domingo, 24 de diciembre de 2017

Atlas histórico del mundo griego antiguo Adolfo J Domínguez José Pascual Capítulo 21 La Acrópolis de Atenas

La Acrópolis era el lugar más sagrado de Atenas y constituía el centro mítico y religioso donde los atenienses encontraban sus señas de identidad. Sus edificios recogían y resumían la historia de la ciudad. Ciertamente la Roca, de 156 metros de altitud, no era la más alta de las colinas atenienses pero sí posee una meseta lo suficientemente amplia, de unos veintisiete mil metros cuadrados (c. 320 por 128 metros), para permitir la habitación y era lo suficientemente pequeña y abrupta para hacer posible una fácil defensa (sólo es accesible por el oeste). Con todo, posiblemente la existencia de dos manantiales, situados respectivamente al sur y al noroeste, debió de ser la razón última del asentamiento sobre la colina. La Acrópolis sirvió primero como núcleo de población y principal lugar defensivo. La primera ocupación pudo datar del Neolítico Reciente a juzgar por la aparición de fragmentos cerámicos en las cercanías y continuaría durante el Heládico Antiguo (antes del 2000) y el Heládico Medio (2000-1600). El asentamiento aumentó considerablemente durante el Heládico Reciente (1600-1200) y no sin muchas dudas podemos entrever las líneas generales de la Acrópolis en este último período (época micénica). Atenas era entonces la capital de un reino micénico, la población ocupaba la Acrópolis y se extendía por las laderas occidental y meridional de la Roca. La Acrópolis estaba rodeada por un muro ciclópeo de unos tres o cuatro metros de anchura y una puerta fortificada con un bastión avanzado (como en Micenas) se situaba en el lugar que ocuparían mucho tiempo después los Propileos. Otro muro protegía también la ciudad baja. Posiblemente un santuario rupestre se localizaba en el posterior templo de Atenea Niké. En el centro de la colina, en la zona del posterior Erecteo, se pudo alzar un palacio micénico.
Nada sabemos de la Acrópolis en los siglos inmediatamente posteriores al final del mundo micénico. En todo caso, la habitación debió continuar a los pies de la Acrópolis a juzgar por las tumbas submicénicas exhumadas entre ella y el río Eridano. Durante la época arcaica, cesó la habitación en la Roca y la Acrópolis quedó como centro religioso de la ciudad. En torno al último tercio del siglo VII, como ya dijimos, se elevaba en el área ocupada anteriormente por el palacio micénico un santuario dedicado a Atenea Polias, que consistía posiblemente en un edificio absidal porticado. Es posible que este templo sustituyera a otro anterior de época geométrica, que fechamos hacia la segunda mitad del siglo VII (750-700). En época pisistrátida fue reemplazado por un templo de piedra (c. 43 por 21 metros) al que deben pertenecer los grupos escultóricos del león que mata a un ternero, que debía disponerse en el frontón este, y de la Gorgona, quizá del frontón oeste, que se conservan actualmente en el Museo de la Acrópolis. Finalmente un nuevo templo se alzó en la misma zona hacia 506 (El Viejo Templo, Archaios Neos, o Cuarto templo de Atenea), cuyas ruinas pueden verse hoy entre el Erecteo y el Partenón. A uno de los frontones de esta última fase pertenece la Gigan- tomaquia en la que Atenea ocupa un lugar principal y que se halla igualmente en el Museo de la Acrópolis. En el lado sur de la Acrópolis debían alzarse también un cierto número de pequeños edificios votivos o "tesoros" datados en en el siglo VI. La Acrópolis arcaica contaba además con una entrada monumental del período pisistrátida, unos Propileos flanqueados por el templo arcaico de Atenea Niké. Después de la batalla de Maratón (490) se emprendieron las obras de un nuevo templo (el Prepar- tenón), hexástilo de 23,5 por 67 metros, en el sitio donde se erigiría más tarde el Partenón. El Prepartenón estaba todavía en construcción en el momento en que los persas ocuparon Atenas (480-479) y fue completamente arrasado. Finalmente, desde el siglo VI hasta la ocupación persa se colocaron numerosos exvotos en forma de estatuas como el Moscóforo (c. 570) y las famosas korai (doncellas vestidas) y kouroi (muchachos desnudos).
Como ocurrió con el resto de la ciudad, todos los edificios de la acrópolis fueron completamente destruidos por los persas. Sólo después de 466, al tiempo que, probablemente, se acondicionó parcialmente el Archaios Neos para albergar la estatua de Atenea Polias, comenzaron a elevarse los primeros edificios de una nueva acrópolis restaurada y se amplió el lado sur hasta dejarlo en su estado actual. A finales de la Guerra del Peloponeso, la Acrópolis adquirió su forma prácticamente definitiva de modo que, en épocas posteriores, sólo podemos anotar unos pocos añadidos.
Ascendiendo por una majestuosa rampa de 80 metros de longitud y 22 metros de altura con una pendiente del 31%, construida al mismo tiempo que los Propileos, la Vía de las Panateneas, que procedía del Ágora, entraba en los Propileos, realizados por Mne- sicles entre 437 y 432, con el fin de sustituir a la antigua entrada arcaica. Los Propileos fueron construidos sobre una planta en forma de T e incluyen dos pórticos de columnas dóricas y jónicas abiertos, respectivamente, hacia el interior y el exterior de la ciudade- la y que conforman su cuerpo principal, y dos alas laterales, la Pinacoteca en la parte septentrional, destinada a sala de banquetes oficiales y a la exposición de pinturas, y un simple pórtico en el área meridional, que dejaba espacio suficiente para erigir posteriormente el pequeño templo de Atenea Niké.
En línea recta con los Propileos se alzaba sobre un pedestal la estatua de la Atenea Prómaco, que Fidias había realizado antes del comienzo de las obras del Partenón. La estatua, que no se conserva, era de bronce de una altura colosal (cerca de ocho metros) y representaba a la diosa completamente armada sosteniendo en una mano la victoria.
Sobre el bastión meridional de la acrópolis se situaba el pequeño templo de Atenea Niké. Proyectado por Calícrates entre 450 y 445, el templo, jónico, tetrástilo y anfiprós- tilo, se empezó a construir en 421 y se terminó probablemente en 406. Los bajorrelieves de la balaustrada que recorrían la terraza del bastión representaban las victorias atenienses de la última parte de la Guerra del Peloponeso.
Junto al pórtico norte de los Propileos estaba también el templo de Artemisa Brau- ronia, protectora de las mujeres embarazadas y de los partos, que disponía de un patio irregular trapezoidal con dos pórticos en las dos alas del santuario. Un poco más adelante, un pequeño Propileo que daba acceso al patio de la Calcoteca, edificado posiblemente en 380-370, para albergar los exvotos de bronce. A partir de este punto, el Parte- nón se mostraba en todo su esplendor.
El Partenón fue proyectado por los arquitectos Ictino y Calícrates, con la colaboración de Mnesicles, bajo la supervisión general de Fidias y se construyó entre 447 y 433/2. Dórico y períptero, el templo mide 69,5 por 30,88 m. Muestra una audacia y una originalidad sin precedentes (y casi sin sucesores). Era, en primer lugar, un templo excep- cionalmente alargado con una cella que se hallaba dividida por una doble columnata dórica en forma de "pi". Los pórticos del pronao y el opistodomo eran hexástilos (de seis columnas, normalmente este tipo de templo disponía únicamente de cuatro) y los lados cortos del peristilo eran octástilos, de ocho columnas, en lugar de las seis habituales. Los lados largos del peristilo contaban con diecisiete columnas. El Partenón destacaba también por las correcciones ópticas para que pudiera verse sin deformación desde el exterior, de modo que las líneas horizontales son en realidad convexas y las columnas tienen éntasis (un engrosamiento en la parte central del fuste) y se inclinan hacia el interior.
El templo poseía el conjunto escultórico más importante del arte griego: sumaba noventa y dos metopas (catorce en los frentes occidental y oriental y treinta y dos en cada uno de los lados largos), ciento cincuenta y nueve metros de friso esculpido y cincuenta esculturas de bulto redondo en los frontones. El programa iconográfico de las metopas comprendía la Toma de Troya o Iliupersis (norte), referencia simbólica a la doble destrucción de Atenas por los persas; la Centauromaquia (sur) alusión a la victoria, tras muchas penalidades, de la civilización y de los griegos sobre el caos y los bárbaros; la Amazonomaquia (oeste), triunfo también del helenismo liderado por Atenas frente a la violencia y los bárbaros, y la Gigantomaquia (este), nueva representación del orden y la justicia enfrentado al caos y al salvajismo.
El friso, un elemento jonio incluido en un templo dórico, sintetiza posiblemente (la interpretación es insegura) la procesión de las Grandes Panateneas, que tenía lugar cada cuatro años. Aquí es el propio pueblo ateniense el sujeto de la obra artística, en la alegre plenitud de estos años. En él se atestigua una fe inquebrantable en Atenea y Atenas y se representaba también el triunfo de la democracia, el único régimen político capaz de desplegar la inteligencia y las virtudes que residen en toda persona.

Los frontones (438/7-434/3) unían la diosa con su ciudad. El frontón occidental mostraba la disputa entre Atenea y Posidón por dar su nombre a la ciudad, un mito acontecido en el lugar del Erecteo, que nos acercaba a las mismas bases del poder ateniense: el mar representado por un manantial de agua salada y la fecundidad del Ática simbolizada por el olivo. El frontón oriental representaba el Nacimiento de Atenea en el Olimpo; en él, del mismo modo que la aparición de Atenea movía el asombro de los demás dioses, la emergencia de Atenas provocaba la fascinación entre losmortales. Por último, Fidias esculpió para la cella del Partenón la estatua crisoele- fantina de Atenea que contaba con doce metros de altura y 1.140 kg de oro y marfil. Representada completamente armada, Atenea, diosa bienhechora y protectora de la ciudad, era también la divinidad guerrera que otorgaba la victoria a los atenienses y castigaba a sus enemigos.

Al otro lado de la Vía de las Panateneas se encontraba el Erecteo, un elegante templo jónico. El templo se adaptaba magníficamente al fuerte desnivel que existía en este lado de la Acrópolis y se elevaba sobre su lugar más sagrado. Obra de Filocles, se inició en 421 y se terminó entre los años 409 y 406. Como debía acomodar varios cultos locales, el Erecteo formaba un conjunto extraordinariamente complejo compuesto por tres recintos sagrados y dos pórticos. Tras el frente jónico de entrada, el Santuario este estaba dominado por el altar de Posidón y Erecteo. Después de él, el Santuario central albergaba el culto de Atenea Polias, la tumba de Erecteo y el manantial de agua salada con las marcas del tridente de Posidón. A ambos lados se situaban el Pórtico de las Cariátides y el Pórtico de Posidón. Finalmente, en el lado occidental quedaba el recinto del héroe Pandroso, donde se encontraban además la tumba de Cécrope y el olivo sagrado de Atenea.
En el este de la Acrópolis se localizaba el Pandionio, el santuario del héroe y rey mítico de Atenas, Pandión, que constaba de un pequeño Propileo y dos patios murados. Muy cerca, en el lado noreste, se alzaba el santuario de Zeus Polieo, sobre el punto más elevado de la Acrópolis y, entre éste y el Erecteo, quedaba el Gran Altar con escalinata de Atenea Polias.
A lo largo del siglo V en las laderas de la Acrópolis se construyeron nuevos edificios o se reconstruyeron otros más antiguos que habían sido dañados por los persas. La actividad constructiva se centró particularmente en la ladera sur, en la que se encontraban el teatro de Dioniso, el Odeón y el santuario de Asclepio. El teatro de Dioniso era en el siglo V un simple koilon (hueco semicircular cóncavo) excavado en la ladera de la montaña con asientos de madera. La piedra se utilizó solamente en las partes delanteras del teatro. Fue reconstruido completamente en piedra en época de Licurgo (c. 340- 330) y modificado extensamente en los períodos helenístico y romano. El Odeón, la sala de las representaciones musicales, estaba inspirado en la tienda real persa capturada en la batalla de Platea. Era cuadrangular de aproximadamente 62 por 68 metros y poseía numerosas columnas en su interior. Los travesaños de madera que sostenían el techo de lona partían todos de un punto central.
Tras la época clásica, en 178 se elevó la estatua de Eumenes II de Pérgamo sobre una cuádriga de bronce (la actual Torre de Agripa), este mismo rey construyó la Estoa de Eumenes entre el Odeón y el teatro de Dioniso. En época augústea se edificó el pequeño templo circular dedicado a Roma y Augusto, enfrente del frontón oriental del Partenón. Claudio (52 d. C.) reformó la rampa de acceso; en el siglo II, se levantó el Odeón de Herodes Ático, en la ladera sur, y, finalmente, en el siglo III, se construyó la llamada Puerta Beulé.

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