La antigua Beocia, que llegó a
ser una de las potencias más importantes del mundo griego, ocupaba, con sus
2.800 km2, buena parte de la Hélade central. Poblada desde muy antiguo (en el
Paleolítico, Neolítico, Heládico Antiguo y Medio), en época micénica (Heládi-
co Reciente, 1600-1200) la región parece estar repartida entre dos grandes
reinos, Orcómeno y Tebas. El final del mundo micénico supuso una verdadera
catástrofe poblacional, de hecho, de los treinta y nueve asentamientos
agrupados conocidos hacia 1200 quedan únicamente cinco o seis hacia 900. Esta
reducción continuada de población debe relacionarse no sólo con las
turbulencias que clausuraron la Edad del Bronce, sino también con la migración
beocia (c. 1150-950), el desplazamiento de los beocios desde Tesalia a la
región que habrían de ocupar a partir deentonces. Este período conflictivo
finalizaría hacia la segunda mitad del siglo x, dando paso a unas condiciones
de vida más pacíficas y a una cierta recuperación demográfica. En el último
tercio del siglo VIII vemos surgir un buen número de asentamientos agrupados.
Es en este momento en el que podemos datar probablemente el nacimiento y la
configuración de las póleis beocias.
El siglo VII, poco conocido, se caracterizaría por la consolidación de las póleis beocias, el crecimiento
demográfico y una fuerte colonización interna de la región que, a la vez que
aumentaba las propiedades de la aristocracia, preservaba los lotes campesinos.
A principios del siglo VI, Beocia atravesó un corto período de sometimiento a
los tesalios del que se liberó en571. La época posterior se distinguió por la
continuidad del crecimiento demográfico y de la colonización interna y, sobre
todo, por los enfrentamientos entre las diferentes póleis. Fruto de esto último fueron el posible debilitamiento de
Orcómeno, que corre paralelo al progresivo fortalecimiento de Tebas y el
nacimiento de la Confederación beocia hacia 520.
De este modo, la creación de la
Confederación cristalizó el sentimiento étnico beocio, obedeció al deseo de
algunas póleis de alcanzar un cierto
nivel de seguridad y sobre todo a la pretensión tebana de dotarse de un
instrumento válido para asentar su hegemonía en Beocia. En el período anterior
a la Segunda Guerra Médica (c. 520-480) la Confederación se fundamentó sobre el
establecimiento de un estrecho régimen oligárquico en el que un reducido número
de familias aristocráticas monopolizaban el poder. Esta oligarquía dinástica
era la norma también en todas las póleis.
La única institución federal atestiguada con seguridad es el colegio de los
beotarcos, cuyo número ignoramos, que constituyen losprincipales magistrados,
con poderes para movilizar al ejército federal y dirigir las operaciones
militares (Hdt., 7.205.2, 222, 223, 9.15.1; Plu., Mor., 866e-867a). Heródoto (5.79.2) menciona un Consejo (Halia) que parece ser una institución
tebana y, asimismo, un hipar- co que manda los jinetes tebanos en la batalla de
Platea (Hdt., 9.69). Quizá, a través de las instituciones de Tebas, que era la pólis hegemónica, podamos inferir que,
además de los beotarcos, la Confederación contaba también con un Consejo y un
hiparco federales. Finalmente, las póleis
disponían asimismo de un arconte epónimo, que daba nombre al año civil y
que representaba a la comunidad al menos en el ámbito religioso.
A finales del siglo VI la
Confederación incluía la práctica totalidad de Beocia salvo Platea, la
Parasopia (el resto de la región fronteriza con Atenas) y Oropo. Hacia 509, los
beocios atacaron Platea pero los atenienses, aliados de los píateos,
intervinieron, derrotaron a los beocios y mantuvieron la independencia de
Platea. Los beocios buscaron la revancha en 506, en alianza con Calcis, y en
505, con la ayuda de los eginetas, pero en ambas ocasiones fueron nuevamente
batidos por Atenas.
La Segunda Guerra Médica supuso
un verdadero desastre para Beocia. En medio de tensiones entre póleis y los enfrentamientos entre
facciones políticas, los beocios se alinearon primero en el lado griego y
luego, excepto Tespias, se pasaron a los persas por lo que fueron severamente
castigados. Es posible que después de la Segunda Guerra Médica la Confederación
no fuera disuelta y que se implantara en las póleis beocias una oligarquía moderada más amplia que el estrecho
régimen aristocrático anterior. Tebas perdió ahora la hegemonía (Diod.,
11.81.2; Justino, 3.6.10) que pudo pasar a Tanagra, Platea permaneció fuera de
la Confederación y quizá Orcómeno se saliera también de la misma. Este período
oscuro y desafortunado de la historia beocia culminó en la batalla de Enofita
(457), donde triunfaron los atenienses y sometieron toda la región, imponiendo
además la democracia al menos en algunas ciudades como en el caso de Tebas
(Arist., Pol., 1302b 29-32). Una vez
más, no sabemos si la Confederación persistió tras la victoria ateniense; quizá
continuara existiendo colocada ahora bajo la hegemonía de Atenas. Sin embargo,
en 446, en la batalla de Coronea, los beocios, liderados por Tebas, se libraron
de la dominación ateniense. Después de Coronea, se restableció en toda Beocia
una oligarquía moderada y se reorganizó la estructura federal sentando las
bases del sistema que habría de perdurar hasta la Paz del Rey (386).
Después de 446, dentro de la
alianza lacedemonia, la Confederación tuvo una destacada participación en la
Guerra del Peloponeso y contribuyó de manera decisiva a la victoria final sobre
los atenienses. La incursión tebana sobre Platea (431) sirvió de detonante de
las hostilidades y desde 430 beocios y peloponesios asediaron Platea, que
capituló en 427. Su territorio fue unido a Tebas en 426. En 424, los beocios obtuvieron
una resonante victoria sobre los atenienses en Delión. Desde 413, se
beneficiaron del saqueo del Ática y, en la última parte de la guerra,
combatieron en la Jonia llegando a construir una flota de unos cincuenta
trirremes.
Tras el final de la Guerra del
Peloponeso, en la primavera de 404, sólo Oropo escapaba al control de la
Confederación. Los beocios la sometieron hacia 401, aunque no parece que fuera
incluida en la organización federal hasta algún tiempo después (c. 395).
Ciertamente, la Confederación beocia y sobre todo Tebas habían salido
fortalecidas de la Guerra del Peloponeso pero los beocios se hallaban lejos de
sentirse satisfechos conlos frutos de la victoria. No sólo el imperialismo
espartano frenó sus aspiraciones de expansión, sino que además las
intervenciones lacedemonias en Atenas (404-403) y en Grecia central (399)
representaron una seria amenaza para sus intereses vitales. En creciente
tensión con Esparta, los beocios se negaron a participar en las expediciones
espartanas (Atenas en 403, Élide en 400, Asia en 396) y los filolaconios fueron
desplazados del poder en favor de las facciones antiespartanas, que terminaron
por llevar la Confederación a la guerra contra Esparta (Guerra de Corinto,
395-386). El conflicto resultó, sin embargo, desastroso y la firma de la Paz
del Rey (primavera de 386) trajo consigo la disolución de la Confederación y la
vuelta al poder de los oligarcas filolaconios en las distintas póleis beocias. En medio de una
situación general de debilidad, los espartanos llegaron incluso a establecer
una guarnición en Tebas (382-379).
Los ciudadanos beocios se
distribuían en once unidades iguales (distritos), que se repartían
asimétricamente entre las póleis federadas.
Cada distrito elegía un beotarco, sesenta consejeros y un cierto número de
jueces para el tribunal federal y contribuía al ejército y al tesoro federales.
Los Once beotarcos, los magistrados más importantes, mandaban el ejército
federal y podían presentar propuestas y hablar ante el Consejo federal. Éste,
la institución principal, se componía de 660 consejeros que se subdividían a su
vez en cuatro pequeños consejos de 165 miembros. Cada trimestre, uno de los
pequeños consejos preparaba las decisiones que se tomaban en la sesión conjunta
de los cuatro consejos. El Consejo federal podía elegir también algunos
magistrados federales.
Conocemos con cierto detalle la
estructura federal entre los años 446
a 386. En este período la Confederación beocia se basaba
en la implantación de una oligarquía moderada, en la que se requería el nivel
mínimo de renta de un hoplita para poder participar en la vida política, y en
el desarrollo de un sofisticado sistema institucional. Todo el territorio
federal se dividía en once distritos igualitarios con la finalidad de distribuir
cargas y derechos. Así, cada distrito (meros)
servía como unidad de reclutamiento militar, fiscal y electoral y debía aportar
mil hoplitas y cien jinetes al ejército federal, una contribución económica (eisfora) idéntica al tesoro confederal y
un beotarco, sesenta consejeros y un cierto número de jueces a las
instituciones federales.
La Confederación incluía once póleis pero, como éstas tenían distinto
tamaño e importancia, los once distritos se repartían de manera asimétrica
entre todas ellas. Así, Tebas contaba con cuatro distritos; Tespias con dos y
Tanagra con uno. Orcómeno e Hisias sumaban conjuntamente dos distritos,
distribuidos probablemente en un distrito y dos tercios de otro para Orcómeno y
un tercio para Hisias. Haliarto, Lebadea y Coronea reunían un único distrito
(con un tercio para cada pólis) y
Copas, Acrefia y Queronea disponían de otro conjunto.
Los órganos federales tenían su
sede en Tebas, que ejercía de capital confederal. El consejo federal estaba
compuesto por seiscientos sesenta consejeros (sesenta por distrito) y se
dividía en cuatro consejos (synedria)
de ciento sesenta y cinco miembros cada uno. Cada trimestre, por turno
rotatorio, uno de los pequeños consejos ejercía la presidencia y preparaba las
decisiones que habrían de tomarse en la sesión conjunta de los cuatro consejos.
Los Consejos tenían competencias en política exterior y en materia legislativa
y supervisaban, en general, el funcionamiento de toda la Confederación.
Estamos, pues, ante un verdadero gobierno representativo en el que un cuerpo de
seiscientos sesenta consejeros resolvía en nombre de todos los beocios. Con
este sistema se eliminaba, además, la necesidad de una asamblea más amplia. El
tesoro federal administraba las contribuciones que las póleis aportaban según la división en distritos y, como contaba con
la única ceca de toda Beocia, acuñaba la moneda federal. El tribunal federal
era competente en los procesos contra los magistrados federales, contra quienes
desearan subvertir el régimen político y veía los litigios entre las póleis o entre particulares de distintas
póleis.
Las magistraturas federales eran
anuales, se elegían a través del voto y al menos en algunas de ellas se
contemplaba la reelección sin límite. Los once beotarcos formaban elcolegio de
los magistrados más importante de la Confederación. Los beotarcos mandaban el
ejército federal, presentaban propuestas a los Consejos federales, manejaban
fondos públicos y disponían de poderes de investigación y arresto contra los
conspiradores que pretendieran alterar el régimen federal. La Confederación
contaba además con un hiparco federal, jefe de la caballería, y un navarco o
comandante de la flota.
El ejército federal comprendía
11.000 hoplitas y 1.100 jinetes. La infantería se dividía en compañías (lochoi) de unos trescientos hoplitas al
mando de un lochagós, mientras que la
caballería se distribuía en escuadrones (hilas)
de unos treinta jinetes al mando de un hilarco. Además el ejército contaba con
un cuerpo de infantería ligera (psiloi),
posiblemente de unos 11.000 hombres, reclutados a razón de mil por distrito, y
una infantería ligera auxiliar de la caballería (hamippoi pezoi) en un número similar a los jinetes (unos mil cien).
Finalmente, las póleis federales
beocias se organizaban internamente de una manera similar a la estructura
federal. Poseían, pues, el mismo régimen oligárquico y un Consejo
cuatripartito.
En diciembre de 379 los
demócratas tebanos eliminaron a los oligarcas filolaconios, expulsaron a la
guarnición espartana y proclamaron la reconstrucción de la Confederación
beocia. Los espartanos reaccionaron inmediatamente enviando expediciones
militares contra Tebas y estableciendo guarniciones en varias póleis beocias. Sin embargo, los
demócratas, entre los que destacaban Epaminondas y Pelópidas, lideraron con
éxito la resistencia. Hicieron frente a tres invasiones espartanas (378-377) y
desencadenaron una auténtica guerra de guerrillas contra otras póleis beocias y sus guarniciones
lacedemonias. La Paz de 375 obligó a la retirada de las guarniciones laconias y
abrió la puerta a la expansión tebana y de la propia Confederación de modo que,
en 371, sólo Orcómeno y Oropo permanecían fuera de la organización federal,
liderada nuevamente por Tebas. En la batalla de Leuctra (verano de 371) los
beocios (excepto los orcomenios y los tespieos), dirigidos por Tebas, acabaron
con el predominio espartano en Grecia y dieron principio a un corto período de
hegemonía (371-356). En este período los beocios renunciaron al cobro de un
tributo regular, aunque aceptaron contribuciones extraordinarias en tiempo de
guerra, y basaron su hegemonía en un sistema de alianzas bilaterales y en la
introducción de un número limitado de guarniciones en las áreas más expuestas
(Tegea, Mesene, Sición). Desde el punto de vista militar crearon el batallón
sagrado, un cuerpo selecto de trescientos hoplitas tebanos mantenidos a sueldo
por el Estado, en tiempo de guerra o de paz, y que constituía la vanguardia de
la falange, revalorizaron el papel de la caballería, dispusieron en el ala
izquierda los contingentes mejores (anteriormente éstos se situaban en el ala
derecha) y aplicaron el llamado ataque en orden oblicuo, que consistía en
adelantar el lado izquierdo de la falange, buscando la ruptura de la línea
enemiga, antes de que ésta pudiera entrar en contacto con el ala derecha
propia.
El triunfo de los demócratas
tebanos en 379 llevó a la organización de una nueva Confederación que tenía
como base el sistema democrático y de la que, desgraciadamente, conocemos de
manera muy sucinta sus instituciones y funcionamiento. La asamblea (damos) de los beocios era el órgano
federal principal y estaba abierta a todos los ciudadanos beocios mayores de
dieciocho años. El voto personal beneficiaba a Tebas, la ciudad de población
más numerosa y lugar de reunión de la asamblea federal. Existía además un
tribunal federal democrático cuyos jueces eran posiblemente extraídos por
sorteo y, asimismo, aunque no se encuentren expresamente atestiguados, un
tesoro federal, que acuña la moneda beocia del período, y un consejo federal
que preparaba las reuniones de la asamblea. El colegio de beotarcos, en este
período en número de siete (probablemente al menos cuatro eran tebanos),
continuaba siendo el cuerpo de magistrados principal. A través del colegio de beotarcos
podemos suponer quizá la pervivencia del antiguo sistema de distritos que se
habrían reducido ahora a siete. La Confederación contaba también con un arconte
federal epónimo, un hiparco, jefe de la caballería y posiblemente un navarco,
almirante de la flota.
Las póleis beocias gozaban del mismo sistema democrático que se había
implantado en la Confederación con un arconte local epónimo, un colegio de
polemarcos, una magistratura local parangonable a los beotarcos federales, un
consejo y una asamblea. Esta Confederación democrática perduró desde 379 hasta
que fue disuelta por Filipo II de Macedonia en 338.
No hay comentarios:
Publicar un comentario