jueves, 14 de diciembre de 2017

61. LAMIA

a. Belo tenía una hermosa hija llamada Lamia que gobernó en Libia y a la que Zeus, agradecido por sus favores, otorgó la facultad singular de quitarse los ojos y volver a ponérselos a su voluntad. Le dio varios hijos, pero todo ellos, menos Escila, fueron muertos por Hera en un arrebato de celos. Lamia se vengó matando a los hijos de otros y obró con tanta crueldad que su rostro se convirtió en una máscara espantosa.
b. Posteriormente se agregó al grupo de las Empusas yaciendo con jóvenes y chupándoles la sangre mientras dormían[1].

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1. Lamia era la libia Neith, la diosa del Amor y la Batalla, llamada también Anatha y Atenea (véase 8.1, 25.2 y 61.1), cuyo culto suprimieron los aqueos; como Alfito de Arcadia, terminó siendo un coco para los niños (véase 52.7). Su nombre, Lamia, parece ser análogo a lamyros («glotón»), de laimos («gaznate») ; así, de una mujer: «lasciva», y su feo rostro es la máscara de gorgona profiláctica que llevaban sus sacerdotisas durante los Misterios (véase 33.3), de los que el infanticidio era parte integral. Los ojos removibles de Lamia han sido deducidos quizá de una ilustración en que aparecía la diosa otorgando la visión mística a un héroe mediante la entrega de un ojo (véase 73.8). Las Empusas eran incubas (véase 55.1).





[1] Diodoro Sículo: xx.41; Suidas sub Lamia; Plutarco: Sobre la curiosidad 2; Escoliasta sobre La paz de Aristófanes 757; Estrabón: i.11.8; Eustacio sobre Homero: p. 1714; Aristóteles: Ética vii.5.

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