jueves, 14 de diciembre de 2017

77. NIOBE

a. Níobe, hermana de Pélope, se había casado con Anfión, rey de Tebas, al que dio siete hijos y siete hijas, de los que estaba tan desmedidamente orgullosa que un día menospreció a la propia Leto por tener sólo dos hijos: Apolo y Ártemis. Manto, la hija profetisa de Tiresias, oyó por casualidad esa declaración temeraria y aconsejó a las tebanas que aplacasen a Leto y sus hijos inmediatamente quemando incienso y adornándose el cabello con ramas de laurel. Cuando el aroma del incienso flotaba ya en el aire apareció Níobe seguida por una multitud de acompañantes y vestida con una espléndida túnica frigia y el largo cabello suelto. Interrumpió el sacrificio y preguntó furiosamente por qué Leto, mujer de ascendencia oscura con una hija hombruna y un hijo afeminado, había de ser preferida a ella, Níobe, nieta de Zeus y Atlante, terror de los frigios y reina de la casa real de Cadmo. Aunque el destino o la mala suerte podían quitarle dos o tres de sus hijos, ¿no seguiría siendo la más fértil?
b. Abandonando el sacrificio, las tebanas aterrorizadas trataron de aplacar a Leto murmurando plegarias, pero era ya demasiado tarde. Leto había enviado ya a Apolo y Artemis, armados con arcos, para que castigaran la presunción de Níobe. Apolo encontró a los niños cazando en el monte Citerón y les dio muerte uno por uno, perdonando únicamente a Amidas, quien había ofrecido prudentemente una plegaria propiciatoria a Leto, Artemis encontró a las muchachas hilando en el palacio y con una lluvia de flechas las mató a todas, excepto a Melibea, que había seguido el ejemplo de Amiclas. Los dos sobrevivientes se apresuraron a edificar un templo a Leto, aunque Melibea se había puesto tan pálida a causa, del temor que se la seguía apodando Cloris cuando se casó con Neleo algunos años después. Pero algunos dicen que ninguno de los hijos de Níobe sobrevivió, y que Apolo mató también a su marido Anfión.
c. Durante nueve días y nueve noches Níobe lloró a sus muertos y no encontró a nadie que los enterrara, porque Zeus, poniéndose de parte de Leto, había convertido a todos los tebanos en piedras. El décimo día los olímpicos mismos se dignaron dirigir el funeral. Níobe huyó allende los mares al monte Sípilo, la residencia de su Padre Tántalo, donde Zeus, movido por la compasión, la convirtió en una estatua que se puede ver todavía llorando copiosamente al comienzo del verano[1].
d. Todos los hombres guardaron luto por Anfión y lamentaron la extinción de su estirpe, pero nadie guardó luto por Níobe, excepto su hermano Pélope, tan orgulloso como ella[2].

*

1. Según Homero, los hijos de Níobe eran doce, y (por lo que dicen varios escoliastas) según Hesíodo, veinte; según Herodoto, cuatro, y según Safo, dieciocho; pero según la cuenta hecha por Eurípides y Apolodoro, que parece la más acertada, tuvo siete hijos y siete hijas. Puesto que Níobe, en la versión tebana del mito, era nieta del titán Adante, y en la versión argiva, hija o madre de Foroneo (véase 57.a), descrito también como un titán (Apolodoro: ii.1.1 y Escoliasta sobre Orestes de Eurípides 932), y de Pelasgo; y podía pretender que era la primera mujer mortal violada por Zeus (Diodoro Sículo: iv.9.14; Apolodoro: loc. cit.; Pausanias: ii.22.6), el mito puede referirse a la derrota de los siete titanes y titánides por los olímpicos. Si es así, registra el reemplazo del sistema calendario que prevalecía en la Grecia pelasga, Palestina, Siria y la Europa noroccidental, el cual se basaba en un mes dividido en cuatro semanas de siete días, cada uno regido por uno de los siete planetas (véase 1.3 y 43.4). Anfión y sus doce hijos, en la versión homérica del mito (Ilíada xxiv.603-17), representan quizás los trece meses de ese calendario. El monte Sípilo puede haber sido la última sede en el Asia Menor del culto de los Titanes, como lo fue Tebas en Grecia. La estatua de Níobe es un risco de forma aproximadamente humana que parece llorar cuando las flechas del sol golpean en su casquete de nieve invernal, y refuerza el parecido una madre diosa hitita tallada en una roca en la misma montaña y que data quizá de fines del siglo xv a. de C. «Níobe» significa probablemente nivea, y la b representa la v de la palabra latina nivis, o la ph de la griega nipha. Higinio llama Quíade a una de sus hijas; es una palabra que no tiene sentido en griego, a menos que sea una forma desgastada de chionos niphades, «copos de nieve».
2. Partenio (Fábulas amorosas 33) relata de manera distinta el castigo de Níobe: mediante una treta de Leto, el padre de Níobe se enamoró incestuosamente de ella y, al ser rechazado por su hija, quemó a los hijos de ésta; su marido fue destrozado más tarde por un jabalí y ella se arrojó desde una roca. Esta fábula, confirmada por el escoliasta sobre Las fenicias de Eurípides (159), está influida por los mitos de Cíniras, Esmirna y Adonis (véase 18.h) y por la costumbre de quemar niños como sacrificio al dios Moloch (véase 70.5 y 156.2).





[1] Higinio: Fábulas 9 y 10; Apolodoro: iii.5.6; Homero: Ilíada xxiv.612 y ss.; Ovidio: Metamorfosis vi.146-312; Pausanias: v.16.3; viii.2.5 y i.21.5; Sófocles: Electra 150-52.

[2] Ovidio: Metamorfosis vi.401-4.

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