lunes, 25 de diciembre de 2017

Jenofonte .- Las Helénicas Libro IV

 IV

 

El libro IV comprende los acontecimientos de los años 395-388.
Entre ellos sobresalen la continuación de la campaña de Agesilao en Asia Menor (395/4); las batallas de Nemea (394), Cnido y Coronea (394); las operaciones en el Istmo (393-90) con la intervención de Ifícrates; la invasión de Acarnania por aqueos y lacedemonios (389); el ataque lacedemonio a Argos (388); las campañas de Farnabazo y Conón en Asia Menor, islas y Grecia (394), de Trasibulo (389), de Ificrates por un lado, y por otro lado de Dercílidas. Antálcidas (392), Tibrón y Anaxibio.
Agesilao en Frigia alianza con Otis
Después de llegar a la Frigia de Far1nabazo a principios de otoño, Agesilao, empezó a quemar y saquear el territorio y a atraerse las ciudades, a unas por la fuerza, a otras por propia voluntad [1]. Como le dijera Espitrídates que le procuraría 2una entrevista con su rey y le haría su aliado si iba con él a Paflagonia, se puso en camino muy decidido, pues hacía tiempo que deseaba separar algún pueblo del rey.
3Cuando llegó a Paflagonia, vino Otis [2] y concluyó una alianza; pues aunque el rey le había llamado no había acudido [3]. Otis dejó mil jinetes y dos mil peltastas a Agesilao movido por Espitrídates.
Matrimonio de Otis
4Agesilao, que se sentía obligado con éste, le dijo: «Espitrídates, dime, ¿no desearías dar tu hija a Otis?». «Por supuesto, mucho más desearía que el tomara la hija de un desterrado siendo rey de grandes territorios y fuerzas», contestó. Entonces 5sólo se dijo esto sobre el matrimonio. Mas cuando Otis se disponía a marchar, vino ante Agesilao para despedirse. Agesilao sacó el tema en presencia de los trein6ta [4], después de mandar retirarse a Espitrídates. «Otis, dime, de qué familia es Espitrídates», preguntó. Él respondió que no era menos que cualquier persa. Y añadió: «¿Has visto qué hermoso es su hijo?». «¿Cómo no iba a verlo? Incluso ayer tarde cené con él.
—Se dice que tiene una hija aún más bella.
—Por Zeus, dijo Otis, sí, realmente es bella.
7—Bien, prosiguió, ya que te has hecho amigo nuestro, yo te aconsejaría tomar a su hija por esposa, pues es muy bella, y ¿qué hay más grato para un hombre?; además es de un padre nobilísimo, que tiene gran poder, a quien Farnabazo ofendió y se vengó de él de tal modo que lo ha desterrado de todo el territorio, como 8ves. Por tanto, añadió, debes saber bien que como puede vengarse de él por ser su enemigo, también podría de la misma manera favorecerle si fuera amigo. Si lo haces, piensa que no sólo él será de tu familia, sino también yo y los demás lacedemonios y, como nosotros mandamos en Grecia, incluso el resto de ella. Real9mente, ¿quién podría casarse jamás con mayor pompa que tú si lo llevas a cabo?; efectivamente, ¿a qué prometida escoltaron jamás tantos jinetes, peltastas y hoplitas cuantos escoltarían a tu mujer hacia tu casa?». Otis preguntó: «Agesilao, ¿dices esto de acuerdo con 10Espitrídates?». «Por los dioses, no, contestó Agesilao, él en verdad no me ordenó decirlo; mas yo, si bien me alegro muchísimo cuando castigo a un enemigo, creo que me alegro mucho más cuando encuentro algún bien para los amigos. ¿Por qué no te informas, prosiguió, si 11él lo quiere también?». Agesilao contestó: «Herípidas, id vosotros y convencedle a que desee lo mismo que nosotros». Éstos se levantaron e intentaban conven12cerle. Como se retrasaban, dijo: «Otis, ¿quieres que nosotros le llamemos aquí también?; al menos yo creo que él será persuadido por ti mucho mejor que por todos los demás». Después de esto Agesilao llamó por fin a Espitrídates y a los demás. Cuando entraron, 13Herípidas dijo directamente: «Agesilao, ¿para qué vamos a alargarnos contando el resto de la conversación?; la conclusión es que Espitrídates afirma que hará con gusto todo lo que tú decidas.» «Espitrídates, añadió 14Agesilao, me parece bien que tú des tu hija a Otis con buena suerte, y que tú la tomes. Mas no podríamos traer por tierra a tu hija antes de la primavera [5]». Otis replicó: «Por Zeus, mas podría venir ahora mismo por mar, si tú quieres». Después de esta conversación des15pidieron a Otis dándose la mano.
Pasa el invierno en Dascilio
Inmediatamente Agesilao equipó una trirreme y mandó al lacedemonio Calias traer la hija, al darse cuenta que tenia prisa, y él se puso en marcha para Dascilio, donde Farnabazo tenía su corte; había muchas aldeas importantes en los alrededores con abundantes recursos y animales de caza magní16fíeos, unos en parques, otros en lugares abiertos. Corría al lado un río lleno de peces de todas las clases. Había también volátiles abundantes para los expertos en la caza de aves. Así pasó allí el invierno cogiendo víveres para el ejército tanto en esa zona como en 17otras, efectuando incursiones para forrajear. Un día, mientras los soldados cogían provisiones despreocupados y sin vigilancia, ya que anteriormente no les había ocurrido nada, Farnabazo los sorprendió dispersos por la llanura, con dos carros armados de hoces y unos cuatrocientos jinetes. Pues por temer que fuera cercado y sitiado, si se establecía en un sitio, andaba por diferentes zonas del territorio, como los nómadas, ocul18tando sobre todo sus acampadas. Los griegos al ver que se acercaba se juntaron rápidamente unos setecientos; mas él no se detuvo, sino que colocando delante los carros y poniéndose detrás con los jinetes, ordenó 19avanzar sobre ellos. Cuando, lanzando los carros, dividieron el grupo compacto, los jinetes abatieron al punto a unos cien y los demás huyeron hacia Agesilao, pues se encontraba cerca con los hoplitas.
Heripidas ataca a Farnabazo
20Al tercero o cuarto día de este hecho se enteró Espitrídates de que Farnabazo estaba acampado en Cave, una aldea grande, que distaba unos ciento sesenta estadios, e inmediatamente se 21lo comunicó a Herípidas. Éste, que deseaba hacer alguna acción brillante, pidió a Agesilao dos mil hoplitas, otros tantos peltastas y los jinetes de Espitrídates y los paflagonios y todos los griegos que quisieran. Des22pues de prometérselo, empezó a sacrificar; al atardecer, al tener presagios favorables, terminó el sacrificio. Luego, al acabar la cena, les dio la ordende presentarse ante el campamento. Como era ya de noche, no salió ni la mitad de cada contingente. Pero para que 23no se burlaran de él los otros treinta si se volvía atrás, se puso en marcha con las fuerzas que tenía. Al amane24cer atacó el campamento y cayeron muchos de los primeros puestos, que eran misios, pero los persas huyeron; se tomó el campamento y muchas cosas y, por supuesto, otros bienes propios de Farnabazo, además de muchos objetos y animales de carga. [*] Como los pa26flagonios y Espitrídates se llevaban los bienes capturados, Herípidas apostó taxiarcos y capitanes y se lo quitó todo tanto a Espitrídates como a los paflagonios, naturalmente para llevar muchos prisioneros a los encargados de la venta del botín [6]. Pero ellos no pudieron 27soportarlo y considerándose ofendidos y deshonrados hicieron de noche sus preparativos y marcharon en dirección a Sardes ante Arieo, pues tenían confianza en él porque también se había separado del rey y luchado contra él [7]. Por cierto, no le ocurrió nada más grave a 28Agesilao en esta campaña que la deserción de Espitrídates, Megabates [8] y los paflagonios.
Entrevista de Agesilao y Farnabazo
29Había un tal Apolófanes de Cícico, que desde antiguo era huésped de Farnabazo y también por aquel tiempo mantenía relaciones de hospitalidad con Agesilao. Este hombre dijo a Agesilao que esperaba reunir a Farnabazo con él para unas 30conversaciones sobre un pacto de amistad. Le acogió favorablemente y después de aceptar una tregua y darse la diestra en señal de fidelidad, se presentó con Farnabazo en un lugar convenido, donde ya estaban esperando Agesilao y los treinta sentados en el suelo sobre la hierba. Farnabazo llegó con vestidos de mucho valor. Cuando los servidores le colocaron debajo alfombras bordadas, sobre las que se sientan muellemente los persas, se sonrojó por el uso de estos lujos, al ver la sencillez de Agesilao; en consecuencia, también él se 31sentó en el suelo como estaba. En primer lugar se saludaron y luego Farnabazo tendió su mano derecha y Agesilao a su vez la suya. Luego Farnabazo comenzó 32su discurso, pues era el mayor: «Agesilao y vosotros, todos, lacedemonios presentes, yo fui vuestro amigo y aliado [9], cuando luchabais contra los atenienses, contribuí a fortalecer vuestra flota proporcionándoos dinero e incluso en tierra luchando a caballo yo mismo con vosotros perseguí por mar a los enemigos [10]. No se me podría acusar nunca de hacer ni de decir nada ambiguo 33con respecto a vosotros como Tisafemes. Después de ser tal amigo, ahora me encuentro por vuestra causa en tal situación que no tengo ni comida en mi propio territorio, a menos que recoja como las fieras lo que vosotros dejáis. Veo todo lo que mi padre me dejó, tanto hermosas mansiones como parques llenos de árboles y animales en los que me recreaba, en parte arrasados, en parte quemados. Bien, si yo no sé lo que es piadoso y justo, explicadme ahora vosotros cómo pueden hacer eso unos hombres que saben devolver favores». Así habló.
Los treinta, todos en bloque, se son34rojaron y guardaron silencio. Poco después dijo Agesilao: «Farnabazo, creo que tú sabes a pesar de todo que hay personas unidas por lazos de hospitalidad recíproca en las ciudades griegas. Pero cuando éstas son enemigas, luchan con sus patrias contra los unidos por estos lazos, e incluso se matan unos a otros si se encuentran entonces. Así también nosotros que luchamos ahora con vuestro rey nos vemos obligados a considerar enemigo todo lo suyo aunque pongamos por encima de todo hacernos tus amigos. Si se te exigiese que nos to35maras a nosotros como dueños a cambio del rey tu dueño, al menos yo no te lo aconsejaría; mas, pasándote a nuestro lado ahora, tú puedes vivir disfrutando de tus bienes sin postrarte [11] ante nadie y sin tener dueño, aunque yo creo que el ser libre es equivalente a todos los bienes. Mas ni siquiera te exigimos eso, ser pobre 36pero libre; al contrario, no aumentar el poder del rey, sino el tuyo propio, sirviéndote de nosotros como aliados, sometiendo a los compañeros de la esclavitud actual para hacerlos tus súbditos [12]. Entonces si fueras a la vez rico y libre, ¿qué te faltaría para ser completamente feliz?» Farnabazo dijo: «Así, pues, ¿os debo res37ponder sencillamente lo que voy a hacer?». «Efectivamente, te conviene». «Bien, dijo, si el rey envía a otro como estratego y a mí me hace su súbdito, decidiría ser vuestro amigo y aliado; pero si me confía a mí el mando —el poder de la ambición es tan fuerte, según bien se ve—, debéis saber que lucharé contra vosotros como 38mejor pueda». Después de oír esto Agesilao estrechó su mano y le dijo: «Bravo, ojalá tú, que eres de tales sentimientos, te hicieras nuestro amigo. Bien, sabe una cosa, añadió, ahora me voy a retirar de tu territorio lo más pronto que pueda, y en adelante, en caso de guerra, nos apartaremos de ti y los tuyos mientras poda39mos ir contra otro». Dicho esto terminó la reunión, Farnabazo montando a caballo marchó, mas un hijo suyo de su mujer Parapita, que aún era un bello muchacho, se quedó atrás, echó a correr y dijo: «Agesilao, te haré mi huésped». —«Y yo te acepto». —«Bien, acuérdate». Al punto dio a Agesilao su jabalina —tenía una magnífica—. Él la aceptó y como su secretario Ideo tenía una testera hermosísima en su caballo se la quitó y se la dio a cambio. Entonces el hijo saltando sobre su caballo 40marchó al alcance de su padre. Cuando el hermano de Farnabazo [13] le quitó el cargo en su ausencia y desterró al hijo de Parapita, Agesilao le protegió en diferentes ocasiones e incluso al enamorarse de un hijo del ateniense Evalces, por él hizo todo lo posible para que este último fuese admitido en la carrera infantil en 41Olimpia, aunque era mucho mayor [14]. Como prometió a Farnabazo, empezó inmediatamente a retirarse del territorio, cuando comenzaba a despuntar la primavera. Al llegar a la llanura de Tebas estableció su campamento alrededor del santuario de Artemis Astirene y allí sumó al que tenía un ejército muy numeroso de todas partes. Pues se estaba preparando para internarse en el territorio lo más posible, creyendo que todos los pueblos que había detrás se separarían del rey.
Preparativos lacedemonios
Así, pues, Agesilao se ocupaba en es2tos asuntos. Los lacedemonios, cuando se enteraron exactamente del dinero que había llegado a Grecia y de que las ciudades más poderosas se habían coaligado para una guerra contra ellos, pensaron que la ciudad estaba en peligro y reconocieron que era necesario hacer una expedición. Empezaron a prepararla 2y además enviaron inmediatamente a Epicídidas [15] ante Agesilao. Éste, cuando llegó, le explicó cómo estaban los diferentes asuntos y especialmente que la ciudad le ordenaba socorrer a la patria lo más rápidamente posible.
Regreso de Agesilao
Agesilao, cuando se enteró, lo acogió 3muy mal pensando que se quedaba privado de grandes honores y esperanzas; no obstante, convenció a los aliados y les expuso las órdenes de su ciudad y dijo que se debía ayudar a su patria; «aliados, sabed bien empero que, si aquello concluye favorablemente, no me olvidaré de vosotros —afirmó—, sino que volveré a presentarme para realizar lo que vosotros pidáis». Al 4oírlo muchos lloraron y todos votaron [16] socorrer a Lacedemonia con Agesilao y si los asuntos de allí iban bien, volver de nuevo a Asia con él. Éstos empezaron a 5prepararse para acompañarle. Agesilao dejó en Asia al harmoste Éuxeno y a una guarnición no inferior a cuatro mil para poder conservar las ciudades. Al ver que muchos soldados preferían quedarse a ir a luchar contra griegos, como quería llevar consigo a los mejores y a la vez al mayor número posible, ofreció premios a la ciudad que enviara la expedición mejor y al capitán de los mercenarios que participara en la expedición con la compañía mejor equipada en hoplitas, arqueros y peltastas. Prometió asimismo dar un premio al jefe de caballería que presentara el escuadrón mejor 6equipado y con mejores caballos. Añadió que la elección se realizaría cuando pasaran de Asia a Europa, en el Quersoneso, para que vieran bien que se debía seleccionar cuidadosamente a los participantes en la expe7dición [17]. La mayor parte de los premios tanto para los hoplitas como para la caballería eran armas embellecidas con adornos; había incluso algunas coronas de oro; el conjunto de premios no fue inferior a cuatro talentos. Aunque se gastó tanto, se prepararon armas 8para la expedición por muchísimo más dinero. Después de cruzar el Helesponto, fueron designados como jueces los lacedemonios Menasco, Herípidas y Orsipo y un aliado por ciudad. Concluida la selección, Agesilao marchó con su ejército por el mismo camino que el rey cuando hizo la expedición contra Grecia.
Operaciones de los dos bandos
9Durante ese tiempo los éforos decretaron la movilización. Como Agesíplis [18] era aun un niño, la ciudad mandó a Anstodemo, que era de la familia y además tutor del niño, tomar el man10do del ejército. Cuando salieron los lacedemonios, los contrarios ya se habían concentrado y estaban reunidos estudiando cómo dar la batalla de la forma más conve11niente para sí. Así, el corintio Timolao dijo; «Aliados, me parece que la actuación de los lacedemonios es idéntica a la de los ríos, afirmó. En efecto, los ríos cerca de las fuentes no son grandes, sino fácilmente vadeables, pero cuanto más lejos están, con la afluencia de otros ríos, vuelven su corriente más impetuosa, de 12la misma manera los lacedemonios, donde salen, están solos, pero al avanzar y unir las ciudades se vuelven más numerosos y más difíciles de combatir. Por cierto, también veo, yo al menos, que los que quieren destruir a las avispas, añadió, si intentan cazarlas cuando están volando después de salir, son picados por muchas; pero si aplican el fuego cuando aún están dentro, las someten sin sufrir ningún daño. En consecuencia, considerando esto reconozco que es mucho mejor dar la batalla en la misma Lacedemonia y si no es posible, cuanto más cerca». Como reconocieron que hablaba razonablemente aprobaron con su voto esa proposición.
Mientras discutían sobre el mando supremo y se 13ponían de acuerdo sobre el número de filas para formar el ejército de modo que las ciudades no permitieran el cerco a los enemigos si las hacían demasiado profundas, en ese tiempo, después de tomar a su lado a los tegeatas y a los mantineos los lacedemonios salieron por… la costa, los estrechos [19]. Avanzando casi a la 14vez llegaron a Nemea los corintios y su grupo, y a Sición los lacedemonios y sus aliados. Causaron mucho daño en un principio a cuantos de estos últimos atacaron en la zona de Epiecea [20] las tropas ligeras contrarias disparándoles con dardos y arcos desde las alturas de la derecha. Mas cuando bajaron a la costa, avanzaron 15por ella en medio de la llanura, devastando e incendiando el territorio; volviéndose los otros entonces, acamparon, realizándolo delante del barranco; y cuando en su avance los lacedemonios ya no distaban diez estadios de los enemigos, estableciendo también allí mismo el campamento, permanecieron quietos.
16Mas voy a decir también el número de combatientes de ambos. Bien, se reunieron unos seis mi) hoplitas lacedemonios; cerca de tres mil eleos, trifilios, acroreos y lasioneos; mil quinientos sicionios; los epidaurios, trecenios, hermioneos y halieos no fueron menos de tres mil. A esos se añadieron unos doscientos jinetes lacedemonios, trescientos arqueros cretenses aproximadamente y además no menos de cuatrocientos honderos marganeos, letrinos y anfídolos. Sin embargo, no les acompañaron los fliasios alegando que tenían una tre17gua. Esas eran las fuerzas de los lacedemonios [21]. A su vez, de los contrarios se concentraron unos seis mil hoplitas atenienses, siete mil argivos aproximadamente, según decían, alrededor de cinco mil beocios, pues no se presentaron los orcomenios, pero sólo unos tres mil corintios, y además no menos de tres mil de toda Eubea. Tal era el número de hoplitas. Además unos ochocientos jinetes beocios  [pues los orcomenios no se presentaron], unos seiscientos atenienses, unos cien calcidios de Eubea y unos cincuenta locros opuntios. Asimismo las tropas ligeras del ejército aliado de los corintios eran más numerosas, pues incluso los locrios ozolos, melios y acamamos estaban con ellos.
Batalla de Nemea
18Esas eran, pues, las fuerzas de ambos. Los beocios, mientras ocupaban el ala izquierda, no tenían ninguna prisa en dar batalla, mas cuando los atenienses estuvieron frente a los lacedemonios y ellos ocuparon el ala derecha y se vieron formados frente a los aqueos, inmediatamente dijeron a voces que las víctimas eran buenas y dieron la orden de prepararse para trabar batalla. En un principio, descuidándose de las dieciséis filas, hicieron la formación muy profunda y además la llevaron sobre el ala derecha para desbordar el ala enemiga [22]; y los atenienses para no ser arrancados del resto los seguían, aun dándose cuenta que había peligro de ser cercados. Ahora bien, 19durante cierto tiempo los lacedemonios no se enteraron de que los enemigos se acercaban; efectivamente la zona era boscosa; mas cuando entonaron el peán, entonces evidentemente se dieron cuenta e inmediatamente ordenaron disponerse todos en contra para el combate. Después de formar cada uno como mandaron los jefes espartanos de las tropas aliadas, transmitieron la orden de seguir a la primera columna; también los lacedemonios se apoyaban sobre el ala derecha y así extendieron tanto su ala que seis tribus atenienses quedaron frente a ellos y cuatro frente a los tegeatas. Cuando ya no distaban un estadio, después de sacrificar 20los lacedemonios una cabrita a Agrótera [23], como es su costumbre, avanzaron contra los contrarios, doblando el extremo de la formación para el cerco. Al llegar a la lucha cuerpo a cuerpo, todos los demás aliados de los lacedemonios fueron dominados por los contrarios, mas los peleneos cuando quedaron frente a los tespieos lucharon y cayeron en sus puestos algunos de uno y 21otro lado. Los propios lacedemonios dominaron a los atenienses que resistían y cercándolos con el ala envolvente mataron a muchos. Como ellos no sufrieron bajas, siguieron en formación compacta; pasaron delante de las otras cuatro tribus atenienses antes de volver de la persecución de modo que ninguno de ellos murió salvo alguno que se encontró con los tegeatas. 22Mas los lacedemonios sorprendieron a los argivos cuando se retiraban, y como dudara el primer polemarco [24] en atacarlos de frente, se dice que es que uno había gritado que se dejase pasar a los primeros. Cuando esto ocurrió, naturalmente hiriendo en el lado indefenso [25] a los que pasaban, mataron a muchos. También sorprendieron a los corintios cuando se retiraban. Incluso sorprendieron los lacedemonios a algunos tebanos que volvían de la persecución y mataron a un gran número. 23Ocurrido esto, los derrotados huyeron primero a las murallas, pero como lo impidieron los corintios [26], luego acamparon en el anterior campamento. Los lacedemonios por su parte se retiraron y levantaron un trofeo donde en un principio empezaron a luchar cuerpo a cuerpo con los enemigos. Así ocurrió esta batalla entonces.
Dercílidas anuncia la victoria
3Agesilao acudió en ayuda desde Asia a toda prisa; cuando estaba en Anfípolis le anunció Dercílidas que los lácedemonios habían vuelto a vencer y que habían muerto ocho de ellos, pero muchísimos enemigos; mas le comunicó también que habían caído no pocos aliados [27]. Preguntando Agesilao: 2«Dercílidas, ¿no sería oportuno que las ciudades que nos han enviado soldados se enteraran de la victoria lo más pronto posible?». Dercílidas respondió: «Por supuesto, que al oírlo estarían con más ánimos». «Bien, como estuviste presente, ¿no podrías informar muy bien tú?». Él, satisfecho de oírlo, pues era amigo de estar siempre de viaje, dijo: «Si tú lo ordenas». «Pues lo ordeno, afirmó, y exijo que se comunique asimismo que si esto sale bien, de nuevo nos presentamos allí, como afirmamos».
Combates en Tesalia
3En consecuencia, Dercílidas se puso en camino en dirección al Helesponto primero. Agesilao atravesando Macedonia llegó a Tesalia. Naturalmente los de Larisa, Cranón, Escotusa y Farsalia, que eran aliados de los beocios, le acosaban siguiéndole, y todos los tesalios, salvo cuantos se hallaban desterrados en esos momentos. Él hasta entonces lle4vaba el ejército en cuadro [28] con la mitad de la caballería delante y la otra mitad en cola; mas cuando los tesalios le impidieron la marcha hostigando a la retaguardia, mandó también a la cola la caballería de cabeza salvo el contingente que le escoltaba. Cuando las 5dos caballerías se colocaron en orden de batalla una contra otra, los tesalios creyeron que no era oportuno luchar a caballo al lado de los hoplitas y dando la vuelta se retiraron al paso. Los otros los siguieron con mucha precaución. Al darse cuenta Agesilao del error 6que ambos estaban cometiendo, envió a los intrépidos jinetes de su escolta y mandó también dar orden a los otros de perseguirlos inmediatamente y no dejarles 7dar la vuelta de nuevo. Cuando los vieron atacar inesperadamente los tesalios huyeron sin volverse unos, otros fueron cogidos prisioneros con los caballos de 8flanco al intentar realizarlo. Sin embargo, el farsalio Policarmo, jefe de la caballería, se volvió y murió luchando con su grupo. Al ocurrir eso, los tesalios se lanzaron a una huida inoportuna de modo que unos murieron y otros fueron cogidos prisioneros. No se detu9vieron hasta que llegaron al monte Nartacio. Entonces Agesilao erigió un trofeo entre el Prante y el Nartacio y allí se quedó muy contento de la hazaña, ya que había vencido a hombres muy confiados en su caballería con la que él mismo reunió. Al día siguiente, después de pasar los montes de Acaya de Ptía [29] marchó durante todo el resto de la jornada por una zona amiga hasta los límites de Beocia.
Agesilao en Beocia. Derrota de Cnido
10Cuando iba a entrar se vio el sol en forma de media luna [30] y se anunció, que los lacedemonios habían sido de rrotados en la batalla naval y que el navarco Pisandro había muerto. Se re11firió asimismo cómo ocurrió la batalla. Que el ataque por mar de ambas flotas fue en los alrededores de Cnido, que Farnabazo, que era el navarco, estaba con las naves fenicias y que Conón estaba formado delan12te de él con la flota griega [31]. Pisandro había formado enfrente y aunque apreció que sus naves eran muy inferiores en número a la flota griega de Conón [32] y que sus aliados del ala izquierda huyeron en seguida; él abordando a los enemigos había sido traído a tierra con la nave averiada por los ataques; los demás que fueron arrastrados a tierra se habían puesto a salvo como pudieron en Cnido abandonando sus naves, pero que él murió luchando en la nave. Al enterarse de ello 13Agesilao lo soportó mal en un primer momento, pero después alterando la noticia dijo que se le comunicó la muerte de Pisandro, pero que había vencido en la batalla naval, considerando que la mayor parte de su ejército era capaz de participar a gusto en acciones que resultan bien, pero si veía alguna dificultad, no había medio de inducirlos a participar. Y a la vez que lo anun14ciaba sacrificaba por las buenas nuevas y compartía con muchos las víctimas sacrificadas; de modo que en una escaramuza contra los enemigos, dominaron los de Agesilao animados con la idea de que los lacedemonios habían vencido en la batalla naval.
Batalla de Coronea
Los formados enfrente de Agesilao 15eran beocios, atenienses, argivos, corintios, enianos, eubeos, y ambos locrios [33]; con Agesilao una compañía lacedemonia que vino por mar desde Corinto, media compañía de Orcómeno, además los neodamodes de Lacedemonia que le acompañaban, junto con éstos los del ejército aliado que mandaba Herípidas, más los de las ciudades griegas de Asia y los que tomó de las ciudades de Europa que atravesó; allí mismo se le sumaron hoplitas orcomenios y focidios. Por supuesto, los peltastas de Agesilao eran muchos más; al contrario, la caballería de ambos era igual en número. He ahí las 16fuerzas de ambos contendientes. Voy a descubrir la batalla y cómo fue cual ninguna de las de nuestros días. Bien, se reunieron en la llanura de Coronea los de Agesilao del lado de Cefiso, los de los tebanos del lado del Helicón. Agesilao tenía el ala derecha de su ejército, los orcomenios eran los últimos en su ala izquierda. Por su parte los propios tebanos estaban a la de17recha y los argivos ocupaban el ala izquierda. Mientras se acercaban el silencio era total en ambos; mas cuando distaban entre sí un estadio aproximadamente, los tebanos atacaron derechos a la carrera lanzando el grito. Cuando aún había por medio tres pletros, salieron a su vez corriendo de la formación de Agesilao los que mandaba Herípidas y con ellos los jonios, eolios y helespontios; todos esos fueron los que atacaron en bloque a la carrera y al llegar al alcance de las lanzas hicieron volver a los que tenían delante. Mas los argivos no esperaron a los de Agesilao, sino que huyeron al 18Helicón. Entonces algunos aliados empezaron a coronar ya a Agesilao, mas alguien le anunció que los tebanos estaban entre los portadores del bagaje, después de cortar en dos a los orcomenios. Él fue contra ellos inmediatamente desplegando la formación, mas los tebanos a su vez cuando vieron que los aliados habían huido al Helicón como querían abrirse paso hacia los 19suyos, se concentraron y avanzaron con decisión. Desde este momento se puede hablar sin ninguna duda de la valentía de Agesilao, pues al menos no eligió el medio más seguro. Efectivamente, aunque podía someter a la retaguardia dejando avanzar a los que se abrían paso y seguirlos luego, no lo hizo, sino que irrumpió de frente contra los tebanos y entrechocando los escudos se rechazaban, luchaban, mataban y eran muertos. Por fin los tebanos unos se abrieron paso hacia el Helicón, pero muchos murieron al retroceder. Cuando la victoria 20era ya de Agesilao, fue llevado herido junto a su columna y acercándose unos jinetes le dijeron que unos ochenta enemigos armados estaban en el templo [34] y le preguntaron qué se debía hacer. Aunque estaba gravemente herido, no se olvidó, sin embargo, del deber sagrado, sino que ordenó dejarlos marchar a donde quisieran y no permitió causarles daño. Por el momento cenaron y se acostaron, pues era ya muy tarde. Al ama21 necer ordenó al polemarco Gilis formar el ejército y erigir un trofeo, asimismo que todos se coronaran, en honor del dios [35] y que los flautistas tocaran. Ellos lo realizaron así. Los tebanos enviaron heraldos para pedir enterrar a los muertos bajo tregua. Concluyeron, pues, unas treguas y Agesilao llegando a Delfos ofreció al dios el diezmo del botín que no era inferior a cien talentos [36].
Los lacedemonios en Lócride
El polemarco Gilis se retiró a Fócide con el ejército y desde allí invadió Lócride Durante el resto del día los sol22 dados se apoderaron de objetos y alimentos en las aldeas; al atardecer los lacedemonios se retiraron los últimos y los locros los siguieron lanzándoles dardos y jabalinas. Mas como los lacedemonios se volvieran, los persiguieran y abatieran a algunos, ya no los seguían detrás, sino que disparaban desde lo alto al flanco derecho. Intentaron 23también perseguirlos cuesta arriba, pero como se hacía de noche, al retirarse unos cayeron por la dificultad del terreno, otros incluso por no ver lo que había delante, otros por los dardos; allí murieron el polemarcoGilis y Peles de los de su escolta y todos los espartiatas —unos dieciocho—, unos apedreados, otros de heridas graves. De no haberles auxiliado desde el campamento los que estaban cenando, habrían perecido todos a la vez.
Operaciones en Corinto
4Después de este suceso el resto del ejército se licenció por ciudades y Agesilao regresó por mar a su patria [37]. Luego siguieron guerreando atenienses, beocios, argivos y sus aliados atacando desde Corinto, y los lacedemonios y sus aliados desde Sición. Como los corintios veían su propio territorio devastado y que morían muchos por estar siempre cerca los enemigos, en cambio los demás aliados estaban en paz y sus tierras eran cultivadas, los aristócratas, que son la mayor parte, deseaban la paz y en sus reu2niones la proponían. Cuando se dieron cuenta los argivos, atenienses, beocios y corintios que habían recibido dinero del rey o bien que habían sido los principales responsables de la guerra de que si no obstaculizaban a los partidarios de la paz, la ciudad volvería a correr riesgo de pasarse a los laconios, tramaron realizar una matanza. En principio decidieron el más impío de todos los planes; pues la mayoría de la gente aunque uno sea condenado legalmente, no lo ejecutan en una fiesta, mas ellos eligieron con premeditación el último día de las Eucleas [38] porque pensaban coger mu3chos más en el ágora para matarlos. Cuando se dio la señal a los que se había comunicado a quiénes debían matar, sacando las espadas hirieron a uno en medio de un grupo, a otro sentado, a otro en el teatro e incluso a un juez sentado en su puesto. Al conocerse el plan, inmediatamente huyeron los aristócratas, unos junto a las estatuas de los dioses en el ágora, otros a los altares; entonces estos hombres, sacrílegos y sin ningún respeto de la ley, tanto los responsables como los ejecutores, los degollaron junto a los lugares sagrados, de modo que incluso algunos que no fueron heridos, pero que eran hombres respetuosos de las leyes, estaban horrorizados al ver esta impiedad. Murieron 4muchos ancianos, pues se hallaban en mayor número en el ágora; los jóvenes, al contrario, estaban quietos en el Cráneo [39], pues Pasimelo sospechó lo que iba a ocurrir. Cuando oyeron los gemidos, como además vinieron junto a ellos algunos huyendo de la matanza, después de esto echaron a correr por la Acrocorinto y rechazaron a los argivos y a otros que les atacaron. Cuando 5trataban lo que se debía hacer cayó el capitel de una columna sin que hubiera un movimiento sísmico o viento. Al hacer los sacrificios las víctimas les resultaban tales que los adivinos declararon que era mejor que bajaran de ese lugar. En un principio se retiraron con la idea de ir al destierro fuera del territorio; pero luego los amigos los intentaron convencer y hasta vinieron madres y hermanas e incluso algunos de los que estaban en el poder que les prometieron con juramento que no sufrirían ninguna molestia. Así algunos terminaron por volver a su patria. Viendo a los que estaban en el 6poder gobernar como tiranos, observando que el estado era arruinado, arrancando incluso los mojones y llamando a su patria Argos en lugar de Corinto, que eran forzados a compartir la constitución de Argos, sin tener ninguna necesidad de ella, que tenían en la ciudad menos influencia que los metecos [40], hubo algunos de ellos que consideraron que así no se podía vivir; pero que valía la pena intentar hacer de Corinto su patria como así era desde antiguo, presentarla libre y pura de las manchas de homicidas y dotarla de un buen gobierno y, si lo podían realizar, convertirse en salvadores de la patria, y si no podían, lograr el fin más encomia7ble buscando los mayores y mejores bienes. Así intentaron dos hombres, Pasimelo y Alcímenes, atravesando a nado un torrente, reunirse con Praxitas el polemarco de los lacedemonios, que se encontraba con su compañía de guarnición en Sición y le dijeron que le podían facilitar la entrada por la muralla que se extiende hasta el Lequeo [41]. Él confió en ellos, pues ya sabía antes que los dos hombres eran dignos de crédito y después de conseguir que se quedara la compañía que iba a 8retirarse de Sición, preparó la entrada. Cuando los dos hombres, tanto por azar como por premeditación, estuvieron de guardia en las puertas donde estaba levantado un trofeo, Praxitas llegó precisamente entonces con la compañía, algunos sicionios y los corintios desterrados. Estando ante las puertas y temiendo entrar, decidió enviar dentro a un hombre fiel para examinar la situación interna. Los dos lo introdujeron y le informaron con tanta sencillez que el introducido salió comunicando que todo estaba como decían sin engaño. 9Luego, entró. Como las murallas distaban mucho una de otra, una vez desplegados tuvieron la impresión de que eran pocos, hicieron una empalizada y un foso delante de sí como pudieron hasta que los aliados les auxiliasen. Había también detrás de ellos en el puerto una guarnición beoda. Pasaron sin luchar el día quesiguió a la noche de entrada; pero al otro día los argivos llegaron a toda prisa en ayuda, encontrando a los lacedemonios formados a su derecha, a los sicionios a continuación y a los desterrados corintios —unos cincuenta— junto al muro de levante; los mercenarios de Ifícrates formaron en frente a continuación de este muro y junto a ellos los argivos; el ala izquierda la tenían los corintios de la ciudad. Avanzaron directa10mente confiados en su número; dominaron a los sicionios y arrancando la empalizada los persiguieron hasta el mar y allí mataron a muchos de ellos. Mas Pasímaco, el harmoste de la caballería, con algunos jinetes, no muchos, al ver a los sicionios acosados, atando los caballos a los árboles y embrazando sus escudos, marchó con los voluntarios en contra de los argivos. Éstos al ver la sigma de los escudos, no temieron en absoluto por creer que eran sicionios. Pero se cuenta que entonces diciendo Pasímaco; «Argivos, sí, por los dioses [42], os engañarán esas sigmas», avanzó sobre ellos; y de este modo luchando con pocos contra muchos murió él y otros de su grupo. Sin embargo, los corintios des11terrados vencieron a los que tenían enfrente, se infiltraron y llegaron cerca del recinto amurallado de la ciudad. Los lacedemonios a su vez, cuando vieron dominada la zona de los sicionios, acudieron en ayuda saliendo de sus posiciones, teniendo [43] a su izquierda la empalizada. Los argivos al oír que los lacedemonios estaban detrás, se volvieron y se lanzaron fuera de la empalizada a la carrera. Los últimos del flanco derecho murieron heridos por los lacedemonios en los costados no protegidos y otros se retiraron a la ciudad apiñándose con gran desorden junto a las murallas. Mas cuando se encontraron con los corintios desterrados y se dieron cuenta que eran enemigos, volvieron a ceder. Entonces unos subiendo por las escalas saltaron desde la muralla y se mataron, otros aprisionados alrededor de las escalas murieron de las heridas recibidas, otros pi12soteados por sus compañeros murieron asfixiados. Los lacedemonios no tenían problemas para matar: efectivamente el dios les dio tarea como jamás se hubieran atrevido a pedir. Pues el poner en sus manos una multitud que huía llena de miedo, aterrorizada, presentando el flanco sin protección, donde nadie se volvía a combatir, mas todos ponían todos los medios para destruirse, ¿cómo no se iba a reconocer intervención divina? En consecuencia, cayeron allí tantos en tan poco espacio que acostumbrados los hombres a ver montones de trigo, de madera o piedras entonces pudieron contemplar montones de cadáveres. Murió asimismo la guardia beocia del puerto, unos en las murallas, otros 13subidos a los tejados del arsenal. Después de esto, pues, los corintios y argivos retiraron los cadáveres bajo tregua y los aliados lacedemonios acudieron en ayuda. Cuando se reunieron, Praxitas decidió primero derribar parte de las murallas, la suficiente para que pudiese pasar un ejército [44], luego llevó el ejército en dirección a Mégara, se apoderó primero de Sidunte mediante un ataque y luego de Cromión. Después de establecer guarniciones en esos lugares fortificados, regresó; luego fortificó Epiecea para que los aliados tuvieran un fuerte delante del territorio aliado, licenció el ejército y el personalmente se retiró a Lacedemonia.
14Después de estos sucesos los grandes ejércitos de ambos bandos dejaron de actuar por cierto tiempo, mas las ciudades mantenían vigilancia en las murallas enviando guarniciones unas a Corinto, otras a Sición. No obstante, como ambos tenían mercenarios, luchaban con dureza por medio de ellos.
Ifícrates en el Peloponeso
Entonces Ifícrates después de pe15 netrar en Fliunte y preparar una emboscada y salir a coger botín con unos cuantos, acudiendo en ayuda los de la ciudad sin precaverse, mató a tantos que los fliasios —que antes no admitieron a los lacedemonios dentro de las murallas porque temían que acogieran a los que afirmaban que estaban desterrados por ser partidarios de los laconios— tanto se aterrorizaron entonces ante los procedimientos de los de Corinto que incluso mandaron venir a los lacedemonios y les confiaron la vigilancia de la ciudad y de la ciudadela. Mas los lacedemonios, aunque mantenían buenas relaciones con los desterrados, durante el tiempo que tuvieron la ciudad no pensaron nunca en hacerles regresar; al contrario, después que pareció reanimarse, salieron entregándola con sus leyes tal cual la recibieron. Por su 16parte Ifícrates y su grupo penetrando por muchos puntos de Arcadia, cogían botín y atacaban los lugares fortificados; pues los hoplitas arcadios no salían fuera de las murallas a su encuentro; tanto era el miedo que tenían a los peltastas [45]. Mas éstos a su vez temían tanto a los lacedemonios que no se acercaban a los hoplitas dentro del alcance de la jabalina; pues incluso una vez los lacedemonios más jóvenes persiguiéndolos a esa distancia los alcanzaron y mataron a algunos. Si bien los 17lacedemonios menospreciaban a los peltastas aún menospreciaban más a sus propios aliados; efectivamente los mantineos acudiendo un día contra unos peltastas que salieron a la carrera del muro que se extiende sobre el Lequeo, se retiraron al ser alcanzados por las jabalinas que lanzaban, y algunos murieron cuando huían, de modo que los lacedemonios se permitieron incluso burlarse porque según ellos «los aliados temían a los peltastas como los niños al coco». Mas ellos saliendo del Lequeo con una compañía y con los desterrados corintios acamparon en círculo alrededor de 18la ciudad de Corinto. Los atenienses por su parte, que temían que las fuerzas lacedemonias vinieran contra ellos, ya que los Muros Largos corintios estaban abiertos, consideraron que era mejor reconstruir las partes de la muralla abierta por Praxitas. Viniendo en masa con canteros y carpinteros levantaron en pocos días el magnífico muro que mira a Sición y hacia el poniente, mas el oriental lo construyeron con más tranquilidad [46].
Agesilao ataca la Argólide
19Por su parte los lacedemonios, al darse cuenta que los argivos seguían recogiendo la cosecha en su patria y veían bien la guerra, hicieron una expedición contra ellos. Agesilao los condujo y después de devastar todo el territorio, pasando desde allí directamente a Corinto por los montes de Tenea, tomó los muros reconstruidos por los atenienses. Le apoyó por mar su hermano Teleutias con unas doce trirremes, de modo que su madre se sintió feliz porque en el mismo día uno de los que dio a luz había tomado por tierra las murallas enemigas y el otro por mar las naves y los arsenales. Luego, una vez realizado esto, Agesilao despidió el ejército aliado y llevó a su patria el suyo.
Agesilao en Corinto
Más tarde los lacedemonios oyendo 5de los desterrados que los habitantes de la ciudad tenían y guardaban todo su ganado en el Pireo [47] y que muchos incluso vivían allí, volvieron a realizar una expedición al territorio corintio y también en esta ocasión mandaba Agesilao. Primero vino al Istmo, pues era el mes de los juegos ístmicos y los argivos se hallaban allí celebrando los sacrificios a Posidón como si Corinto fuese de Argos [48]. Cuando se enteraron que se acercaba Agesilao se retiraron a la ciudad por el camino de Cencreas con mucho temor, abandonando las víctimas sacrificadas y la comida preparada. Agesilao 2no los persiguió aunque los vio, pero estableció sus tiendas en el santuario, sacrificó al dios y esperó a que los desterrados corintios realizaran los sacrificios y los juegos en honor de Posidón. Cuando marchó Agesilao, los argivos celebraron también los juegos ístmicos volviendo a empezar. En aquel año hubo competiciones en las que cada uno de los concursantes fue vencido dos veces y otras en las que los mismos vencedores fueron proclamados dos veces. Al cuarto día Agesilao 3llevó el ejército al Pireo. Al ver que estaba custodiado por muchos, se retiró a la ciudad después de la comida como si la ciudad fuese a entregarse; de modo que los corintios mandaron venir a Ifícrates con la mayor parte de los peltastas [49] temiendo que algunos se la entregaran a traición. Al enterarse de su llegada durante la noche, dando media vuelta, Agesilao se dirigió al Pireo al amanecer. Él avanzó por la zona de las aguas termales [50], pero mandó subir a una compañía por la parte más alta. En esa noche él acampó junto a las aguas termales y la compañía pernoctó, manteniéndose en la 4zona alta. En esa ocasión Agesilao fue felicitado por una pequeña pero oportuna ocurrencia. Efectivamente, ninguno de los que llevaban los víveres de la compañía se proveyó de fuego y como hacía frío, ya que estaban en lo más alto y además llovió y granizó al atardecer e incluso habían subido con vestidos ligeros propios del verano, estaban tiritando de frío y desanimados a la hora de la cena en medio de la oscuridad;
Agesilao envió, pues, a no menos de diez con fuego en unas ollas. Después de subir por distintos sitios, encendieron grandes hogueras, numerosas, pues había leña abundante allí, se ungieron todos [51] y muchos volvieron a cenar incluso. En esa noche se vio arder el templo de 5Posidón, pero nadie sabe quién le prendió fuego. Después que se dieron cuenta que las alturas estaban tomadas, los del Pireo ya no se preocuparon de defenderse; mas hombres, mujeres, esclavos y libres con la mayor parte del ganado se refugiaron en el Hereo. Agesilao a su vez marchó con el ejército junto al mar, simultáneamente la compañía bajó de las cimas, tomó Énoe, el recinto amurallado, se apoderó de los que estaban dentro y todos los soldados en ese día cogieron muchos víveres de las aldeas. Los que se habían refugiado en el Hereo salieron dejando a Agesilao decidir a su voluntad sobre sus personas. Él decidió entregar a los desterrados los responsables de la matanza [52] y vender 6a todos los demás. Luego salieron del Hereo un gran número de prisioneros con sus bienes y se presentaron muchas embajadas de distintos lugares e incluso llegaron algunos beodos para preguntar qué podían hacer para conseguir la paz. Agesilao, muy altivo, parecía no darse por enterado, aunque el próxeno Fárax [53] se ofreció a presentarlos; sentado sobre un edificio circular alrededor del lago, observaba todo lo que se sacaba del Hereo. Algunos lacedemonios del campamento armados con lanzas acompañaban a los prisioneros como guardianes y eran contemplados constantemente por los presentes; pues, en cierto modo, los afortunados y poderosos parecen constituir siempre un digno espectáculo.
Desastre de la compañía de Amiclas
Estando sentado aún Agesilao y muy 7ufano de lo hecho, a juzgar por las apariencias, apareció un jinete con su caballo cubierto de sudor. Aunque muchos le preguntaron qué noticia traía, no respondió a nadie, mas cuando estaba cerca de Agesilao, saltando del caballo y echándose a correr le comunicó, muy triste, el desastre de la compañía del Lequeo. Él, al oírlo, saltó inmediatamente de su asiento, tomó la lanza y ordenó al heraldo llamar a los penteconteres, jefes de sección y jefes de las tropas aliadas. Cuando éstos llegaron corriendo, dijo a los demás que 8vinieran lo antes posible, comiendo lo que pudieran —pues no lo habían hecho aún— e incluso él marchó delante sin comer con los de su tienda [54]. También los lanceros [55] armados le siguieron con prontitud, él en cabeza, éstos detrás. Cuando estaba pasando de las aguas termales a la llanura del Lequeo, aparecieron unos jinetes y le comunicaron que los cadáveres estaban recogidos. Al oírlo ordenó dejar las armas y descansar un poco, luego retiró de nuevo el ejército al Hereo; al día siguiente vendió los prisioneros.
9Cuando fueron llamados los embajadores beocios y se les preguntó el motivo de su venida, ya no mencionaron la paz, mas dijeron que si no había impedimento, querían presentarse en la ciudad ante sus propios soldados. Él sonriéndose dijo: «Bien, sé que no deseáis ver a los soldados, sino contemplar cuán grande ha sido el éxito de vuestros amigos. Aguardad, pues, ya que os voy a llevar yo mismo y conoceréis conmigo cómo 10ocurrió el hecho», añadió. Y no mintió, sino que al otro día llevó el ejército a la ciudad después de sacrificar. No derribó el trofeo, mas les demostró que nadie salía a su encuentro talando y quemando los pocos árboles que aún quedaban. Después de hacer esto acampó alrededor del Lequeo, pero no dejó marchar a la ciudad a los embajadores tebanos, sino que los despachó por mar a Creusis. Como tal desgracia no era habitual entre los lacedemonios, había mucho duelo en el ejército laconio, salvo los hijos, padres o hermanos de los muertos en su puesto; éstos se paseaban contentos y 11ufanos por la desgracia familiar como vencedores. Ocurrió el desastre de la compañía de la siguiente manera: Los de Amidas desde antiguo se encuentran siempre en las Jacintias para cantar el Pean [56], aunque se encuentren en compañía o fuera del país por algún otro motivo. Precisamente en esta ocasión Agesilao dejó a todos los amicleos que había en el ejército en el Lequeo. El polemarco de la guarnición de allí ordenó vigilar la muralla a los aliados de la misma y él con la compañía de hoplitas y jinetes escoltó a los amicleos a lo largo de la ciudad de Corinto. Cuando distaban veinte o treinta 12estadios de Sición, el polemarco regresó al Lequeo con los hoplitas, que eran unos seiscientos, y ordenó al jefe de caballería alcanzarle con el escuadrón cuando escoltaran a los amicleos hasta donde desearan. No desconocían, por supuesto, que había en Corinto muchos peltastas y hoplitas, pero presumían que nadie los atacaría, engreídos por los éxitos anteriores. Mas los corintios 13de la ciudad, Calias, hijo de Hipónico [57], estratego de los hoplitas atenienses, e Ifícrates, jefe de los peltastas, observando que no eran muchos y estaban sin peltastas y jinetes, consideraron seguro atacarlos con las tropas peltastas. En efecto, si marchaban por el camino, perecerían alcanzados por las jabalinas en el flanco sin protección; y si intentaban perseguirlos, fácilmente se librarían de los hoplitas con peltastas muy veloces. Considerando esos argumentos salieron. Calias desplegó a 14los hoplitas no lejos de la ciudad e Ifícrates atacó a la compañía con los peltastas. Los lacedemonios, como al ser alcanzados por las jabalinas unos estaban heridos y otros habían perecido, ordenaron a los escuderos [58] recoger a estos últimos y llevarlos al Lequeo; en realidad sólo éstos se salvaron de la compañía; el polemarco ordenó a las diez clases más jóvenes rechazar a los atacantes. Como perseguían a peltastas, no cogían a nai15die dentro del alcance de la jabalina, ya que eran hoplitas; pues Ifícrates les ordenaba retirarse siempre antes de que los hoplitas llegaran junto a ellos; cada vez que se retiraban se dispersaban, pues se lanzaban a la velocidad que cada uno podía y volviéndose de nuevo los de Ifícrates, unos volvían a lanzar sus jabalinas de frente y otros, colocándose rápidamente de costado, disparaban al lado sin protección. En la primera persecución pronto alcanzaron con la jabalina a nueve o diez de ellos. Cuando ocurrió eso, luego ata16caban con nueva decisión. Como eran atacados, el polemarco ordenó de nuevo a las quince clases más jóvenes que los persiguieran y al retroceder por segunda vez cayeron incluso más que la primera. Cuando ya habían perecido los mejores aparecieron sus jinetes y con ellos volvieron a realizar una persecución.
Como los peltastas cedieron, entonces los jinetes atacaron en malas condiciones, pues no los persiguieron hasta matar a algunos, sino que se volvieron haciendo un frente común con los soldados ligeros, causándose y sufriendo otra vez males iguales a los anteriores. Ellos eran cada vez inferiores y más débiles y los enemigos más osa17dos, y más numerosos cada vez los atacantes. Cuando ya estaban en una situación apurada consiguieron concentrarse en una pequeña colina que distaba del mar unos dos estadios y del Lequeo dieciséis o diecisiete. Al verlos los del Lequeo subieron a unas barcas y costearon hasta llegar frente a la colina. Ellos, que estaban ya muy apurados y morían por los ataques, no pudieron hacer nada y, al ver además de los peltastas también a los hoplitas [59] que venían en contra, se retiraron. Unos cayeron al mar, otros pocos con los jinetes se pusieron a salvo en el Lequeo. En el conjunto de combates y en la huida murieron unos doscientos 18cincuenta. Esta desgracia así ocurrió.
Después de este desastre Agesilao se retiró con la compañía derrotada y dejó otra en el Lequeo. Al atravesar las ciudades camino de la patria se aproximaba lo más tarde posible y partía cuanto antes podía. Pasó delante de Mantinea aún de noche, levantándose de Orcómeno al alba. ¡Tan mal se resignaban los soldados a ver a los mantineos alegrarse por su desgracia! Des19 pués de éste, Ifícrates tuvo éxito en otros muchos combates. Efectivamente, Praxitas había puesto guarniciones en Sidunte y Cromión, cuando tomó esos lugares fortificados, y Agesilao en Énoe, cuando tomó el Pireo, mas él se apoderó de todos esos lugares. Pero los lacedemonios y sus aliados mantenían la guarnición del Lequeo. Los desterrados corintios ya no iban a pie desde Sición por el desastre de la compañía, sino por mar y desde allí causaban dificultades a los de la ciudad y éstos se las creaban.
Agesilao en Acarnania
Después de estos hechos los aqueos 6que tenían Calidón, que antiguamente era de Etolia, concedieron la ciudadanía a los calidomos y se vieron obligados a poner una guarnición en ella. En efecto, los acamamos los atacaban e incluso les acompañaban algunos atenienses y beocios por ser sus aliados [60]. Presionados por ellos los aqueos enviaron embajadores a Lacedemonia. Cuando llegaron alegaron que no recibían buen trato de los lacedemonios. «Espar2 taños, nosotros militamos con vosotros y os seguimos a donde nos lleváis en cuanto nos dais la orden», «afirmaron, pero vosotros no nos prestáis ninguna atención cuando estamos sitiados por los acarnanios y sus aliados atenienses y beocios. Ahora bien, nosotros no podríamos resistir en esas condiciones sino que o bien dejando la lucha del Peloponeso, pasamos todos y luchamos contra los acamamos y sus aliados o bien hacemos la paz en los términos que podamos».
3Alegaban esto amenazando veladamente a los lacedemonios con apartarse de la alianza si no los socorrían. Dicho esto, los éforos y la asamblea decidieron que era necesario realizar una campaña con los aqueos contra los acarnanios. Enviaron a Agesilao con dos compañías y la parte correspondiente de aliados [61]; los aqueos 4por su parte les acompañaron en masa. Después de pasar Agesilao, todos los acarnanios de los campos huyeron a las villas y se llevó lejos el ganado para que no fuese arrebatado por el ejército. Cuando llegó a los límites del territorio enemigo, Agesilao envió una embajada a Estrato [62] ante la confederación acarnania [63] y dijo que si no rompían la alianza con los beocios y atenienses y los elegían a ellos como aliados, devastarían todo su territorio sin interrupción sin dejar 5nada. Como no obedecieron, actuaron de ese modo y devastando sin interrupción no avanzaba al día más de diez o doce estadios. En consecuencia, los acarnanios bajaron el ganado de los montes y cultivaron la mayor parte del territorio considerando que era una operación 6segura por la lentitud del ejército. Pero como Agesilao tenía la impresión de que ya estaban muy animados, al decimoquinto o decimosexto día de la invasión, después de sacrificar temprano, recorrió ciento sesenta estadios antes del atardecer en dirección a un lago [64] en cuyos alrededores estaba casi todo el ganado acarnanio y cogió muchísimos rebaños de bueyes y caballos y otro ganado de todas clases además de muchos esclavos. Después de tomarlo permaneció allí otro día y vendió lo apresado. Entonces llegaron muchos peltastas 7acamamos y, como Agesilao estaba acampado junto al monte, lanzaban dardos y disparaban con hondas desde la cima sin sufrir daño y obligaron al campamento a bajar al llano, aunque a la cena ya estaba preparada. Los acarnanios se retiraron al anochecer y los soldados descansaron después de poner guardias.
Al día siguien8te Agesilao retiró el ejército. La salida del prado y de la llanura alrededor del lago era estrecha por los montes que la rodeaban en círculo. Acosaban los arcananios lanzando dardos y jabalinas desde las alturas y atacaban causando dificultades, pues bajaban ocultamente hasta la falda de las montañas, de modo que el ejército no pudo continuar la marcha. Los hoplitas y 9jinetes que perseguían a los atacantes desde la columna no les causaban ningún daño; pues pronto se ponían los arcananios en lugar seguro cada vez que se retiraban. Considerando que era difícil salir a causa de la estrechez del paso soportando esos ataques, Agesilao decidió perseguir a los que atacaban desde el flanco izquierdo, que eran muy numerosos, pues ese monte era más accesible a los hoplitas y a los caballos. Mientras 10sacrificaba presionaban insistentemente los acarnanios lanzando dardos y jabalinas y acercándose herían a muchos. Pero después de dar la orden, las quince clases más jóvenes de los hoplitas echaron a correr, los jinetes avanzaron y él personalmente siguió con los demás. Así los acarnanios que habían bajado ocultamente 11y disparaban desde lejos, se retiraron rápidamente y murieron al huir cuesta arriba; pero en lo más alto estaban los hoplitas acamamos desplegados y la mayor parte de los peltastas y allí resistieron y lanzaron sobre ellos más dardos y aparte de alcanzarlos con las lanzas hirieron a algunos jinetes y mataron algunos caballos. Pero cuando faltaba ya poco para llegar al cuerpo a cuerpo con los hoplitas lacedemonios, cedieron y mu12rieron unos trescientos en aquel día. Ocurrido esto, Agesilao levantó un trofeo.
Desde ese momento devastó e incendió el territorio con correrías; atacó algunas ciudades, obligado por los aqueos, pero no tomó ninguna. Por fin cuando vino el otoño, se retiró del territorio. 13Los aqueos opinaron que no había conseguido nada porque no había tomado ninguna ciudad ni por las buenas ni por la fuerza y, a falta de otra cosa, le pidieron que al menos permaneciera el tiempo necesario para impedir a los acarnanios sembrar. Él respondió que proponían lo contrario de lo que convenía: «Pues yo volveré aquí con la expedición en el verano siguiente, afirmó; esos cuanto más siembren tanto más desea14rán la paz». Después de responder eso marchó a pie por Etolia por caminos imposibles de seguir tanto a pocos como a muchos si los etolios no lo permitían; mas a él le dejaron pasar, pues esperaban que colaborase con ellos en la toma de Naupacto [65]. Mas al llegar al promontorio Río, cruzando por esa zona, marchó a su patria; pues los atenienses impedían el paso por mar con sus trirremes desde Calidón al Peloponeso utilizando como base el territorio de los eniados.
Los acarnanios piden la paz
7Pasado el invierno, volvió a decretar la movilización contra los acarnanios en cuanto comenzó la primavera, como había prometido a los aqueos. Ellos cuando se enteraron, considerando que eran sitiados por los que destruían su cosecha exactamente igual que si los sitiaran acampados alrededor de sus ciudades por estar éstas en el interior, enviaron embajadores a Lacedemonia y firmaron la paz con los aqueos y una alianza con los lacedemonios. Los asuntos de los acarnanios así concluyeron.
Agesípolis invade la Argólide
Después de esto, los lacedemonios 2decretaron una movilización contra Argos porque consideraron que no era seguro hacer una expedición contra los atenienses o los beocios si dejaban atrás un vecino enemigo de Lacedemonia y tan importante como la ciudad de Argos. Agesípolis, cuando supo que debía guiar las tropas, después de resultarle favorables los sacrificios del paso de fronteras, fue a Olimpia, consultó al oráculo y preguntó al dios si le era lícito no aceptar las treguas de los argivos, ya que alegaban como pretexto los meses sagrados [66], no cuando era su época, sino cada vez que los lacedemonios se disponían a atacarlos. El dios le indicó por signos que era lícito el no aceptar las treguas injustamente alegadas como pretexto. De allí fue directamente a Delfos y volvió a preguntar a Apolo si pensaba lo mismo que su padre sobre la tregua. Éste respondió exactamente 3lo mismo. Entonces Agesípolis atacó por Nemea volviendo a tomar el ejército en Fliunte —pues aquí lo había concentrado mientras estuvo en los santuarios—. Cuando se dieron cuenta que no podían impedirlo, los argivos enviaron dos heraldos coronados alegando una tregua como era su costumbre. Agesípolis respondió que los dioses juzgaban que no la proponían con razón y no aceptó la tregua; al contrario, atacó y causó grandes dificultades y terror en los campos e incluso en la 4ciudad. Mientras él estaba cenando en territorio argivo la primera tarde, cuando iban ya a ofrecer las libaciones después de cenar, el dios provocó un terremoto. Todos los lacedemonios entonaron el peán [67] a Posidón comenzando por los de la tienda real; pero los demás soldados pensaron que se marcharía, porque también Agis se retiró de Élide  [68] en otra ocasión que se produjo un terremoto. Mas Agesípolis replicó que si hubiera provocado el terremoto cuando se disponía a invadir, habría reconocido que se lo impedía, mas una vez que había 5invadido ya, consideraba que lo animaba. Y así al día siguiente, después de sacrificar a Posidón, se volvió a internar profundamente en el territorio. Como Agesilao había hecho recientemente una expedición contra Argos [69], Agesípolis se informó por los soldados hasta qué punto había llegado y devastado el territorio tomando como referencia las murallas e intentó sobrepasarle en 6todo como un atleta en el pentatlón. Incluso un día solamente al ser alcanzado por los disparos hechos desde las torres volvió a cruzar los fosos que rodeaban la muralla; hubo una ocasión en la que llegó tan cerca de las puertas, cuando la mayor parte de los argivos habían marchado contra el territorio laconio, que los que estaban junto a ellas se las cerraron a los jinetes beocios que querían entrar, por temor a que los lacedemonios se precipitaran por ellas, y así se vieron obligados los jinetes a acomodarse junto a la muralla bajo los torreones como murciélagos. Si entonces no hubiera coincidido con que los cretenses [70] estaban haciendo una correría por Nauplia, muchos hombres y caballos habrían sido alcanzados por los disparos de sus arcos. Más tarde, estando acampado cerca de los Reductos, 7cayó un rayo en el campamento y unos murieron fulminados y otros aterrorizados. Luego quiso fortificar un puesto junto al desfiladero de Celusa [71] e hizo un sacrificio, mas le resultaron las víctimas sin lóbulos. Al ocurrir esto, retiró el ejército y lo licenció, después de causar muchísimo daño a los argivos, porque los atacó de improviso.
Farnabazo y Conón en Asia Menor
Bien, la guerra así se realizó por tie8rra. Voy a explicar a su vez lo ocurrido por mar en las ciudades de la costa mientras se efectuó todo lo anterior; escribiré los hechos dignos de mención y omitiré los que no merecen que se relaten.
En primer lugar, pues, Farnabazo y Conón, después de vencer a los lacedemonios en la batalla naval [72], costeando las islas y ciudades marítimas expulsaron a los harmostes lacedemonios y aconsejaron a las ciudades que no fortificasen las acrópolis y ellos las dejarían libres. Ellos se alegraron al oírlo, elogiaron y enviaron 2con entusiasmo regalos de hospitalidad a Farnabazo. En efecto, Conón explicó a Farnabazo que si actuaba de ese modo, todas las ciudades serían amigas suyas, mas si veía claramente que quería esclavizarlas, añadía que una a una podrían causarle muchos problemas y habría peligro de que incluso los griegos se unieran al verlo. 3Farnabazo le obedeció en eso y desembarcando en Éfeso, después de entregarle cuarenta tirremes, dijo a Conón que se encontrarían en Sesto, y marchó por tierra a su dominio [73].
Dercílidas en Sesto y Abido
Pues también Dercílidas, su enemigo de hacía tiempo [74], se encontraba en Abido cuando ocurrió la batalla naval y no la abandono como los otros harmostes, sino que la retuvo y conservó como amiga de los lacedemonios. Convocó a los abidenos y dijo lo siguiente:
4«Señores, ahora vosotros, que fuisteis también antes amigos de nuestra ciudad, podéis mostraros como bienhechores de los lacedemonios. Efectivamente, mostrarse fieles en las situaciones buenas no es nada extraño, mas cuando alguien se muestra leal con los amigos que están en desgracia, eso se recuerda siempre. Aunque fuimos vencidos en la batalla naval, es cierto que no está la situación tan mal que no seamos ya nada, pues también antes, cuando los atenienses mandaban en el mar, nuestra ciudad era capaz de hacer bien a los amigos y mal a los enemigos. Incluso si todas las ciudades se separan de nosotros cuando la fortuna les sonríe, en realidad mejor se apreciará vuestra fidelidad. Pero si alguno teme esto, que seamos sitiados aquí por tierra y por mar, considere que no hay aún flota griega en el mar [75], y si los bárbaros intentasen dominar el mar, Grecia no lo toleraría, de modo que al ayudarse a sí misma llegaría a ser vuestra aliada al mismo tiempo». Al oírle se convencieron no de mala gana, sino con 5entusiasmo; acogieron amistosamente a los harmostes que habían llegado y mandaron llamar a los que estaban fuera. Después que se juntaron en la ciudad muchos hombres de grandes dotes, Dercílidas pasó a Sesto, que está enfrente de Abido y no dista más de ocho estadios, reunió a los que tenían tierras en el Quersoneso gracias a los lacedemonios [76]; a los harmostes que fueron expulsados a su vez de las ciudades de Europa también los acogió y les dijo que no debían desanimarse considerando que en Asia, que desde antiguo es del rey, está incluso Temnos, ciudad no muy grande, Egas y otras plazas que pueden gobernarse sin ser súbditos del rey. «Aunque, ¿qué lugar más fuerte que Sesto se podría tomar, cuál más difícil de sitiar? —afirmó— que precisa de naves e infantería para ser sitiado». Aduciendo tales argumentos les quitó el miedo.
Campaña de Conón y Farnabazo
Cuando encontró Abido y Sesto en 6 esta situación, Farnabazo mandó comunicarles que les declararía la guerra si no expulsaban a los lacedemonios. Como no obedecieron, ordenó a Conón que les impidiera el paso por mar y él personalmente devastó el territorio abideno. Al no conseguir nada en lo referente a la entrega, se retiró a su casa y ordenó a Conón conciliarse con las ciudades griegas del Helesponto para reunir en primavera la mayor flota posible. En efecto, enemistado con los lacedemonios por lo que había sufrido, tomaba todos los medios para venir a su territorio y vengarse como podía. Pasaron el 7invierno con tales proyectos; al llegar la primavera después de equipar muchas naves y pagar a sueldo un ejército extranjero, Farnabazo zarpó para Melos por medio de las islas, y Conón con él, atacando desde allí Lacedemonia. Primero desembarcó en Feras y devastó ese territorio; luego en otros lugares de la costa causó todo el daño que pudo. Mas por temer la falta de puertos en la zona, las fuerzas de socorro y la escasez de alimentos, pronto dio la vuelta y zarpó para Fenicunte 8de Citera. Como los citerios que tenían la ciudad temían que la tomara a la fuerza, abandonaron las murallas y él los envió a Laconia bajo tregua; reparó la muralla y dejó una guarnición entre los citerios con el ateniense Nicofemo de harmoste [77]. Después de realizar eso, partió para el istmo de Corinto, animó a los aliados a luchar con ardor y dar muestras de fidelidad al rey y zarpó para su patria dejándoles todo el dinero que te9nía. Conón expuso a Farnabazo que si le dejaba la flota, la mantendría con los recursos de las islas, desembarcaría en su patria para ayudar a los atenienses a levantar los Muros Largos y las murallas del Pireo —añadió que sabía que esto era lo más molesto para los lacedemonios— «y así tú te ganarás el agradecimiento de los atenienses por ello y te vengarás de los lacedemonios —afirmó—, efectivamente, aquello por lo que más se afanaron se lo dejarás anulado». Farnabazo después de oírle lo despachó con entusiasmo a Atenas, e incluso le dio dinero para la reconstrucción de las murallas. 10Después de llegar, levantó gran parte de ellas [78], ofreciendo su tripulación y dando un sueldo a carpinteros y canteros y gastando todo lo que se precisaba. Había en verdad partes de la muralla que construyeron los propios atenienses, beocios y otras ciudades que se ofrecieron voluntariamente. Los corintios equiparon naves con el dinero que les dejó Farnabazo, designaron navarcos a Agatino y dominaron el mar en la zona de Acaya y Lequeo. También los lacedemonios equiparon las naves que mandaba Podánemo. Después que éste 11murió en un abordaje que se produjo, y se retiró también herido su secretario Polis, Herípidas tomó el mando de esas naves. El corintio Proeno al sustituir a Agatino en las naves abandonó el cabo Río y los lacedemonios lo tomaron. Después Teleutias vino al frente de las naves de Herípidas y volvió a dominar el golfo.
Embajada de Antálcidas
Los lacedemonios, cuando oyeron que 12Conón con el dinero del rey volvía a levantar las murallas de los atenienses, y mantenían la flota con el dinero del mismo y ganaba para Atenas las islas y las ciudades marítimas del continente, pensaron que si informaban de ello a Tiribazo, el estratego del rey, se atraerían a éste [79] o dejaría de mantener la flota de Conón. Pensando así, enviaron a Antálcidas ante Tiribazo, con órdenes de informarle e intentar conseguir del rey la paz para la ciudad. Los atenienses, cuando 13se enteraron, enviaron por su parte como embajadores a Conón con Hermógenes, Dión, Calístenes y Calimedonte. Invitaron a la vez a los embajadores aliados y se presentaron de los beocios, de Corinto y de Argos. Cuando llegaron allá, Antálcidas dijo a Tiribazo que ha14bía venido a pedir del rey la paz para la ciudad, la misma que el rey deseaba hacía tiempo; por supuesto que los lacedemonios no reivindicarían al rey las ciudades griegas de Asia y que todas las islas y las demás ciudades se contentarían con ser libres. «Bien, si nosotros queremos tales cosas, ¿por qué  [+ los griegos o] el rey nos declararía la guerra o gastaría dinero? Efectivamente no sería posible a los atenienses hacer una expedición contra el rey si nosotros no mandamos, 15ni a vosotros si las ciudades son libres», añadió. Tiribazo al oír a Antálcidas se alegró muchísimo de sus proposiciones, pero los otros se oponían a ellas. En efecto, los atenienses temían comprometerse a que las ciudades y las islas fuesen libres por no verse privados de Lemnos, Imbros y Esciros [80]; los tebanos para no verse obligado a dejar independientes las ciudades beodas, y los argivos creían que no podrían mantener Corinto como dependiente de Argos, que era lo que deseaban, si ratificaban semejantes tratados y treguas. En consecuencia, esa paz quedó frustrada y cada uno 16volvió a su patria. Tiribazo no consideraba seguro mantener relaciones con los lacedemonios sin el consentimiento del rey; mas dio dinero a Antálcidas secretamente para que los lacedemonios equiparan una flota y, de este modo, obligar a los atenienses y aliados a pedir la paz; encerró a Conón alegando que ofendía al rey y que los lacedemonios tenían toda la razón [81]. Después de esto marchó a ver al rey para explicarle las proposiciones lacedemonias y la detención de Conón, alegando que le ofendía, y preguntarle qué debía hacer 17sobre este asunto en su conjunto. Mientras Tiribazo estaba en el interior del país con el rey, éste envió a Asia Menor a Estrutas para que se encargara de los territorios del mar. Estrutas prestó muchísima atención a atenienses y aliados, acordándose de todos los males que había sufrido el territorio por medio de Agesilao.
Muerte de Tibrón
Al ver que Estrutas les era hostil y amigo de los atenienses, los lacedemonios enviaron a Tibrón [82] para luchar contra él. Éste, después de pasar allá, saqueó y pilló el territorio del rey, tomando como base Éfeso y las ciudades de la vega del Meandro, Priene, Leucofris y Aquileo. Andando el tiem18po Estrutas pudo observar que Tibrón acudía en cada ocasión sin orden ni cuidado; por ello envió unos jinetes a la vega y les ordenó avanzar lo más posible para cercarlos por medio de incursiones. Tibrón se encontraba casualmente con el flautista Tersandro lanzando el disco después del almuerzo. Efectivamente, Tersandro no era sólo buen flautista, sino que también rivalizaba en fuerza, como buen partidario de los laconios. Estru19tas al verlos acudir en desorden y que los primeros eran pocos, los sorprendió con muchos jinetes bien agrupados. Primero dieron muerte a Tibrón y a Tersandro y después de caer éstos hicieron retroceder al resto del ejército y abatieron a muchos en la persecución; hubo algunos que se salvaron en las ciudades amigas y muchos otros porque se enteraron de la expedición con retraso. Pues muchas veces se organizaba sin anunciarla y así ocurrió en esta ocasión. Así se produjeron estos hechos.
Ayuda lacedemonia a Rodas y Asia Menor
20Cuando los rodios, expulsados por el partido democrático, llegaron a Lacedemonia [83], informaron que no era justo dejar con indiferencia que los atenienses sometieran Rodas y se sumaran fuerzas tan grandes. Al darse cuenta de que si el partido democrático dominaba, Rodas entera sería de los atenienses, pero si dominaban los ricos, sería de ellos, equiparon ocho naves y designaron como navarco 21a Écdico. Enviaron también en esas naves a Dífridas. Le ordenaron que después de pasar a Asia mantuviese las ciudades que acogieron a Tibrón, tomara a su cargo el ejército que quedaba, reuniera otro de donde fuera y luchara contra Estrutas. Naturalmente, Dífridas cumplió estas órdenes y, además de otros hechos que ocurrieron, apresó a Tigranes, casado con la hija de Estrutas, cuando se encaminaba a Sardes con su mujer, y lo soltó a cambio de mucho dinero; así pudo pagar inmediatamente a los mercenarios desde ese momento. 22No era este hombre menos agradable que Tibrón, y estratego más ordenado y emprendedor. Pues no se dejaba dominar por los placeres corporales y siempre estaba pendiente de la tarea que tenía entre manos.
Écdico zarpó después para Cnido y se enteró de que el partido democrático dominaba la situación en Rodas y era dueño por tierra y mar… cruzaban el estrecho con doble número de trirremes que él [84], permaneció 23quieto en Cnido. Por su parte, los lacedemonios cuando se dieron cuenta de que él tenía fuerzas inferiores a las adecuadas para socorrer a los amigos, ordenaron a Teleutias costear para unirse a Écdico con las doce naves que tenia en el golfo [85] en las zonas de Acaya y Lequeo, despedir a Écdico y que él se encargara de los que deseaban ser amigos y causara a los enemigos todo el daño que pudiera. Después de llegar a Samos, sumando las naves de allí, Teleutias marchó por mar para Cnido y Écdico para su patria. Luego zarpó para Rodas 24con veintisiete naves ya, y en la travesía se encontró con Filócrates, hijo de Efialtes, que iba con diez trirremes de Atenas a Chipre para una alianza con Evágoras [86] y se apoderó de todas; realizando los dos los planes más opuestos entre sí; efectivamente, unos atenienses que tenían al rey como amigo enviaban ayuda a Evágoras que luchaba contra el rey, y Teleutias, cuando los lacedemonios luchaban contra el rey, destruyó a quienes iban a una guerra contra aquél. Después de regresar a Cnido y poner en venta lo que tomó, llegó por fin a Rodas y ayudó a sus partidarios.
Campaña de Trasibulo
Los atenienses que creían que los 25lacedemonios estaban preparando de nuevo fuerzas navales, enviaron a su vez a Trasibulo [87] de Estirea con cuarenta naves. Zarpando retrasó la ayuda a Rodas porque creía que ni él podría vengar con facilidad a los amigos de los lacedemonios que tenían un lugar fortificado y a su aliado Teleutias con las naves, ni que sus propios amigos se someterían a los enemigos, ya que tenían las ciudades y eran muchos más y 26habían vencido en una batalla. Mas dirigiéndose al Helesponto, al no comparecer ningún rival, pensó en qué podía ser útil a su ciudad. En consecuencia, después de conocer que Amédoco [88], rey de los odrisos, y Seutes, jefe de los territorios de la costa, mantenían discusiones, los reconcilió y los hizo amigos y aliados de los atenienses, creyendo que las ciudades griegas establecidas en Tracia prestarían mayor atención a los ate27nienses, si esos eran amigos. Como estas ciudades les eran favorables e igualmente las de Asia Menor, ya que el rey era amigo de los atenienses, se dirigió a Bizancio y exigió el diezmo a las naves procedentes del Ponto. Consiguió pasar a los bizancios de la oligarquía a un gobierno democrático; así el partido democrático de los bizancios no veía mal que hubiera muchísimos ate28nienses en la ciudad. Después de hacer eso y ganarse como amigos a los calcedonios, salió del Helesponto. Encontrándose en Lesbos con que todas las ciudades se habían pasado al partido laconio, salvo Mitilene, no fue contra ninguna de ellas antes de concentrar a los cuatrocientos hoplitas de sus propias naves y a los desterrados de las ciudades que se habían refugiado en Mitilene, de añadir a los más decididos de los propios mitilenos y de infundir esperanzas en éstos de que serían los jefes de Lesbos entera si se apoderaban de las ciudades; a los desterrados, que serían capaces unidos todos de recobrar sus patrias si marchaban juntos contra cada una de las ciudades, una a una; asimismo a los tripulantes, que conseguirían muchísimo dinero si se ganaban a Lesbos como amiga; después de animarles con estos alicientes, una vez formados los llevó contra Metimna.
Mas Terímaco, que era casualmente el harmoste 29lacedemonio, cuando oyó que Trasibulo se acercaba, mandó a la tripulación de sus naves, a los propios metimneos y a los desterrados mitilenios que se encontraban allí salir a su encuentro en las fronteras. Se dio un combate, Terímaco murió allí y otros muchos murieron también al huir. Luego se atrajo algunas ciudades, 30cogió botín para los soldados en otras que no se entregaron y luego se apresuró por llegar a Rodas. Allí reunió dinero de otras ciudades para fortalecer el ejército y llegando a Aspendo ancló en el río Eurimedonte. Cuando ya había recibido dinero de los aspendios, los soldados cometieron atropellos en algunas zonas de los campos; enojados los aspendios le atacaron de noche y le decapitaron en la tienda.
Actuación de Anaxibio e Ifícrates
Así terminó Trasibulo, que tenía 31fama de ser un varón excelente [89]. Los atenienses eligiendo en su lugar a Agirrio lo enviaron al frente de las naves. Cuando se enteraron que el diezmo de las naves procedentes del Ponto era vendido en Bizancio por los atenienses, que tenían Calcedón, y que otras ciudades del Helesponto mantenían buenas relaciones con ellos y que Farnabazo era su amigo, los lacedemonios decidieron que se había de actuar. No reprocha32ron nada a Dercílidas, mas Anaxibio, que era amigo de los éforos, consiguió salir para Abido como harmoste. Prometió luchar contra los atenienses para que no les fueran bien los asuntos del Helesponto si disponía de recursos y naves.
33Ellos enviaron a Anaxibio [90], con tres trirremes y recursos para mil mercenarios. Después de llegar reunió mercenarios de las ciudades eolias del continente, separó algunas de Farnabazo, realizó ataques contra las ciudades que a su vez habían atacado a Abido, marchó sobre ellas y devastó su territorio; equipó otras tres naves de Abido, además de las que tenía para remolcar al puerto cualquier barco ateniense o aliado que pu34diera apresar. Al observarlo los atenienses y temer que se deteriorara la situación que logró Trasibulo en el Helesponto, enviaron a su vez a Ifícrates con ocho naves y unos mil doscientos peltastas. La mayor parte eran los que tuvo a su mando en Corinto. En efecto, después de convertir a Corinto en parte de Argos, los argivos declararon que no los necesitaban más —pues se había dado muerte incluso a algunos partidarios de Argos— y así vueltos a Atenas se encontraban en su 35patria. Después de llegar al Quersoneso Anaxibio e Ifícrates, lucharon primero entre sí por medio de expediciones de piratas; mas andando el tiempo Ifícrates se informó de que Anaxibio había marchado a Antandro con los mercenarios, los laconios de su escolta y con doscientos hoplitas abidenos; oyó que se había ganado la amistad de Antandro y sospechó que regresaría de nuevo y llevaría los abidenos a su patria una vez restablecida la guarnición allí; así, cruzó de noche por la zona más desierta de Abido, subió a los montes y preparó una emboscada. Ordenó a las trirremes que le pasaron costear al amanecer hacia arriba a lo largo del Quersoneso, para dar la impresión de hacerse a la mar 36a recoger dinero, como era costumbre. Al efectuar este plan, no se equivocó; al contrario, Anaxibio regresaba —como se dijo— sin hacer los sacrificios en aquel día, incluso despreocupado porque estaba atravesando una zona amiga y hacia una ciudad amiga, y también porque oía a los que encontraba que Ifícrates había zarpado para la ciudad de Proconeso, con lo que marchaba aún más descuidado. Ifícrates no se lanzó mientras el 37ejército de Anaxibio estuvo en zona llana, pero cuando los abidenos iban a la cabeza por la llanura frente a Cremaste, donde tienen las minas de oro, y el resto del ejército que seguía estaba en la pendiente y Anaxibio acababa de descender con los laconios, Ifícrates en ese momento lanzó la emboscada y los llevó contra él a la carrera. Anaxibio dándose cuenta de que no había es38peranzas de salvación, al ver su propio ejército desplegado en una fila muy estrecha y larga, y pensando que los que iban delante no podrían ayudarle con facilidad a causa de la pendiente, viendo incluso a todos aterrorizados ante la emboscada, dijo a los que estaban con él: «Amigos, es hermoso que yo muera aquí, pero vosotros buscad aprisa la salvación antes de llegar a las manos con los enemigos». Dicho esto, tomó el escudo 39de su escudero y murió allí mismo luchando en su puesto. También su mancebo permaneció a su lado y murieron luchando con él unos doce lacedemonios, harmostes de las ciudades que le acompañaban. Los demás cayeron en la huida. Los persiguieron hasta la ciudad. Del resto murieron unos doscientos y unos cincuenta hoplitas abidenos. Después de realizar este ataque Ifícrates volvió a retirarse al Quersoneso.


 [1] Esta campaña no fue tan fácil como da a entender Jenofonte. Cf. Anón. Oxyr. XVIII, 33-XX, 38. <<
 [2] Gyes; Teopompo (en Ateneo, IV 144 b; X 4. 5d) THYS, de donde procede el Thuys de Nepote (Datam. 2-3), etc. <<
 [3] Cf. Anáb. V 6, 8. Ocurrió en el año 400 a. C. <<
 [4] Son como los comisarios del ejército: Heripidas y su grupo. Cf. III 4, 20 y IV 1. 20. <<
 [5] A causa del mal tiempo. Se encuentra en Cícico (III 4, 10) lejos de Paflagonia. Véase IV 1, 3. <<
 [*] Falta el § 25 en algunos mss. <<
 [6] El jefe de la expedición —hegemón— en el ejército espartano tiene derecho absoluto sobre el botín. Esta costumbre se encuentra también en otras ciudades griegas y en los ejércitos mercenarios. Los encargados de la venta son los laphyropôlai. <<
 [7] Arieo participó en la expedición de Ciro. Cf. Anáb I 8, 5; 9, 31; II 2, 1. En este momento es delegado de Titraustes en el gobierno de la satrapía de Sardes. Cf. Anón. Oxyr, XIV, 3. <<
 [8] Era hijo de Espitrídates. Cf. Ages. V 4-6. <<
 [9] Cf. Tuc., VIII 6, 1, y VIII 80, 99. <<
 [10] Véase I 1, 6. <<
 [11] Alude a la proskyrtésis, saludo con prosternación y beso de los pies, practicada en la corte de Susa y a la que estaban obligados incluso los funcionarios de la máxima categoría. <<
 [12] Agesilao parece ofrecerle su ayuda para una eventual revuelta contra el rey y los sátrapas vecinos. <<
 [13] No queda claro en el texto si es hermano o hijo de Farnabazo. Se supone que se trata de Ariobarzanes, su sucesor. <<
 [14] Es decir, que excluido de las carreras infantiles por su estatura, Agesilao consiguió admitirlo y logró sin duda una victoria fácil. Cf. Ages. 13. Otros piensan en una carrera de hombres y el hijo de Evalces fue admitido por su estatura, aun siendo un niño. <<
 [15] Parece ser el mismo que va a Tracia en 422 (TUC., V 12) y que toma parte en la batalla de Egospótamos, pero distinto del muerto en 378 en Beoda. Véase V 4, 39. <<
 [16] Los votantes son los delegados de las ciudades de Asia; sus soldados no muestran los mismos deseos. Véase § 5. <<
 [17] Texto dudoso en esta línea última del párrafo. <<
 [18] Agesípolis era hijo de Pausanias, y Aristodemo tío del niño, sin duda. Véase III 5, 25. <<
 [19] Texto mal conservado que no permite una traducción inteligible. <<
 [20] Límite o frontera entre Corinto y Sición, cerca del riachuelo de Nemea. <<
 [21] En las Helénicas ésta es la única batalla en la que Jenofonte enumera las fuerzas, aunque están incompletas, pues en el § 13 aparecen contingentes de Tegea y Mantinea y faltan los de Acaya y Arcadia. <<
 [22] La falta de los tebanos es doble según el relato —quizás tendencioso— de Jenof.: al disponer su falange en profundidad, recortan su frente y, por consiguiente, el del ejército completo; además se apoyan sobre la derecha siguiendo la tendencia instintiva de la infantería griega a desbordar siempre sobre su propia derecha, que no está protegida por el escudo (TUC., V 71). Estas dos circunstancias favorecen naturalmente el movimiento envolvente de los lacedemonios cuyas primeras víctimas serán los atenienses. <<
 [23] Diosa de la caza a quien sacrifican cuando están a la vista del enemigo (Cf. Rep. Lac. 13, 8); es, pues, una diosa guerrera y no sólo en Esparta, sino también en Atenas (Anáb. III 2, 12) y otras ciudades griegas. <<
 [24] Se trata sin duda del polemarco que manda la mora o compañía de cabeza. <<
 [25] El costado derecho que no protege el escudo. Cf. nota 22. <<
 [26] Demóstenes, al contrario, afirma que los corintios abrieron las puertas a los aliados, a pesar de la oposición del partido lacónio. <<
 [27] DIODORO (XIV 83) habla de 1.100 entre los de Esparta y 2.800 entre sus enemigos. Cf. también Ages. VII 5. <<
 [28] En cuadrado o rombo, posición normal de marcha cuando temen ser sorprendidos. En los ángulos iban los hoplitas, en medio las tropas ligeras y bagajes. <<
 [29] Así se llama la pequeña región situada al sur de Tesalia para distinguirla de la Acaya del Peloponeso, la Acaya de Ptía, que es, por otra parte, la primera residencia de los aqueos del Peloponeso. <<
 [30] Es el eclipse del 14 de agosto del 394 a. C. <<
 [31] Cf. II 1, 29. Por influencia de Farnabazo, Conón fue nombrado jefe de la flota persa. Ésta era griega solamente en el sentido de estar formada por mercenarios y voluntarios griegos. <<
 [32] Jenofonte no coincide con DIODORO (XIV 83, 4); éste da 85 naves a Pisandro, 90 a Conón y 170 al conjunto de la flota de Farnabazo. <<
 [33] Esto es, los locros opuntios al norte de Fócide en el golfo de Eubea y los locros ózolos, al oeste de Fócide en el golfo de Corinto. <<
 [34] Es el templo de Atenea Itonia, situado en la llanura al pie de Coronea, centro religioso de la confederación beocia. <<
 [35] Probablemente Apolo, el dios dorio por excelencia, a quien Agesilao va a hacer una ofrenda espléndida. <<
 [36] El botín traído de Asia sobre todo. Cf. PLUT., Ages. 19. <<
 [37] Es decir, atravesando el golfo de Corinto y evitando el istmo ocupado por el enemigo. <<
 [38] El culto de Ártemis Euclea existia en varias ciudades griegas, especialmente en Delfos y Tebas. Su fecha viene dada por el mes de Euclios, que corresponde en varias ciudades dorias a enero-febrero. Como se ve en el relato se celebraba en el ágora y había un concurso dramático. <<
 [39] Barrio aristocrático al oeste de Corinto. <<
 [40] Metecos: extranjeros residentes en la ciudad sin derechos políticos y sujetos a determinados impuestos. <<
 [41] Puerto de Corinto unido a la ciudad con murallas como Atenas lo estaba con su puerto por los Muros Largos. <<
 [42] Cástor y Pólux. Estas palabras están en dialecto laconio. <<
 [43] Texto ininteligible. <<
 [44] Para evitar la ruta de montaña que pasa al sur de Corinto, difícil, y fácil de guardar. <<
 [45] Ifícrates había modificado el armamento y táctica de los peltastas (DIOD., XV 44, NEPOTE, Ofícr. 3-4) de modo que eran más peligrosos que antes, incluso para los hoplitas espartiatas. Véase 5, 14-17. <<
 [46] Es evidente que esta operación la han podido realizar los atenienses estableciéndose previamente en el Lequeo, evacuado (§ 18) por la guarnición que lo ocupaba desde la batalla de los Muros Largos (§ 12). Esto explica que Teleutias tenga que recuperar el puerto con la flota lacedemonia. <<
 [47] Peiraíort —Pireo— es, sin duda, la península montañosa (hoy Perakhosa) que separa la bahía de Corinto de la Egostena, según Hatzfeld. <<
 [48] Cf. IV 4, 6. <<
 [49] Según Ages. II 19. eran precisamente las tropas de Ifícrates las que guardaban el Pireo, que luego queda indefenso. <<
 [50] Hoy día la pequeña estación termal de Loutraki, según Hatzfeld. <<
 [51] Cf. una escena análoga en Anáb, V 4, 11-12. <<
 [52] Cf. IV 4, 2-4. <<
 [53] Es probablemente el navarco de III 2, 12 y 14. <<
 [54] En campaña el rey de Esparta es alimentado a espensas del Estado, su tienda es, pues, llamada pública; los polemarcos y tres homoîoi comparten su tienda y su mesa. Cf. IV 7, 4. V. Rep. Laced. XIII, 1. <<
 [55] Son probablemente los mencionados en el § 6, según Hatzfeld. <<
 [56] Amidas, en el valla del Eurotas, a una hora de camino al sur de Esparta. Las Jacintias se celebraban cada año allí, al principio del verano, en honor de un héroe local, Jacinto, suplantado en época histórica por el gran dios dorio Apolo; en estas fiestas el primer día se consagraba al duelo, los otros dos a las manifestaciones de gozo (peán, comida, concursos), ya que su origen era la celebración de la muerte y resurrección del dios. <<
 [57] Se trata del rico personaje bien conocido por Aristófanes, el Protádgoras de Platón y el Banquete de Jenofonte; aunque nació en el 450, parece que entró tarde en la política y quizás este año era estratego por vez primera. <<
 [58] En el ejército medio feudal de Esparta el hoplita va acompañado de un ayudante de las clases inferiores, que le lleva su escudo y se lo entrega en el momento justo del combate. Cf. IV 8, 39. <<
 [59] Los hoplitas de Calías. Cf. § 14. <<
 [60] Los acarnanios forman parte desde el 395de los aliados contra Esparta. Cf. DIOD., XIV 82, 3. <<
 [61] Se ve por este pasaje (Cf. VI 1, 1) que había una relación determinada entre la importancia de los contingentes proporcionados por Esparta y por sus aliados y por otro lado que el Estado en cuyo territorio tiene lugar la expedición debe participar en ella con todas sus fuerzas. Cf. TUC., V 57. <<
 [62] La capital de Acarnania. <<
 [63] Es la primera vez que se menciona esta confederación y su sede. Parece de formación reciente, pues durante la guerra del Peloponeso no se encuentra aún unido este país muy atrasado. Cf. TUC., I 5, 3; II 9, 4; 81. <<
 [64] Según Hatzfeld se trata del lago de Rivion, en el desfiladero que separa su cuenca de la llanura de Estrato mencionada más tarde, §§ 8-9. <<
 [65] Naupacto fue devuelta a los beodos al final de la guerra del Peloponeso; mas los etolios parece que la codiciaron largo tiempo, aunque no la recibieron hasta el año 338 de manos de Filipo II de Macedonia. <<
 [66] Se trata de la gran fiesta doria de las Carneas que implicaba una tregua (hieromenía). La táctica de los argivos consistía en desplazar la fecha aprovechando la inexactitud de su calendario para poder alegar la tregua o al contrario no respetarla como en el año 419, según las necesidades del momento. Cf. TUC., V 54. El dios consultado es Zeus, padre de Apolo, <<
 [67] El peán es una invocación en honor de un dios que ha de alejar un azote o traer el triunfo, aunque generalmente se canta en honor de Apolo, no es extraño el ver que aquí se entone en honor de Posidón causante de los movimientos sísmicos <<
 [68] Cf. III 2, 24. <<
 [69] Cf. IV 4, 19. <<
 [70] Son los arqueros cretenses auxiliares de los peloponesios. Véase IV 2, 16. <<
 [71] Es el macizo montañoso (hoy Megalo-Vouno) por cuya falda pasa la ruta que lleva de la llanura de Argólide a Nemea y Fliunte. <<
 [72] Cf. IV 3. 10 y ss. <<
 [73] Dascilio, satrapía que guardó hasta el 388. Cf. V 1, 28. <<
 [74] Cf. III 1. 9. <<
 [75] Dercílidas considera, sin duda, que la flota de Conón, aun que compuesta de elementos griegos (cf. IV 3, 11) está a sueldo y servicio del rey. <<
 [76] Cf. III 2, 8-10. <<
 [77] El término harmoste, tomado de la lengua administrativa de Esparta, se aplica aquí indebidamente al gobernador ateniense que reemplaza al harmoste espartiata de Citera. También a gobernadores enviados por Tebas (VII I, 43; 3, 4 y 9). <<
 [78] En realidad sabemos por documentos epigráficos que habían empezado a reconstruir los Muros Largos desde el año 394, algunas semanas antes de la batalla de Cnido (I.G. II2, 1656). <<
 [79] Cf. Anáb. IV 4, 4-6. <<
 [80] Atenas la había perdido al final de la guerra del Peloponeso y recuperado recientemente. <<
 [81] Jenofonte silencia la continuación de estas conversaciones, reemprendidas sin éxito por una delegación de Atenas en Esparta. Cf. ANDÓC., III; DÍDIMO, De Demosth. col. 7, I 19; DEMÓST., XIX 277-279. <<
 [82] Cf. III 1, 4-8. <<
 [83] Jenofonte no dice nada de estos acontecimientos. En 396 los rodios se desembarazaron de la escuadra peloponesia anclada en su puerto y acogieron a Conón y su flota (DIOD., XIV 79, 6); en 395 Conón preparó un levantamiento popular y dieron muerte a la familia de los Diagóridas, que ejercían una especie de tiranía en la ciudad con ayuda de Esparta e instauraron un régimen democrático (Anón. Oxyr. X). <<
 [84] Texto mal transmitido. <<
 [85] Cf. IV 5. 19 y 8, 11. <<
 [86] Los persas habían movilizado un ejército y una flota para impedir a Evágoras convertir a Chipre en independiente; los atenienses no quisieron abandonar al amigo de Conón, sin renunciar no obstante a la alianza con el rey: de ahí la paradoja de que habla Jenofonte. <<
 [87] Es el que restableció la democracia en el año 404/3, designado con el nombre de su demo para distinguirlo de su homónimo Trasibulo del demo de Colito, estratego en 387 (V 1, 26) y político importante en los años siguientes. <<
 [88] Cf. Anáb. VII 2, 31 y ss. <<
 [89] Alude con esta frase a los últimos acontecimientos políticos de su vida. Las acusaciones de §§ 29 y 30 produjeron mal efecto en Atenas; un decreto obligaba a él y a sus colegas a venir y rendir cuentas en Atenas; su muerte paralizó el proceso, mas su colaborador Egocles fue condenado a muerte. Cf. Lisias, XXVIII y XXIX. <<

 [90] Cf. Anáb. VII para este personaje. <<

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