jueves, 14 de diciembre de 2017

59. CADMO Y HARMONÍA

a. Cuando Cadmo hubo servido durante ocho años a Ares como esclavo, para expiar la muerte de la serpiente castalia, Atenea le otorgó la región de Beocia. Con la ayuda de sus Hombres Sembrados construyó la Acrópolis de Tebas, llamada «la Cadmea» en su honor, y, después de iniciarse en los misterios que Zeus había enseñado a Yasión, se casó con Harmonía, hija de Afrodita y Ares; algunos dicen que Atenea se la había dado cuando visitó Samotracia[1].
b. Esta fue la primera boda de seres mortales a la que asistieron los olímpicos. Se instalaron doce tronos de oro para ellos en la residencia de Cadmo, situada donde se halla ahora el mercado de Tebas; y todos ellos llevaron regalos. Afrodita regaló a Harmonía el famoso collar de oro hecho por Hefesto —originalmente había sido el regalo de amor de Zeus a la hermana de Cadmo, Europa— que confería a quien lo llevaba una belleza irresistible[2]. Atenea le regaló una túnica dorada que también confería la dignidad divina a quien la llevaba, y también, un surtido de flautas; Hermes, una lira. El regalo de Cadmo a Harmonía fue otra hermosa túnica. Y Electra, madre de Yasión, le enseñó los ritos de la Gran Diosa, en tanto que Deméter le aseguró una abundante cosecha de cebada acostándose con Yasión en un campo arado tres veces durante las celebraciones. Los tebanos muestran todavía el lugar en que las Musas tocaban la flauta y cantaban en esa ocasión y en que Apolo tocó la lira[3].
c. En su ancianidad, para aplacar a Ares, quien todavía no le había perdonado por completo por haber matado a la serpiente, Cadmo renunció al trono de Tebas en favor de su nieto Penteo, a quien su hija Agave había tenido con Equión, el Hombre Sembrado, y que vivía tranquilamente en la ciudad. Pero cuando Penteo fue muerto por su madre, Dioniso pronosticó que Cadmo y Harmonía, en un carro tirado por novillas, gobernarían hordas bárbaras. Dijo que esos mismos bárbaros saquearían muchas ciudades griegas hasta que por fin espoliarían un templo de Apolo a raíz de lo cual sufrirían un justo castigo; pero Ares salvaría a Cadmo y Harmonía transformándolos en serpientes y vivirían felices eternamente en las Islas de los Bienaventurados[4].
d. En consecuencia, Cadmo y Harmonía emigraron al país de los enqueleos, los que, cuando los atacaron los ilirios, los eligieron como sus gobernantes de acuerdo con el pronóstico de Dioniso. Agave se casó con Licoterses, rey de Iliria, en cuya corte se había refugiado después de haber asesinado a Penteo; pero al enterarse de que sus padres mandaban a las fuerzas enqueleas, asesinó también a Licoterses y entregó el reino a Cadmo[5].
e. En su ancianidad, cuando ya se había cumplido por completo la profecía, Cadmo y Harmonía se transformaron en serpientes negras con motas azules y Zeus los envió a las Islas de los Bienaventurados. Pero algunos dicen que Ares los transformó en leones. Sus cuerpos fueron enterrados en Iliria, donde Cadmo había edificado la ciudad de Butua. Le sucedió Ilirio, el hijo tenido en su ancianidad[6].

*

1. El casamiento de Cadmo con Harmonía en presencia de los doce dioses olímpicos corre parejo con el casamiento de Peleo con Tetis (véase 81.1), y parece registrar un reconocimiento helénico general de los conquistadores cadmeos de Tebas, después de haber sido patrocinados por los atenienses e iniciados decentemente en los Misterios samotracios. Su fundación de Butua constituye una pretensión de los ilirios de que se los considerara griegos y por lo tanto con derecho a intervenir en los Juegos Olímpicos. Cadmo pudo haber tenido un oráculo en Iliria si se lo representaba allí como serpiente; y los leones en que se dice que fueron transformados él y Harmonía eran, quizá, tenantes heráldicos gemelos de la imagen anicónica de la Gran Diosa, como en la famosa Puerta de los Leones de Micenas. El mitógrafo sugiere que se le permitió emigrar con una colonia al final de su reinado en vez de ser ejecutado (véase 117.5).





[1] Pausanias: ix.5.1; Diodoro Sículo: v.48; Apolodoro: iii.4.2.

[2] Diodoro Sículo: v.49 y iv.65.5; Píndaro: Odas píticas iii.94; Pausanias ix.12.3; Ferécides, citado por Apolodoro: iii.4.2.

[3] Diodoro Sículo: v.49; Pausanias: ix.12.3.

[4] Higinio: Fábula 6; Apolodoro: iii.4.2; Eurípides: Bacantes 43 y 1350 y ss.

[5] Higinio: Fábulas 184 y 240.

[6] Ovidio: Metamorfosis iv.562-602; Apolodoro: iii.5.4; Ptolomeo Hefestionos: i.; Apolonio de Rodas: iv.517.

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