a. Algunos dicen que mientras Rea daba a luz a Zeus
apretó los dedos contra la tierra para aliviar sus dolores y así surgieron los
Dáctilos: cinco hembras de su mano izquierda y cinco varones de la derecha.
Pero generalmente se sostiene que vivían en el monte Ida de Frigia mucho antes
del nacimiento de Zeus, y algunos dicen que la ninfa Anquiale los dio a luz en
la Cueva Dictea cerca de Oaxo. Los Dáctilos varones eran herreros y
descubrieron el hierro por vez primera en el cercano monte Berecinto; y sus hermanas,
que se establecieron en Samotracia, provocaban allí gran admiración emitiendo
hechizos mágicos, y enseñaron a Orfeo los misterios de la diosa: sus nombres
son un secreto bien guardado[1].
b. Otros dicen que los varones eran los Curetes que
protegieron la cuna de Zeus en Creta, y luego fueron a Elide y erigieron un
templo para propiciar a Crono. Se llamaban Heracles,
Peoneo, Epimedes, Yasión y Acésidas. Heracles llevó el olivo silvestre desde
los Hiperbóreos hasta Olimpia e hizo que sus hermanos menores corrieran allí
una carrera, lo que dio origen a los Juegos Olímpicos. También se dice que
coronó a Peoneo, el vencedor, con una rama de olivo silvestre, y que en
adelante dormían en lechos hechos con sus hojas verdes. Pero la verdad es que
no se empleó el olivo silvestre para coronar al vencedor hasta la séptima
olimpíada cuando el oráculo de Delfos ordenó a Ifito que sustituyera con él el
ramaje de manzano que hasta entonces se otorgaba como premio por la victoria[2].
c. Acmón, Damneo y Celmis son títulos de los tres
Dáctilos mayores; algunos dicen que Celmis fue convertido en hierro como
castigo por haber insultado a Rea[3].
*
1. Los Dáctilos personifican a los dedos y la
carrera olímpica de Heracles es una fábula ilustrada tamborileando con los
dedos en una mesa, omitiendo el pulgar, y en la que el índice gana siempre la
carrera. Pero el saber secreto órfico se basaba en una serie calendaria de
árboles mágicos, a cada uno de los cuales se le asignaba una coyuntura de los
dedos distinta en el lenguaje por señas, y una letra distinta del alfabeto
calendario órfico. el cual parece haber sido de origen frigio (véase 52.3). El
olivo silvestre pertenece a la coyuntura superior del pulgar, supuestamente la
sede de la virilidad y en consecuencia llamada Heracles. Se decía que a este
Heracles le brotaban hojas del cuerpo (Palefatos: 37). Se recuerda el sistema
en los nombres populares de los dedos en el Occidente: por ejemplo, el «dedo
del tonto», que corresponde a Epimedes, el dedo del corazón; y el «dedo medicinal»,
que corresponde a Yasión, el cuarto; y en los nombres de los dedos en la
quiromancia: por ejemplo. Saturno por Epimedes, pues Saturno se mostró torpe en
su lucha con Zeus; y Apolo, dios de la curación, por Yasión. El índice se le
concede a Júpiter, o Zeus, que ganó la carrera. El meñique, Mercurio o Hermes,
es el mágico. En toda la Europa primitiva la metalurgia iba acompañada de
conjuros y en consecuencia los herreros reclamaban como sus Dáctilos a los
dedos de la mano derecha y dejaban los de la izquierda a las hechiceras.
2. La fábula de Acmón, Damneo y Celmis, cuyos
nombres se refieren al arte de la herrería, es otro cuento infantil, ilustrado
golpeando el índice en el pulgar, como un martillo en un yunque, y luego
deslizando la punta del dedo del corazón entre ellos, como si fuera un trozo de
hierro candente. El hierro llegaba a Creta por Frigia desde lugares más lejanos
de la costa meridional del Mar Negro; y Celmis, que era una personificación del
hierro fundido, tenía que ser odiosa para la Gran Diosa Rea, patrona de los herreros,
cuya decadencia religiosa comenzó con la fundición del hierro y la llegada de
los dorios armados con armas de hierro. Ella sólo había reconocido como
minerales terrestres el oro, la plata, el cobre, el plomo y el estaño, aunque
las masas de hierro meteórico eran muy apreciadas a causa de su origen
milagroso y una puede haber caído en el monte Berecinto. Una masa no trabajada
se encontró en un depósito neolítico de Festo junto a una imagen de arcilla de
la diosa en cuclillas, conchas marinas y escudillas para ofrendas. Todo el
hierro primitivo egipcio es meteórico; contiene una alta proporción de níquel y
es casi inoxidable. El insulto de Celmis a Hera dio su nombre al dedo del
corazón: dígita impúdica.
3. Los Juegos Olímpicos tuvieron su origen en una
carrera pedestre realizada por muchachas para alcanzar el privilegio de llegar
a ser sacerdotisas de la diosa Luna, Hera (Pausanias: v.16.2); y como este
acontecimiento tuvo lugar en el mes de Partenios, «de la doncella», parece
haber sido anual. Cuando Zeus se casó con Hera —es decir, cuando los aqueos
introdujeron en Grecia una nueva forma de monarquía sagrada (véase 12.7)— se
corrió una segunda carrera pedestre por hombres jóvenes para obtener el
peligroso privilegio de llegar a ser el consorte de la sacerdotisa, el Sol de
su Luna y por lo tanto de Elide; del mismo modo en que Anteo hizo que los pretendientes
de su hija corrieran una carrera por ella (Píndaro: Odas píticas ix), siguiendo el ejemplo de Ícaro (véase I60.d) y
Dánao (véase 60.»).
4. En adelante los Juegos se realizaban cada cuatro
años en vez de anualmente, y la carrera a pie de las muchachas se efectuaba en
un festival aparte, quince días antes o quince días
después de los Juegos Olímpicos propiamente dichos; y el reinado sagrado
conferido al vencedor de la carrera pedestre cuando se casaba con la nueva
sacerdotisa, es recordado en los honores divinos que seguía otorgando la
victoria en la época clásica. Después de ser coronado con el olivo de Heracles
o Zeus, y aclamado Rey Heracles le arrojaban hojas como a un Jack O'Green[4], y encabezaba la danza en
una procesión triunfal y comía carne del toro sacrificado en la Sala del
Consejo.
5. El premio original, una manzana, o una rama de
manzano, había sido una promesa de inmortalidad cuando lo mataba debidamente su
sucesor; pues Plutarco (Cuestiones
pertenecientes a los banquetes v.2) dice que si bien una carrera pedestre
era la única competencia en los Juegos Olímpicos originales, también se
realizaba un combate singular que sólo terminaba con la muerte del vencido.
Este combate es recordado mitológicamente en la fábula referente a que los
Juegos comenzaron con una lucha cuerpo a cuerpo entre Zeus y Crono por la
posesión de Elide (Pausanias v.7), o sea el combate del solsticio de verano
entre el rey y su sucesor; y el resultado era inevitable, pues el sucesor
estaba armado con una lanza.
6. Un escoliasta de Píndaro (Odas olímpicas iii.33), citando a Comarco; demuestra que el Nuevo
Año eliano se calculaba desde la luna llena más próxima al solsticio de
invierno, y que un segundo Año Nuevo comenzaba en el solsticio de verano.
Probablemente, por lo tanto, el nuevo Zeus-Heracles, o sea el vencedor de la
carrera pedestre, mataba al sucesor del Año Viejo, Crono-Ificles, en el
solsticio de invierno. De aquí que Heracles instituyera los Juegos y diera el
nombre a la sepulcral Colina de Crono «en una estación en la que la cumbre
estaba humedecida con mucha nieve» (Píndaro: Odas olímpicas x.49.)
7. En la antigüedad a Zeus-Heracles le arrojaban
hojas de roble y le daban una rama de manzano en el solsticio de verano,
inmediatamente antes de que lo matara su sucesor; había ganado la rama de olivo
silvestre real en el solsticio de invierno. La sustitución de la manzana por el
olivo silvestre, que es el árbol que aleja a los demonios,
implicaba la abolición de ese combate a muerte y la conversión del año simple,
dividido en dos mitades, en un Gran Año. Éste comenzaba en el solsticio
invernal, cuando el tiempo solar y el lunar coincidían favorablemente para el
casamiento del Sol y la Lana, y se dividía en dos olimpíadas de cuatro años
cada una; el rey y su sucesor reinaban sucesiva o concurrentemente. Aunque en
la época clásica la carrera del carro solar —cuya autoridad mitológica es el
concurso entre Pélope y Enómao por Deidamía (véase 109.3)— se había convertido
ya en el acontecimiento más importante de los Juegos, todavía se consideraba
por alguna razón de mal agüero que a uno le arrojaran hojas después de una
victoria en la carrera pedestre; y Pitágoras aconsejaba a sus amigos que
compitieran en ese acontecimiento pero no ganaran la carrera. El buey de la
victoria comido en la Sala del Consejo era claramente un sustituto del rey,
como en el festival ateniense de la Eufonías (véase 21.13).
8. Olimpia no es un lugar micénico y en consecuencia
es improbable que los mitos pre-aqueos hayan sido tomados de Creta; parecen ser
pelasgos.
[1]
Diodoro Sículo: v.64;
Sófocles: Los sátiros sordos, citado
por Estrabón: x.3.22; Apolonio de Rodas: i.509 y 1130.
[2]
Pausanias: v.7.4; Flegón
de Tralles: Fragmenta Histórica Graeca
iii.604.
[3]
Escoliasta sobre Apolonio
de Rodas: i.1129; Ovidio: Metamorfosis
iv.281.
[4]
Jack o Green: muchacho al
que se encerraba en un armazón de madera cubierto de hojas en las celebraciones
del día de mayo inglesas. N. del T.
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