jueves, 14 de diciembre de 2017

14. NACIMIENTOS DE HERMES, APOLO, ÁRTEMIS Y DIONISO

a. El enamoradizo Zeus yació con numerosas ninfas descendientes de los Titanes o de los dioses y, después de la creación del hombre, también con mujeres mortales; no menos de cuatro grandes dioses olímpicos fueron engendrados por él fuera del matrimonio. Primeramente engendró a Hermes con Maya, hija de Atlante, la cual dio a luz en una caverna del monte Cillene, en Arcadia. Luego engendró a Apolo y Ártemis con Leto, hija de los Titanes Ceo y Febe, transformándose a sí mismo y a ella en codornices mientras se acoplaron[1], pero la celosa Hera envió la serpiente Pitón para que persiguiera a Leto por todo el mundo, y decretó que no pudiera dar a luz en ningún lugar en que brillara el sol. Llevada en alas del Viento Sur, Leto llegó por fin a Ortigia, cerca de Délos, donde dio a luz a Ártemis, quien tan pronto como nació ayudó a su madre a cruzar el estrecho, y allí, entre un olivo y una palmera que se alzaban en el lado septentrional del monte deliano Cinto, dio a luz a Apolo en el noveno día de parto. Délos, hasta entonces una isla flotante, se quedó inmutablemente fija en el mar y, en virtud de un decreto, a nadie se permite al presente nacer ni morir allí; los enfermos y las mujeres encinta son enviados a Ortigia[2].
b. A la madre del hijo de Zeus llamado Dioniso se le dan diversos nombres: algunos dicen que fue Deméter, o Io[3]; otros la llaman Dione; otros Perséfone, con quien Zeus se unió bajo la apariencia de una serpiente; y otros, Lete[4].
c. Pero la fábula común es la siguiente. Zeus, disfrazado de mortal, tenía un amorío secreto con Sémele («luna»), hija del rey Cadmo de Tebas, y la celosa Hera, disfrazada de vecina anciana, aconsejó a Sémele, que entonces estaba ya embarazada de seis meses, que le hiciera a su amante misterioso una petición: que no siguiera engañándola y se le manifestara en su verdadera naturaleza y forma. De otro modo, ¿cómo podía saber que él no era un monstruo? Sémele siguió su consejo y cuando Zeus rechazó su súplica, ella le negó nuevo acceso a su lecho. Entonces, Zeus se encolerizó; se le apareció en la forma de trueno y rayo y consumió a Sémele. Pero Hermes salvó a su hijo seismesino: lo cosió dentro del muslo de Zeus para que madurara allí tres meses más, y a su debido tiempo asistió al parto. Por eso a Dioniso se le llama «nacido dos veces» o «el hijo de la puerta doble»[5].

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1. Las violaciones de Zeus se refieren, por lo visto, a las conquistas helénicas de los antiguos templos de la diosa, como el del monte Cilene; sus casamientos a la antigua costumbre de dar el título de «Zeus» al rey sagrado del culto del roble. Hermes, su hijo mediante la violación de Maya —un título de la diosa Tierra como Vieja— originalmente no era un dios, sino la virtud totémica de un pilar o un montón de piedras fálico. Esos pilares eran el centro de una danza orgiástica en honor de la diosa.
2. Un componente de la divinidad de Apolo parece haber sido un ratón oracular —Apolo Esmínteo («Apolo-Ratón») figura entre sus títulos más antiguos (véase 158.2)— al que se consultaba en un templo de la Gran Diosa, lo que quizás explica por qué nació donde nunca brilla el sol, a saber, bajo tierra. Los ratones estaban asociados con las enfermedades y su curación, y en consecuencia los helenos rendían culto a Apolo como dios de la medicina y de la profecía, diciendo más tarde que había nacido bajo un olivo y una palmera en el lado norte de una montaña. Le llamaban hermano gemelo de Ártemis, diosa del Parte, y decían que su madre era Leto —la hija de los Titanes Febe («luna») y Ceo («inteligencia»)—, conocida en Egipto y Palestina como Lat, diosa de la fertilidad de la palmera y del olivo: de aquí que la transportara a Grecia un Viento Sur. En Italia se convirtió en Latona («Reina Lat»). Su pendencia con Hera indica un conflicto entre los primeros inmigrantes provenientes de Palestina y las tribus nativas que adoraban a una diosa de la Tierra diferente; el culto del ratón, que parece haber traído consigo, se hallaba bien establecido en Palestina (1 Samuel, vi.4, e Isaías, lxvi.17). La persecución de Apolo por la serpiente Pitón recuerda el empleo de serpientes en las casas griegas y romanas para defenderlas de los ratones. Pero Apolo era también el espectro del rey sagrado que había comido la manzana; la palabra Apolo puede derivar de la raíz abol, «manzana», más bien que de apollunai, «destruir», que es la opinión habitual.
3. Ártemis, originalmente una diosa orgiástica, tenía a la lasciva codorniz como su ave sagrada. Bandadas de codornices pueden haber hecho de Ortigia un lugar de descanso en su viaje hacia el norte durante la migración de primavera. La fábula de que Délos, el lugar de nacimiento de Apolo, había sido nauta entonces una isla flotante (véase 43.4) puede deberse a una mala interpretación de un informe de que su lugar natal había sido entonces fijado oficialmente, puesto que en Hornero (Ilíada iv.101) es llamado «nacido en Licia»; y los efesios se jactaban de que había nacido en Ortigia, cerca de Éfeso (Tácito: Anales iii.61). Tanto los tegiranos de la Beocia como los zosteranos del Ática lo reclamaban también como hijo nativo (Estéfano de Bizancio sub Tegira).
4. Dioniso probablemente comenzó como un prototipo de rey sagrado al que la diosa mataba ritualmente con un rayo en el séptimo mes después del solsticio de invierno y al que su sacerdotisa devoraba (véase 27.3). Esto explica sus madres: Dione, la diosa del Roble; lo y Deméter, diosas del Cereal, y Perséfone, diosa de la Muerte. Plutarco, cuando lo llama «Dioniso. hijo de Lete» («olvido»), se refiere a su aspecto posterior como Dios de la Vid.
5. El relato de Sémele, hija de Cadmo, parece recordar la acción sumaria emprendida por los helenos de Beocia para terminar con la tradición del sacrificio regio: Zeus olímpico afirma su poder, toma al rey condenado bajo su protección y destruye a la diosa con su propio rayo. Dioniso se hace así inmortal, después de renacer de su padre inmortal. Sémele era adorada en Atenas durante las Leneas, el festival de las mujeres desenfrenadas, cuando un toro que representaba a Dioniso era cortado en nueve pedazos y sacrificado a la diosa anualmente: un pedazo era quemado y los otros comidos crudos por los adoradores. Sémele es explicada habitualmente como una forma de Selene («luna») y nueve era el número tradicional de las sacerdotisas orgiásticas de la luna en esos festivales; nueve de estas sacerdotisas aparecen bailando alrededor del rey sagrado en la pintura de una cueva de Cogul, y otras nueve mataron y devoraron al acólito de San Sansón de Dol en la época medieval.





[1] Hesíodo: Teogonía 918; Apolodoro: i.4.1; Aristófanes: Las aves 870; Servio sobre la Eneida de Virgilio iii.72.

[2] Himno homérico a Apolo 14 y ss.; Higinio: Fábula 140; Eliano: Varia Historia v.4; Tucídides: iii.104; Estrabón: x.5.5.

[3] Diodoro Sículo: iii.62 y 74; iv.4.

[4] Escoliasta sobre las Odas píticas de Píndaro iii.177; Fragmento órfico 59; Plutarco: Banquetes vii.5.

[5] Apolodoro: iii.4.3; Apolonio de Rodas: iv.1137.

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