a. Los oráculos de Grecia y la Magna Grecia son
muchos, pero el más antiguo es el de Zeus dodoniano. Hace muchísimo tiempo, dos
palomas negras volaron desde Tebas en Egipto; una fue a Amón, en Libia, y la
otra a Dodona, y cada una de ellas se posó en un roble, al que declararon
oráculo de Zeus. En Dodona las sacerdotisas de Zeus escuchan el arrullo de las
palomas, o el susurro de las hojas de roble, o el tintineo de las vasijas de bronce colgadas de las ramas. Zeus tiene otro oráculo famoso en
Olimpia, donde sus sacerdotes responden a las preguntas después de examinar las
entrañas de las víctimas sacrificadas[1].
b. El oráculo de Delfos perteneció primeramente a la
Madre Tierra, quien designó a Dafnis su profetisa; y Dafnis, sentada en un
trípode, aspiraba los vapores de la profecía, como sigue haciendo la
sacerdotisa pitia. Algunos dicen que la Madre Tierra cedió posteriormente sus
derechos a la titánide Febe o Temis, y que ésta los cedió a su vez a Apolo,
quien se construyó un templo con ramas de laurel llevadas de Tempe. Pero otros
dicen que Apolo robó el oráculo a la Madre Tierra después de matar a Pitón, y
que sus sacerdotes hiperbóreos Pagaso y Agieo establecieron allí su culto.
c. Se dice que en Delfos se construyó el primer
templo con cera de abejas y pluma; el segundo, con tallos de helecho
entrelazados; el tercero, con ramas de laurel; que Hefesto construyó el cuarto
de bronce con aves canoras posadas en el techo, pero que un día la tierra lo
tragó; y que el quinto, construido con piedras labradas, fue destruido por el
fuego en el año de la quincuagésimaoctava Olimpíada [489 a. de C.] y fue
reemplazado por el santuario actual [2].
d. Apolo cuenta con otros muchos templos oraculares,
como los de Liceo y el de la Acrópolis de Argos, ambos a cargo de una sacerdotisa.
Pero en la Ismenia beocia son sacerdotes los que dan los oráculos después de
examinar las entrañas; en Claro, cerca de Colofón, el adivinador bebe el agua
de un pozo secreto y pronuncia el oráculo en verso; en tanto que en Telmesa y
en otras partes se interpretan los sueños[3].
e. Las sacerdotisas de Deméter pronuncian oráculos a los enfermos en Patras mediante un espejo que introducen en su pozo
con una cuerda. En Paras, a cambio de una moneda de cobre, a los enfermos que
consultan con Hermes se les dan respuestas oraculares por medio de las primeras
palabras que oyen casualmente al salir de la plaza del mercado[4].
f. Hera tiene un oráculo venerable en las cercanías
de Pagas; y a la Madre Tierra se le consulta todavía en Egeira, Acaya, que significa
«El lugar de los Álamos Negros», donde su sacerdotisa bebe sangre de toro, veneno
mortal para todos los demás seres humanos[5].
g. Además de éstos hay otros muchos oráculos de
héroes, entre ellos el oráculo de Heracles, en la aquea Bura, donde se da la respuesta
arrojando cuatro dados[6]; y numerosos oráculos de
Asclepio, a los que acuden en gran número los enfermos para consultarle sobre
las curaciones y se les proporciona el remedio en sus sueños después de un
ayuno[7]. Los oráculos del tebano
Anfiarao y del malliano Anfíloco —con Mopso, el más infalible de los
existentes— siguen el procedimiento asclepiano[8].
h. Además, Pasífae tiene un oráculo en la laconia
Tálame, protegido por los reyes de Esparta y donde las respuestas se dan también
por medio de los sueños[9].
i. Algunos oráculos no pueden ser
consultados tan fácilmente como otros. Por ejemplo, en Lebadea hay un oráculo
de Trofonio, hijo del argonauta Ergino, donde el suplicante tiene que purificarse
con varios días de antelación y alojarse en un edificio dedicado a la Buena
Suerte y cierto Buen Genio, bañarse solamente en el río Hércina y hacer
sacrificios a Trofonio, su nodriza Deméter Europa y otros dioses. Allí se
alimenta con carne sagrada, especialmente la de un morueco sacrificado al
espectro de Agamedes, el hermano de Trofonio que le ayudó a construir el templo
de Apolo en Belfos.
j. Cuando está preparado para consultar al oráculo,
el suplicante es conducido al río por dos muchachos, de trece años de edad, y
allí lo bañan y lo ungen. A continuación bebe de una fuente llamada Agua del
Lete, que le ayudará a olvidar su pasado; y también de otra cercana llamada
Agua de la Memoria, que le ayudará a recordar lo que ha visto y oído. Vestido
con botas de campo y túnica de lino y llevando vendas como una víctima del
sacrificio, se acerca luego a la sima oracular. Ésta se parece a un gran crisol
de horno para cocer pan, de ocho yardas de profundidad, y después de descender
por una escalera, encuentra en el fondo una estrecha abertura por la que
introduce las piernas, sosteniendo en cada mano una torta de cebada mezclada
con miel. De pronto le tiran de los tobillos y lo arrastran por la abertura
como si se lo llevase el remolino de un río de corriente rápida, y en la
oscuridad recibe un golpe en el cráneo, de modo que parece morir, y una voz de
alguien invisible le revela el futuro y muchos secretos misteriosos. Tan pronto
como deja de oírse la voz, pierde completamente el sentido y la comprensión e
inmediatamente lo llevan de nuevo, con los pies por delante, al fondo de la
sima, pero sin las tortas de miel. Después le sientan en la llamada Silla de la
Memoria y le piden que repita lo que ha oído. Por fin, todavía aturdido, vuelve
a la casa del Buen Genio, donde recobra los sentidos y la facultad de reír.
k. El orador invisible es uno de los Buenos Genios,
pertenecientes a la Edad de Oro de Crono, quienes han descendido de la luna
para hacerse cargo de los oráculos y los ritos de iniciación, y actúan como
castigadores, veladores y salvadores en todas partes; consulta con el ánima de
Trofonio que tiene forma de serpiente y pronuncia el oráculo solicitado como
pago por las tortas de miel del suplicante[10].
*
1. Todos los oráculos los pronunciaba originalmente
la Diosa Tierra, cuya autoridad era tan grande que los invasores patriarcales
tomaron por costumbre apoderarse de sus templos y designar sacerdotes o
conservar a las sacerdotisas a su servicio. Así Zeus, tanto en Dodona como en
Amón, en el oasis de Siwwa, se hizo cargo del culto del roble oracular,
consagrado a Día o Dione (véase 7.1) —como hizo el hebreo Jehovah con el de la
acacia oracular de Ishtar (I Crónicas
xiv.15)— y Apolo se apoderó de los templos de Delfos y Argos. En Argos se
concedía a la profetisa plena libertad; en Delfos intervenía un sacerdote entre
la profetisa y el adorador, traduciendo en hexámetro sus palabras incoherentes;
En Dodona tanto las sacerdotisas de la Paloma como los profetas varones de Zeus
pronunciaban oráculos.
2. El templo de la Madre Tierra en Delfos fue
fundado por los cretenses, quienes legaron su música sagrada, su ritual, sus
danzas y su calendario a los helenos. El cetro cretense de la Madre Tierra, el labrys, o hacha doble, dio el nombre a
la corporación sacerdotal de Delfos, los Labriadas, la cual existía todavía en
la época clásica. El templo hecho con cera de abejas y plumas se refiere a la
diosa como Abeja (véase 7.3, 18.3 y 47.1) y como Paloma (véase l.b y 62.a); el
Templo de Helecho recuerda las propiedades mágicas atribuidas a la semilla de
helecho en los solsticios de verano e invierno (Sir James Frazer dedica varias
páginas al tema en su Golden Bough);
el templo de laurel recuerda la hoja de laurel que masticaban la profetisa y
sus compañeras en sus orgías. Dafnis es una forma abreviada de Dafoenisa («la sanguinaria»), así como
Dafne lo es de Dafoene (véase 21.6 y 46.2). El templo de bronce hundido en la
tierra puede señalar meramente la cuarta parte de una canción deifica que, como
London Bridge is Broken Down, se
refiere a los diversos materiales inadecuados con que el templo fue construido
sucesivamente; pero también puede referirse a una tholos subterránea, la tumba de un héroe que se encarnó en la
pitón. La tholos, una casa para
espíritus en forma de colmena, parece ser de origen africano y fue introducida
en Grecia a través de Palestina. La Bruja de Endor regía un templo análogo y el
ánima de Adán pronunciaba oráculos en Hebrón. Filóstrato se refiere a las aves
doradas en su Vida de Apolonio de Tiana
vi.II y las describe como
torcecuellos parecidos a sirenas; pero Píndaro las llama ruiseñores (Fragmento citado por Ateneo 290e). Es
discutible si las aves representaban ruiseñores
oraculares o torcecuellos utilizados como talismanes amorosos (véase 152.a) y
provocadores de lluvia (Marino sobre Proclo 28).
3. La inspección de las entrañas parece haber sido
un recurso mántico indo-europeo. La adivinación mediante el lanzamiento de
cuatro dados hechos con tabas tenía quizás un origen alfabético, pues se decía
que había «signos» y no números marcados en los únicos cuatro lados de cada
hueso que podían quedar boca arriba. Doce consonantes y cuatro vocales (como en
el Ogham adivinatorio irlandés llamado de O'Sullivan) constituyen la forma más
simple a que puede reducirse el alfabeto griego. Pero en la época clásica sólo
se marcaban números —1, 3, 4 y 6 en cada taba— y los significados de todas sus
posibles combinaciones habían sido codificados. La profecía basada en los
sueños es una práctica universal.
4. Los sacerdotes de Apolo exigían la virginidad a
las sacerdotisas pitias de Delfos, que eran consideradas como novias de Apolo;
pero cuando una de ellas fue seducida escandalosamente por un devoto, se
decidió que en adelante tuvieran por lo menos cincuenta años de edad al ser
admitidas, aunque seguían vistiéndose como novias. Se creía que la sangre de
toro era muy venenosa a causa de su poder mágico (véase 155.a); la sangre de
los toros sagrados, utilizada a veces para consagrar a toda una tribu, como en
el Éxodo xxiv.8, se la mezclaba con
grandes cantidades de agua antes de derramarla en los campos como fertilizante.
La sacerdotisa de la Tierra, sin embargo, podía beber todo lo que bebía la
propia Madre Tierra.
5. Hera, Pasífae e Ino eran todos títulos de la
Triple Diosa, la interdependencia de cuyas personas simbolizaba el trípode en
que se sentaba su sacerdotisa.
6. El procedimiento que se seguía en el oráculo de
Trofonio —que visitó personalmente Pausanias— recuerda el descenso de Eneas,
con el muérdago en la mano, al Tártaro, donde consultó con su padre, Anquises,
y una consulta anterior de Odiseo con Anquises; también muestra la relación de
estos mitos con una forma común de rito de iniciación en la que el novicio
sufre una muerte fingida, recibe instrucción mística de una supuesta ánima y
luego renace en un nuevo clan o sociedad secreta. Plutarco observa que los
trofoniadas —los mistagogos en la caverna oscura— pertenecen a la época
pre-olímpica de Crono y los conecta correctamente con los dáctilos del Ida que
realizaban los Misterios samo-tracios.
7. El álamo negro estaba consagrado a la diosa
Muerte en Pagas, y Perséfone tenía un bosquecillo de álamos negros en el Lejano
Oeste (Pausanias: x.30.3 y véase 170.1),
8. Anfíloco y Mopso se mataron mutuamente, pero sus
ánimas convinieron en fundar un oráculo conjunto (véase 169.e).
[1]
Herodoto: ii.55 y vüi.134;
Dionisio de Halicarnaso: i.15; Homero: Odisea
xiv.328; Esquilo: Prometeo encadenado
832; Suidas sub Dodona; Sófocles: Edipo tirano 900.
[2]
Esquilo: Euménides 1-19; Pausanias: x.5.3-5.
[3]
Pausanias: ii.24.1;
Plutarco: Pirro 31; Herodoto viii.134
y i.78; Tácito: Anales ii.54.
[4]
Pausanias: vii.21.5 y
22.2.
[5]
Estrabón: viii.6.22;
Plinio: Historia natural xxviii.41;
Apolodoro: i.9.27.
[6]
Pausanias: vii.25.6.
[7]
Ibid.:
ii.27.2.
[8] Ibid.:
i.34.2; Herodoto: viii.134.
[9]
Plutarco: Cleómenes 1;
Pausanias: iii.26.1.
[10]
Pausanias: ix.39.1-5;
Plutarco: Sobre el Demonio de Sócrates
xxii y La cara de la esfera de la Luna
xxx.
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