jueves, 14 de diciembre de 2017

60. BELO Y LAS DANAIDES

a. El rey Belo, que gobernaba en Quemis de la Tebas egipcia, era hijo de Libia y Posidón y hermano mellizo de Agenor. Su esposa Anquínoe, hija del Nilo, le dio dos mellizos, Egipto y Dánao, y un tercer hijo, Cefeo[1].
b. A Egipto se le dio Arabia por reino, pero subyugó también la región de los melámpodes, a la que dio su nombre de Egipto. Le nacieron cincuenta hijos de diversas madres: libias, árabes, fenicias, etc. Dánao, enviado para que gobernase Libia, tuvo cincuenta hijas, llamadas las Danaides, nacidas también de varias madres: náyades, hamadríadas, princesas egipcias de Elefantina y Menfis, etíopes, etc.
c. Cuando murió Belo, los hermanos mellizos se pelearon por la herencia y como un gesto conciliador Egipto propuso un casamiento general entre los cincuenta príncipes y las cincuenta princesas. Dánao, sospechando un complot, no quería consentir en ello y, cuando un oráculo confirmó sus temores de que Egipto se proponía matar a todas las Danaides, se dispuso a huir de Libia[2].
d. Con ayuda de Atenea construyó un barco para él y sus hijas —el primer barco de dos proas que se hizo a la mar— y navegaron con rumbo a Grecia pasando por Rodas. Allí Dánao dedicó una imagen a Atenea en un templo que le erigieron las Danaides, tres de las cuales murieron durante su estada en la Isla; las ciudades de Lindo, Yáliso y Camiro llevan sus nombres[3].
e. Desde Rodas navegaron al Peloponeso y desembarcaron cerca de Lerna, donde Dánao anunció que había sido elegido por voluntad divina para ser rey de Argos. Aunque el rey argivo, Gelanor, se rió de esa pretensión, como era natural, sus súbditos se reunieron esa tarde para discutirla. Sin duda Gelanor habría conservado el trono, a pesar de la declaración de Dánao de que Atenea le apoyaba, si los argivos no hubieran aplazado su decisión hasta el amanecer, cuando un lobo descendió audazmente de las montañas, atacó a una vacada que pacía cerca de las murallas de la ciudad y mató al toro principal. Los argivos interpretaron eso como el anuncio de que Dánao se apoderaría del trono por la violencia si se le hacía resistencia, y en consecuencia convencieron a Gelanor para que abdicara pacíficamente.
f. Dánao, convencido de que el lobo había sido Apolo disfrazado, dedicó el famoso templo a Apolo Lobuno en Argos y llegó a ser un gobernante tan poderoso que todos los pelasgos de Grecia se llamaban a sí mismos dánaos. También construyó la ciudadela de Argos, y sus hijas llevaron los Misterios de Deméter, llamados Tesmoforias, de Egipto, y los enseñaron a las mujeres pelasgas. Pero desde la invasión doria ya no se realizan las Tesmoforias en el Peloponeso, salvo en Arcadia[4].
g. Cuando Dánao llegó a Argólida este país sufría una prolongada sequía, pues Posidón, ofendido por la decisión de Inaco de que el territorio pertenecía a Hera, había secado todos los ríos, y arroyos. Envió a sus hijas en busca de agua, con la orden de aplacar a Posidón por cualquier medio. Una de ellas, llamada Amimone, cuando perseguía a un ciervo en el bosque, molestó sin querer a un sátiro que dormía. El sátiro se levantó de un salto y trató de violarla, pero Posidón, a quien ella invocó, arrojó su tridente al sátiro. Éste, que huía, se escabulló y el tridente fue a clavarse en una roca, y Posidón yació con Amimone, quien se alegró de poder cumplir tan gratamente las órdenes de su padre. Al enterarse de cuál era su mandado, Posidón señaló su tridente y le dijo a Amimone que lo arrancase de la roca. Cuando ella lo hizo, tres corrientes de agua brotaron de los tres agujeros hechos por los dientes del tridente. Este manantial, llamado ahora el Amimone, es la fuente del río Lerna, que nunca se seca, ni siquiera en pleno verano[5].
h. En Amimone dio a luz Equidna bajo un sicómoro a la monstruosa Hidra. Vivía en las cercanías del lago de Lerna, al que acuden los asesinos para purificarse, y de ahí viene el proverbio: «Una Lerna de males»[6].
i. Egipto envió entonces sus hijos a Argos y les prohibió que volvieran hasta que hubieran castigado a Dánao y toda su familia. A su llegada suplicaron a Dánao que revocara su anterior decisión y les permitiera casarse con sus hijas, pero con el propósito de asesinarlas en la noche de bodas. Como él volvió a negárselo, pusieron sitio a Argos. Ahora bien, no había fuentes en la ciudadela argiva, y aunque las Danaides inventaron luego el arte de cavar pozos y proveyeron a la ciudad con varios de ellos, incluso cuatro sagrados, carecía de agua en aquel momento. Comprendiendo que la sed le obligaría pronto a capitular, Dánao prometió hacer lo que pedían los hijos de Egipto tan pronto como levantaran el sitio[7].
j. Se concertó una boda conjunta y Dánao formó las parejas, basando su elección en algunos casos en que la novia y el novio tenían madre de la misma categoría, o en que sus nombres eran parecidos —así Clite, Estánele y Crisipe se casaron con Clito, Esténelo y Crisipo—, pero en la mayoría de los casos echó suertes valiéndose de un yelmo[8].
k. Durante el banquete de bodas Dánao distribuyó en secreto agudos alfileres que sus hijas ocultaron en el cabello y a medianoche cada una de ellas clavó el suyo en el corazón de su marido. Sólo quedó un sobreviviente; por consejo de Ártemis, Hipermestra salvó la vida de Linceo porque éste había respetado su virginidad, y le ayudó a huir a la ciudad de Lincea, a sesenta estadios de distancia. Hipermestra le suplicó que encendiera un fuego de señal para hacerle saber que se había puesto a salvo, y ella contestaría del mismo modo desde la ciudadela; y los argivos todavía encienden anualmente fuegos de señal en conmemoración de ese pacto. Al amanecer se enteró Dánao de la desobediencia de Hipermestra y fue sometida a juicio con peligro de su vida, pero los jueces argivos la absolvieron. En consecuencia, ella erigió una estatua a Afrodita Victoriosa en el templo de Apolo Lobuno y además dedicó un templo a Ártemis Persuasiva[9].
l. Las cabezas de los hombres asesinados fueron enterradas en Lerna y a sus cuerpos se le rindieron honores fúnebres bajo las murallas de Argos; pero, aunque Atenea y Hermes purificaron a las Danaides en el lago lerneano con permiso de Zeus, los Jueces de los Muertos las condenaron a la tarea interminable de transportar agua en cántaros perforados como cedazos[10].
m. Linceo e Hipermestra volvieron a unirse y Dánao después de haber decidido casar a sus otras hijas lo más pronto que pudiera antes del mediodía del día de su purificación pidió que se presentaran pretendientes. Propuso que se corriera una carrera matrimonial partiendo de la calle Llamada ahora Afeta: el vencedor sería el primero que eligiría una esposa y los otros las irían eligiendo por su orden de Llegada. Como no pudo encontrar bastantes hombres dispuestos a arriesgar su vida casándose con unas asesinas, sólo corrieron unos pocos, pero cuando pasó la noche de bodas sin que les ocurriera nada malo a los recién casados, se presentaron más pretendientes, y se celebró otra carrera al día siguiente. Todos los descendientes de esos matrimonios se consideran dánaos, y los argivos todavía celebran la carrera en la llamada Competencia Nupcial. Linceo mató posteriormente a Dánao y reinó en su lugar. De buena gana habría matado también a sus cuñadas al mismo tiempo para vengar la muerte de sus hermanos, si los argivos se lo hubiesen permitido[11].
n. Entretanto, Egipto había ido a Grecia, pero cuando se enteró de la suerte de sus hijos huyó a Aroe, donde murió, y lo enterraron en Patras, en un templo de Serapis[12].
o. Nauplio, hijo de Amimone y Posidón, famoso navegante, descubrió el arte de navegar guiándose por la Osa Mayor y fundó la ciudad de Nauplia, donde estableció a los tripulantes egipcios que habían navegado con su abuelo. Fue el antepasado de Nauplio el Destructor, quien atraía a los barcos enemigos al naufragio encendiendo fuegos de señal falsos[13].

*

1. Este mito es testimonio de la primitiva llegada a Grecia de colonos helenos provenientes de Palestina pasando por Rodas, y su introducción de la agricultura en el Peloponeso. Se sostiene que entre ellos había emigrantes de Libia y Etiopía, lo que parece probable (véase 6.1 y 8.2), Belo es el Baal del Antiguo Testamento y el Bel de los libros apócrifos; había tomado su nombre de la diosa Luna sumeria Belili, a la que desposeyó.
2. Las tres Danaides, llamadas también Telquines, o «encantadoras» que dieron su nombre a las tres ciudades de Rodas, eran la diosa Luna triple Dánae (véase 54.1 y 73.4). Los nombres de Linda, Camiro y Yálisa parecen ser formas desgastadas de linodeousa («atadora con hilo de lino»), catamerizousa («distribuidora») e ialemistria («mujer que gime»); son, en realidad, las familiares Tres Parcas o Moiras, llamadas de otro modo Cloto, Láquesis y Atropo (véase 10.1) porque ejercían esas mismas funciones. La teoría clásica del hilo de lino consistía en que la diosa ataba al ser humano al extremo de un hilo cuidadosamente medido que iba largando anualmente, hasta que llegaba el momento de cortarlo y abandonar su alma a la muerte. Pero originalmente envolvía al infante lloroso en un pañal de lino en el que estaban bordadas las marcas de su clan y familia y así le asignaba el lugar que le estaba destinado en la sociedad.
3. El nombre sumerio de Dánae era Dam-kina. Los hebreos la llamaban Dinah (Génesis xxxiv), y también la masculinizaban como Dan. Cincuenta sacerdotisas de la Luna constituían la dotación regular de un colegio, y su deber consistía en mantener la tierra regada mediante encantamientos que producían la lluvia, el riego y la excavación de pozos; de aquí que el nombre de las Danaides se haya relacionado con la palabra griega danos, «reseca», y con danos, «un don», la primera a de las cuales es a veces larga y a veces breve. El hecho de que Agenor y Belo fueran mellizos, lo mismo que Dánao y Egipto, indica que en Argos existía un sistema monárquico en el que cada co-rey se casaba con una Suma Sacerdotisa y reinaba durante cincuenta meses lunares, o la mitad de un Gran Año. Las Sumas Sacerdotisas eran elegidas mediante una carrera pedestre (el origen de los Juegos Olímpicos) que se corría al final de los cincuenta meses, o de cuarenta y nueve en años alternos (véase 53.4). Y la carrera pedestre del Año Nuevo en Olimpia (véase 53.e), Esparta (véase 160.d), Jerusalén (Hooke: Origen del ritual semita primitivo, 1935, p. 53) y Babilonia (Langdon: Epopeya de la Creación, versos 57 y 58), se corría por el reinado sagrado, como en Argos. Un rey Sol debía ser rápido.
4. La Hidra (véase 34.3 y 60.h), muerta por Heracles, parece haber personificado a ese colegio de sacerdotisas proveedoras de agua (véase 124.2-4), el mito de las Danaides registra, según parece, dos tentativas helenas de apoderarse de su templo, la primera de las cuales fracasó señaladamente. Después de la segunda tentativa, esta vez afortunada, el caudillo heleno se casó con la Suma Sacerdotisa y distribuyó a las sacerdotisas del agua como esposas entre sus capitanes. «La calle llamada Afeta» debió de ser el punto de partida en la carrera de las muchachas para obtener el cargo de Suma Sacerdotisa, pero utilizada también en la carrera pedestre de los hombres que aspiraban al cargo de rey sagrado (véase 53.3 y 160.d). Linceo era un título regio también en Mesenia (véase 74.1) y significa «del lince», el caracal, una especie de león famoso por su vista aguda.
5. «Egipto» y «Dánao» parecen haber sido títulos primitivos de los co-reyes de Argos; y como era una costumbre muy difundida enterrar la cabeza del rey sagrado en los accesos de una ciudad, y protegerla así contra la invasión (véase 146.2), las supuestas cabezas de los hijos de Egipto enterradas en Lerna eran probablemente las de sucesivos reyes sagrados. A los egipcios los llamaban melampodos («pies negros») porque chapoteaban en el lodo negro del Nilo durante la estación de la siembra.
6. Una sociedad posterior y monógama representaban las Danaides con sus cántaros agujereados como castigo eterno por matricidio. Pero en la ilustración de la que se deriva esta fábula realizaban un encantamiento necesario: derramar agua en tierra para producir chaparrones mediante la magia simpática (véase 41.5 y 68.1). Parece que el cedazo, o el jarro que hace agua, siguió siendo una marca distintiva de la mujer prudente muchos siglos después de la abolición de los colegios de danaides: Filóstrato dice (Vida de Apolonio de Tiana vi.11) que «mujeres con cedazos en las manos van de un lado a otro pretendiendo curar el ganado de los ingenuos pastores».
7. Los fuegos de señal de Hipermestra y Linceo habrán sido los que encendían en el Festival de la Primavera argivo para celebrar el triunfo del Sol. Es posible que en Argos se diera muerte al rey sagrado atravesándole el corazón con una larga aguja: una muerte relativamente misericordiosa.
8. Las Tesmoforias («ofrendas debidas») eran orgías agrícolas que se celebraban en Atenas (véase 48.b) y en las cuales llevaban en un cesto los órganos genitales cortados del rey sagrado o su sustituto; en tiempos más civilizados los reemplazaban con tortas en forma de falo y serpientes vivas. Apolo Licio puede significar «Apolo de la Luz» más bien que «Apolo Lobuno», pero los dos conceptos estaban relacionados por la costumbre de los lobos de aullar a la luna llena.





[1] Herodoto: ii.91; Eurípides, citado por Apolodoro: ii.1.4.

[2] Apolodoro: ii.11; Higinio: Fábula 168; Eustacio sobre Homero, p. 37.

[3] Higinio: loc. cit.; Apolodoro: ii.1.4; Herodoto: ii.234; Diodoro Sículo: v. 58.1; Estrabón: xiv.2.8.

[4] Pausanias: ii.38.4 y 19.3; Eurípides, citado por Estrabón: viii.6.9; Estrabón: loc. cit.; Herodoto: ii.171; Plutarco: Sobre la malicia de Herodoto 13.

[5] Higinio: Fábula 169; Apolodoro: ii.1.4.

[6] Pausanias: ii.37.1 y 4; Estrabón: viii.6.8.

[7] Higinio: Fábula 168; Apolodoro: ii.1.5; Estrabón: viii.6.9.

[8] Apolodoro: loc. cit.; Higinio: Fábula 170.

[9] Apolodoro: loc. cit.; Pausanias: ii.25.4; 19.6 y 21.1.

[10] Apolodoro: loc. cit.; Luciano: Diálogos marinos vi; Higinio: Fábula 168; Ovidio: Heroidas xiv; Horacio: Odas iii.11.30.

[11] Píndaro: Odas píticas ix.117 y ss.; Pausanias: iii.12.2; Higinio: Fábula 170; Servio sobre la Eneida de Virgilio x.497.

[12] Pausanias: vii.21.6.

[13] Apolonio de Rodas: i.136-8; Teón sobre Fenómenos de Arato 27; Pausanias: iv.35-2.

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