jueves, 14 de diciembre de 2017

29. GANÍMEDES

a. Ganímedes, el hijo del rey Tros que dio su nombre a Troya, era el joven más bello de los vivientes y en consecuencia lo eligieron los dioses para que fuera el copero de Zeus. Se dice que Zeus, quien deseaba a Ganimedes también como compañero de lecho, se disfrazó con plumas de águila y lo raptó en la llanura troyana[1].
b. Luego, en nombre de Zeus, Hermes regaló a Tros una vid de oro, obra de Hefestos, y dos hermosos caballos en compensación por la pérdida de su hijo, asegurándole al mismo tiempo que Ganimedes se había hecho inmortal, estaba exento de las miserias de la vejez y sonreía, con la jarra de oro en la mano, mientras escanciaba el brillante néctar al Padre del Cielo[2].
c. Algunos dicen que Eos fue la primera que raptó a Ganimedes para que fuera su amante y que Zeus se lo quitó. Fuera como fuese, lo cierto es que Hera lamentó el insulto de que habían sido objeto ella y su hija Hebe, hasta entonces copera de los dioses, pero lo único que consiguió fue irritar a Zeus, quien puso la imagen de Ganimedes entre las estrellas como Acuario, el portador de agua[3].

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1. La tarea de Ganímedes como escanciador de vino de todos los dioses —y no sólo de Zeus en los relatos primitivos— y los dos caballos regalados al rey Tros como compensación por su muerte, sugieren la interpretación equivocada de un icono que mostraba al rey nuevo preparándose para su casamiento sagrado. La escudilla de Ganímedes contenía sin duda una libación que hacía en honor del ánima de su regio predecesor; y el sacerdote oficiante que aparece en la pintura y al que simbólicamente hace- resistencia ha sido tomado erróneamente por el enamorado Zeus. Igualmente a la novia que espera la confundió con Eos un mitógrafo que recordaba el rapto por Eos de Titono, hijo de Laomedonte porque también Eurípides ha dicho (Las troyanas 822) que Laomedonte era el padre de Ganímedes. Este icono podría ilustrar igualmente el casamiento de Peleo con Tetis, que los dioses presenciaron desde sus doce tronos; los dos caballos eran instrumentos rituales de su renacimiento como rey tras una muerte simulada (véase 81.4). El supuesto rapto de Ganímedes por el águila lo explica un ánfora ceretana de figuras negras: un águila que se lanza sobre los muslos de un rey recién entronizado llamado Zeus simboliza el poder divino que se le confiere —su ka u otro yo—, así como un halcón solar descendía sobre los Faraones en su coronación. Sin embargo, la tradición de la juventud de Ganimedes indica que el rey que aparece en la imagen era el sustituto regio, o interrex, que gobernaba un solo día, como Faetonte (véase 42.2), Zagreo (véase 30.1), Crisipo (véase 105.2) y los demás. Puede decirse, por lo tanto, que el águila de Zeus no sólo le hizo rey, sino que además lo transportó al Olimpo.
2. La ascensión de un rey al cielo montado en un águila, o en la forma de un águila, es una fantasía religiosa muy difundida. Aristófanes la caricaturiza en La paz (1 y ss.) haciendo subir a su protagonista montado en un escarabajo. El alma del héroe celta Lugh —Llew Llaw en el Mabinogion— voló al cielo como un águila cuando su sucesor lo mató en el solsticio de verano. Etana, el héroe babilonio, después de su casamiento sagrado en Kish, se remontó montado en un águila hacia los patios celestiales de Ishtar, pero cayó en el mar y se ahogó. La muerte de Etana, dicho sea de paso, no fue el sacrificio de fin de año habitual, como en el caso de Ícaro (véase 92.3), sino un castigo por las malas cosechas que habían caracterizado su reinado; volaba para descubrir una hierba mágica que producía la fertilidad. Su fábula está entretejida en un relato de la continua lucha entre el Águila y la Serpiente —el año creciente y el menguante, el Rey y el sucesor— y como en el mito de Llew Llaw, el Águila, que lanza su último aliento en el solsticio invernal, recupera mágicamente su vida y su fuerza. Así leemos en el Salmo ciii.5: «Tu juventud se renueva, como la del águila.»
3. El mito de Zeus-Ganimedes consiguió inmensa popularidad en Grecia y Roma porque proporcionaba una justificación religiosa del amor apasionado de un hombre maduro por un niño. Hasta entonces la sodomía era tolerada sólo como una forma extrema de adoración a las diosas. Los devotos varones de Cibeles trataban de conseguir la unión extática con ella emasculándose y vistiéndose como mujeres. Así pues, un sacerdocio sodomítico era una institución reconocida en los templos de la Gran Diosa en Tiro, Hierápolis y Jerusalén (1 Reyes xv.12 y 2 Reyes xxiii.7) hasta poco antes del Exilio. Pero esta nueva pasión, la introducción de la cual atribuye Apolodoro a Tamiris (véase 21.m), ponía de relieve la victoria del patriarcado sobre el matriarcado. Convirtió a la filosofía griega en un juego intelectual al que los hombres podían jugar sin ayuda de las mujeres, ahora que habían encontrado un nuevo campo de amorío homosexual. Platón explotó esto plenamente y utilizó el mito de Ganimedes para justificar sus propias emociones sentimentales en relación con sus discípulos (Fedro 79); aunque en otras partes (Leyes i.8) censura la sodomía como contraria a la naturaleza y llama al mito en el que Zeus cede a este deseo «una malvada invención cretense». (En esto le apoya Estéfano de Bizancio [sub Harpagia], quien dice que el rey Minos de Creta raptó a Ganimedes para que fuera su compañero de lecho, «habiendo recibido las leyes de Zeus»); Con la difusión de la filosofía platónica la mujer griega, hasta entonces intelectualmente dominante, degeneró en una trabajadora gratuita y paridora de hijos en todos aquellos lugares en los que Zeus y Apolo eran los dioses gobernantes.
4. El nombre de Ganimedes se refiere, propiamente, a la gozosa excitación de su deseo ante la perspectiva del casamiento, no a la de Zeus cuando le vivificaba el néctar que le escanciaba su compañero de lecho; pero, convertido en catamitus en latín, ha dado a los ingleses la palabra catamite, que significa el objeto pasivo de la lujuria homosexual masculina.
5. La constelación Acuario, identificada como Ganimedes, era originalmente el dios egipcio que gobernaba en la fuente del Nilo y vertía agua y no vino de un jarro (Píndaro: Fragmento 110); pero los griegos se interesaban poco por el Nilo.
6. El néctar de Zeus, que los mitógrafos posteriores describieron como un vino tinto sobrenatural, era, en realidad, una aguamiel morena primitiva (véase 27.2); y la ambrosía, el delicioso alimento de los dioses, parece haber sido unas gachas de cebada, aceite y frutas picadas (véase 98.7), con que se regalaban los reyes cuando sus súbditos más pobres todavía subsistían comiendo asfódelos (véase 31.2), malva y bellotas.





[1] Homero: Ilíada xx.231-5; Apolodoro: ii.12.2; Virgilio: Eneida v.252 y ss.; Ovidio: Metamorfosis x.155 y ss.

[2] Escoliasta sobre Orestes de Eurípides 1391; Hornero: Ilíada v.266; Himno homérico a Afrodita 202-17; Apolodoro: ii.5.9; Pausanias: v.24.1.

[3] Escoliasta sobre Apolonio de Rodas: iii.115; Virgilio: Eneida i.32, con escoliasta; Higinio: Fábula 224; Virgilio: Geórgicas iii.304.

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