosotros, actualmente. Era más fácil encubrir el
asesinato de Filipo en el campo de Batalla (tal y como se dice que ocurrió con
Juliano el apóstata), que en una ceremonia en la que participaban no sólo los
nobles, sino también los embajadores de todas las naciones helénicas, incluida
Esparta. Alejandro podía esperar.
Los
que no podían esperar eran: a) el rey de Persia (que no le convenía la
invasión macedonia) b) ni los nobles macedonios (que se debilitaban cada
vez que Filipo se fortalecía), c) ni la repudiada Olimpia, que mientras
Filipo viviera no podría aspirar a volver a ser reina de Macedonia d) ni
Demóstenes... Este hombre tenía una personalidad que reunía las características
de Catón, Cicerón y Bíbulo en un solo cuerpo. Lo cual implica una capacidad de odio
a muerte, vanidad, miopía política y talento para intrigar. Las condiciones en
que Filipo murió reflejan el deseo de escoger su muerte en el mayor momento de
su gloria, amén de un capricho de tener una “visión profética”. Y antes de que
pusiera el pie en Asia.
Adicionalmente,
hay un par de factores que considero de gran relevancia a la hora de analizar
el presente tema: La importancia de Antípatro y Parmenión, escudo y espada
respectivamente de Macedonia, y conocedores de los secretos del magnífico servicio
de espionaje de Filipo. Muy probablemente averiguaron los detalles de la
conjura antes que el mismo Alejandro, aunque demasiado tarde para salvar a su
rey y amigo. No concibo la lealtad que estos hombres tuvieron hacia Alejandro
hasta su muerte, de haber participado éste en la muerte del rey. Ni de la
confianza del conquistador hacia ellos, en el caso de ser culpable: el uno fue
regente, y el otro su mano derecha en el mando del ejército. Su lealtad hacia
Filipo –y Alejandro- está fuera de discusión.
El
segundo factor a plantear, es la famosa anécdota en la que el derrotado Rey de
Persia, pide la paz al joven rey macedonio, ofreciéndole la mano de su hija y
el reconocimiento de las conquistas efectuadas. Vale la pena recordar que
cuando Alejandro dio un no como respuesta, manifestó que recientemente se le
había informado de la participación del trono persa en la muerte de Filipo.
Cuando Alejandro visitó el oráculo de Amón en Siwah (Egipto) una de las
preguntas formuladas fue si había vengado a todos los asesinos de su padre.
¿Sólo lo hizo para guardar las formas y convencer a la opinión pública?
Alejandro era tan religioso –y supersticioso- como César; y el parricidio era
–y sigue siendo- un pecado terrible. No así la venganza de sangre.
Los
anteriores considerandos han sido magníficamente desarrollados por Mary Renault
en su trilogía sobre la vida de Alejandro Magno, especialmente en su primer
libro (“El Fuego del Paraíso”). Obra de gran talento literario y que refleja un
conocimiento erudito de aquella época . Considero que a los amantes del tema
les servirá de gran enriquecimiento.
Valerio
Massimo Manfredi, autor de otra trilogía sobre Alejandro, ofrece otra
explicación, en la que exculpa inclusive a Olimpia, pero incrimina al Consejo
de la Anfictionía (el Vaticano de los Griegos). Gisbert Haefs (autor de
“Troya”, “Aníbal”) Está de acuerdo con Renault en responsabilizar a Demóstenes
y Olimpia, exculpando así mismo a Alejandro.
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