jueves, 14 de diciembre de 2017

53. LOS DÁCTILOS

a. Algunos dicen que mientras Rea daba a luz a Zeus apretó los dedos contra la tierra para aliviar sus dolores y así surgieron los Dáctilos: cinco hembras de su mano izquierda y cinco varones de la derecha. Pero generalmente se sostiene que vivían en el monte Ida de Frigia mucho antes del nacimiento de Zeus, y algunos dicen que la ninfa Anquiale los dio a luz en la Cueva Dictea cerca de Oaxo. Los Dáctilos varones eran herreros y descubrieron el hierro por vez primera en el cercano monte Berecinto; y sus hermanas, que se establecieron en Samotracia, provocaban allí gran admiración emitiendo hechizos mágicos, y enseñaron a Orfeo los misterios de la diosa: sus nombres son un secreto bien guardado[1].
b. Otros dicen que los varones eran los Curetes que protegieron la cuna de Zeus en Creta, y luego fueron a Elide y erigieron un templo para propiciar a Crono. Se llamaban Heracles, Peoneo, Epimedes, Yasión y Acésidas. Heracles llevó el olivo silvestre desde los Hiperbóreos hasta Olimpia e hizo que sus hermanos menores corrieran allí una carrera, lo que dio origen a los Juegos Olímpicos. También se dice que coronó a Peoneo, el vencedor, con una rama de olivo silvestre, y que en adelante dormían en lechos hechos con sus hojas verdes. Pero la verdad es que no se empleó el olivo silvestre para coronar al vencedor hasta la séptima olimpíada cuando el oráculo de Delfos ordenó a Ifito que sustituyera con él el ramaje de manzano que hasta entonces se otorgaba como premio por la victoria[2].
c. Acmón, Damneo y Celmis son títulos de los tres Dáctilos mayores; algunos dicen que Celmis fue convertido en hierro como castigo por haber insultado a Rea[3].

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1. Los Dáctilos personifican a los dedos y la carrera olímpica de Heracles es una fábula ilustrada tamborileando con los dedos en una mesa, omitiendo el pulgar, y en la que el índice gana siempre la carrera. Pero el saber secreto órfico se basaba en una serie calendaria de árboles mágicos, a cada uno de los cuales se le asignaba una coyuntura de los dedos distinta en el lenguaje por señas, y una letra distinta del alfabeto calendario órfico. el cual parece haber sido de origen frigio (véase 52.3). El olivo silvestre pertenece a la coyuntura superior del pulgar, supuestamente la sede de la virilidad y en consecuencia llamada Heracles. Se decía que a este Heracles le brotaban hojas del cuerpo (Palefatos: 37). Se recuerda el sistema en los nombres populares de los dedos en el Occidente: por ejemplo, el «dedo del tonto», que corresponde a Epimedes, el dedo del corazón; y el «dedo medicinal», que corresponde a Yasión, el cuarto; y en los nombres de los dedos en la quiromancia: por ejemplo. Saturno por Epimedes, pues Saturno se mostró torpe en su lucha con Zeus; y Apolo, dios de la curación, por Yasión. El índice se le concede a Júpiter, o Zeus, que ganó la carrera. El meñique, Mercurio o Hermes, es el mágico. En toda la Europa primitiva la metalurgia iba acompañada de conjuros y en consecuencia los herreros reclamaban como sus Dáctilos a los dedos de la mano derecha y dejaban los de la izquierda a las hechiceras.
2. La fábula de Acmón, Damneo y Celmis, cuyos nombres se refieren al arte de la herrería, es otro cuento infantil, ilustrado golpeando el índice en el pulgar, como un martillo en un yunque, y luego deslizando la punta del dedo del corazón entre ellos, como si fuera un trozo de hierro candente. El hierro llegaba a Creta por Frigia desde lugares más lejanos de la costa meridional del Mar Negro; y Celmis, que era una personificación del hierro fundido, tenía que ser odiosa para la Gran Diosa Rea, patrona de los herreros, cuya decadencia religiosa comenzó con la fundición del hierro y la llegada de los dorios armados con armas de hierro. Ella sólo había reconocido como minerales terrestres el oro, la plata, el cobre, el plomo y el estaño, aunque las masas de hierro meteórico eran muy apreciadas a causa de su origen milagroso y una puede haber caído en el monte Berecinto. Una masa no trabajada se encontró en un depósito neolítico de Festo junto a una imagen de arcilla de la diosa en cuclillas, conchas marinas y escudillas para ofrendas. Todo el hierro primitivo egipcio es meteórico; contiene una alta proporción de níquel y es casi inoxidable. El insulto de Celmis a Hera dio su nombre al dedo del corazón: dígita impúdica.
3. Los Juegos Olímpicos tuvieron su origen en una carrera pedestre realizada por muchachas para alcanzar el privilegio de llegar a ser sacerdotisas de la diosa Luna, Hera (Pausanias: v.16.2); y como este acontecimiento tuvo lugar en el mes de Partenios, «de la doncella», parece haber sido anual. Cuando Zeus se casó con Hera —es decir, cuando los aqueos introdujeron en Grecia una nueva forma de monarquía sagrada (véase 12.7)— se corrió una segunda carrera pedestre por hombres jóvenes para obtener el peligroso privilegio de llegar a ser el consorte de la sacerdotisa, el Sol de su Luna y por lo tanto de Elide; del mismo modo en que Anteo hizo que los pretendientes de su hija corrieran una carrera por ella (Píndaro: Odas píticas ix), siguiendo el ejemplo de Ícaro (véase I60.d) y Dánao (véase 60.»).
4. En adelante los Juegos se realizaban cada cuatro años en vez de anualmente, y la carrera a pie de las muchachas se efectuaba en un festival aparte, quince días antes o quince días después de los Juegos Olímpicos propiamente dichos; y el reinado sagrado conferido al vencedor de la carrera pedestre cuando se casaba con la nueva sacerdotisa, es recordado en los honores divinos que seguía otorgando la victoria en la época clásica. Después de ser coronado con el olivo de Heracles o Zeus, y aclamado Rey Heracles le arrojaban hojas como a un Jack O'Green[4], y encabezaba la danza en una procesión triunfal y comía carne del toro sacrificado en la Sala del Consejo.
5. El premio original, una manzana, o una rama de manzano, había sido una promesa de inmortalidad cuando lo mataba debidamente su sucesor; pues Plutarco (Cuestiones pertenecientes a los banquetes v.2) dice que si bien una carrera pedestre era la única competencia en los Juegos Olímpicos originales, también se realizaba un combate singular que sólo terminaba con la muerte del vencido. Este combate es recordado mitológicamente en la fábula referente a que los Juegos comenzaron con una lucha cuerpo a cuerpo entre Zeus y Crono por la posesión de Elide (Pausanias v.7), o sea el combate del solsticio de verano entre el rey y su sucesor; y el resultado era inevitable, pues el sucesor estaba armado con una lanza.
6. Un escoliasta de Píndaro (Odas olímpicas iii.33), citando a Comarco; demuestra que el Nuevo Año eliano se calculaba desde la luna llena más próxima al solsticio de invierno, y que un segundo Año Nuevo comenzaba en el solsticio de verano. Probablemente, por lo tanto, el nuevo Zeus-Heracles, o sea el vencedor de la carrera pedestre, mataba al sucesor del Año Viejo, Crono-Ificles, en el solsticio de invierno. De aquí que Heracles instituyera los Juegos y diera el nombre a la sepulcral Colina de Crono «en una estación en la que la cumbre estaba humedecida con mucha nieve» (Píndaro: Odas olímpicas x.49.)
7. En la antigüedad a Zeus-Heracles le arrojaban hojas de roble y le daban una rama de manzano en el solsticio de verano, inmediatamente antes de que lo matara su sucesor; había ganado la rama de olivo silvestre real en el solsticio de invierno. La sustitución de la manzana por el olivo silvestre, que es el árbol que aleja a los demonios, implicaba la abolición de ese combate a muerte y la conversión del año simple, dividido en dos mitades, en un Gran Año. Éste comenzaba en el solsticio invernal, cuando el tiempo solar y el lunar coincidían favorablemente para el casamiento del Sol y la Lana, y se dividía en dos olimpíadas de cuatro años cada una; el rey y su sucesor reinaban sucesiva o concurrentemente. Aunque en la época clásica la carrera del carro solar —cuya autoridad mitológica es el concurso entre Pélope y Enómao por Deidamía (véase 109.3)— se había convertido ya en el acontecimiento más importante de los Juegos, todavía se consideraba por alguna razón de mal agüero que a uno le arrojaran hojas después de una victoria en la carrera pedestre; y Pitágoras aconsejaba a sus amigos que compitieran en ese acontecimiento pero no ganaran la carrera. El buey de la victoria comido en la Sala del Consejo era claramente un sustituto del rey, como en el festival ateniense de la Eufonías (véase 21.13).
8. Olimpia no es un lugar micénico y en consecuencia es improbable que los mitos pre-aqueos hayan sido tomados de Creta; parecen ser pelasgos.





[1] Diodoro Sículo: v.64; Sófocles: Los sátiros sordos, citado por Estrabón: x.3.22; Apolonio de Rodas: i.509 y 1130.

[2] Pausanias: v.7.4; Flegón de Tralles: Fragmenta Histórica Graeca iii.604.

[3] Escoliasta sobre Apolonio de Rodas: i.1129; Ovidio: Metamorfosis iv.281.

[4] Jack o Green: muchacho al que se encerraba en un armazón de madera cubierto de hojas en las celebraciones del día de mayo inglesas. N. del T.

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