a. Aunque las sacerdotisas de Deméter, diosa del
sembrado, inician a las novias y los novios en los secretos del lecho, ella no
tiene esposo propio. Cuando era todavía joven y alegre tuvo a Core y al robusto
Yaco con Zeus, su hermano, fuera de matrimonio[1]. También tuvo a Pluto con
el Titán Yasio, o Yasión, de quien se enamoró en la boda de Cadmo y Harmonía.
Inflamados por el néctar que corría como agua en el banquete, los amantes
salieron a hurtadillas de la mansión y se acostaron abiertamente en un campo
tres veces arado. Cuando volvieron, Zeus sospechó lo que habían hecho por su
comportamiento y el barro que tenían en los brazos y las piernas; enfurecido
porque Yasio se había atrevido a tocar a Deméter, lo
mató con un rayo. Pero algunos dicen que a Yasio lo mató su hermano Dárdano o
lo despedazaron sus propios caballos[2].
b. Deméter era benévola, y Erisictón, hijo de
Tropías, fue uno de los pocos hombres a quienes trató duramente. Al frente de
veinte compañeros, Erisictón se atrevió a invadir un bosque que los pelasgos
habían plantado para ella en Dotio, y comenzó a derribar los árboles sagrados
para obtener madera para su nueva sala de banquetes. Deméter asumió la forma de
Nicipe, sacerdotisa del bosque, y ordenó suavemente a Erisictón que desistiera.
Pero sólo cuando él le amenazó con su hacha se reveló ella con todo su esplendor
y le condenó a sufrir un hambre perpetua por mucho que comiera. Él se marchó a
comer y se hartó durante todo el día a expensas de sus padres, pero cuanto más
comía tanto más hambriento y delgado se ponía, hasta que ellos ya no pudieron
seguir alimentándolo y se convirtió en un mendigo callejero que comía
inmundicias. Al contrario, al cretense Pandáreo, quien robó el perro de oro de
Zeus y así vengó a Deméter por la muerte de Yasión, la diosa le concedió el don
regio de no sufrir nunca dolor de vientre[3].
c. Deméter perdió para siempre su
alegría cuando la joven Core, posteriormente llamada Perséfone, le fue
arrebatada. Hades se enamoró de Core y fue a pedir a Zeus permiso para casarse
con ella. Zeus temía ofender a su hermano mayor con una negativa categórica,
pero sabía que Deméter no le perdonaría si Core era enviada al Tártaro. En
consecuencia contestó políticamente que no daría ni negaría su consentimiento.
Esto animó a Hades a raptar a la joven mientras ésta recogía flores en una
pradera, quizá en la siciliana Enna, o en Colono, lugar de Ática, o en
Hermione, o en alguna parte de Creta, o cerca de Pisa, o en las cercanías de
Lerna, o junto al Penco arcadio, o en la beocia Nisa, o en cualquier otra parte
de las regiones muy separadas que visitó Deméter en su larga búsqueda de Core.
Pero sus propios sacerdotes dicen que fue en Eleusis. Buscó a Core sin descanso
durante nueve días y noches, sin comer ni beber y llamándola inútilmente
durante todo el tiempo. La única información que pudo obtener se la dio la vieja
Hécate, quien a primera hora de una mañana había oído a Core gritar: «¡Un
rapto, un rapto!», pero al correr en su ayuda no había encontrado ni rastro de
ella[4].
d. El décimo día, tras un desagradable encuentro con
Posidón entre los rebaños de Onco, Deméter llegó disfrazada a Eleusis, donde el
rey Céleo y su esposa Metanira la recibieron hospitalariamente y la invitaron a
quedarse allí como nodriza de Demofonte, el príncipe recién nacido. Su hija
coja Yambe trató de consolar a Deméter con versos cómicamente lascivos y el ama
seca, la vieja Baubo, le indujo, mediante una broma, a beber agua de cebada, se
puso a gemir como si estuviera de parto e inesperadamente sacó de debajo de su
falda al hijo de Deméter, Yaco, quien saltó a los brazos de su madre y la besó.
e. «¡Oh, qué ávidamente bebes!», exclamó Abante, un
hijo mayor de Céleo, mientras Deméter tragaba el jarro de agua de cebada,
sazonada con menta. Deméter le lanzó una mirada torva y lo metamorfoseó en un
lagarto. Un poco avergonzada de sí misma, Deméter decidió prestar un servicio a
Céleo haciendo a Demofonte inmortal. Esta noche lo sostuvo sobre el fuego para
quemar su mortalidad. Metanira, que era hija de Anfictión, entró por casualidad
en la sala antes que terminara el procedimiento, y rompió el hechizo, por lo
que Demofonte murió. «¡Qué desafortunada es mi casa!», se lamentó Disaules.
«Seca tus lágrimas, Disaules —le dijo Deméter—.
Todavía te quedan tres hijos, entre ellos Triptólemo, a quien me propongo
otorgar tan grandes dones que olvidarás tu doble pérdida.»
f. Pues Triptólemo, que cuidaba el ganado de su
padre, había reconocido a Deméter y le había dado la noticia que necesitaba:
diez días antes de esto sus hermanos Eumolpo, pastor, y Eubuleo, porquerizo,
estaban en el campo, donde pacían sus animales, cuando la tierra se abrió de
pronto y tragó a los puercos de Eubuleo ante sus propios ojos; luego, con un
fuerte ruido de cascos, apareció un carro tirado por caballos negros y se
hundió en la grieta. El rostro del conductor del carro era invisible, pero con
el brazo derecho abrazaba fuertemente a una muchacha que gritaba. Eubuleo
refirió el acontecimiento a Eumolpo y éste lo hizo tema de un lamento.
g. Provista con este testimonio, Deméter llamó a
Hécate. Juntas fueron a ver a Helio, quien todo lo ve, y le obligaron a admitir
que Hades había sido el malvado, sin duda con la connivencia de su hermano
Zeus. Deméter estaba tan enojada que, en vez de volver al Olimpo, siguió
recorriendo la tierra, impidiendo que los árboles dieran frutos y que crecieran
las hierbas, hasta que la raza de los hombres estuvo en peligro de extinción.
Zeus, a quien la vergüenza no permitía visitar a Deméter personalmente en
Eleusis, le envió primeramente un mensaje con Iris (del que ella no hizo caso
alguno) y luego una delegación de dioses olímpicos, con regalos conciliatorios
y rogándole que aceptara su voluntad. Pero ello no quiso volver al Olimpo y
juró que la tierra seguiría estéril hasta que Core fuera devuelta.
h. Zeus sólo podía hacer una cosa. Envió a Hermes
con un mensaje para Hades: «Si no devuelves a Core estamos todos perdidos», y
con otro para Deméter: «Puedes tener de nuevo a tu hija, con la única condición
de que todavía no haya probado la comida de los muertos.»
i. Como Core se había negado a comer ni siquiera un
mendrugo de pan desde su rapto, Hades se vio obligado a disimular su vejación
diciendo amablemente a Core: «Hija mía, pareces sentirte desdichada aquí y tu
madre
llora por ti. Por lo tanto he decidido enviarte a tu
hogar.»
j. Core dejó de llorar y Hermes la ayudó a subir a
su carro. Pero en el momento en que partía para Eleusis, uno de los jardineros
de Hades, Ascálafo, comenzó a gritar irrisoriamente: «Habiendo visto a la
señora Core tomar una granada de un árbol" de tu huerto y comido siete
semillas, estoy dispuesto a atestiguar que ha probado el alimento de los
muertos.» Hades sonrió con sarcasmo y ordenó a Ascálafo que se encaramara a la
parte trasera del carro de Hermes.
k. En Eleusis, Deméter abrazó alegremente a Core,
pero al enterarse de lo de la granada se sintió más desalentada que nunca y
repitió: «No volveré al Olimpo ni anularé mi maldición de la tierra.» Entonces
Zeus instó a Rea, la madre de Hades, Deméter y él mismo, a que le suplicara, y
por fin se llegó a una transacción. Core pasaría tres meses del año en compañía
de Hades como Reina del Tártaro, con el título de Perséfone, y los nueve meses
restantes con Deméter. Hécate se ofreció a asegurar que se cumpliera ese
acuerdo y a vigilar constantemente a Core.
l. Deméter consintió finalmente en volver al Olimpo.
Antes de salir de Eleusis instruyó a Triptólemo, Eumolpo y Céleo (juntamente
con Diocles, rey de Peras, quien durante todo ese tiempo había buscado
asiduamente a Core) en su culto y sus misterios. Pero castigó a Ascálafo por su
chismorreo arrojándolo a un agujero y cubriéndolo con una roca enorme; de allí
lo sacó finalmente Heracles y ella lo transformó entonces en un buho de orejas
cortas[5]. Recompensó también a los
feneacios de Acadia, en cuyo hogar descansó después de haberla ultrajado
Posidón, con cereales de todas clases, pero les prohibió sembrar habas. Un tal
Ciamites fue el primero que se atrevió a hacerlo y tiene un altar junto al río
Cefíso[6].
m. A Triptólemo le proporcionó grano para sembrar,
un arado de madera y un carro tirado por serpientes, y lo envió recorrer el
mundo para que enseñara a la humanidad el arte de la agricultura. Pero
primeramente le dio lecciones sobre la Llanura Rariana, que no es por lo que
algunos lo llaman hijo del rey Raro. Y a Fítalo, que la había tratado
bondadosamente en las orillas del Cefiso, le dio una higuera, la primera que se
vio en Ática, y le enseñó a cultivarla[7].
*
1. Core, Perséfone y Hécate eran, claramente, la
diosa en Tríada como la Doncella, Ninfa y Vieja, en una época en que solamente
las mujeres practicaban los misterios de la agricultura. Core representa al
grano verde, Perséfone a la espiga madura y Hécate al cereal cosechado: la
«vieja esposa» del campo inglés. Pero Deméter era el título general de la diosa
y a Core se le ha dado el nombre de Perséfone, lo que confunde la fábula. El
mito de la aventura de Deméter en el campo tres veces arado indica un rito de
la fertilidad que sobrevivió hasta una época reciente en los Balcanes: la
sacerdotisa del cereal se unía públicamente con el rey sagrado en la siembra de
otoño con el fin de asegurar una buena cosecha. En Ática se araba el campo
primeramente en la primavera, luego, después de la cosecha del verano, se araba
transversalmente con una reja más ligera; y finalmente, después de ofrecer sacrificios
a los dioses de la labranza, se volvía a arar en la dirección original durante
el mes otoñal de Pianepsión, como preliminar para la siembra (Hesíodo: Trabajos y Días 432-3, 460, 462;
Plutarco: Sobre Isis y Osiris 69; Contra Colotes 22).
2. Perséfone (de phero
y phonos, «la que trae la
destrucción»), llamada también Persefata en Atenas (de ptersis y ephapto, «la
que fija la destrucción») y Proserpina («la terrible») en Roma, era, según
parece, el título de la ninfa cuando sacrificaba al rey sagrado. El título de
Hécate («un centenar») se refiere, al parecer, a los cien meses lunares del
reinado de éste y a la cosecha céntuple. La muerte del rey por un rayo, o por los dientes de los caballos, o a manos del sucesor,
era su destino común en la Grecia primitiva.
3. El rapto de Core por Hades forma parte del mito
en el que la trinidad helénica de dioses se casa forzosamente con la triple
diosa pre-helénica: Zeus con Hera, Zeus o Posidón con Deméter, y Hades con
Core. Como en el mito irlandés, Brian, Iuchar e Iucharba se casan con la triple
diosa Eire, Fodhla y Banbha (véase 1.6 y 16.1). Esto se refiere a la usurpación
masculina de los misterios agrícolas femeninos en los tiempos primitivos. Así
el episodio de la negativa de Deméter a proporcionar cereal a la humanidad no
es sino otra versión de la conspiración de Ino para destruir la cosecha de
Atamante (véase 70.c). Además, el mito de Core explica el entierro en el
invierno de una muñeca de cereal, la cual era desenterrada a comienzos de la
primavera y se la encontraba retoñando; esta costumbre pre-helena sobrevivía en
el campo en la época clásica, y la ilustran pinturas de jarrones en las que
aparecen hombres sacando a Core de un montón de tierra con zapapicos, o
abriendo la cabeza de la Madre Tierra con hachas.
4. La fábula de Erisictón, hijo de Tríopas, es una
anécdota moral: entre los griegos, como entre los latinos y los irlandeses
primitivos, la tala de un bosque sagrado traía consigo la pena de muerte. Pero
un hambre desesperada e inútil, a la que los isabelinos llamaban «tener el lobo
en el estómago», no sería un castigo apropiado por la tala de árboles y el
nombre de Erisictón —también hijo de Cécrope, el patriarcalista e introductor
de las tortas de cebada— significa «rompedor de tierra», lo que indica que su
verdadero delito consistió en atreverse a arar sin consentimiento de Deméter,
como Atamante. El robo del perro de oro por Pandáreo indica la intervención cretense
en Grecia, cuando los aqueos trataron de reformar el ritual agrícola. Este
perro, robado a la diosa Tierra, parece haber sido la prueba visible de la
independencia del rey supremo aqueo con respecto a la diosa (véase 134.2).
5. Los mitos de Hilas («del bosque»; véase 150.1),
Adonis (véase 18.7), Litierses (véase 136.e) y Lino (véase 147.1) describen el
luto anual por el rey sagrado o el niño que le sustituía, sacrificado para
aplacar a la diosa de la vegetación. Ese mismo sustituto aparece en la leyenda
de Triptólemo, quien viajaba en un carro tirado por serpientes y llevaba sacos
de cereal, para simbolizar que su muerte traía consigo la abundancia. Era también Plutón («la riqueza»), engendrado en el
campo arado, y del que está tomado el título eufemístico de «Pluto» que lleva
Hades. Triptólemo (triptolmaios,
«tres veces osado») puede ser un título concedido al rey sagrado por haberse
atrevido tres veces a arar el campo y tener coito con la sacerdotisa del
cereal. Celeo, Diocles y Eumolpo, a quienes Deméter enseñó el arte de la
agricultura, representan a los jefes sacerdotales de la Liga Anfictiónica
—Metanira es descrita como hija de Anfictión— que le rindieron honores en
Eleusis.
6. Era en Eleusis («advenimiento»), ciudad micénica,
donde se celebraban los grandes Misterios eleusinos, en el mes llamado
Beodromión («corriendo en busca de ayuda»). Los iniciados extáticos de Deméter
consumaban simbólicamente su amorío con Yasión, o Triptólemo, o Zeus, en un
recinto interior del santuario, moviendo hacia arriba y hacia abajo en una bota
alta de mujer un objeto fálico; de aquí que Eleusis parece ser una forma
gastada de Eilythuies «[el templo] de
la que se enfurece en un escondite». Los mistagogos, vestidos como pastores,
entraban luego dando gritos de alegría y exhibían un aventador que contenía al
niño Brimo, hijo de Brimo («la enojada»), el fruto inmediato de su casamiento
ritual. Brimo era un título de Deméter y Brimo (Brimus) un sinónimo de Plutón,
pero sus celebrantes le conocían más como Yaco, del bullicioso himno Yaco que se cantaba el sexto día de los
misterios durante una procesión de antorchas que partía del templo de Deméter.
7. Eumolpo representa a los pastores cantores que
introducían al niño, Triptólemo es un vaquero al servicio de Io, la diosa Luna
como vaca (véase 56.1), que regaba el grano para sembrar, y Eubuleo un
porquerizo al servicio de la diosa Marpesa (véase 74.4 y 96.2), Forcis, Cere o
Cerdo, la diosa Cerda, que hacía germinar al cereal. Eubuleo fue el primero que
reveló la suerte de Core, porque «porquerizo», en el mito primitivo europeo,
significa adivino o mago. Así a Eumeo («buscando bien»), el porquerizo de Odiseo
(véase 171.a), se le llama dios
(«deiforme»), y aunque en la época clásica hacía mucho tiempo que los
porquerizos habían dejado de ejercer su arte profético, todavía se sacrificaban
cerdos a Deméter y Perséfone arrojándolos por un precipicio natural. No se dice
que Eubuleo se beneficiara con la instrucción de Deméter, probablemente porque
el culto de aquélla como diosa Cerda había sido suprimido en Eleusis.
8. «Raro», bien signifique «un niño abortivo», o bien
«una matriz», es un nombre inadecuado para un rey y se referiría a la matriz de
la madre del Cereal de la que nacía éste.
9. Yambe y Baubo personifican las canciones obscenas
en metro yámbico que se cantaban para aliviar la tensión sentimental en los Misterios
Eleusinos, pero Yambe, Deméter y Baubo forman la tríada familiar de doncella,
ninfa y vieja. En el mito griego las nodrizas viejas representan casi siempre a
la diosa como Vieja. Abante se transformó en un lagarto, porque los lagartos se
encuentran en los lugares más cálidos y secos y pueden vivir sin agua; ésta es
una anécdota moral que se relataba para enseñar a los niños el respeto por sus
mayores y la veneración de los dioses.
10. La historia de la tentativa de Deméter para
hacer a Demofonte inmortal tiene su análoga en el mito de Medea (véase 156.a) y
Tetis (véase 81.r). Se refiere, en parte, a la difundida costumbre primitiva de
inmunizar a los niños contra los malos espíritus con fuego sagrado pasado a su
alrededor en el momento del nacimiento, o con una tapadera caliente colocada
debajo de ellos; y en parte a la costumbre de quemar niños hasta darles muerte
como un sacrificio sustitutivo del rey sagrado (véase 92.7) y confiriéndoles
así la inmortalidad. Celeo, el nombre del padre de Demofonte, puede significar
«quemador» además de «pájaro carpintero» o «hechicero».
11. Una prohibición primitiva recaía sobre los
alimentos de color rojo, los que sólo se podían ofrecer a los muertos (véase
170.5), y se suponía que la granada había nacido —como la anémona escarlata de
ocho pétalos— de la sangre de Adonis o Tammuz (véase 18.7). Las siete semillas
de granada representan, quizá, las siete fases de la luna durante las cuales
los agricultores esperan que aparezcan los tallos verdes del cereal. Pero
Perséfone comiendo la granada es originalmente Sheol, la Diosa del Infierno,
devorando a Tammuz, mientras Ishtar (la misma Sheol en un aspecto diferente)
llora para aplacar a su ánima. Hera, como una diosa de la Muerte anterior, también
sostenía una granada.
12. El ascalaphos,
o buho de orejas cortas, era un ave de mal agüero, y la fábula de su chismorreo
se relata para explicar el estrépito que hacen los buhos en noviembre, antes
que comiencen los tres meses invernales de la ausencia de Core. Heracles puso
en libertad a Ascálafo (véase 134.d).
13. El regalo de la higuera que hizo Deméter a
Fítalo, cuya familia era una de las principales en
Atica (véase 97.a), sólo significa que la práctica de la cabrahigadura —la
polinización del árbol doméstico con una rama del silvestre— dejó de ser una
prerrogativa femenina al mismo tiempo que la agricultura. La prohibición de que
los hombres sembraran habas parece haber sobrevivido a la del cereal, a causa
de la íntima relación entre las habas y los espíritus. En Roma los arrojaban a
los espíritus en el Festival de los Difuntos y si una planta brotaba de uno de
ellos y una mujer comía sus granos, quedaba preñada por un espíritu. Por eso
los pitagóricos se abstenían de comer habas para que no pudieran privar a un
antepasado de la probabilidad de una reencarnación.
14. Se dice que Deméter llegó a Grecia pasando por
Creta y desembarcó en Toricos, en Ática (Himno
a Deméter 123). Esto es probable: los cretenses se habían establecido en
Atica, donde fueron los primeros en explotar las minas de plata del Laurium.
Además, Eleusis es una localidad micénica, y Diodoro Sículo (v. 77) dice que
ritos análogos a los eleusinos se realizaban en Cnosos para todos los que
querían asistir, y que (v. 79), según los cretenses, todos los ritos de iniciación
fueron inventados por sus antepasados. Pero el origen de Deméter debe ser
buscado en Libia.
15. Las flores que, según Ovidio, recogía Core eran
adormideras. Una imagen de la diosa con cabezas de adormidera en su tocado se
encontró en Gazi, Creta; otra diosa tallada en una moldura de Palaiokastro
lleva adormideras en la mano, y en el anillo de oro del tesoro de la Acrópolis
de Micenas, una Deméter sentada entrega tres cabezas de adormidera a una Core
en pie. Las semillas de adormidera eran utilizadas como un condimento del pan y
las adormideras están asociadas naturalmente con Deméter, pues crecen en los
sembrados, pero Core recoge o acepta adormideras a causa de sus cualidades
soporíficas y de su color escarlata, que promete la resurrección después de la
muerte (véase 27.12). Está a punto de retirarse para su sueño anual.
[1] Aristófanes:
Las ranas 338; Himno órfico li.
[2]
Homero: Odisea v.125-8; Diodoro Sículo: v.49;
Hesíodo: Teogonía 969 y ss.
[3]
Servio sobre la Eneida de Virgilio iii.167; Higinio: Fábula 250; Calímaco: Himno a Deméter 34 y ss.; Antoninus
Liberalis: Transformaciones 11;
Pausanias: x.30.1.
[4]
Higinio: Fábula 146; Diodoro Sículo: v.3;
Escoliasta sobre el Edipo en Colona
de Sófocles 1590; Apolodoro: i.5.1; Escoliasta sobre la Teogonía de Hesíodo 914; Pausanias: vi.21.1 y i.38.5; Conon: Narraciones 15; Himno homérico a Deméter 17.
[5] Apolodoro:
i.5.1-3 y 12; Himno homérico a Deméter
398 y ss. y 445 y ss.
[6]
Pausanias: viii.15.1 y
i.37.3.
[7]
Himno homérico a Deméter 231-74; Apolodoro: i.52; Fragmento órfico 50; Higinio: Fábula 146; Ovidio: Metamorfosis v.450-563 y Fasti
iv.614; Nicandro: Theriaca;
Pausanias: i.14.2 y 37.2.
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