a. Tique es una hija de Zeus a la que ha dado el
poder de decidir cuál será la fortuna de este o aquel mortal. Sobre algunos amontona
dones con un cuerno de la abundancia, y a otros les priva de todo lo que
poseen. Tique es completamente irresponsable en sus concesiones y va de una
parte a otra haciendo juegos de manos con una pelota para ejemplificar la
inseguridad de la suerte: unas veces arriba y otras veces abajo. Pero si alguna
vez sucede que un hombre al que ha favorecido se jacta de la abundancia de sus
riquezas y no sacrifica una parte de ellas a los dioses ni alivia la pobreza de
sus conciudadanos, interviene la antigua diosa Némesis para humillarle[1]. Némesis, que reside en el
Rammunte ático, lleva una rama de manzano en una
mano y una rueda en la otra, se cubre la cabeza con una corona de plata
adornada con ciervos; de su cintura el azote cuelga. Es hija de Océano y tiene
algo de la belleza de Afrodita.
b. Algunos dicen que Zeus se enamoró en una ocasión
de Némesis y la persiguió por toda la tierra y a través del mar. Aunque ella
cambiaba constantemente de forma, al final la violó adoptando la apariencia de
un cisne, y del huevo que puso salió Helena, la causante de la guerra de Troya[2].
*
1. Tique («fortuna»), como Dice y Aedo
(personificaciones del derecho natural, o justicia y vergüenza), era una
divinidad artificial inventada por los filósofos primitivos, en tanto que
Némesis («ley debida») había sido la diosa-ninfa de la Muerte-en-Vida (véase
18.3), a la que entonces volvieron a definir como un control moral sobre Tique.
Que la rueda de Némesis era originalmente el año solar lo indica el nombre de
su equivalente latina, Fortuna (de vortumna,
«la que hace girar el año»). Cuando la rueda había descrito medio círculo, el
rey sagrado, elevado a la cima de su fortuna, estaba destinado a morir —los
ciervos de Acteón en su corona (véase 22.i) lo anuncian—, pero cuando describía
el circulo completo, se vengaba del rival que lo había suplantado. El azote era
utilizado anteriormente para la flagelación ritual, con el fin de que
fructificaran los árboles y las mieses. y la rama de manzano era el pasaporte
del rey para el Elíseo (véase 53.5, 80.4 y 133.4).
2. La Némesis a la que persiguió Zeus (véase 62.b)
no es la concepción filosófica de la venganza divina con los presuntuosos
mortales, sino la diosa-ninfa original, cuyo nombre habitual era Leda. En el
mito pre-helénico la diosa persigue al rey sagrado y, aunque él pasa por su
transformaciones estacionales (véase 30.1), opone a cada una de ellas la suya y
lo devora en el solsticio de verano. En el mito heleno los papeles se
invierten: la diosa huye y cambia de forma, pero el "rey la persigue y por
fin la viola, como en la fábula de Zeus y Metis (véase 9.d) y de Peleo y Tetis
(véase 81.&). Las necesarias transformaciones de estación debían estar
indicadas en los rayos de la rueda de Némesis, pero en
la Cipriada de Homero sólo se
mencionan un pez y «varios animales» (véase 89.2). «Leda» es otra forma de Leto
o Latona, a la que persiguió la serpiente Pitón y no Zeus (véase 14.a). Los
cisnes estaban consagrados a la diosa (Eurípides: Ifigenia en Táuride 1095 y ss.), a causa de su plumaje blanco, y
también porque la formación en y de su vuelo era un símbolo femenino, y porque
en el solsticio estival volaban hacia el norte a lugares de cría desconocidos,
supuestamente llevándose con ellos el alma del rey difunto (véase 33.5 y
142.2).
3. La Némesis filosófica era adorada en Rammunte, donde,
según Pausanias (i.33.2-3), el general en jefe persa, que había tratado de
erigir un trofeo de mármol blanco para celebrar su conquista del Ática, se vio
obligado a retirarse al recibir la noticia de la derrota naval en Salamina; el
mármol fue utilizado, en cambio, pira hacer una imagen de la diosa-ninfa local
Némesis. Se supone que se debió a ese acontecimiento el que Némesis llegara a
personificar la «venganza divina» más bien que la «ley debida» del drama de la
muerte anual; ya que, para Homero némesis
había sido únicamente un cordial sentimiento humano de que los pagos deben de
hacerse debidamente, o las tareas realizarse como es debido. Pero Némesis, la
diosa-ninfa, tenía el título de Adrastea («ineludible»; Estrabón: xiii.1.13),
que era también el nombre de la nodriza de Zeus, una ninfa-fresno (véase 7.b);
y como las ninfas-fresno y las Erinias eran hermanas, nacidas de la sangre de
Urano, ésta puede haber sido la forma en que Némesis llegó a simbolizar la idea
de venganza. El fresno era uno de los disfraces estacionales de la diosa, importante
para sus devotos pastoriles a causa de su asociación con las tronadas y con el
mes de los corderos, el tercero del año sacro (véase 52.3).
4. A Némesis se la llama hija del Océano porque como
diosa-ninfa con la rama de manzano era también la Afrodita, nacida del mar,
hermana de las Erinias (véase 18.4).
[1]
Píndaro: Odas olímpicas xii.1-2; Herodoto: i.34 y
iii.40; Apolonio de Rodas: iv.1042-3; Sófocles: Filoctetes 518.
[2]
Pausanias: i.33.3; Homero:
Cipriada, citada por Ateneo p.334b;
Apolodoro: iii.10.7.
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