a. Los nueve Telquines con cabeza de perro y manos
con aletas, hijos del Mar, nacieron en Rodas, donde fundaron las ciudades de
Camiro, Yáliso y Lindo; de allí emigraron a Creta y fueron sus primeros
habitantes. Rea confió a su cuidado al infante Posidón y ellos forjaron su
tridente, pero mucho antes habían hecho para Crono la hoz dentada con que
castró a su padre Urano; además fueron los primeros que tallaron imágenes de
los dioses.
b. Sin embargo, Zeus decidió destruirlos con un
diluvio, porque se habían inmiscuido en el estado atmosférico, produciendo nieblas
mágicas y agostando las mieses con azufre y agua del Estigia. Avisados por
Ártemis, todos ellos huyeron por el mar, algunos a Beocia, donde construyeron
el templo de Atenea en Teumeso; algunos a Sición, varios a Licia y otros a
Orcómeno, donde fueron los sabuesos que
despedazaron a Acteón. Pero Zeus mató a los Telquines de Teumeso con un
diluvio; Apolo, disfrazado de lobo, destruyó a los de Licia, aunque habían
tratado de aplacarlo con un nuevo templo; y ya no se les encuentra en Orcómeno.
Se dice que algunos viven todavía en Sición[1].
*
1. El hecho de que los nueve Telquines fueran hijos
del Mar, actuaran como los sabuesos de Ártemis, crearan nieblas mágicas y
fundaran las ciudades que recibieron su nombre de las tres danaides, Camiro,
Yálisa y Linda (véase 60.d) indica que eran originalmente emanaciones de la
diosa Luna Dánae; cada una de sus tres personas en tríada (véase 60.2). Los
gramáticos griegos derivaban la palabra «telquin» de thelgein, «encantar», pero como la mujer, el perro y el pez se
combinaban igualmente en las representaciones de la tirrena Escila —la cual
también estaba en su elemento en Creta (véase 91.2)— y en los mascarones de
proa de los barcos tirrenos, la palabra puede ser una variante de «Tyrrhen» o
«Tyrsen»; los libios confundían la l y la r y la siguiente consonante era algo
entre una aspirada y una sibilante. Al parecer les rendía culto una población
matriarcal primitiva de Grecia, Creta, Lidia y las islas del Egeo a la que
persiguieron los helenos patriarcales invasores, absorbiéndolos u obligándolos
a emigrar hacia el oeste. El origen de los Telquines puede haber sido africano
oriental.
2. Se hacía surgir nieblas mágicas mediante hechizos
con sauce. Se suponía que el agua del Estigia (véase 31.4) era tan santa que la
menor gota de ella causaba la muerte, a menos que se la bebiese de una copa
hecha con un casco de caballo, lo que prueba que estaba consagrada a la diosa
de cabeza de yegua de Arcadia. Se dice que Alejandro Magno se envenenó con el
agua del Estigia (Pausanias: viii.18.2). Su empleo mágico por los Telquines
indica que sus devotos se reunían en el cercano monte Nonacris («nueve picos»),
en una época el principal centro religioso de Grecia; hasta los dioses
olímpicos hacían sus juramentos más solemnes invocando al Estigia.
[1]
Eustacio sobre Homero:
p.771-2; Ovidio: Metamorfosis
vii.365-7; Diodoro Sículo: iii.55.2-3; Estrabón: xiv.2.7; Calímaco: Himno a Délos 31; Servio sobre la Eneida de Virgilio iv.377.
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