jueves, 14 de diciembre de 2017

46. TEREO

a. Tereo, hijo de Ares, gobernó a los tracios que entonces ocupaban la Dáulide fócida —aunque algunos dicen que era rey de Pagas[1]— y, habiendo actuado como mediador en una disputa fronteriza en nombre de Pandión, rey de Atenas y padre de los mellizos Butes y Erecteo, se casó con su hermana Procne, quien le dio un hijo, Itis.
b. Desgraciadamente Tereo, encantado con la voz de la hermana más joven de Pandión, Filomela, se enamoró de ella; un año después ocultó a Procne en una cabaña rústica cerca de su palacio de Dáulide y anunció su muerte a Pandión, quien dio el pésame a Tereo, le ofreció generosamente a Filomela para que ocupase el lugar de Procne, haciéndola acompañar por guardias atenienses cuando fue a Dáulide para la boda. Tereo asesinó a los guardias y cuando Filomela llegó al palacio ya la había obligado a acostarse con él. Procne no tardó en enterarse de lo sucedido, pero, como medida de precaución, Tereo le cortó la lengua y la encerró en las habitaciones de las esclavas, donde sólo pudo comunicarse con Filomela tejiendo un mensaje secreto en un vestido nupcial destinado a ella. Decía sencillamente: «Procne está entre las esclavas».
c. Entre tanto, un oráculo había advertido a Tereo que Itis moriría a manos de un pariente consanguíneo y, sospechando que su hermano Driante tramaba un plan con asesinato para apoderarse del trono, lo mató inesperadamente con un hacha. Ese mismo día Filomela leyó el mensaje tejido en el vestido. Corrió a las habitaciones de las esclavas, encontró una de las habitaciones cerrada, derribó la puerta y puso en libertad a Procne, que charlaba ininteligiblemente y corría describiendo círculos.
—¡Oh, quien pudiera vengarse de Tereo, que decía que habías muerto y me sedujo! —gimió Filomela, horrorizada.
Como Procne no tenía lengua, no podía contestar, pero salió de allí, se apoderó de su hijo Itis, lo mató, lo destripó y lo hirvió en un caldero de cobre para que lo comiera Tereo a su regreso.
d. Cuando Tereo comprendió qué carne había comido, tomó el hacha con la que había matado a Driante y persiguió a las dos hermanas mientras huían del palacio. No tardó en alcanzarlas y estaba a punto de cometer un doble asesinato cuando los dioses transformaron a los tres en pájaro; Procne se convirtió en golondrina, Filomena en ruiseñor y Tereo en abubilla. Y los focios dicen que ninguna golondrina se atreve a anidar en Dáulide o sus alrededores, y que ningún ruiseñor canta por temor a Tereo. Pero la golondrina, como carece de lengua, grita y vuela describiendo círculos, en tanto que la abubilla revolotea persiguiéndola y gritando «¿Pou? ¿Pou?» (¿Dónde, dónde?). Mientras tanto el ruiseñor se retira a Atenas, donde llora sin cesar por Itis, cuya muerte causó inadvertidamente cantando «¡Itu! ¡Itu!»[2].
e. Pero algunos dicen que Tereo se transformó en halcón[3].

*

1. Esta novela extravagante parece haber sido inventada para explicar una serie de pinturas murales tracio-pelasgas que encontraron los invasores focios en un templo de Dáulide («velludo») y. que ilustraban diferentes métodos de profecía en uso en la localidad.
2. La cortadura de la lengua de Procne es una tergiversación de una escena en que aparece una sacerdotisa en arrobamiento profético provocado por la masticación de hojas de laurel; tiene el rostro contorsionado por el éxtasis y no el dolor, y la lengua que parece haber sido cortada es en realidad una hoja de laurel que le entrega el sacerdote encargado de interpretar sus desvariados balbuceos. El tejido de las letras en la rúnica nupcial tergiversa otra escena: una sacerdotisa ha arrojado un puñado de palillos oraculares en un paño blanco, a la manera celta descrita por Tácito (Germania x), o a la manera escita descrita por Herodoto (iv.67); los palillos forman letras que ella se dispone a leer. En la supuesta escena en que Tereo come a Itis, una sacerdotisa del culto del sauce examina para hacer sus augurios las entrañas de un niño sacrificado en beneficio del rey. La escena de Tereo y el oráculo probablemente lo mostraba dormido sobre una piel de oveja en un templo y recibiendo en sueños una revelación (véase 5l.g); los griegos no habrían interpretado eso equivocadamente. La del asesinato de Driante probablemente representaba un roble y sacerdotes haciendo agüeros bajo él, a la manera druida, por el modo en que un hombre caía cuando moría. La transformación de Procne en una golondrina debió deducirse de una escena en que aparecía una sacerdotisa con una túnica emplumada haciendo augurios por el vuelo de una golondrina; la transformación de Filomela en un ruiseñor y la de Tereo en una abubilla parecen el resultado de análogas interpretaciones equivocadas. El nombre de Tereo, que significa «vigilante», indica que un augur varón figuraba en la pintura de la abubilla.
3. Se pueden suponer otras dos escenas: un héroe oracular con cola de serpiente que recibe sacrificios de sangre; y un joven que consulta a un oráculo abeja. Estos son, respectivamente, Erecteo y Butes (véase 47.1), que era el apicultor más famoso de la antigüedad, los hermanos de Procne y Filomela. Su madre era Zeuxipe, «la que unce caballos», sin duda una Deméter con cabeza de yegua.
4. Todos los mitógrafos menos Higinio dicen que Procne se transformó en ruiseñor y Filomela en golondrina; pero ésta es una tentativa torpe de rectificar un error cometido por algún poeta anterior: que Tereo cortó la lengua de Filomela y no la de Procne. La abubilla es un pájaro regio porque tiene una cresta de plumas, y es particularmente apropiado para la fíbula de Terco porque sus nidos son notorios por su hedor. Según el Corán, la abubilla comunicó a Salomón secretos proféticos.
5. Dáulide, luego llamada Fócide, parece haber sido el centro de un culto de las aves. Foco, el fundador epónimo del nuevo estado, era llamado el hijo de Ornitión («pájaro de la luna»; véase 81.b) y un rey posterior se llamaba Juto («gorrión»; véase 43.l). Higinio informa que Terco se convirtió en halcón, ave regia de Egipto, Tracia y el noroeste de Europa.





[1] Apolodoro: iii.14.8; Tucídides: ii.29; Estrabón: ix.3.13; Pausanias: i.41.8.

[2] Apolodoro: iii.14.8; Nono; Dionisíacas iv.320; Pausanias: i.5.4: i.41.8 y x.4.6; Higinio: Fábula 45; Fragmentos del Tereo de Sófocles; Eustacio sobre la Odisea de Homero xix.418; Ovidio: Metamorfosis vi.426-674; Primer Mitógrafo Vaticano 217.

[3] Higinio: Fábula 45.

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