jueves, 14 de diciembre de 2017

81. TELAMÓN Y PELEO

a. La madre de los dos hijos mayores de Éaco, Telamón y Peleo, era Endéis, hija de Escirón. Foco, el más joven, era hijo de la nereida Psámate, que se había transformado en una foca cuando trató inútilmente de eludir los abrazos de Éaco. Todos ellos vivían juntos en la isla de Egina[1].
b. Foco era el favorito de Éaco, y su excelencia en los juegos atléticos provocaba unos celos furiosos en Telamón y Peleo. En consecuencia y para que hubiera paz, condujo un grupo de emigrantes eginetas a Fócide, donde otro Foco, hijo del corinto Ornitión, había colonizado ya las inmediaciones de Titorea y Belfos, y con el tiempo sus hijos extendieron el estado de Fócide hasta sus límites actuales. Un día Éaco hizo llamar a Foco quizá con el propósito de legarle el reino isleño, pero, instigados por su madre, Telamón y Peleo conspiraron para matarlo a su regreso. Desafiaron a Foco a una competencia atlética quíntuple, y si fue Telamón quien le derribó, como si hubiera sido accidentalmente, arrojándole un disco de piedra a la cabeza, y Peleo quien lo remató con un hacha, o si fue al contrario, se ha discutido mucho desde entonces. En cualquier caso, Telamón y Peleo eran igualmente culpables de fratricidio y juntos ocultaron el cadáver en un bosque, donde lo encontró Éaco. Foco está enterrado cerca del Eaqueón[2].
c. Telamón se refugió en la isla de Salamina, donde reinaba Cicreo, y envió a su padre un mensajero negando su intervención en el asesinato. Éaco, en respuesta, le prohibió que volviera a poner los pies en Egina, aunque le permitió que defendiera su causa desde el mar. En vez de quedarse gritando en la oscilante cubierta de su barco, anclado detrás de las rompientes, Telamón navegó una noche hasta el que ahora se llama Puerto Secreto, entró en él y envió a tierra albañiles para que construyeran un malecón que le serviría de tribuna; los albañiles terminaron su trabajo antes del amanecer, y todavía se puede ver su obra. Pero Éaco rechazó su elocuente alegato de que la muerte de Foco había sido accidental, y Telamón regresó a Salamina, donde se casó con Glauce, la hija del rey, y sucedió en el trono a Cicreo[3].
d. Este Cicreo, hijo de Posidón y Salamina, hija del río Asopo, había sido elegido rey de Salamina cuando mató a una serpiente para poner fin a sus muchos estragos. Pero conservaba una serpiente joven de la misma carnada que procedía de la misma manera destructora hasta que fue expulsada por Euríloco, un compañero de Odiseo; entonces Deméter la recibió en Eleusis como una de sus acompañantes. Pero algunos explican que Cicreo mismo, llamado «Serpiente» a causa de su crueldad, fue desterrado por Euríloco y se refugió en Eleusis, donde se le dio un cargo de poca importancia en el templo de Deméter. En todo caso, llegó a ser uno de los héroes guardianes de Salamina, la Isla de la Serpiente; allí lo enterraron con la cara vuelta hacia el oeste, y apareció en forma de serpiente entre las naves griegas en la famosa victoria de Salamina. Se ofrecían sacrificios en su tumba y cuando los atenienses disputaron la posesión de la isla con los megarenses, Solón, el ramoso legislador, cruzó el mar durante la noche y le hizo sacrificios propiciatorios[4].
e. Cuando murió su esposa Glauce, Telamón se casó con Peribea, de Atenas, nieta de Pélope, quien le dio al gran Áyax; y posteriormente con la cautiva Hesione, hija de Laomedonte, quien le dio al igualmente célebre Teucro[5].
f. Peleo huyó a la corte de Actor, rey de Ftia, cuyo hijo adoptivo Euritión le purificó. Actor le dio luego en casamiento a su hija Polimela, y una tercera parte del reino. Un día Euritión, que gobernaba otra tercera parte, llevó a Peleo a cazar el jabalí calidonio, pero Peleo le atravesó accidentalmente con la lanza y huyó a Yolco, donde fue purificado una vez más, en esta ocasión por Acasto, hijo de Pelias[6].
g. Cretéis, la esposa de Acasto, trató de seducir a Peleo, y cuando él rechazó sus requerimientos, le mintió a Polimela: «Se propone abandonarte y casarse con mi hija Estérope.» Polimela creyó la maligna mentira de Cretéis y se ahorcó. No contenta con el daño que había hecho, Cretéis se presentó llorando a Acasto y acusó a Peleo de haber atentado contra su virtud.
b. Poco dispuesto a matar al hombre al que había purificado, Acasto le desafío a una partida de caza en el monte Pelión. Ahora bien, en recompensa por su castidad, los dioses habían dado a Peleo una espada mágica, forjada por Dédalo, que tenía la propiedad de hacer que su dueño venciese en la batalla y tuviera igual buen éxito en la caza. En consecuencia, no tardó en amontonar gran número de ciervos, osos y jabalíes, pero cuando se disponía a matar todavía más, los compañeros de Acasto reclamaron la presa como perteneciente a su señor, y se burlaron de la falta de habilidad de Peleo. «¡Dejemos que los animales muertos decidan este asunto con sus propias bocas!», exclamó Peleo, que les había cortado las lenguas, y las sacó entonces de una bolsa para demostrar que había ganado fácilmente el concurso[7].
i. Después de una cena alegre durante la cual superó a los otros como glotón, Peleo se quedó profundamente dormido. Entonces Acasto le robó su espada mágica, la ocultó bajo un montón de boñigas y se alejó a hurtadillas con sus seguidores. Al despertar, Peleo se encontró solo, desarmado y rodeado de salvajes centauros que se disponían a asesinarle; pero su rey Quirón no sólo intervino para salvarle la vida, sino que además adivinó dónde estaba oculta la espada y se la devolvió[8].
j. Entretanto, por consejo de Temis, Zeus eligió a Peleo para que fuese el marido de la nereida Tetis, con la que se habría casado él mismo si no le hubiera desanimado la profecía de las Parcas de que cualquier hijo nacido de Tetis llegaría a ser mucho más poderoso que su padre. También estaba irritado porque Tetis había rechazado sus requerimientos, en honor a su madre adoptiva Hera, y había jurado que nunca se casaría con un inmortal. Sin embargo, Hera, agradecida, decidió casarla con el más noble de los mortales, y convocó a todos los olímpicos para que asistieran a la boda en la próxima luna llena, y al mismo tiempo envió a su mensajera Iris a la cueva del rey Quirón con la orden para Peleo de que se preparase[9].
k. Ahora bien, Quirón preveía que Tetis por ser inmortal, al principio se sentiría ofendida por ese casamiento, por lo que, siguiendo sus instrucciones. Peleo se ocultó detrás de un matorral de bayas de mirto multicolores en la costa de un islote de Tesalia; allí iba con frecuencia Tetis cabalgando desnuda en un delfín enjaezado para dormir la siesta en la cueva que este matorral encubría a medias. Tan pronto como entró en la cueva y quedó dormida, Peleo se apoderó de ella. La lucha fue silenciosa y feroz. Tetis se transformó sucesivamente en fuego, agua, león y serpiente[10]; pero a Peleo le habían advertido de lo que podía ocurrir y se asió a ella resueltamente, incluso cuando se transformó en una enorme y evasiva jibia que le arrojó su tinta, metamorfosis que explica el nombre del cabo Sepias, el promontorio cercano ahora consagrado a las nereidas. Aunque quemado, aporreado, picado y cubierto con pegajosa tinta sepia, Peleo no la soltó y al final ella cedió y yacieron apasionadamente abrazados[11].
l. Su boda se celebró delante de la cueva de Quirón en el monte Pelión. Asistieron los olímpicos sentados en doce tronos. La propia Hera llevó la antorcha nupcial y Zeus, resignado con su derrota, entregó a Tetis. Las Parcas y las Musas cantaron, Ganimedes escanció el néctar y las cincuenta Nereidas bailaron una danza en espiral en la blanca arena. Numerosos centauros acudieron a presenciar la ceremonia con guirnaldas de hierba, blandiendo saetas de abeto y prediciendo buena suerte[12].
m. Quirón dio a Peleo una lanza; Atenea había bruñido su asta, cortada de un fresno en la cumbre del Pelión; y Hefesto había forjado su hoja. El regalo conjunto de los dioses fue una magnífica armadura dorada, a la que Posidón añadió los dos caballos inmortales Balio y Janto, hijos del Viento Oeste y de la harpía Podarge[13].
n. Pero la diosa Éride, que no había sido invitada, estaba decidida a hacer que los huéspedes divinos riñeran, y mientras Hera, Atenea y Afrodita conversaban amistosamente, tomadas del brazo, hizo rodar una manzana de oro hasta sus pies. Peleo la recogió y se quedó perplejo al leer su inscripción, que decía: «Para la más bella», pues no sabía a cuál de las tres estaba destinada. Esta manzana fue la causa protocatártica de la guerra de Troya[14].
o. Algunos dicen que Tetis, la esposa de Peleo, era hija de Quirón y de una mera mortal, y que Quirón, deseando honrar a Peleo, difundió el rumor de que se había casado con la diosa, el ama de ésta[15].
p. Entretanto Peleo, cuya fortuna había restaurado el bondadoso Quirón, y que ahora adquirió como dote grandes ganados vacunos, envió algunos de ellos a Ftia como indemnización por haber matado accidentalmente a Euritión; pero como los ftianos rechazaron el pago, dejó que los animales vagaran a su voluntad por el campo. Ésta resultó una decisión afortunada, porque un lobo feroz que Psámate había enviado tras él para vengar la muerte de su hijo Foco sació de tal modo su hambre con ese ganado sin dueño que apenas podía arrastrarse. Cuando Peleo y Tetis se encontraron cara a cara con el lobo, éste quiso saltar a la garganta de Peleo, pero Tetis le miró amenazadoramente sacando la lengua y lo convirtió en una piedra que todavía se muestra en el camino entre Lócride y Fócide[16].
q. Luego Peleo volvió a Yolco, donde Zeus le proporcionó un ejército de hormigas transformadas en guerreros, por lo que se le llamó Rey de los Mirmidones. Tomó la ciudad sin ayuda, mató primeramente a Acasto y luego a la acobardada Cretéis, y entró con sus mirmidones en la ciudad entre los pedazos de su cuerpo descuartizado[17].
r. Tetis quemó sucesivamente las partes mortales de los seis hijos que tuvo con Peleo para hacerlos inmortales como ella, y envió a cada uno de ellos por turno al Olimpo. Pero Peleo consiguió arrebatarle el séptimo cuando ella ya había hecho inmortal todo su cuerpo, con excepción del talón, poniéndolo en el fuego y luego frotándolo con ambrosía; el talón medio chamuscado se había librado de este tratamiento final. Irritada por esa intervención, Tetis se despidió de Peleo y volvió a su residencia en el mar. Llamó a su hijo Aquiles porque todavía no había puesto los labios en su pecho. Peleo proporcionó a Aquiles un hueso de tobillo nuevo tomado del esqueleto del veloz gigante Damiso, pero ese hueso estaba predestinado a ser la causa de su muerte[18].
s. Demasiado viejo para combatir en Troya personalmente, Peleo entregó más tarde a Aquiles la armadura dorada, la lanza de fresno y los dos caballos que había recibido como regalos de boda. Finalmente, fue expulsado de Ftia por los hijos de Acasto, quienes ya no le temían después de haberse enterado de la muerte de Aquiles; pero Tetís le ordenó que fuese a la cueva situada junto al matorral de bayas de mirto en la que él le había dominado por vez primera, y esperase allí hasta que ella se lo llevase a vivir con ella para siempre en las profundidades del mar. Peleo fue a la cueva y desde ella observaba con ansia los barcos que pasaban, con la esperanza de que uno de ellos condujera a su nieto Neoptó-lemo de vuelta de Troya[19].
t. Entretanto Neoptólemo reparaba su flota destruida en Molosia y cuando se enteró del destierro de Peleo se disfrazó de cautivo troyano y se dirigió con su barco a Yolco, donde consiguió dar muerte a los hijos de Acasto y apoderarse de la ciudad. Pero Peleo, cada vez más impaciente, fletó un barco para ir a Molosia; el mal tiempo lo llevó a la isla de Icos cerca de Eubea, donde murió y fue enterrado, y así perdió el derecho a la inmortalidad que le había prometido Tetis[20].

*

1. El mito de Éaco, Psámate («costa arenosa») y Foco («foca») se da en el folklore de casi todos los países europeos. Habitualmente el héroe ve una manada de focas nadando hacia una costa desierta bajo la luna llena y que luego se despojan de sus pieles para mostrarse como mujeres jóvenes. El héroe se oculta tras una roca mientras ellas danzan desnudas en la arena, y luego se apodera de una de las pieles de foca, con lo que adquiere poder sobre su dueña, a la que deja encinta. Más tarde disputan; ella recupera su piel y se aleja nadando. La danza de las cincuenta nereidas en la boda de Tetis y su regreso al mar después del nacimiento de Aquiles parecen ser fragmentos del mismo mito, el origen del cual parece haber sido una danza ritual de cincuenta sacerdotisas-focas dedicadas a la Luna y que constituían un proemio a la elección de un rey sagrado por la Suma Sacerdotisa. Aquí la escena se sitúa en Egina, pero, a juzgar por la fábula de la lucha de Peleo cerca del cabo Sepias, un ritual análogo lo realizaba en Magnesia un colegio de sacerdotisas-jibias; la jibia aparece prominentemente en las obras de arte cretenses, incluyendo el peso legal del Tesoro Real de Cnosos, y también en los monumentos megalíticos de Carnac y otras partes de Bretaña. Tiene ocho tentáculos, como la anémona sagrada de Pelión tiene ocho pétalos; ocho es el número de la fertilidad en el mito mediterráneo. Peleo («barroso») puede haber llegado a ser el título del rey sagrado después de ser ungido con sepia, puesto que se lo llama hijo de Endéis, «la enredadora», sinónimo de la jibia.
2. La partida de caza de Acasto, el siguiente banquete y la pérdida de la espada mágica de Peleo parecen haber sido deducidos equivocadamente de una representación gráfica en la que se veían los preliminares de una ceremonia de coronación; la coronación implicaba el casamiento con la heredera de la tribu. La escena incluía, al parecer, el combate ritual del rey con hombres disfrazados de animales y la extracción de una espada regia de la hendidura de una roca (interpretada erróneamente por el mitógrafo como un montón de boñiga), lo mismo que en los mitos de Teseo (véase 95.e) y del rey Arturo del Lionesado. Pero la lanza de fresno cortada por Quirón en el monte Pelión es un símbolo de soberanía anterior a la espada.
3. Las transformaciones de Tetis indican una exhibición de los poderes estacionales de la diosa presentados en forma de una serie de danzas (véase 9.d y 32.b). El mirto tras el cual la encontró Peleo la primera vez era el emblema del último mes del reinado de su predecesor (véase 52.3 y 109.4); y, por lo tanto, servía como su lugar de reunión cuando terminaba su propio reinado.
Este mito parece registrar un casamiento por convenio, al que asistieron representantes de doce tribus o clanes confederados, entre un príncipe de Ftia y la sacerdotisa de la Luna de Yolco, en Tesalia.
4. Es posible que el autor de la antigua Seege or Battayle of Troy inglesa se, basara en una fuente clásica perdida cuando hizo a Peleo «medio hombre y medio caballo», lo que quiere decir que Peleo fue adoptado en un clan eócida que rendía culto al caballo. Tal adopción implicaría un banquete de carne de caballo, con carácter de sacrificio (véase 75.3), lo que explica el regalo nupcial de Balio y Janto sin un carro del que tiraran. Los centauros de Magnesia y los tesalios de Yolco parecen haber estado unidos por una alianza exogámica; de aquí la afirmación por el escoliasta sobre Apolonio de Rodas de que la esposa de Peleo era, en realidad, la hija de Quirón.
5. La perplejidad de Perseo cuando recogió la manzana arrojada por Éride sugiere una pintura de la diosa Luna, en tríada, ofreciendo la manzana de la inmortalidad al rey sagrado (véase 32.4; 53.5 y 159.3). El asesinato de Acasto y la entrada de Peleo en la ciudad entre los pedazos desmembrados del cuerpo de Cretéis pueden ser una interpretación equivocada de una ilustración que mostraba a un nuevo rey disponiéndose a recorrer las calles de la ciudad después de haber descuartizado ritualmente a su predecesor con un hacha.
6. Los frecuentes asesinatos, accidentales o intencionales, que hacían que los príncipes abandonaran su patria y fueran purificados por reyes extranjeros con cuyas hijas se casaban luego, son una invención de mitógrafos posteriores. No hay razón para suponer que Peleo dejó Egina, o Ftia, caído en desgracia; en una época en que la monarquía se regía por la sucesión matrilineal, los candidatos al trono venían siempre del exterior, y el nuevo rey renacía en la casa real después de asesinar ritualmente a su predecesor. Entonces cambiaba de nombre y de tribu, porque así se esperaba despistar al alma vengativa del asesinado. Del mismo modo, Telamón de Egina fue a Salamina, lo eligieron nuevo rey, mató al rey anterior —quien se convirtió en un héroe oracular— y se casó con la suma sacerdotisa de un colegio de sacerdotisas de la lechuza. Se consideró conveniente, en épocas más civilizadas, cuando se empleaba un ritual muy parecido para purificar a los criminales ordinarios, olvidar que la dignidad real implicaba asesinato, y sugerir que Peleo, Telamón y los demás habían estado relacionados con crímenes o escándalos que no tenían nada que ver con su ascensión al trono. El escándalo consiste con frecuencia en una acusación falsa de haber atentado contra la virtud de una reina (véase 75.a y 101.e). La relación de Cicreo con los misterios eleusinos y el casamiento de Telamón con una princesa ateniense adquirieron importancia cuando en 620 a. de C. Atenas y Megara disputaron la posesión de Salamina. Los espartanos juzgaron el caso y los embajadores atenienses fundamentaron con buen éxito su reclamación en la vinculación de Telamón con el Ática (Plutarco: Solón 8 y 9).
7. La muerte de Foco por el disco, como la de Acrisio (véase 72.p) parece ser una interpretación errónea de una ilustración que representaba el final del reinado del rey-foca, y en el cual el disco que volaba era un disco solar; como se ve claramente en el mito, el arma del sacrificio era un hacha. Varios héroes, además de Aquiles, fueron muertos mediante una herida en el talón, y no solamente en Grecia, sino también en la mitología egipcia; celta, lidia, india y escandinava (véase 90.8; 92.10).
8. La quema de los hijos de Tetis era una práctica común: el sacrificio anual del niño que sustituía al rey sagrado (véase 24.10 y 156.2). Al final del octavo año moría el rey mismo (véase 91.4 y 109.3). En el Mahabharata indio hay un relato análogo: la diosa Ganges hace perecer ahogados a sus siete hijos habidos con el dios Krishna. La división que hizo Actor de su reino en tres partes tiene su análoga en el mito de Preto (véase 72.h): el rey sagrado, en vez de dejarse sacrificar en la fecha señalada para la terminación de su reinado, conservaba una parte de su reino y legaba el resto a sus sucesores. Los siguientes reyes insistieron en conservar la soberanía durante toda su vida.
9. La muerte de Peleo en Cos indica que su nombre era allí un título regio, lo mismo que en Ftia, Yolco y Salamina. Se hizo rey de los mirmidones porque los ftianos adoraban a su diosa como Mirmex («hormiga»; véase 66.2). La fábula de Antoninus Liberalis sobre Tetis y el lobo parece haber sido deducida de una ilustración en la que aparecía una sacerdotisa de Afrodita Lobuna (Pausanias: ii.31.6) con una máscara de gorgona mientras sacrificaba ganado.




[1] Apolodoro: iii.12.6; Píndaro: Odas nemeas v. 13.

[2] Plutarco: Vidas paralelas 25; Pausanias: x.1.1 y ii.29.7; Apolodoro: loc. cit.; Los Alcmeónidas, citado por escoliasta sobre Andrómaca de Eurípides 687; Tzetzes: Sobre Licofrón 175; Diodoro Sículo: iv.72.

[3] Apolodoro: iii.12.7; Pausanias: ii.29.7; Diodoro Sículo: loc. cit.

[4] Apolodoro: loc. cit. Hesíodo, citado por Estrabón: ix.1.9; Estéfano de Bizancio sub Kychreios Pagos; Eustacio sobre la Descripción de la tierra de Dionisio 507; Plutarco: Solón 9; Licofrón: Casandra 110; Pausanias: i.36.1.

[5] Apolodoro: loc. cit.

[6] Ibid.: 13.1-2; Diodoro Sículo: loc. cit.; Tzetzes: Sobre Licofrón 175; Eustacio sobre la Ilíada de Homero ii.648.

[7] Píndaro: Odas nemeas v.26 y ss. y iv.59; escoliasta sobre las Odas nemeas de Píndaro iv.54 y 59; Zenobio: Proverbios v.20; Apolodoro: loc. cit.

[8] Apolodoro: ii.13.3; Hesíodo; citado por escoliasta sobre las Odas nemeas de Píndaro iv.59.

[9] Apolonio de Rodas: iv.790 y ss.; Píndaro: Odas ístmicas viii.41

 

[10] Ovidio: Metamorfosis xi.221 y ss.; Sófocles: Troilo, citado por escoliasta sobre las Odas nemeas de Píndaro iii.35; Apolodoro: iii.13.5; Píndaro: Odas nemeas iv.62; Pausanias: v.18.1.

[11] Tzetzes: Sobre Licofrón 175 y 178: Escoliasta sobre Apolonio de Rodas i.582; Herodoto: vii.191; Filóstrato: Heroica xix.l.

[12] Eurípides: Ifigenia en Áulide 703 y ss. y 103 y ss.; Apolonio de Rodas: iv.790: Cátulo: xliv.305 y ss.

[13] Apolodoro: iii.13.5; Homero: Ilíada xvi.144; xviii.84 y xvi.149; Cypria, citado por escoliasta sobre la Ilíada de Homero xvi.140.

[14] Higinio: Fábula 92; Fulgencio: iii.7.

[15] Apolonio de Rodas: i.558; Escoliasta sobre Apolonio de Rodas: iv.816.

[16] Antoninus Liberalis: Transformaciones 38; Tzetzes: Sobre Licofrón 175 y 901.

[17] Tzetzes: Sobre Licofrón 175; Hornero: Ilíada xxiv.536; Píndaro: Odas nemeas iii.34; Apolodoro: iii.13.7; escoliasta sobre Apolonio de Rodas: i.224.

[18] Tolomeo Hefestiono: iv., citado por Focio: p.487; Apolodoro: iii.13.6: Licofrón: Casandra 178 y ss.; Escoliasta sobre la Ilíada de Homero xvi.37.

[19] Homero: Ilíada xviii.434 y xvi.149; Eurípides: Troyanas 112, con escoliasta; Andrómaca 1253 y ss.

[20] Dictys Cretensis: vi.7-9; Estéfano de Bizancio sub Icos; Antología palatina vii.2.9 y ss.

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