a. El enamoradizo Zeus yació con numerosas ninfas
descendientes de los Titanes o de los dioses y, después de la creación del
hombre, también con mujeres mortales; no menos de cuatro grandes dioses
olímpicos fueron engendrados por él fuera del matrimonio. Primeramente engendró
a Hermes con Maya, hija de Atlante, la cual dio a luz en una caverna del monte
Cillene, en Arcadia. Luego engendró a Apolo y Ártemis con Leto, hija de los Titanes Ceo y Febe, transformándose a sí mismo y a ella en
codornices mientras se acoplaron[1], pero la celosa Hera envió
la serpiente Pitón para que persiguiera a Leto por todo el mundo, y decretó que
no pudiera dar a luz en ningún lugar en que brillara el sol. Llevada en alas
del Viento Sur, Leto llegó por fin a Ortigia, cerca de Délos, donde dio a luz a
Ártemis, quien tan pronto como nació ayudó a su madre a cruzar el estrecho, y
allí, entre un olivo y una palmera que se alzaban en el lado septentrional del
monte deliano Cinto, dio a luz a Apolo en el noveno día de parto. Délos, hasta
entonces una isla flotante, se quedó inmutablemente fija en el mar y, en virtud
de un decreto, a nadie se permite al presente nacer ni morir allí; los enfermos
y las mujeres encinta son enviados a Ortigia[2].
b. A la madre del hijo de Zeus llamado Dioniso se le
dan diversos nombres: algunos dicen que fue Deméter, o Io[3]; otros la llaman Dione;
otros Perséfone, con quien Zeus se unió bajo la apariencia de una serpiente; y
otros, Lete[4].
c. Pero la fábula común es la
siguiente. Zeus, disfrazado de mortal, tenía un amorío secreto con Sémele
(«luna»), hija del rey Cadmo de Tebas, y la celosa Hera, disfrazada de vecina
anciana, aconsejó a Sémele, que entonces estaba ya embarazada de seis meses,
que le hiciera a su amante misterioso una petición: que no siguiera engañándola
y se le manifestara en su verdadera naturaleza y forma. De otro modo, ¿cómo
podía saber que él no era un monstruo? Sémele siguió su consejo y cuando Zeus
rechazó su súplica, ella le negó nuevo acceso a su lecho. Entonces, Zeus se
encolerizó; se le apareció en la forma de trueno y rayo y consumió a Sémele.
Pero Hermes salvó a su hijo seismesino: lo cosió dentro del muslo de Zeus para
que madurara allí tres meses más, y a su debido tiempo asistió al parto. Por
eso a Dioniso se le llama «nacido dos veces» o «el hijo de la puerta doble»[5].
*
1. Las violaciones de Zeus se refieren, por lo
visto, a las conquistas helénicas de los antiguos templos de la diosa, como el
del monte Cilene; sus casamientos a la antigua costumbre de dar el título de
«Zeus» al rey sagrado del culto del roble. Hermes, su hijo mediante la
violación de Maya —un título de la diosa Tierra como Vieja— originalmente no
era un dios, sino la virtud totémica de un pilar o un montón de piedras fálico.
Esos pilares eran el centro de una danza orgiástica en honor de la diosa.
2. Un componente de la divinidad de Apolo parece
haber sido un ratón oracular —Apolo Esmínteo («Apolo-Ratón») figura entre sus
títulos más antiguos (véase 158.2)— al que se consultaba en un templo de la
Gran Diosa, lo que quizás explica por qué nació donde nunca brilla el sol, a
saber, bajo tierra. Los ratones estaban asociados con las enfermedades y su curación,
y en consecuencia los helenos rendían culto a Apolo como dios de la medicina y
de la profecía, diciendo más tarde que había nacido bajo un olivo y una palmera
en el lado norte de una montaña. Le llamaban hermano gemelo de Ártemis, diosa
del Parte, y decían que su madre era Leto —la hija de los Titanes Febe («luna»)
y Ceo («inteligencia»)—, conocida en Egipto y Palestina como Lat, diosa de la
fertilidad de la palmera y del olivo: de aquí que la transportara a Grecia un
Viento Sur. En Italia se convirtió en Latona («Reina Lat»). Su pendencia con
Hera indica un conflicto entre los primeros inmigrantes provenientes de
Palestina y las tribus nativas que adoraban a una diosa de la Tierra diferente;
el culto del ratón, que parece haber traído consigo, se hallaba bien establecido
en Palestina (1 Samuel, vi.4, e Isaías, lxvi.17). La persecución de
Apolo por la serpiente Pitón recuerda el empleo de serpientes en las casas
griegas y romanas para defenderlas de los ratones. Pero
Apolo era también el espectro del rey sagrado que había comido la manzana; la
palabra Apolo puede derivar de la raíz abol,
«manzana», más bien que de apollunai,
«destruir», que es la opinión habitual.
3. Ártemis, originalmente una diosa orgiástica,
tenía a la lasciva codorniz como su ave sagrada. Bandadas de codornices pueden
haber hecho de Ortigia un lugar de descanso en su viaje hacia el norte durante
la migración de primavera. La fábula de que Délos, el lugar de nacimiento de
Apolo, había sido nauta entonces una isla flotante (véase 43.4) puede deberse a
una mala interpretación de un informe de que su lugar natal había sido entonces
fijado oficialmente, puesto que en Hornero (Ilíada
iv.101) es llamado «nacido en Licia»; y los efesios se jactaban de que había
nacido en Ortigia, cerca de Éfeso (Tácito: Anales
iii.61). Tanto los tegiranos de la Beocia como los zosteranos del Ática lo
reclamaban también como hijo nativo (Estéfano de Bizancio sub Tegira).
4. Dioniso probablemente comenzó como un prototipo
de rey sagrado al que la diosa mataba ritualmente con un rayo en el séptimo mes
después del solsticio de invierno y al que su sacerdotisa devoraba (véase
27.3). Esto explica sus madres: Dione, la diosa del Roble; lo y Deméter, diosas
del Cereal, y Perséfone, diosa de la Muerte. Plutarco, cuando lo llama «Dioniso.
hijo de Lete» («olvido»), se refiere a su aspecto posterior como Dios de la
Vid.
5. El relato de Sémele, hija de Cadmo, parece
recordar la acción sumaria emprendida por los helenos de Beocia para terminar
con la tradición del sacrificio regio: Zeus olímpico afirma su poder, toma al
rey condenado bajo su protección y destruye a la diosa con su propio rayo.
Dioniso se hace así inmortal, después de renacer de su padre inmortal. Sémele
era adorada en Atenas durante las Leneas,
el festival de las mujeres desenfrenadas, cuando un toro que representaba a
Dioniso era cortado en nueve pedazos y sacrificado a la diosa anualmente: un
pedazo era quemado y los otros comidos crudos por los adoradores. Sémele es
explicada habitualmente como una forma de Selene («luna») y nueve era el número
tradicional de las sacerdotisas orgiásticas de la luna en esos festivales;
nueve de estas sacerdotisas aparecen bailando alrededor del rey sagrado en la
pintura de una cueva de Cogul, y otras nueve mataron y devoraron al acólito de
San Sansón de Dol en la época medieval.
[1]
Hesíodo: Teogonía 918; Apolodoro: i.4.1;
Aristófanes: Las aves 870; Servio
sobre la Eneida de Virgilio iii.72.
[2]
Himno homérico a Apolo 14 y ss.; Higinio: Fábula
140; Eliano: Varia Historia v.4;
Tucídides: iii.104; Estrabón: x.5.5.
[3]
Diodoro Sículo: iii.62 y
74; iv.4.
[4]
Escoliasta sobre las Odas píticas de Píndaro iii.177; Fragmento órfico 59; Plutarco: Banquetes vii.5.
[5]
Apolodoro: iii.4.3;
Apolonio de Rodas: iv.1137.
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