a. Cleobis y Bitón, dos jóvenes argivos, eran hijos
de la sacerdotisa de Hera en Argos. Cuando llegó el momento de que ella
realizase los ritos de la diosa y los bueyes blancos que debían tirar de su
carro sagrado no habían vuelto todavía de la dehesa, Cleobis y Bitón se
uncieron al carro y lo arrastraron al templo, que estaba a una distancia de
casi cinco millas. Complacida con su devoción filial, la sacerdotisa rogó a la
diosa que les concediera el mejor don que podía otorgar a los mortales; y
cuando terminó de realizar sus ritos, sus hijos fueron a dormir en el templo
para nunca volver a despertarse[1].
b. Un don análogo se concedió a Agamedes y Trofonio,
hijos de Argino. Estos mellizos habían construido un umbral de piedra sobre
cimientos colocados por Apolo mismo para su templo de Delfos. Su oráculo les
dijo: «Vivid alegremente y entregaos a todos los placeres durante seis días, y
en el séptimo se os concederá el deseo de vuestro corazón.» El séptimo día los
encontraron a los dos muertos en sus lechos. De aquí el dicho: «Los amados por
los dioses mueren jóvenes»[2].
c. A Trofonio se le concedió
posteriormente un oráculo propio en Lebadea, Beocia[3].
*
1. El mito de Cleobis y Bitón se refiere, al
parecer, a los sacrificios humanos que se ofrecían cuando se dedicaba un nuevo
templo a la diosa Luna: en Argos elegían a dos hermanos mellizos como
sustitutos de los co-reyes y los uncían a un carro de la luna en lugar de los
toros blancos, como en el sacrificio habitual. Los debían enterrar bajo el
umbral del templo para alejar las influencias hostiles (véase 169.h); quizá fuera
éste el motivo de que a los mellizos Castor y Pólux (véase 62.c) se los llamara
a veces Ebá-lidas, lo que puede significar «hijos del umbral del templo» más
bien que «de la piel de oveja moteada». Los sacerdotes de Apolo adoptaron evidentemente
esta práctica en Delfos, aunque negaban a la diosa Luna, a la que se debía
haber hecho el sacrificio, todo lugar en el templo.
2. El séptimo día, que estaba consagrado al titán
Crono (y al Jehová croniano en Jerusalén) tenía como función planetaria el
descanso; pero «descanso» significaba la muerte en honor de la diosa, y de aquí
el oráculo de héroe que se concedió a Trofonio (véase 51.i).
[1]
Herodoto: 1.31; Pausanias:
ii.20.2.
[2]
Píndaro, citado por
Plutarco: Consolación a Apolonio 14; Himno homérico a Apolo 294-99; Menandro:
Fragmentos de la comedia griega
iv.105, ed. Meinecke.
[3]
Herodoto: i.46; Eurípides:
Ion 300.
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