La Acrópolis era el lugar más
sagrado de Atenas y constituía el centro mítico y religioso donde los
atenienses encontraban sus señas de identidad. Sus edificios recogían y
resumían la historia de la ciudad. Ciertamente la Roca, de 156 metros de altitud,
no era la más alta de las colinas atenienses pero sí posee una meseta lo
suficientemente amplia, de unos veintisiete mil metros cuadrados (c. 320 por 128 metros ), para
permitir la habitación y era lo suficientemente pequeña y abrupta para hacer
posible una fácil defensa (sólo es accesible por el oeste). Con todo,
posiblemente la existencia de dos manantiales, situados respectivamente al sur
y al noroeste, debió de ser la razón última del asentamiento sobre la colina.
La Acrópolis sirvió primero como núcleo de población y principal lugar
defensivo. La primera ocupación pudo datar del Neolítico Reciente a juzgar por
la aparición de fragmentos cerámicos en las cercanías y continuaría durante el
Heládico Antiguo (antes del 2000) y el Heládico Medio (2000-1600). El
asentamiento aumentó considerablemente durante el Heládico Reciente (1600-1200)
y no sin muchas dudas podemos entrever las líneas generales de la Acrópolis en
este último período (época micénica). Atenas era entonces la capital de un reino
micénico, la población ocupaba la Acrópolis y se extendía por las laderas
occidental y meridional de la Roca. La Acrópolis estaba rodeada por un muro
ciclópeo de unos tres o cuatro metros de anchura y una puerta fortificada con
un bastión avanzado (como en Micenas) se situaba en el lugar que ocuparían
mucho tiempo después los Propileos. Otro muro protegía también la ciudad baja.
Posiblemente un santuario rupestre se localizaba en el posterior templo de
Atenea Niké. En el centro de la colina, en la zona del posterior Erecteo, se
pudo alzar un palacio micénico.
Nada sabemos de la Acrópolis en
los siglos inmediatamente posteriores al final del mundo micénico. En todo
caso, la habitación debió continuar a los pies de la Acrópolis a juzgar por las
tumbas submicénicas exhumadas entre ella y el río Eridano. Durante la época
arcaica, cesó la habitación en la Roca y la Acrópolis quedó como centro
religioso de la ciudad. En torno al último tercio del siglo VII, como ya
dijimos, se elevaba en el área ocupada anteriormente por el palacio micénico un
santuario dedicado a Atenea Polias, que consistía posiblemente en un edificio
absidal porticado. Es posible que este templo sustituyera a otro anterior de
época geométrica, que fechamos hacia la segunda mitad del siglo VII (750-700).
En época pisistrátida fue reemplazado por un templo de piedra (c. 43 por 21 metros ) al que deben
pertenecer los grupos escultóricos del león que mata a un ternero, que debía
disponerse en el frontón este, y de la Gorgona, quizá del frontón oeste, que se
conservan actualmente en el Museo de la Acrópolis. Finalmente un nuevo templo
se alzó en la misma zona hacia 506 (El Viejo Templo, Archaios Neos, o Cuarto templo de Atenea), cuyas ruinas pueden
verse hoy entre el Erecteo y el Partenón. A uno de los frontones de esta última
fase pertenece la Gigan- tomaquia en la que Atenea ocupa un lugar principal y
que se halla igualmente en el Museo de la Acrópolis. En el lado sur de la
Acrópolis debían alzarse también un cierto número de pequeños edificios votivos
o "tesoros" datados en en el siglo VI. La Acrópolis arcaica contaba
además con una entrada monumental del período pisistrátida, unos Propileos
flanqueados por el templo arcaico de Atenea Niké. Después de la batalla de
Maratón (490) se emprendieron las obras de un nuevo templo (el Prepar- tenón),
hexástilo de 23,5 por 67
metros , en el sitio donde se erigiría más tarde el
Partenón. El Prepartenón estaba todavía en construcción en el momento en que
los persas ocuparon Atenas (480-479) y fue completamente arrasado. Finalmente,
desde el siglo VI hasta la ocupación persa se colocaron numerosos exvotos en
forma de estatuas como el Moscóforo (c. 570) y las famosas korai (doncellas vestidas) y kouroi
(muchachos desnudos).
Como ocurrió con el resto de la
ciudad, todos los edificios de la acrópolis fueron completamente destruidos por
los persas. Sólo después de 466, al tiempo que, probablemente, se acondicionó
parcialmente el Archaios Neos para
albergar la estatua de Atenea Polias, comenzaron a elevarse los primeros edificios
de una nueva acrópolis restaurada y se amplió el lado sur hasta dejarlo en su
estado actual. A finales de la Guerra del Peloponeso, la Acrópolis adquirió su
forma prácticamente definitiva de modo que, en épocas posteriores, sólo podemos
anotar unos pocos añadidos.
Ascendiendo por una majestuosa
rampa de 80 metros
de longitud y 22 metros
de altura con una pendiente del 31%, construida al mismo tiempo que los
Propileos, la Vía de las Panateneas, que procedía del Ágora, entraba en los
Propileos, realizados por Mne- sicles entre 437 y 432, con el fin de sustituir
a la antigua entrada arcaica. Los Propileos fueron construidos sobre una planta
en forma de T e incluyen dos pórticos de columnas dóricas y jónicas abiertos,
respectivamente, hacia el interior y el exterior de la ciudade- la y que
conforman su cuerpo principal, y dos alas laterales, la Pinacoteca en la parte
septentrional, destinada a sala de banquetes oficiales y a la exposición de
pinturas, y un simple pórtico en el área meridional, que dejaba espacio
suficiente para erigir posteriormente el pequeño templo de Atenea Niké.
En línea recta con los Propileos
se alzaba sobre un pedestal la estatua de la Atenea Prómaco, que Fidias había
realizado antes del comienzo de las obras del Partenón. La estatua, que no se
conserva, era de bronce de una altura colosal (cerca de ocho metros) y
representaba a la diosa completamente armada sosteniendo en una mano la
victoria.
Sobre el bastión meridional de la
acrópolis se situaba el pequeño templo de Atenea Niké. Proyectado por
Calícrates entre 450 y 445, el templo, jónico, tetrástilo y anfiprós- tilo, se
empezó a construir en 421 y se terminó probablemente en 406. Los bajorrelieves
de la balaustrada que recorrían la terraza del bastión representaban las
victorias atenienses de la última parte de la Guerra del Peloponeso.
Junto al pórtico norte de los
Propileos estaba también el templo de Artemisa Brau- ronia, protectora de las
mujeres embarazadas y de los partos, que disponía de un patio irregular
trapezoidal con dos pórticos en las dos alas del santuario. Un poco más
adelante, un pequeño Propileo que daba acceso al patio de la Calcoteca,
edificado posiblemente en 380-370, para albergar los exvotos de bronce. A
partir de este punto, el Parte- nón se mostraba en todo su esplendor.
El Partenón fue proyectado por
los arquitectos Ictino y Calícrates, con la colaboración de Mnesicles, bajo la
supervisión general de Fidias y se construyó entre 447 y 433/2. Dórico y
períptero, el templo mide 69,5 por 30,88 m . Muestra una audacia y una originalidad
sin precedentes (y casi sin sucesores). Era, en primer lugar, un templo excep-
cionalmente alargado con una cella que
se hallaba dividida por una doble columnata dórica en forma de "pi".
Los pórticos del pronao y el opistodomo eran hexástilos (de seis columnas,
normalmente este tipo de templo disponía únicamente de cuatro) y los lados
cortos del peristilo eran octástilos, de ocho columnas, en lugar de las seis
habituales. Los lados largos del peristilo contaban con diecisiete columnas. El
Partenón destacaba también por las correcciones ópticas para que pudiera verse
sin deformación desde el exterior, de modo que las líneas horizontales son en
realidad convexas y las columnas tienen éntasis (un engrosamiento en la parte
central del fuste) y se inclinan hacia el interior.
El templo poseía el conjunto
escultórico más importante del arte griego: sumaba noventa y dos metopas
(catorce en los frentes occidental y oriental y treinta y dos en cada uno de
los lados largos), ciento cincuenta y nueve metros de friso esculpido y
cincuenta esculturas de bulto redondo en los frontones. El programa
iconográfico de las metopas comprendía la Toma de Troya o Iliupersis (norte),
referencia simbólica a la doble destrucción de Atenas por los persas; la Centauromaquia
(sur) alusión a la victoria, tras muchas penalidades, de la civilización y de
los griegos sobre el caos y los bárbaros; la Amazonomaquia (oeste), triunfo
también del helenismo liderado por Atenas frente a la violencia y los bárbaros,
y la Gigantomaquia (este), nueva representación del orden y la justicia
enfrentado al caos y al salvajismo.
El friso, un elemento jonio
incluido en un templo dórico, sintetiza posiblemente (la interpretación es
insegura) la procesión de las Grandes Panateneas, que tenía lugar cada cuatro
años. Aquí es el propio pueblo ateniense el sujeto de la obra artística, en la
alegre plenitud de estos años. En él se atestigua una fe inquebrantable en
Atenea y Atenas y se representaba también el triunfo de la democracia, el único
régimen político capaz de desplegar la inteligencia y las virtudes que residen
en toda persona.
Los frontones (438/7-434/3) unían
la diosa con su ciudad. El frontón occidental mostraba la disputa entre Atenea
y Posidón por dar su nombre a la ciudad, un mito acontecido en el lugar del
Erecteo, que nos acercaba a las mismas bases del poder ateniense: el mar
representado por un manantial de agua salada y la fecundidad del Ática
simbolizada por el olivo. El frontón oriental representaba el Nacimiento de
Atenea en el Olimpo; en él, del mismo modo que la aparición de Atenea movía el
asombro de los demás dioses, la emergencia de Atenas provocaba la fascinación
entre losmortales. Por último, Fidias esculpió para la cella del Partenón la estatua crisoele- fantina de Atenea que
contaba con doce metros de altura y 1.140 kg de oro y marfil. Representada
completamente armada, Atenea, diosa bienhechora y protectora de la ciudad, era
también la divinidad guerrera que otorgaba la victoria a los atenienses y
castigaba a sus enemigos.
Al otro lado de la Vía de las
Panateneas se encontraba el Erecteo, un elegante templo jónico. El templo se
adaptaba magníficamente al fuerte desnivel que existía en este lado de la
Acrópolis y se elevaba sobre su lugar más sagrado. Obra de Filocles, se inició
en 421 y se terminó entre los años 409 y 406. Como debía acomodar varios cultos
locales, el Erecteo formaba un conjunto extraordinariamente complejo compuesto
por tres recintos sagrados y dos pórticos. Tras el frente jónico de entrada, el
Santuario este estaba dominado por el altar de Posidón y Erecteo. Después de
él, el Santuario central albergaba el culto de Atenea Polias, la tumba de
Erecteo y el manantial de agua salada con las marcas del tridente de Posidón. A
ambos lados se situaban el Pórtico de las Cariátides y el Pórtico de Posidón.
Finalmente, en el lado occidental quedaba el recinto del héroe Pandroso, donde
se encontraban además la tumba de Cécrope y el olivo sagrado de Atenea.
En el este de la Acrópolis se
localizaba el Pandionio, el santuario del héroe y rey mítico de Atenas,
Pandión, que constaba de un pequeño Propileo y dos patios murados. Muy cerca,
en el lado noreste, se alzaba el santuario de Zeus Polieo, sobre el punto más
elevado de la Acrópolis y, entre éste y el Erecteo, quedaba el Gran Altar con
escalinata de Atenea Polias.
A lo largo del siglo V en las
laderas de la Acrópolis se construyeron nuevos edificios o se reconstruyeron
otros más antiguos que habían sido dañados por los persas. La actividad
constructiva se centró particularmente en la ladera sur, en la que se
encontraban el teatro de Dioniso, el Odeón y el santuario de Asclepio. El
teatro de Dioniso era en el siglo V un simple koilon (hueco semicircular cóncavo) excavado en la ladera de la
montaña con asientos de madera. La piedra se utilizó solamente en las partes
delanteras del teatro. Fue reconstruido completamente en piedra en época de
Licurgo (c. 340- 330) y modificado extensamente en los períodos helenístico y
romano. El Odeón, la sala de las representaciones musicales, estaba inspirado
en la tienda real persa capturada en la batalla de Platea. Era cuadrangular de
aproximadamente 62 por 68
metros y poseía numerosas columnas en su interior. Los
travesaños de madera que sostenían el techo de lona partían todos de un punto
central.
Tras la época clásica, en 178 se
elevó la estatua de Eumenes II de Pérgamo sobre una cuádriga de bronce (la
actual Torre de Agripa), este mismo rey construyó la Estoa de Eumenes entre el
Odeón y el teatro de Dioniso. En época augústea se edificó el pequeño templo
circular dedicado a Roma y Augusto, enfrente del frontón oriental del Partenón.
Claudio (52 d. C.) reformó la rampa de acceso; en el siglo II, se levantó el
Odeón de Herodes Ático, en la ladera sur, y, finalmente, en el siglo III, se
construyó la llamada Puerta Beulé.
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