jueves, 14 de diciembre de 2017

40. EOS

a. Cuando termina cada noche, Eos, la de los dedos rosados y la túnica de color de azafrán, hija de los titanes Hiperión y Tía, se levanta de su lecho en el oriente, monta en su carro tirado por los caballos Lampo y Faetonte y se dirige al Olimpo, donde anuncia la aproximación de su hermano Helio. Cuando aparece Helio se convierte en Hémera y lo acompaña en su viaje hasta que, como Hesperia, anuncia su llegada, sanos y salvos, a las costas occidentales del océano[1].
b. Afrodita se enojó en una ocasión al encontrar a Ares en el lecho de Eos y la maldijo con un deseo constante de los mortales jóvenes, a los que inmediatamente comenzó a seducir uno tras otro secreta y vergonzosamente. El primero fue Orion, el siguiente Céfalo, y luego Clito, nieto de Melampo; aunque se casó con Astreo, que pertenecía a la raza de los Titanes y con quien tuvo no sólo a los vientos norte, oeste y sur, sino también a Eósforo y, según dicen algunos, a todas las otras estrellas del firmamento[2].
c. Finalmente, Eos se llevó a Ganimedes y Titono, hijos de Tros o Ilo. Cuando Zeus le quitó a Ganimedes, ella le suplicó que concediera a Titono la inmortalidad, a lo que él asintió. Pero Eos se olvidó de pedir también la juventud perpetua, don que consiguió Selene para Endimión, y Titono se hacía cada día más viejo, más canoso y más encogido, su voz se hizo chillona y cuando Eos se cansó de cuidarle lo encerró en su dormitorio, donde se convirtió en una cigarra[3].

*

1. La doncella de la Aurora era una fantasía helena aceptada de mala gana por los mitógrafos como Titánide de la segunda generación; su carro de dos caballos y su anuncio de la llegada del sol son alegorías más bien que mitos.
2. Los amoríos constantes de Eos con jóvenes mortales son también alegorías: la aurora trae a los amantes de medianoche una renovación de la pasión erótica y es el momento en que más habitualmente los hombres mueren de fiebre. La alegoría de su unión con Astreo es sencilla: las estrellas se funden con la aurora en el oriente y Astreo, el viento del amanecer, sopla como si fuera su emanación. Luego, porque se sostenía que el viento era un agente fertilizante, Eos se convirtió en la madre por Astreo, del Lucero del Alba, que quedaba solo en el firmamento. (Astreo era otro nombre de Céfalo, de quien también se dice que engendró con ella al Lucero del Alba.) De ello se deducía filosóficamente que, puesto que el Lucero de la Tarde es idéntico al Lucero de la Mañana, y puesto que el Atardecer es la última aparición de la Aurora, todas las estrellas tienen que haber nacido de Eos, y por lo tanto todos los vientos tienen que ser el viento de la aurora. Pero esta alegoría se contradice con el mito de la creación de Bóreas por la diosa Luna, Eurínome (véase 1.1).
3. En el arte griego Eos y Hémera son personajes indistinguibles. El alegorista hace que Titono signifique «una concesión de prolongarse» (de teiño y oñe), referencia a la prolongación de su vida por petición de Eos, pero es probable que sea más bien una forma masculina del nombre de Eos, Titoné —de tito, «día» (Tzetzes: Sobre Licofrón 941) y one, «reina»— y que haya significado «compañero de la Reina del Día». Las cigarras entran en actividad tan pronto como aumenta el calor del día, y la cigarra de oro era un emblema de Apolo como el dios Sol entre los colonos griegos de Asia Menor.






[1] Homero: Odisea v.i y xxiii.244-6; Teócrito: Idilios ii.148.

[2] Apolodoro: i.4.4; Homero: Odisea xv.250; Hesíodo: Teogonía 378-82.

[3] Escoliasta sobre Apolonio de Rodas: iii.115; Himno homérico a Afrodita 218-38; Hesíodo: Teogonía 984; Apolodoro: iii.12.4; Horacio: Odas iii.20; Ovidio: Fasti i.461.



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