jueves, 14 de diciembre de 2017

24. NATURALEZA Y HECHOS DE DEMÉTER

a. Aunque las sacerdotisas de Deméter, diosa del sembrado, inician a las novias y los novios en los secretos del lecho, ella no tiene esposo propio. Cuando era todavía joven y alegre tuvo a Core y al robusto Yaco con Zeus, su hermano, fuera de matrimonio[1]. También tuvo a Pluto con el Titán Yasio, o Yasión, de quien se enamoró en la boda de Cadmo y Harmonía. Inflamados por el néctar que corría como agua en el banquete, los amantes salieron a hurtadillas de la mansión y se acostaron abiertamente en un campo tres veces arado. Cuando volvieron, Zeus sospechó lo que habían hecho por su comportamiento y el barro que tenían en los brazos y las piernas; enfurecido porque Yasio se había atrevido a tocar a Deméter, lo mató con un rayo. Pero algunos dicen que a Yasio lo mató su hermano Dárdano o lo despedazaron sus propios caballos[2].
b. Deméter era benévola, y Erisictón, hijo de Tropías, fue uno de los pocos hombres a quienes trató duramente. Al frente de veinte compañeros, Erisictón se atrevió a invadir un bosque que los pelasgos habían plantado para ella en Dotio, y comenzó a derribar los árboles sagrados para obtener madera para su nueva sala de banquetes. Deméter asumió la forma de Nicipe, sacerdotisa del bosque, y ordenó suavemente a Erisictón que desistiera. Pero sólo cuando él le amenazó con su hacha se reveló ella con todo su esplendor y le condenó a sufrir un hambre perpetua por mucho que comiera. Él se marchó a comer y se hartó durante todo el día a expensas de sus padres, pero cuanto más comía tanto más hambriento y delgado se ponía, hasta que ellos ya no pudieron seguir alimentándolo y se convirtió en un mendigo callejero que comía inmundicias. Al contrario, al cretense Pandáreo, quien robó el perro de oro de Zeus y así vengó a Deméter por la muerte de Yasión, la diosa le concedió el don regio de no sufrir nunca dolor de vientre[3].
c. Deméter perdió para siempre su alegría cuando la joven Core, posteriormente llamada Perséfone, le fue arrebatada. Hades se enamoró de Core y fue a pedir a Zeus permiso para casarse con ella. Zeus temía ofender a su hermano mayor con una negativa categórica, pero sabía que Deméter no le perdonaría si Core era enviada al Tártaro. En consecuencia contestó políticamente que no daría ni negaría su consentimiento. Esto animó a Hades a raptar a la joven mientras ésta recogía flores en una pradera, quizá en la siciliana Enna, o en Colono, lugar de Ática, o en Hermione, o en alguna parte de Creta, o cerca de Pisa, o en las cercanías de Lerna, o junto al Penco arcadio, o en la beocia Nisa, o en cualquier otra parte de las regiones muy separadas que visitó Deméter en su larga búsqueda de Core. Pero sus propios sacerdotes dicen que fue en Eleusis. Buscó a Core sin descanso durante nueve días y noches, sin comer ni beber y llamándola inútilmente durante todo el tiempo. La única información que pudo obtener se la dio la vieja Hécate, quien a primera hora de una mañana había oído a Core gritar: «¡Un rapto, un rapto!», pero al correr en su ayuda no había encontrado ni rastro de ella[4].
d. El décimo día, tras un desagradable encuentro con Posidón entre los rebaños de Onco, Deméter llegó disfrazada a Eleusis, donde el rey Céleo y su esposa Metanira la recibieron hospitalariamente y la invitaron a quedarse allí como nodriza de Demofonte, el príncipe recién nacido. Su hija coja Yambe trató de consolar a Deméter con versos cómicamente lascivos y el ama seca, la vieja Baubo, le indujo, mediante una broma, a beber agua de cebada, se puso a gemir como si estuviera de parto e inesperadamente sacó de debajo de su falda al hijo de Deméter, Yaco, quien saltó a los brazos de su madre y la besó.
e. «¡Oh, qué ávidamente bebes!», exclamó Abante, un hijo mayor de Céleo, mientras Deméter tragaba el jarro de agua de cebada, sazonada con menta. Deméter le lanzó una mirada torva y lo metamorfoseó en un lagarto. Un poco avergonzada de sí misma, Deméter decidió prestar un servicio a Céleo haciendo a Demofonte inmortal. Esta noche lo sostuvo sobre el fuego para quemar su mortalidad. Metanira, que era hija de Anfictión, entró por casualidad en la sala antes que terminara el procedimiento, y rompió el hechizo, por lo que Demofonte murió. «¡Qué desafortunada es mi casa!», se lamentó Disaules. «Seca tus lágrimas, Disaules —le dijo Deméter—. Todavía te quedan tres hijos, entre ellos Triptólemo, a quien me propongo otorgar tan grandes dones que olvidarás tu doble pérdida.»
f. Pues Triptólemo, que cuidaba el ganado de su padre, había reconocido a Deméter y le había dado la noticia que necesitaba: diez días antes de esto sus hermanos Eumolpo, pastor, y Eubuleo, porquerizo, estaban en el campo, donde pacían sus animales, cuando la tierra se abrió de pronto y tragó a los puercos de Eubuleo ante sus propios ojos; luego, con un fuerte ruido de cascos, apareció un carro tirado por caballos negros y se hundió en la grieta. El rostro del conductor del carro era invisible, pero con el brazo derecho abrazaba fuertemente a una muchacha que gritaba. Eubuleo refirió el acontecimiento a Eumolpo y éste lo hizo tema de un lamento.
g. Provista con este testimonio, Deméter llamó a Hécate. Juntas fueron a ver a Helio, quien todo lo ve, y le obligaron a admitir que Hades había sido el malvado, sin duda con la connivencia de su hermano Zeus. Deméter estaba tan enojada que, en vez de volver al Olimpo, siguió recorriendo la tierra, impidiendo que los árboles dieran frutos y que crecieran las hierbas, hasta que la raza de los hombres estuvo en peligro de extinción. Zeus, a quien la vergüenza no permitía visitar a Deméter personalmente en Eleusis, le envió primeramente un mensaje con Iris (del que ella no hizo caso alguno) y luego una delegación de dioses olímpicos, con regalos conciliatorios y rogándole que aceptara su voluntad. Pero ello no quiso volver al Olimpo y juró que la tierra seguiría estéril hasta que Core fuera devuelta.
h. Zeus sólo podía hacer una cosa. Envió a Hermes con un mensaje para Hades: «Si no devuelves a Core estamos todos perdidos», y con otro para Deméter: «Puedes tener de nuevo a tu hija, con la única condición de que todavía no haya probado la comida de los muertos.»
i. Como Core se había negado a comer ni siquiera un mendrugo de pan desde su rapto, Hades se vio obligado a disimular su vejación diciendo amablemente a Core: «Hija mía, pareces sentirte desdichada aquí y tu madre llora por ti. Por lo tanto he decidido enviarte a tu hogar.»
j. Core dejó de llorar y Hermes la ayudó a subir a su carro. Pero en el momento en que partía para Eleusis, uno de los jardineros de Hades, Ascálafo, comenzó a gritar irrisoriamente: «Habiendo visto a la señora Core tomar una granada de un árbol" de tu huerto y comido siete semillas, estoy dispuesto a atestiguar que ha probado el alimento de los muertos.» Hades sonrió con sarcasmo y ordenó a Ascálafo que se encaramara a la parte trasera del carro de Hermes.
k. En Eleusis, Deméter abrazó alegremente a Core, pero al enterarse de lo de la granada se sintió más desalentada que nunca y repitió: «No volveré al Olimpo ni anularé mi maldición de la tierra.» Entonces Zeus instó a Rea, la madre de Hades, Deméter y él mismo, a que le suplicara, y por fin se llegó a una transacción. Core pasaría tres meses del año en compañía de Hades como Reina del Tártaro, con el título de Perséfone, y los nueve meses restantes con Deméter. Hécate se ofreció a asegurar que se cumpliera ese acuerdo y a vigilar constantemente a Core.
l. Deméter consintió finalmente en volver al Olimpo. Antes de salir de Eleusis instruyó a Triptólemo, Eumolpo y Céleo (juntamente con Diocles, rey de Peras, quien durante todo ese tiempo había buscado asiduamente a Core) en su culto y sus misterios. Pero castigó a Ascálafo por su chismorreo arrojándolo a un agujero y cubriéndolo con una roca enorme; de allí lo sacó finalmente Heracles y ella lo transformó entonces en un buho de orejas cortas[5]. Recompensó también a los feneacios de Acadia, en cuyo hogar descansó después de haberla ultrajado Posidón, con cereales de todas clases, pero les prohibió sembrar habas. Un tal Ciamites fue el primero que se atrevió a hacerlo y tiene un altar junto al río Cefíso[6].
m. A Triptólemo le proporcionó grano para sembrar, un arado de madera y un carro tirado por serpientes, y lo envió recorrer el mundo para que enseñara a la humanidad el arte de la agricultura. Pero primeramente le dio lecciones sobre la Llanura Rariana, que no es por lo que algunos lo llaman hijo del rey Raro. Y a Fítalo, que la había tratado bondadosamente en las orillas del Cefiso, le dio una higuera, la primera que se vio en Ática, y le enseñó a cultivarla[7].

*

1. Core, Perséfone y Hécate eran, claramente, la diosa en Tríada como la Doncella, Ninfa y Vieja, en una época en que solamente las mujeres practicaban los misterios de la agricultura. Core representa al grano verde, Perséfone a la espiga madura y Hécate al cereal cosechado: la «vieja esposa» del campo inglés. Pero Deméter era el título general de la diosa y a Core se le ha dado el nombre de Perséfone, lo que confunde la fábula. El mito de la aventura de Deméter en el campo tres veces arado indica un rito de la fertilidad que sobrevivió hasta una época reciente en los Balcanes: la sacerdotisa del cereal se unía públicamente con el rey sagrado en la siembra de otoño con el fin de asegurar una buena cosecha. En Ática se araba el campo primeramente en la primavera, luego, después de la cosecha del verano, se araba transversalmente con una reja más ligera; y finalmente, después de ofrecer sacrificios a los dioses de la labranza, se volvía a arar en la dirección original durante el mes otoñal de Pianepsión, como preliminar para la siembra (Hesíodo: Trabajos y Días 432-3, 460, 462; Plutarco: Sobre Isis y Osiris 69; Contra Colotes 22).
2. Perséfone (de phero y phonos, «la que trae la destrucción»), llamada también Persefata en Atenas (de ptersis y ephapto, «la que fija la destrucción») y Proserpina («la terrible») en Roma, era, según parece, el título de la ninfa cuando sacrificaba al rey sagrado. El título de Hécate («un centenar») se refiere, al parecer, a los cien meses lunares del reinado de éste y a la cosecha céntuple. La muerte del rey por un rayo, o por los dientes de los caballos, o a manos del sucesor, era su destino común en la Grecia primitiva.
3. El rapto de Core por Hades forma parte del mito en el que la trinidad helénica de dioses se casa forzosamente con la triple diosa pre-helénica: Zeus con Hera, Zeus o Posidón con Deméter, y Hades con Core. Como en el mito irlandés, Brian, Iuchar e Iucharba se casan con la triple diosa Eire, Fodhla y Banbha (véase 1.6 y 16.1). Esto se refiere a la usurpación masculina de los misterios agrícolas femeninos en los tiempos primitivos. Así el episodio de la negativa de Deméter a proporcionar cereal a la humanidad no es sino otra versión de la conspiración de Ino para destruir la cosecha de Atamante (véase 70.c). Además, el mito de Core explica el entierro en el invierno de una muñeca de cereal, la cual era desenterrada a comienzos de la primavera y se la encontraba retoñando; esta costumbre pre-helena sobrevivía en el campo en la época clásica, y la ilustran pinturas de jarrones en las que aparecen hombres sacando a Core de un montón de tierra con zapapicos, o abriendo la cabeza de la Madre Tierra con hachas.
4. La fábula de Erisictón, hijo de Tríopas, es una anécdota moral: entre los griegos, como entre los latinos y los irlandeses primitivos, la tala de un bosque sagrado traía consigo la pena de muerte. Pero un hambre desesperada e inútil, a la que los isabelinos llamaban «tener el lobo en el estómago», no sería un castigo apropiado por la tala de árboles y el nombre de Erisictón —también hijo de Cécrope, el patriarcalista e introductor de las tortas de cebada— significa «rompedor de tierra», lo que indica que su verdadero delito consistió en atreverse a arar sin consentimiento de Deméter, como Atamante. El robo del perro de oro por Pandáreo indica la intervención cretense en Grecia, cuando los aqueos trataron de reformar el ritual agrícola. Este perro, robado a la diosa Tierra, parece haber sido la prueba visible de la independencia del rey supremo aqueo con respecto a la diosa (véase 134.2).
5. Los mitos de Hilas («del bosque»; véase 150.1), Adonis (véase 18.7), Litierses (véase 136.e) y Lino (véase 147.1) describen el luto anual por el rey sagrado o el niño que le sustituía, sacrificado para aplacar a la diosa de la vegetación. Ese mismo sustituto aparece en la leyenda de Triptólemo, quien viajaba en un carro tirado por serpientes y llevaba sacos de cereal, para simbolizar que su muerte traía consigo la abundancia. Era también Plutón («la riqueza»), engendrado en el campo arado, y del que está tomado el título eufemístico de «Pluto» que lleva Hades. Triptólemo (triptolmaios, «tres veces osado») puede ser un título concedido al rey sagrado por haberse atrevido tres veces a arar el campo y tener coito con la sacerdotisa del cereal. Celeo, Diocles y Eumolpo, a quienes Deméter enseñó el arte de la agricultura, representan a los jefes sacerdotales de la Liga Anfictiónica —Metanira es descrita como hija de Anfictión— que le rindieron honores en Eleusis.
6. Era en Eleusis («advenimiento»), ciudad micénica, donde se celebraban los grandes Misterios eleusinos, en el mes llamado Beodromión («corriendo en busca de ayuda»). Los iniciados extáticos de Deméter consumaban simbólicamente su amorío con Yasión, o Triptólemo, o Zeus, en un recinto interior del santuario, moviendo hacia arriba y hacia abajo en una bota alta de mujer un objeto fálico; de aquí que Eleusis parece ser una forma gastada de Eilythuies «[el templo] de la que se enfurece en un escondite». Los mistagogos, vestidos como pastores, entraban luego dando gritos de alegría y exhibían un aventador que contenía al niño Brimo, hijo de Brimo («la enojada»), el fruto inmediato de su casamiento ritual. Brimo era un título de Deméter y Brimo (Brimus) un sinónimo de Plutón, pero sus celebrantes le conocían más como Yaco, del bullicioso himno Yaco que se cantaba el sexto día de los misterios durante una procesión de antorchas que partía del templo de Deméter.
7. Eumolpo representa a los pastores cantores que introducían al niño, Triptólemo es un vaquero al servicio de Io, la diosa Luna como vaca (véase 56.1), que regaba el grano para sembrar, y Eubuleo un porquerizo al servicio de la diosa Marpesa (véase 74.4 y 96.2), Forcis, Cere o Cerdo, la diosa Cerda, que hacía germinar al cereal. Eubuleo fue el primero que reveló la suerte de Core, porque «porquerizo», en el mito primitivo europeo, significa adivino o mago. Así a Eumeo («buscando bien»), el porquerizo de Odiseo (véase 171.a), se le llama dios («deiforme»), y aunque en la época clásica hacía mucho tiempo que los porquerizos habían dejado de ejercer su arte profético, todavía se sacrificaban cerdos a Deméter y Perséfone arrojándolos por un precipicio natural. No se dice que Eubuleo se beneficiara con la instrucción de Deméter, probablemente porque el culto de aquélla como diosa Cerda había sido suprimido en Eleusis.
8. «Raro», bien signifique «un niño abortivo», o bien «una matriz», es un nombre inadecuado para un rey y se referiría a la matriz de la madre del Cereal de la que nacía éste.
9. Yambe y Baubo personifican las canciones obscenas en metro yámbico que se cantaban para aliviar la tensión sentimental en los Misterios Eleusinos, pero Yambe, Deméter y Baubo forman la tríada familiar de doncella, ninfa y vieja. En el mito griego las nodrizas viejas representan casi siempre a la diosa como Vieja. Abante se transformó en un lagarto, porque los lagartos se encuentran en los lugares más cálidos y secos y pueden vivir sin agua; ésta es una anécdota moral que se relataba para enseñar a los niños el respeto por sus mayores y la veneración de los dioses.
10. La historia de la tentativa de Deméter para hacer a Demofonte inmortal tiene su análoga en el mito de Medea (véase 156.a) y Tetis (véase 81.r). Se refiere, en parte, a la difundida costumbre primitiva de inmunizar a los niños contra los malos espíritus con fuego sagrado pasado a su alrededor en el momento del nacimiento, o con una tapadera caliente colocada debajo de ellos; y en parte a la costumbre de quemar niños hasta darles muerte como un sacrificio sustitutivo del rey sagrado (véase 92.7) y confiriéndoles así la inmortalidad. Celeo, el nombre del padre de Demofonte, puede significar «quemador» además de «pájaro carpintero» o «hechicero».
11. Una prohibición primitiva recaía sobre los alimentos de color rojo, los que sólo se podían ofrecer a los muertos (véase 170.5), y se suponía que la granada había nacido —como la anémona escarlata de ocho pétalos— de la sangre de Adonis o Tammuz (véase 18.7). Las siete semillas de granada representan, quizá, las siete fases de la luna durante las cuales los agricultores esperan que aparezcan los tallos verdes del cereal. Pero Perséfone comiendo la granada es originalmente Sheol, la Diosa del Infierno, devorando a Tammuz, mientras Ishtar (la misma Sheol en un aspecto diferente) llora para aplacar a su ánima. Hera, como una diosa de la Muerte anterior, también sostenía una granada.
12. El ascalaphos, o buho de orejas cortas, era un ave de mal agüero, y la fábula de su chismorreo se relata para explicar el estrépito que hacen los buhos en noviembre, antes que comiencen los tres meses invernales de la ausencia de Core. Heracles puso en libertad a Ascálafo (véase 134.d).
13. El regalo de la higuera que hizo Deméter a Fítalo, cuya familia era una de las principales en Atica (véase 97.a), sólo significa que la práctica de la cabrahigadura —la polinización del árbol doméstico con una rama del silvestre— dejó de ser una prerrogativa femenina al mismo tiempo que la agricultura. La prohibición de que los hombres sembraran habas parece haber sobrevivido a la del cereal, a causa de la íntima relación entre las habas y los espíritus. En Roma los arrojaban a los espíritus en el Festival de los Difuntos y si una planta brotaba de uno de ellos y una mujer comía sus granos, quedaba preñada por un espíritu. Por eso los pitagóricos se abstenían de comer habas para que no pudieran privar a un antepasado de la probabilidad de una reencarnación.
14. Se dice que Deméter llegó a Grecia pasando por Creta y desembarcó en Toricos, en Ática (Himno a Deméter 123). Esto es probable: los cretenses se habían establecido en Atica, donde fueron los primeros en explotar las minas de plata del Laurium. Además, Eleusis es una localidad micénica, y Diodoro Sículo (v. 77) dice que ritos análogos a los eleusinos se realizaban en Cnosos para todos los que querían asistir, y que (v. 79), según los cretenses, todos los ritos de iniciación fueron inventados por sus antepasados. Pero el origen de Deméter debe ser buscado en Libia.
15. Las flores que, según Ovidio, recogía Core eran adormideras. Una imagen de la diosa con cabezas de adormidera en su tocado se encontró en Gazi, Creta; otra diosa tallada en una moldura de Palaiokastro lleva adormideras en la mano, y en el anillo de oro del tesoro de la Acrópolis de Micenas, una Deméter sentada entrega tres cabezas de adormidera a una Core en pie. Las semillas de adormidera eran utilizadas como un condimento del pan y las adormideras están asociadas naturalmente con Deméter, pues crecen en los sembrados, pero Core recoge o acepta adormideras a causa de sus cualidades soporíficas y de su color escarlata, que promete la resurrección después de la muerte (véase 27.12). Está a punto de retirarse para su sueño anual.




[1] Aristófanes: Las ranas 338; Himno órfico li.
[2] Homero: Odisea v.125-8; Diodoro Sículo: v.49; Hesíodo: Teogonía 969 y ss.


[3] Servio sobre la Eneida de Virgilio iii.167; Higinio: Fábula 250; Calímaco: Himno a Deméter 34 y ss.; Antoninus Liberalis: Transformaciones 11; Pausanias: x.30.1.

[4] Higinio: Fábula 146; Diodoro Sículo: v.3; Escoliasta sobre el Edipo en Colona de Sófocles 1590; Apolodoro: i.5.1; Escoliasta sobre la Teogonía de Hesíodo 914; Pausanias: vi.21.1 y i.38.5; Conon: Narraciones 15; Himno homérico a Deméter 17.

[5] Apolodoro: i.5.1-3 y 12; Himno homérico a Deméter 398 y ss. y 445 y ss.

[6] Pausanias: viii.15.1 y i.37.3.

[7] Himno homérico a Deméter 231-74; Apolodoro: i.52; Fragmento órfico 50; Higinio: Fábula 146; Ovidio: Metamorfosis v.450-563 y Fasti iv.614; Nicandro: Theriaca; Pausanias: i.14.2 y 37.2.

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