a. Posidón yació en una ocasión con la ninfa Cénide,
hija del magnesio Élato o, según dicen algunos, del lapita Corono, y le dijo
que pidiera un regalo de amor.
—Transfórmame —contestó ella— en un guerrero
invulnerable. Estoy cansada de ser mujer.
Posidón, cortésmente, le cambió el sexo y la ninfa
se convirtió en Ceneo, e hizo la guerra con tan buen éxito que los lapitas no
tardaron en elegirla su rey; y hasta engendró un hijo, Corono, a quien Heracles
mató muchos años después cuando combatía en favor del dorio Egimio. Exaltado
por su nuevo estado, Ceneo colocó una lanza en medio de la plaza del mercado,
donde se congregaban los ciudadanos, y les obligó a hacer sacrificios a la
lanza como si fuera un dios, prohibiéndoles honrar a ninguna otra divinidad.
b. Enterado Zeus del engreimiento de Ceneo, instigó
a los Centauros, a que realizaran un asesinato. Durante la boda de Pirítoo la
atacaron súbitamente, pero a Ceneo no le fue difícil matar a cinco o seis de
ellos sin recibir la menor herida, porque las armas de los Centauros rebotaban
sin hacerle daño en su piel encantada. Sin embargo, los Centauros que quedaban
le golpearon en la cabeza con palos de abeto, hasta que la hundieron bajo la
tierra, amontonando luego sobre ella una pila de palos. Así Ceneo se asfixió y
murió. Inmediatamente después salió de allí una ave de alas pardas en la que el
adivino Mopso, que estaba presente, reconoció el alma de Ceneo; y cuando se
dispusieron a enterrarla el cadáver era otra vez el de una mujer[1].
*
1. Este mito está formado con tres hilos distintos.
El primero es una costumbre que todavía prevalece en Albania, y consiste en que
las muchachas intervienen en la guerra vestidas como los hombres, de modo que
cuando mueren en la batalla los enemigos se sorprenden al descubrir su sexo. El
segundo es la negativa de los lapitas a aceptar la soberanía helena; la lanza
puesta para que la adoraran es probable que fuera un poste de Mayo en honor de
la diosa de la Luna Nueva, Cénide o Élate («abeto»), a la que estaba consagrado
ese árbol. Los lapitas fueron vencidos luego por los eolios de Yolco, quienes,
con la ayuda de sus aliados los Centauros, los sometieron a su dios Posidón,
pero no se inmiscuyeron en las leyes de la tribu. Solamente, como en Argos, se
obligaría a la jefa del clan a ponerse una barba artificial para hacer valer su
derecho a actuar como juez y capitana, y así Cénide se convirtió en Ceneo y
Élate en Elato. Un cambio de sexo análogo anuncia todavía la Reina del Sur.
co-gobernante del reino de Lozi en la cuenca del Zambeze. cuando entra en la
sala del consejo: «Me he transformado en hombre», pero esto lo hace porque una
de sus antepasadas usurpó un trono patriarcal. El tercero es el ritual recordado
en una zafra con figuras negras (véase 9.1) en la que unos hombres desnudos,
armados con mazos, golpean a una imagen de la Madre Tierra en la cabeza, al
parecer para poner en libertad a Core, el Espíritu del Año Nuevo; «Cenis»
significa «nuevo».
2. La variedad del ave con alas pardas liberada de
la efigie dependerá de la estación en que se realizaba el rito. En la primavera
pudo haber sido el cuclillo (véase 12.1).
[1]
Apolodoro: i.9.16; ii.7.7 y
Epítome i.22; Apolonio de Rodas: i.57-64; con escoliasta; Higinio: Fábula 14; Oxyrhynchus Papyri xiii.p.133 y ss.; Servio sobre la Eneida de Virgilio vi.448; Ovidio: Metamorfosis xii.458-531; Escoliasta
sobre la Ilíada de Homero i.264.
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