a. Las tres Parcas o, según dicen algunos, Io, la
hermana de Foroneo, inventaron las cinco vocales del primer alfabeto y las consonantes
B y T; Palamedes, hijo de Nauplio, inventó las otras once consonantes, y Hermes
redujo los sonidos a caracteres, utilizando formas cuneiformes porque, las
grullas vuelan formando cuña, y llevó el sistema de Grecia a Egipto. Éste era
el alfabeto pelasgo, que más tarde Cadmo llevó de vuelta a Beocia y que Evandro
de Arcadia, un pelasgo, introdujo en Italia, donde su madre Carmenta formó los
quince caracteres familiares del alfabeto latino.
b. Desde entonces agregaron otras consonantes al
alfabeto griego Simónides de Sarrios y Epicarmo de Sicilia, y dos vocales, la O
larga y la E breve, los sacerdotes de Apolo, de modo que la lira sagrada de
éste tiene ahora una vocal para cada una de sus siete cuerdas.
c. Alfa era la primera de las dieciocho letras,
porque alphe significa honor y alphainein es inventar, y porque el
Alfeo es el más notable de los ríos. Además Cadmo, aunque cambió el orden de
las letras, conservó a alfa en su lugar, porque aleph, en idioma fenicio, significa buey y Beocia es la región de
los bueyes[1].
*
1. El alfabeto griego era una simplificación de los
jeroglíficos cretenses. Los eruditos están generalmente de acuerdo ahora en que
el primer alfabeto escrito se desarrolló en Egipto en el siglo xviii a. de C. bajo la influencia
cretense, lo que corresponde con la tradición de Arístides, de la que informa
Plinio, de que un egipcio llamado Menos («luna») lo inventó «quince años antes
del reinado de Foroneo, rey de Argos».
2. Hay pruebas, no obstante, de que antes de la
introducción del alfabeto fenicio modificado en Grecia existía allí un alfabeto
como un secreto religioso mantenido por las sacerdotisas de la Luna-Io o las
Tres Parcas; estaba Intimamente vinculado con el calendario y sus letras
estaban representadas no por caracteres escritos, sino por ramitas cortadas de
diferentes árboles típicos de cada uno de los sucesivos meses del año.
3. El antiguo alfabeto irlandés, como el que
utilizaban los druidas galos acerca de los cuales escribió César, al principio
no podía escribirse y todas sus letras tenían nombres de árboles. Se lo llamaba
el Beth-luis-nion («abedul-serbal-fresno»)
por sus tres primeras consonantes; y su canon, que indica una procedencia
frigia, correspondía con los alfabetos pelasgo y latino, es decir que tenía
trece consonantes y cinco vocales. El orden original era A, B, L, N, O, F, S,
H, U, D, T, C, E, M, G, Ng o Gn, R, I, que probablemente también fue el orden
empleado por Hermes. Los ollaves irlandeses lo convirtieron en un lenguaje de
sordomudos utilizando las coyunturas de los dedos para representar las
diferentes letras, o en uno de cifras verbales. Cada consonante representaba un
mes de veintiocho días de una serie de trece, que comenzaba dos días después
del solsticio hiemal, a saber:
1 24 de diciembre B abedul
o acebuche
2 21 de enero L serbal
3 18 de febrero N fresno
4 18 de marzo F aliso
o cornejo
5 15 de abril S sauce;
SS (Z), endrino
6 13 de mayo H espino
o peral silvestre
7 10 de junio D roble
o terebinto
8 8 de julio T acebo
o roble espinoso
9 5 de agosto C nogal;
CC (Q), manzano,
serbo o membrillo
10 2 de
septiembre M vid
11 30 de septiembre G hiedra
12 28 de octubre Ng o Gn caña o mundillo
13 25 de noviembre R saúco
o mirto
4. Hacia el año 400 a. de C., como consecuencia de
una revolución religiosa, se modificó el orden para que correspondiera a. un
nuevo sistema de calendario del siguiente modo: B, L, F, S, N, H, D, T, C, Q,
M. G, Ng, Z, R. Éste es el alfabeto asociado con Heracles Ogmio, o «Cara del
sol Ogma», así como el anterior estaba asociado con Foroneo (véase 132 J).
5. Cada vocal representaba una estación trimestral
del año: O (aulaga) el Equinoccio de Primavera; U (brezo) el Solsticio de
Verano; E (álamo) el Equinoccio de Otoño; A (abeto o palmera) el árbol del
nacimiento, e I (tejo) el árbol de la muerte, compartían el Solsticio de
Invierno. Este orden de árboles está implícito en el mito griego y latino y la
tradición sacra de toda Europa y. mutatis
mutandis, de Siria y el Asia Menor. La diosa Carmenta (véase 86.2 y 132.6)
inventó la B y la T, así como las vocales, porque cada una de estas vocales del
calendario iniciaba una mitad de su año, dividido entre el rey sagrado y su
sucesor.
6. Las grullas estaban consagradas a Hermes (véase
17.3 y 36.2), protector de los poetas antes que Apolo usurpara su poder; y los
caracteres alfabéticos más antiguos eran cuneiformes. Palamedes («inteligencia
antigua»), con su grulla sagrada (Marcial: Epigramas
xiii.75) era el equivalente cario del dios egipcio Thoth, inventor de letras,
con su ibis parecida a una grulla; y Hermes era el primitivo equivalente
helénico de Thoth (véase 162.s). Que Simónides y Epicarmo agregaron nuevas
letras al alfabeto es historia y no mito, aunque el motivo exacto por el que lo
hicieron sigue siendo dudoso. Dos de las adiciones, xi y psi, eran
innecesarias y la supresión de la H aspirada y la digamma (F) empobreció el canon.
7. Se puede demostrar que los nombres de las letras
conservadas en el Beth-luis-nion
irlandés, que según se ha dicho tradicionalmente provenía de Grecia y llegaron
a Irlanda pasando por España (véase 132.5), formaban un encantamiento griego
arcaico en honor de la Diosa Blanca Arcadia Alfito, quien en la época clásica
había degenerado en un mero coco para niños. El orden cadmeo de las letras,
perpetuado en el familiar ABC, parece ser un arreglo deliberadamente erróneo hecho por mercaderes fenicios; éstos utilizaban el alfabeto secreto
con fines comerciales, pero temían ofender a la diosa revelando su verdadero
orden.
Este tema importante y complicado se trata
extensamente en La Diosa Blanca
(capítulos 1-15 y 21).
8. Las vocales agregadas por los sacerdotes de Apolo
a su lira eran probablemente las mencionadas por Demetrio, un filósofo
alejandrino del siglo i a. de C.
en su disertación Sobre el estilo:
«En Egipto los sacerdotes cantan himnos a los dioses
pronunciando las siete vocales sucesivamente, y su sonido produce una fuerte
impresión musical en sus oyentes como si se emplearan la flauta y la lira...
pero quizá convenga que no trate detalladamente este tema.»
Esto sugiere que las vocales eran utilizadas en la
música de lira terapéutica en los templos de Apolo.
[1]
Higinio: Fábula 277; Isidoro de Sevilla: Orígenes viii. 2.84; Filóstrato: Heroica x.3; Plinio: Historia natural vii.57; Escoliasta
sobre la Ilíada de Homero xix.593; Plutarco:
Sobre los banquetes ix.3.
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