a. La madre de los dos hijos mayores de Éaco,
Telamón y Peleo, era Endéis, hija de Escirón. Foco, el más joven, era hijo de
la nereida Psámate, que se había transformado en una foca cuando trató
inútilmente de eludir los abrazos de Éaco. Todos ellos vivían juntos en la isla
de Egina[1].
b. Foco era el favorito de Éaco, y su excelencia en
los juegos atléticos provocaba unos celos furiosos en Telamón y Peleo. En
consecuencia y para que hubiera paz, condujo un grupo de emigrantes eginetas a
Fócide, donde otro Foco, hijo del corinto Ornitión, había colonizado ya las
inmediaciones de Titorea y Belfos, y con el tiempo sus hijos extendieron el
estado de Fócide hasta sus límites actuales. Un día Éaco hizo llamar a Foco
quizá con el propósito de legarle el reino isleño, pero, instigados por su
madre, Telamón y Peleo conspiraron para matarlo a su regreso. Desafiaron a Foco
a una competencia atlética quíntuple, y si fue Telamón quien le derribó, como
si hubiera sido accidentalmente, arrojándole un disco de piedra a la cabeza, y
Peleo quien lo remató con un hacha, o si fue al contrario, se ha discutido
mucho desde entonces. En cualquier caso, Telamón y Peleo eran igualmente
culpables de fratricidio y juntos ocultaron el cadáver en un bosque, donde lo
encontró Éaco. Foco está enterrado cerca del Eaqueón[2].
c. Telamón se refugió en la isla de Salamina, donde
reinaba Cicreo, y envió a su padre un mensajero negando su intervención en el
asesinato. Éaco, en respuesta, le prohibió que volviera a poner los pies en
Egina, aunque le permitió que defendiera su causa desde el mar. En vez de
quedarse gritando en la oscilante cubierta de su barco, anclado detrás de las
rompientes, Telamón navegó una noche hasta el que ahora se llama Puerto
Secreto, entró en él y envió a tierra albañiles para que construyeran un
malecón que le serviría de tribuna; los albañiles terminaron su trabajo antes
del amanecer, y todavía se puede ver su obra. Pero Éaco rechazó su elocuente
alegato de que la muerte de Foco había sido accidental, y Telamón regresó a
Salamina, donde se casó con Glauce, la hija del rey, y sucedió en el trono a
Cicreo[3].
d. Este Cicreo, hijo de Posidón y
Salamina, hija del río Asopo, había sido elegido rey de Salamina cuando mató a
una serpiente para poner fin a sus muchos estragos. Pero conservaba una serpiente
joven de la misma carnada que procedía de la misma manera destructora hasta que
fue expulsada por Euríloco, un compañero de Odiseo; entonces Deméter la recibió
en Eleusis como una de sus acompañantes. Pero algunos explican que Cicreo
mismo, llamado «Serpiente» a causa de su crueldad, fue desterrado por Euríloco
y se refugió en Eleusis, donde se le dio un cargo de poca importancia en el
templo de Deméter. En todo caso, llegó a ser uno de los héroes guardianes de
Salamina, la Isla de la Serpiente; allí lo enterraron con la cara vuelta hacia
el oeste, y apareció en forma de serpiente entre las naves griegas en la famosa
victoria de Salamina. Se ofrecían sacrificios en su tumba y cuando los atenienses
disputaron la posesión de la isla con los megarenses, Solón, el ramoso
legislador, cruzó el mar durante la noche y le hizo sacrificios propiciatorios[4].
e. Cuando murió su esposa Glauce, Telamón se casó
con Peribea, de Atenas, nieta de Pélope, quien le dio al gran Áyax; y posteriormente
con la cautiva Hesione, hija de Laomedonte, quien le dio al igualmente célebre
Teucro[5].
f. Peleo huyó a la corte de Actor, rey de Ftia, cuyo
hijo adoptivo Euritión le purificó. Actor le dio luego en casamiento a su hija
Polimela, y una tercera parte del reino. Un día Euritión, que gobernaba otra
tercera parte, llevó a Peleo a cazar el jabalí calidonio, pero Peleo le
atravesó accidentalmente con la lanza y huyó a Yolco, donde fue purificado una
vez más, en esta ocasión por Acasto, hijo de Pelias[6].
g. Cretéis, la esposa de Acasto, trató de seducir a
Peleo, y cuando él rechazó sus requerimientos, le mintió a Polimela: «Se propone
abandonarte y casarse con mi hija Estérope.» Polimela creyó la maligna mentira
de Cretéis y se ahorcó. No contenta con el daño que había hecho, Cretéis se
presentó llorando a Acasto y acusó a Peleo de haber atentado contra su virtud.
b. Poco dispuesto a matar al hombre al que había
purificado, Acasto le desafío a una partida de caza en el monte Pelión. Ahora
bien, en recompensa por su castidad, los dioses habían dado a Peleo una espada
mágica, forjada por Dédalo, que tenía la propiedad de hacer que su dueño
venciese en la batalla y tuviera igual buen éxito en la caza. En consecuencia,
no tardó en amontonar gran número de ciervos, osos y jabalíes, pero cuando se
disponía a matar todavía más, los compañeros de Acasto reclamaron la presa como perteneciente a su señor, y se burlaron de la
falta de habilidad de Peleo. «¡Dejemos que los animales muertos decidan este
asunto con sus propias bocas!», exclamó Peleo, que les había cortado las
lenguas, y las sacó entonces de una bolsa para demostrar que había ganado
fácilmente el concurso[7].
i. Después de una cena alegre durante la cual superó
a los otros como glotón, Peleo se quedó profundamente dormido. Entonces Acasto
le robó su espada mágica, la ocultó bajo un montón de boñigas y se alejó a
hurtadillas con sus seguidores. Al despertar, Peleo se encontró solo, desarmado
y rodeado de salvajes centauros que se disponían a asesinarle; pero su rey
Quirón no sólo intervino para salvarle la vida, sino que además adivinó dónde
estaba oculta la espada y se la devolvió[8].
j. Entretanto, por consejo de Temis, Zeus eligió a
Peleo para que fuese el marido de la nereida Tetis, con la que se habría casado
él mismo si no le hubiera desanimado la profecía de las Parcas de que cualquier
hijo nacido de Tetis llegaría a ser mucho más poderoso que su padre. También
estaba irritado porque Tetis había rechazado sus requerimientos, en honor a su
madre adoptiva Hera, y había jurado que nunca se casaría con un inmortal. Sin
embargo, Hera, agradecida, decidió casarla con el más noble de los mortales, y
convocó a todos los olímpicos para que asistieran a la boda en la próxima luna
llena, y al mismo tiempo envió a su mensajera Iris a la cueva del rey Quirón
con la orden para Peleo de que se preparase[9].
k. Ahora bien,
Quirón preveía que Tetis por ser inmortal, al principio se sentiría ofendida
por ese casamiento, por lo que, siguiendo sus instrucciones. Peleo se ocultó
detrás de un matorral de bayas de mirto multicolores en la costa de un islote
de Tesalia; allí iba con frecuencia Tetis cabalgando desnuda en un delfín enjaezado
para dormir la siesta en la cueva que este matorral encubría a medias. Tan
pronto como entró en la cueva y quedó dormida, Peleo se apoderó de ella. La
lucha fue silenciosa y feroz. Tetis se transformó sucesivamente en fuego, agua,
león y serpiente[10]; pero a Peleo le habían
advertido de lo que podía ocurrir y se asió a ella resueltamente, incluso
cuando se transformó en una enorme y evasiva jibia que le arrojó su tinta,
metamorfosis que explica el nombre del cabo Sepias, el promontorio cercano
ahora consagrado a las nereidas. Aunque quemado, aporreado, picado y cubierto
con pegajosa tinta sepia, Peleo no la soltó y al final ella cedió y yacieron
apasionadamente abrazados[11].
l. Su boda se celebró delante de la cueva de Quirón
en el monte Pelión. Asistieron los olímpicos sentados en doce tronos. La propia
Hera llevó la antorcha nupcial y Zeus, resignado con su derrota, entregó a
Tetis. Las Parcas y las Musas cantaron, Ganimedes escanció el néctar y las
cincuenta Nereidas bailaron una danza en espiral en la blanca arena. Numerosos
centauros acudieron a presenciar la ceremonia con guirnaldas de hierba,
blandiendo saetas de abeto y prediciendo buena suerte[12].
m. Quirón dio a Peleo una lanza; Atenea había
bruñido su asta, cortada de un fresno en la cumbre del Pelión; y Hefesto había
forjado su hoja. El regalo conjunto de los dioses fue una magnífica armadura
dorada, a la que Posidón añadió los dos caballos inmortales Balio y Janto,
hijos del Viento Oeste y de la harpía Podarge[13].
n. Pero la diosa Éride, que no
había sido invitada, estaba decidida a hacer que los huéspedes divinos riñeran,
y mientras Hera, Atenea y Afrodita conversaban amistosamente, tomadas del brazo,
hizo rodar una manzana de oro hasta sus pies. Peleo la recogió y se quedó
perplejo al leer su inscripción, que decía: «Para la más bella», pues no sabía
a cuál de las tres estaba destinada. Esta manzana fue la causa protocatártica
de la guerra de Troya[14].
o. Algunos dicen que Tetis, la esposa de Peleo, era
hija de Quirón y de una mera mortal, y que Quirón, deseando honrar a Peleo,
difundió el rumor de que se había casado con la diosa, el ama de ésta[15].
p. Entretanto Peleo, cuya fortuna había restaurado
el bondadoso Quirón, y que ahora adquirió como dote grandes ganados vacunos,
envió algunos de ellos a Ftia como indemnización por haber matado
accidentalmente a Euritión; pero como los ftianos rechazaron el pago, dejó que
los animales vagaran a su voluntad por el campo. Ésta resultó una decisión
afortunada, porque un lobo feroz que Psámate había enviado tras él para vengar
la muerte de su hijo Foco sació de tal modo su hambre con ese ganado sin dueño
que apenas podía arrastrarse. Cuando Peleo y Tetis se encontraron cara a cara
con el lobo, éste quiso saltar a la garganta de Peleo, pero Tetis le miró
amenazadoramente sacando la lengua y lo convirtió en una piedra que todavía se
muestra en el camino entre Lócride y Fócide[16].
q. Luego Peleo volvió a Yolco, donde Zeus le
proporcionó un ejército de hormigas transformadas en guerreros, por lo que se
le llamó Rey de los Mirmidones. Tomó la ciudad sin ayuda, mató primeramente a
Acasto y luego a la acobardada Cretéis, y entró con sus mirmidones en la ciudad
entre los pedazos de su cuerpo descuartizado[17].
r. Tetis quemó sucesivamente las partes mortales de
los seis hijos que tuvo con Peleo para hacerlos inmortales como ella, y envió a
cada uno de ellos por turno al Olimpo. Pero Peleo consiguió arrebatarle el
séptimo cuando ella ya había hecho inmortal todo su cuerpo, con excepción del
talón, poniéndolo en el fuego y luego frotándolo con ambrosía; el talón medio
chamuscado se había librado de este tratamiento final. Irritada por esa
intervención, Tetis se despidió de Peleo y volvió a su residencia en el mar.
Llamó a su hijo Aquiles porque todavía no había puesto los labios en su pecho. Peleo proporcionó a Aquiles un hueso de tobillo
nuevo tomado del esqueleto del veloz gigante Damiso, pero ese hueso estaba
predestinado a ser la causa de su muerte[18].
s. Demasiado viejo para combatir en Troya personalmente,
Peleo entregó más tarde a Aquiles la armadura dorada, la lanza de fresno y los
dos caballos que había recibido como regalos de boda. Finalmente, fue expulsado
de Ftia por los hijos de Acasto, quienes ya no le temían después de haberse
enterado de la muerte de Aquiles; pero Tetís le ordenó que fuese a la cueva
situada junto al matorral de bayas de mirto en la que él le había dominado por
vez primera, y esperase allí hasta que ella se lo llevase a vivir con ella para
siempre en las profundidades del mar. Peleo fue a la cueva y desde ella
observaba con ansia los barcos que pasaban, con la esperanza de que uno de
ellos condujera a su nieto Neoptó-lemo de vuelta de Troya[19].
t. Entretanto Neoptólemo reparaba su flota destruida en Molosia y cuando se enteró
del destierro de Peleo se disfrazó de cautivo troyano y se dirigió con su barco
a Yolco, donde consiguió dar muerte a los hijos de Acasto y apoderarse de la
ciudad. Pero Peleo, cada vez más impaciente, fletó un barco para ir a Molosia;
el mal tiempo lo llevó a la isla de Icos cerca de Eubea, donde murió y fue
enterrado, y así perdió el derecho a la inmortalidad que le había prometido
Tetis[20].
*
1. El mito de Éaco, Psámate («costa arenosa») y Foco
(«foca») se da en el folklore de casi todos los países europeos. Habitualmente
el héroe ve una manada de focas nadando hacia una costa desierta bajo la luna
llena y que luego se despojan de sus pieles para mostrarse como mujeres
jóvenes. El héroe se oculta tras una roca mientras ellas danzan desnudas en la
arena, y luego se apodera de una de las pieles de foca, con lo que adquiere
poder sobre su dueña, a la que deja encinta. Más tarde disputan; ella recupera
su piel y se aleja nadando. La danza de las cincuenta nereidas en la boda de
Tetis y su regreso al mar después del nacimiento de Aquiles parecen ser
fragmentos del mismo mito, el origen del cual parece haber sido una danza
ritual de cincuenta sacerdotisas-focas dedicadas a la Luna y que constituían un
proemio a la elección de un rey sagrado por la Suma Sacerdotisa. Aquí la escena
se sitúa en Egina, pero, a juzgar por la fábula de la lucha de Peleo cerca del
cabo Sepias, un ritual análogo lo realizaba en Magnesia un colegio de
sacerdotisas-jibias; la jibia aparece prominentemente en las obras de arte
cretenses, incluyendo el peso legal del Tesoro Real de Cnosos, y también en los
monumentos megalíticos de Carnac y otras partes de Bretaña. Tiene ocho
tentáculos, como la anémona sagrada de Pelión tiene ocho pétalos; ocho es el
número de la fertilidad en el mito mediterráneo. Peleo («barroso») puede haber
llegado a ser el título del rey sagrado después de ser ungido con sepia, puesto
que se lo llama hijo de Endéis, «la enredadora», sinónimo de la jibia.
2. La partida de caza de Acasto, el siguiente
banquete y la pérdida de la espada mágica de Peleo parecen haber sido deducidos
equivocadamente de una representación gráfica en la
que se veían los preliminares de una ceremonia de coronación; la coronación
implicaba el casamiento con la heredera de la tribu. La escena incluía, al
parecer, el combate ritual del rey con hombres disfrazados de animales y la
extracción de una espada regia de la hendidura de una roca (interpretada
erróneamente por el mitógrafo como un montón de boñiga), lo mismo que en los
mitos de Teseo (véase 95.e) y del rey Arturo del Lionesado. Pero la lanza de
fresno cortada por Quirón en el monte Pelión es un símbolo de soberanía
anterior a la espada.
3. Las transformaciones de Tetis indican una
exhibición de los poderes estacionales de la diosa presentados en forma de una
serie de danzas (véase 9.d y 32.b). El mirto tras el cual la encontró Peleo la
primera vez era el emblema del último mes del reinado de su predecesor (véase
52.3 y 109.4); y, por lo tanto, servía como su lugar de reunión cuando
terminaba su propio reinado.
Este mito parece registrar un casamiento por
convenio, al que asistieron representantes de doce tribus o clanes
confederados, entre un príncipe de Ftia y la sacerdotisa de la Luna de Yolco,
en Tesalia.
4. Es posible que el autor de la antigua Seege or Battayle of Troy inglesa se,
basara en una fuente clásica perdida cuando hizo a Peleo «medio hombre y medio
caballo», lo que quiere decir que Peleo fue adoptado en un clan eócida que
rendía culto al caballo. Tal adopción implicaría un banquete de carne de
caballo, con carácter de sacrificio (véase 75.3), lo que explica el regalo
nupcial de Balio y Janto sin un carro del que tiraran. Los centauros de
Magnesia y los tesalios de Yolco parecen haber estado unidos por una alianza
exogámica; de aquí la afirmación por el escoliasta sobre Apolonio de Rodas de
que la esposa de Peleo era, en realidad, la hija de Quirón.
5. La perplejidad de Perseo cuando recogió la
manzana arrojada por Éride sugiere una pintura de la diosa Luna, en tríada,
ofreciendo la manzana de la inmortalidad al rey sagrado (véase 32.4; 53.5 y
159.3). El asesinato de Acasto y la entrada de Peleo en la ciudad entre los
pedazos desmembrados del cuerpo de Cretéis pueden ser una interpretación
equivocada de una ilustración que mostraba a un nuevo rey disponiéndose a
recorrer las calles de la ciudad después de haber descuartizado ritualmente a
su predecesor con un hacha.
6. Los frecuentes asesinatos, accidentales o
intencionales, que hacían que los príncipes abandonaran su patria y fueran purificados
por reyes extranjeros con cuyas hijas se casaban luego, son una invención de
mitógrafos posteriores. No hay razón para suponer que Peleo dejó Egina, o Ftia,
caído en desgracia; en una época en que la monarquía se regía por la sucesión
matrilineal, los candidatos al trono venían siempre del exterior, y el nuevo
rey renacía en la casa real después de asesinar ritualmente a su predecesor. Entonces
cambiaba de nombre y de tribu, porque así se esperaba despistar al alma
vengativa del asesinado. Del mismo modo, Telamón de Egina fue a Salamina, lo
eligieron nuevo rey, mató al rey anterior —quien se convirtió en un héroe
oracular— y se casó con la suma sacerdotisa de un colegio de sacerdotisas de la
lechuza. Se consideró conveniente, en épocas más civilizadas, cuando se
empleaba un ritual muy parecido para purificar a los criminales ordinarios,
olvidar que la dignidad real implicaba asesinato, y sugerir que Peleo, Telamón
y los demás habían estado relacionados con crímenes o escándalos que no tenían
nada que ver con su ascensión al trono. El escándalo consiste con frecuencia en
una acusación falsa de haber atentado contra la virtud de una reina (véase 75.a
y 101.e). La relación de Cicreo con los misterios eleusinos y el casamiento de
Telamón con una princesa ateniense adquirieron importancia cuando en 620 a. de
C. Atenas y Megara disputaron la posesión de Salamina. Los espartanos juzgaron
el caso y los embajadores atenienses fundamentaron con buen éxito su reclamación
en la vinculación de Telamón con el Ática (Plutarco: Solón 8 y 9).
7. La muerte de Foco por el disco, como la de
Acrisio (véase 72.p) parece ser una interpretación errónea de una ilustración
que representaba el final del reinado del rey-foca, y en el cual el disco que
volaba era un disco solar; como se ve claramente en el mito, el arma del
sacrificio era un hacha. Varios héroes, además de Aquiles, fueron muertos
mediante una herida en el talón, y no solamente en Grecia, sino también en la
mitología egipcia; celta, lidia, india y escandinava (véase 90.8; 92.10).
8. La quema de los hijos de Tetis era una práctica
común: el sacrificio anual del niño que sustituía al rey sagrado (véase 24.10 y
156.2). Al final del octavo año moría el rey mismo (véase 91.4 y 109.3). En el Mahabharata indio hay un relato análogo:
la diosa Ganges hace perecer ahogados a sus siete
hijos habidos con el dios Krishna. La división que hizo Actor de su reino en
tres partes tiene su análoga en el mito de Preto (véase 72.h): el rey sagrado,
en vez de dejarse sacrificar en la fecha señalada para la terminación de su
reinado, conservaba una parte de su reino y legaba el resto a sus sucesores.
Los siguientes reyes insistieron en conservar la soberanía durante toda su
vida.
9. La muerte de Peleo en Cos indica que su nombre
era allí un título regio, lo mismo que en Ftia, Yolco y Salamina. Se hizo rey
de los mirmidones porque los ftianos adoraban a su diosa como Mirmex
(«hormiga»; véase 66.2). La fábula de Antoninus Liberalis sobre Tetis y el lobo
parece haber sido deducida de una ilustración en la que aparecía una
sacerdotisa de Afrodita Lobuna (Pausanias: ii.31.6) con una máscara de gorgona
mientras sacrificaba ganado.
[1]
Apolodoro: iii.12.6;
Píndaro: Odas nemeas v. 13.
[2]
Plutarco: Vidas paralelas 25; Pausanias: x.1.1 y
ii.29.7; Apolodoro: loc. cit.; Los Alcmeónidas, citado por escoliasta
sobre Andrómaca de Eurípides 687;
Tzetzes: Sobre Licofrón 175; Diodoro
Sículo: iv.72.
[3] Apolodoro:
iii.12.7; Pausanias: ii.29.7; Diodoro Sículo: loc. cit.
[4]
Apolodoro: loc. cit. Hesíodo, citado por Estrabón:
ix.1.9; Estéfano de Bizancio sub
Kychreios Pagos; Eustacio sobre la Descripción
de la tierra de Dionisio 507; Plutarco: Solón
9; Licofrón: Casandra 110; Pausanias:
i.36.1.
[5] Apolodoro:
loc. cit.
[6] Ibid.: 13.1-2; Diodoro Sículo: loc. cit.; Tzetzes: Sobre Licofrón 175; Eustacio sobre la Ilíada de Homero ii.648.
[7]
Píndaro: Odas nemeas v.26 y ss. y iv.59;
escoliasta sobre las Odas nemeas de
Píndaro iv.54 y 59; Zenobio: Proverbios
v.20; Apolodoro: loc. cit.
[8]
Apolodoro: ii.13.3;
Hesíodo; citado por escoliasta sobre las Odas
nemeas de Píndaro iv.59.
[9] Apolonio de Rodas: iv.790 y ss.; Píndaro: Odas ístmicas viii.41
[10]
Ovidio: Metamorfosis xi.221 y ss.; Sófocles: Troilo, citado por escoliasta sobre las Odas nemeas de Píndaro iii.35;
Apolodoro: iii.13.5; Píndaro: Odas nemeas
iv.62; Pausanias: v.18.1.
[11]
Tzetzes: Sobre Licofrón 175 y 178: Escoliasta
sobre Apolonio de Rodas i.582; Herodoto: vii.191; Filóstrato: Heroica xix.l.
[12] Eurípides: Ifigenia en Áulide 703 y ss. y 103 y
ss.; Apolonio de Rodas: iv.790: Cátulo: xliv.305 y ss.
[13]
Apolodoro: iii.13.5;
Homero: Ilíada xvi.144; xviii.84 y
xvi.149; Cypria, citado por
escoliasta sobre la Ilíada de Homero
xvi.140.
[14]
Higinio: Fábula 92; Fulgencio: iii.7.
[15]
Apolonio de Rodas: i.558;
Escoliasta sobre Apolonio de Rodas: iv.816.
[16]
Antoninus Liberalis: Transformaciones 38; Tzetzes: Sobre Licofrón 175 y 901.
[17]
Tzetzes: Sobre Licofrón 175; Hornero: Ilíada xxiv.536; Píndaro: Odas nemeas iii.34; Apolodoro: iii.13.7;
escoliasta sobre Apolonio de Rodas: i.224.
[18]
Tolomeo Hefestiono: iv.,
citado por Focio: p.487; Apolodoro: iii.13.6: Licofrón: Casandra 178 y ss.; Escoliasta sobre la Ilíada de Homero xvi.37.
[19]
Homero: Ilíada xviii.434 y xvi.149; Eurípides: Troyanas 112, con escoliasta; Andrómaca 1253 y ss.
[20]
Dictys Cretensis: vi.7-9;
Estéfano de Bizancio sub Icos;
Antología palatina vii.2.9 y ss.
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