a. Cuando Cadmo hubo servido durante ocho años a
Ares como esclavo, para expiar la muerte de la serpiente castalia, Atenea le
otorgó la región de Beocia. Con la ayuda de sus Hombres Sembrados construyó la
Acrópolis de Tebas, llamada «la Cadmea» en su honor, y, después de iniciarse en
los misterios que Zeus había enseñado a Yasión, se casó con Harmonía, hija de
Afrodita y Ares; algunos dicen que Atenea se la había dado cuando visitó
Samotracia[1].
b. Esta fue la primera boda de seres mortales a la
que asistieron los olímpicos. Se instalaron doce tronos de oro para ellos en la
residencia de Cadmo, situada donde se halla ahora el mercado de Tebas; y todos
ellos llevaron regalos. Afrodita regaló a Harmonía el famoso collar de oro
hecho por Hefesto —originalmente había sido el regalo de amor de Zeus a la
hermana de Cadmo, Europa— que confería a quien lo llevaba una belleza
irresistible[2].
Atenea le regaló una túnica dorada que también confería
la dignidad divina a quien la llevaba, y también, un surtido de flautas;
Hermes, una lira. El regalo de Cadmo a Harmonía fue otra hermosa túnica. Y
Electra, madre de Yasión, le enseñó los ritos de la Gran Diosa, en tanto que
Deméter le aseguró una abundante cosecha de cebada acostándose con Yasión en un
campo arado tres veces durante las celebraciones. Los tebanos muestran todavía
el lugar en que las Musas tocaban la flauta y cantaban en esa ocasión y en que
Apolo tocó la lira[3].
c. En su ancianidad, para aplacar a Ares, quien
todavía no le había perdonado por completo por haber matado a la serpiente, Cadmo
renunció al trono de Tebas en favor de su nieto Penteo, a quien su hija Agave
había tenido con Equión, el Hombre Sembrado, y que vivía tranquilamente en la
ciudad. Pero cuando Penteo fue muerto por su madre, Dioniso pronosticó que
Cadmo y Harmonía, en un carro tirado por novillas, gobernarían hordas bárbaras.
Dijo que esos mismos bárbaros saquearían muchas ciudades griegas hasta que por
fin espoliarían un templo de Apolo a raíz de lo cual sufrirían un justo
castigo; pero Ares salvaría a Cadmo y Harmonía transformándolos en serpientes y
vivirían felices eternamente en las Islas de los Bienaventurados[4].
d. En consecuencia, Cadmo y Harmonía emigraron al
país de los enqueleos, los que, cuando los atacaron los ilirios, los eligieron
como sus gobernantes de acuerdo con el pronóstico de Dioniso. Agave se casó con
Licoterses, rey de Iliria, en cuya corte se había refugiado después de haber
asesinado a Penteo; pero al enterarse de que sus padres mandaban a las fuerzas
enqueleas, asesinó también a Licoterses y entregó el reino a Cadmo[5].
e. En su ancianidad, cuando ya se
había cumplido por completo la profecía, Cadmo y Harmonía se transformaron en
serpientes negras con motas azules y Zeus los envió a las Islas de los Bienaventurados.
Pero algunos dicen que Ares los transformó en leones. Sus cuerpos fueron
enterrados en Iliria, donde Cadmo había edificado la ciudad de Butua. Le
sucedió Ilirio, el hijo tenido en su ancianidad[6].
*
1. El casamiento de Cadmo con
Harmonía en presencia de los doce dioses olímpicos corre parejo con el
casamiento de Peleo con Tetis (véase 81.1), y parece registrar un
reconocimiento helénico general de los conquistadores cadmeos de Tebas, después
de haber sido patrocinados por los atenienses e iniciados decentemente en los
Misterios samotracios. Su fundación de Butua constituye una pretensión de los
ilirios de que se los considerara griegos y por lo tanto con derecho a
intervenir en los Juegos Olímpicos. Cadmo pudo haber tenido un oráculo en
Iliria si se lo representaba allí como serpiente; y los leones en que se dice
que fueron transformados él y Harmonía eran, quizá, tenantes heráldicos gemelos
de la imagen anicónica de la Gran Diosa, como en la famosa Puerta de los Leones
de Micenas. El mitógrafo sugiere que se le permitió emigrar con una colonia al
final de su reinado en vez de ser ejecutado (véase 117.5).
[1]
Pausanias: ix.5.1; Diodoro
Sículo: v.48; Apolodoro: iii.4.2.
[2]
Diodoro Sículo: v.49 y
iv.65.5; Píndaro: Odas píticas iii.94; Pausanias ix.12.3; Ferécides, citado por
Apolodoro: iii.4.2.
[3]
Diodoro Sículo: v.49;
Pausanias: ix.12.3.
[4]
Higinio: Fábula 6; Apolodoro: iii.4.2; Eurípides:
Bacantes 43 y 1350 y ss.
[5]
Higinio: Fábulas 184 y 240.
[6]
Ovidio: Metamorfosis iv.562-602; Apolodoro:
iii.5.4; Ptolomeo Hefestionos: i.; Apolonio de Rodas: iv.517.
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