a. Algunos dicen que cuando Zeus se enamoró de
Némesis, ella huyó de él arrojándose al agua y se convirtió en pez, y que él la
persiguió transformado en castor [?] y surcando las olas. Ella saltó a tierra y
se transformó en diversas fieras, pero no pudo zafarse de Zeus, porque éste
tomaba la forma de animales todavía más feroces y rápidos. Por fin, ella se
remontó al aire como un ganso silvestre y él se transformó en un cisne y la
cubrió triunfalmente en Rammunte, Ática. Némesis sacudió sus plumas
resignadamente y fue a Esparta, donde Leda, esposa del rey Tindáreo, encontró poco
después en un pantano un huevo de color de jacinto que llevó a su casa y ocultó
en un cofre; de ese huevo salió Helena de Troya[1]. Pero algunos dicen que
ese huevo cayó de la luna, como el huevo que en la antigüedad cayó en el río
Eufrates y fue llevado a la costa por peces y luego empollado por palomas, y
del que salió la diosa del Amor siria[2].
b. Otros dicen
que Zeus, simulando que era un cisne perseguido por un águila, se refugió en el
seno de Némesis y la violó, y que, cuando transcurrió el tiempo debido, ella
puso un huevo que Hermes arrojó entre los muslos de Leda cuando estaba sentada
en un taburete con las piernas abiertas. Así Leda dio a luz a Helena y Zeus
colocó las imágenes del Cisne y el Águila en el firmamento para conmemorar ese
ardid[3].
c. Sin embargo, el relato más común es que fue con
Leda misma con quien se ayuntó Zeus en la forma de un cisne junto al río Eurotas;
que ella puso un huevo del que salieron Helena, Castor y Pólux; y que en
consecuencia se la deificó como la diosa Némesis[4]. Ahora bien, el marido de
Leda, Tindáreo, también se había acostado con ella esa misma noche y, si bien
algunos sostienen que los tres eran hijos de Zeus —y también Clitemnestra,
quien había salido con Helena, de un segundo huevo—, otros dicen que solamente
Helena era hija de Zeus y que Castor y Pólux eran hijos de Tindáreo[5]; otros más afirman que
Castor y Clitemnestra eran hijos de Tindáreo, en tanto que Helena y Pólux eran
hijos de Zeus[6].
*
1. Némesis era la diosa Luna como Ninfa (véase 32.2)
y, en la forma más antigua del mito de la cacería amorosa, perseguía al rey
sagrado a través de sus cambios estacionales de liebre, pez, abeja y ratón —o
liebre, pez, pájaro y grano de trigo— y finalmente lo devoraba. Con la victoria
del sistema patriarcal la persecución se invirtió: ahora la diosa huía de Zeus,
corno en la balada inglesa del Herrero Negro (véase 89.2). Fila se había transformado
en una nutria o en un castor para perseguir al pez, y el nombre de Castor es
claramente una supervivencia de ese mito, en tanto que el de Pólux («mucho vino
dulce») recuerda el carácter de las festividades durante las cuales se
realizaba la persecución.
2. Se dice que Lada es una palabra licia (es decir,
cretense) que significa «mujer», y Leda era la diosa Latona, o Leto, o Lat, que
dio a luz a Apolo y Ártemis en Délos (véase 14.2). El huevo de color de jacinto
recuerda el huevo de Pascua de color de sangre de los druidas, llamado el glain, que ellos buscaban todos los años
en la costa del mar; en el mito celta lo ponía la diosa como sierpe marina. La
fábula de que fue arrojado entre los muslos de Leda puede haberse deducido de
una ilustración en la que aparecía la diosa sentada en el banquillo del parto
con la cabeza de Apolo saliendo de su útero.
3. Helena y Helle o Selene son variantes locales de
la diosa Luna (véase 43.1O, 70.8 y 159.1), cuya identidad con la diosa siria de
la que habla Luciano destaca Higinio. Pero el relato de Higinio es confuso; fue
la diosa misma la que puso el huevo del mundo después de acoplarse con la serpiente
Ofión, y la que lo incubó en las aguas adoptando la forma de una paloma. Ella
misma surgió del Vacío (véase l.a). Helena tenía dos templos cerca de Esparta:
uno en Terapne, edificado en un lugar micénico; otro en Dendra, relacionado con
un culto del árbol, como lo estaba también su templo de Rodas (véase 88.10).
Pólux (x.191) menciona un festival espartano llamado las Helenoforias, que se
parecía mucho a las Tesmoforias de Atenea en Atenas (véase 48.b), y durante el
cual ciertos objetos no mencionables, eran conducidos en un cesto especial
llamado helene; un cesto como ése
lleva Helena misma en relieves que la muestran acompañada por los Dióscuros.
Los objetos debían ser emblemas fálicos, pues ella era una diosa orgiástica.
4. Zeus engañó a Némesis, la diosa del culto del
cisne en el Peloponeso, apelando a su compasión, exactamente como había
engañado a Hera, del culto del cuco cretense (véase 12.a). Este mito se
refiere, al parecer, a la llegada a ciudades cretenses o pelasgas de guerreros
helenos que, para comenzar, rendían homenaje a la Gran Diosa y proporcionaban a
sus sacerdotisas maridos obedientes, arrebatándole luego la soberanía suprema.
[1]
Ateneo, citando Cipria de
Homero p. 334b; Apolodoro: ii.10.7; Safo: Fragmento
105; Pausanias: i.33.7; Eratóstenes: Catasterismoi
25.
[2]
Ateneo: 57f.; Plutarco: Banquetes ii.3.3; Higinio: Fábula 197.
[3]
Higinio: Astronomía poética ii.8.
[4]
Lactancio: i.21; Higinio: Fábula 77; Primer Mitógrafo Vaticano: 78
y 204.
[5]
Homero: Odisea xi.299; Ilíada iii.426; Eurípides: Helena
254, 1497 y 1680.
[6] Píndaro: Odas nemeas x.80; Apolodoro: iii.10.6-7.
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