a. Cuando Zeus, Posidón y Hades, después de
destronar a su padre Crono, echaron suertes en un yelmo para ver quién se quedaba
con el señorío del cielo, el mar y el lóbrego mundo subterráneo, dejando la
tierra como propiedad de los tres, a Zeus le tocó el cielo, a Hades el mundo
subterráneo y a Posidón el mar. Posidón, que es igual a su hermano Zeus en
dignidad, aunque no en poder, y que es de naturaleza hosco y pendenciero, se
puso inmediatamente a construir su palacio submarino frente a Ege en Eubea. En
sus espaciosos establos tiene caballos de tiro blancos con cascos de bronce y
crines de oro y también un carro de oro; cuando este carro se acerca las
tormentas cesan instantáneamente y los monstruos marinos saltan a su alrededor[1].
b. Como necesitaba una esposa que se sintiera a
gusto en las profundidades del mar, cortejó a la Nereida Tetis, pero cuando
Temis le profetizó que cualquier hijo nacido de Tetis sería más importante que
su padre, desistió y le permitió que se casara con un mortal llamado Peleo.
Anfitrite, otra Nereida, a la que se acercó a continuación, recibió sus
requerimientos amorosos con repugnancia y huyó al monte Atlas para eludirlo,
pero él mandó mensajeros tras ella; entre ellos se' hallaba Delfino, quien defendió
la causa de Posidón tan bien que ella cedió y le pidió que arreglara el
casamiento. Posidón, agradecido, puso la imagen del mensajero entre las
estrellas como una constelación, el Delfín[2].
Anfitrite le dio tres hijos a Posidón: Tritón, Rodé
y Bentesicime, pero él le causó casi tantos celos como Zeus a Hera con sus amoríos con diosas, ninfas y mortales. Le disgustó,
especialmente, su apasionamiento por Escila, hija de Forcis, a la que transformó
en un monstruo ladrador con seis cabezas y doce pies arrojando hierbas mágicas
en el estanque en que se bañaba[3].
c. Posidón codicia los reinos terrenales y en una
ocasión pretendió la posesión del Ática clavando su tridente en la Acrópolis de
Atenas, donde inmediatamente brotó un pozo de agua marina que todavía se puede
ver; cuando sopla el Viento del Sur se puede oír el sonido del oleaje muy
abajo. Más tarde, durante el reinado de Cécrope, Atenea fue a tomar posesión
del Ática de una manera más apacible, plantando el primer olivo junto al pozo.
Posidón, furioso, la desafió a un combate singular, y Atenea habría aceptado si
no se hubiera interpuesto Zeus, quien les ordenó que sometieran la disputa a
arbitraje. En consecuencia, al poco tiempo se presentaron ante un tribunal
divino compuesto por sus compañeros los otros dioses celestiales, quienes
apelaron a Cécrope para que diera testimonio. El propio Zeus no expuso opinión
alguna, pero mientras todos los otros dioses apoyaron a Posidón, todas las
diosas apoyaron a Atenea. En consecuencia, por mayoría de un voto, el tribunal
decidió que Atenea tenía más derecho al país, porque le había dado el mejor
don.
d. Muy ofendido, Posidón envió olas gigantescas para
que inundara la Llanura Triasiana, donde se hallaba Arene, la ciudad de Atenea,
y en consecuencia la diosa fijó su residencia en Atenas, a la que también dio
su nombre. Sin embargo, para aplacar la ira de Posidón, se prohibió a las
mujeres de Atenas el voto y a los hombre que llevaran los nombres de sus madres
como había sucedido hasta entonces[4].
e. Posidón también le disputó
Trecén a Atenea, y en esta ocasión Zeus ordenó que la ciudad fuese compartida
igualmente por ambos, arreglo desagradable para los dos. Luego trató sin éxito
de reclamar Egina a Zeus, y Naxos a Dioniso; y cuando disputó Corinto con Helio
recibió solamente el Istmo, en tanto que a Helio se le concedió la acrópolis.
Furioso, trató de arrebatar Argólide a Hera, y otra vez estaba dispuesto a
pelear, negándose a comparecer ante los olímpicos, quienes, según él, tenían
prejuicios en su contra. Por consiguiente, Zeus remitió el asunto a los dioses
fluviales Inaco, Cefiso y Asterión, quienes sentenciaron en favor de Hera. Como
le habían prohibido que se vengara con una inundación como anteriormente, hizo
exactamente lo opuesto: secó los ríos de sus jueces de modo que ya no fluyen
jamás en verano. Sin embargo, en atención a Amimone, una de las Danaides,
angustiada con aquella sequía, hizo que el río argivo Lerna fluyese perpetuamente[5].
f. Se jacta de haber creado el caballo, aunque
algunos dicen que, cuando era recién nacido, Rea dio a comer uno a Crono, y de
haber inventado la brida, aunque Atenea lo había hecho antes que él, pero nadie
discute su pretensión de haber instituido la carrera de caballos. Ciertamente,
los caballos están consagrados a él, quizá a causa de su amorosa persecución de
Deméter, cuando ella buscaba llorosa a su hija Perséfone. Se dice que Deméter,
cansada y desalentada por su búsqueda y sintiéndose poco dispuesta a coquetear
con dioses o titanes, se transformó en una yegua y comenzó a pacer con el
ganado de un tal Onco, un hijo de Apolo que reinaba en Onceo, Arcadia. Sin
embargo, no logró engañar a Posidón, quien se transformó en un caballo semental
y la cubrió; de esa unión escandalosa nacieron la ninfa Despeina y el caballo salvaje
Arión. La ira de Deméter fue tan grande que todavía se le rinde culto
localmente como «Deméter la Furia»[6].
*
1. Tetis, Anfitrite y Nereis eran diferentes títulos
locales de la triple diosa Luna como gobernante del mar, y como Posidón era el
dios Padre de los eolios dedicados al mar, pretendía ser su esposo dondequiera
que ella tuviese adoradores. Peleo se casó con Tetis en el monte Pelión (véase
81.1). Nereis significa «la mojada» y el nombre de Anfitrite se refiere al
«tercer elemento», el mar, que se extiende alrededor de la tierra, el primer
elemento, y sobre la cual se eleva el segundo elemento, el aire. En los poemas
homéricos Anfitrite significa simplemente «el mar» y no está personificada como
la esposa de Posidón. Su renuencia a casarse con Posidón iguala a la de Hera a
casarse con Zeus y la de Perséfone a casarse con Hades; el casamiento implicaba
la intervención de sacerdotes varones en el manejo femenino de la industria
pesquera. La fábula de Delfino es una alegoría sentimental: los delfines
aparecen cuando se calma el mar. Los hijos de Anfitrite constituían una tríada:
Tritón, la nueva luna propicia: Rodé, la luna llena de la cosecha, y
Bentesicime, la luna vieja peligrosa. Pero Tritón fue posteriormente masculinizada.
Ege se hallaba en el lado resguardado beocio de Eubea y servía como puerto de
Orcómeno; y fue por estos alrededores donde se concentró la expedición naval
contra Troya.
2. La fábula de la venganza de Anfitrite contra
Escila tiene su paralelo en la de Pasífae contra otra Escila (véase 91.2).
Escila («la que desgarra» o «cachorro») es simplemente un aspecto desagradable
de ella misma: Hécate, la diosa de la Muerte de cabeza de perro (véase 31.f),
que se hallaba en su elemento tanto en tierra como en las olas. La impresión de
un sello de Cnosos la muestra amenazando a un hombre en una embarcación, así
como amenazó a Odiseo en el estrecho de Mesina (véase 170.t). El relato citado
por Tzetzes parece haber sido deducido equivocadamente de la pintura de un
jarrón antiguo en el que Anfitrite aparece junto a un estanque ocupado por un
monstruo con cabeza de perro; en el otro lado del jarrón aparece un héroe
ahogado atrapado entre dos tríadas de diosas con cabeza de perro a la entrada
del Infierno (véase 31.a y 134.1).
3. Las tentativas de Posidón para apoderarse de
ciertas ciudades son mitos políticos. Su disputa por Atenas indica una
tentativa desafortunada para hacerse el dios tutelar de la ciudad en lugar de
Atenea. Sin embargo, la victoria de ésta fue menoscabada por una concesión al
patriarcado: los atenienses abandonaron la costumbre cretense
que prevaleció en Caria hasta la época clásica (Herodoto: i.173) cuando dejaron
de adoptar los nombres de sus madres. Varrón, quien da este detalle, explica el
juicio como un plebiscito de todos los hombres y mujeres de Atenas.
Es evidente que los pelasgos jonios de Atenas fueron
vencidos por los eolios y que Atenea reconquistó su soberanía sólo mediante una
alianza con los aqueos de Zeus, quienes más tarde hicieron que repudiase la
paternidad de Posidón y admitiera que había renacido de la cabeza de Zeus.
4. El olivo cultivado fue importado originalmente de
Libia, lo que apoya el mito del origen libio de Atenea; pero lo que trajo sería
solamente un esqueje; el olivo cultivado no se reproduce puro, sino que siempre
hay que injertarlo en el acebuche u oleastro. El árbol de Atenea se mostraba
todavía en Atenas en el siglo n d. de C. La inundación de la llanura triasiana
es probablemente un acontecimiento histórico, pero no se puede fechar. Es
posible que a comienzos del siglo xiv
a. d. C., que, según calculan los meteorólogos, fue un período de máximas
precipitaciones pluviales, los ríos de Arcadia nunca estuvieron secos y que su
agotamiento subsiguiente fuese atribuido a la venganza de Posidón. El culto del
Sol pre-heleno en Corinto está bien demostrado (Pausanias: ii.4.7; véase 67.2).
5. El mito de Deméter y Posidón constata una
invasión helena de Arcadia. Deméter era representada en Figalia como la patrona
con cabeza de yegua del culto del caballo pre-heleno. Los caballos eran
consagrados a la luna, porque sus cascos hacen una marca en forma de luna y a
la luna se la consideraba como la fuente de toda agua; de aquí la asociación de
Pegaso con los manantiales de agua (véase 75.b). Los helenos primitivos
introdujeron en Grecia desde la Transcaspiana una nueva raza caballar, pues la
variedad nativa tenía más o menos el tamaño de un caballito de Shetland y no
servía para el tiro. Parecen haberse apoderado de los centros del culto del
caballo, donde sus reyes guerreros se casaron por la fuerza con las sacerdotisas
locales y conquistaron así el derecho al país, suprimiendo incidentalmente las
orgías de las yeguas salvajes (véase 72.4). Los caballos sagrados Arión y
Despoina (éste era un título de Deméter misma) fueron reivindicados entonces
como hijos de Posidón. Amimone puede haber sido un nombre de la diosa en Lerna,
el centro del culto del agua danaide (véase 60.g y 4).
6. Deméter, como Furia, lo mismo que Némesis como
Furia (véase 32.3), era la diosa en su estado de ánimo asesino anual; y el
relato referido también a Posidón y Deméter en Felpusa (Pausanias: viii.42) y a
Posidón y una Furia sin nombre en la fuente de Tilfusa en Beocia (Escoliasta
sobre la Ilíada de Hornero xxiii.346)
era ya vieja cuando llegaron los helenos. Aparece en la literatura sagrada
india primitiva, en la que Saranyu se transforma en una yegua y Vivaswat en un
caballo semental que la cubre: el fruto de esa unión son los dos heroicos
Asvins. «Deméter Erinia» puede, en efecto, estar en lugar, no de «Deméter la
Furia», sino de «Deméter Saranyu», en un intento de conciliar a las dos
culturas guerreras, pero para los resentidos pelasgos Deméter había sido, y
seguía siendo, ultrajada.
[1]
Homero: Ilíada xv.187-93; xiii.21-30; Odisea v.381; Apolonio de Rodas:
iii.1240.
[2]
Apolodoro: iii.13.5;
Higinio: Astronomía poética ii.17.
[3]
Tzetzes: Sobre Licofrón 45 y 50.
[4]
Herodoto: viii.55;
Apolodoro: iii.14.1; Pausanias: i.24.3; Agustín: Sobre la Ciudad de Dios xviii.9; Higinio: Fábula 164.
[5]
Pausanias: ii.30.6;
Plutarco:. Banquetes ix.6; Pausanias:
ii.1.6; ii.15.5; ii.22.5.
[6] Píndaro: Odas píticas vi.50; Pausanias:
viii.25.3-5; Apolodoro: iii.6.8.
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