lunes, 25 de diciembre de 2017

Jenofonte .- Las Helénicas Libro VI

 VI

 

El libro VI refiere los acontecimientos de los años 375-370 a. C. Entre los relatos de Jenofonte ocupan un lugar preferente la historia de Tesalia con la intervención de Jasón expuesta por boca de Polidamante en Esparta (caps. 1 y 4); las expediciones de lacedemonios y atenienses a Corcira (373 a. C.); la paz entre Atenas y Esparta (371); la batalla de Leuctra (371); la reconstrucción de Mantinea y organización de la liga arcadia (370); la expedición de Agesilao a Mantinea; la invasión de Lacedemonia por los tebanos y aliados; la embajada espartana a Atenas y la ayuda prestada por Ifícrates.
Cleómbroto en Fócide
1Los atenienses y los lacedemonios estaban, pues, con esa campaña. Por su parte, los tebanos, después de someter las ciudades de Beocia [1], efectuaron una campaña contra Fócide. Como los focidios enviaron una embajada a Esparta afirmando que no podrían desobedecer a los tebanos si no les ayudaban, después de esto los lacedemonios mandaron pasar a su vez por mar a Fócide al rey Cleómbroto y con él cuatro compañías y los contingentes aliados correspondientes.
Polidamante en Esparta
Casi al mismo tiempo el farsalio 2Polidamante llegó de Tesalia asimismo ante la asamblea lacedemonia. Éste era muy apreciado en el resto de Tesalia e incluso en su misma ciudad, era tan distinguido que los farsalios después de una rebelión le entregaron la acrópolis y le encargaron que tomara los fondos que estaban fijados en las leyes y los empleara en los santuarios y en el resto de la administración. Con este dinero custodió y conservó la acrópolis 3y también rendía cuentas cada año del resto de la administración. Si carecía de fondos, los tomaba de sus bienes particulares y los restituía cuando disponía de ingresos suficientes. Asimismo era hospitalario y generoso según la costumbre tesalia. Bien, cuando llegó a Esparta, dijo más o menos lo siguiente.
«Lacedemonios, yo que soy vuestro próxeno y be4nefactor como todos nuestros antepasados que recordamos, creo oportuno, cuando tengo alguna dificultad, venir ante vosotros e igualmente si se os causa alguna dificultad en Tesalia, indicarla. Por supuesto, sé bien que vosotros habéis oído nombrar a Jasón [2]; efectivamente tiene gran poder y es famoso. Después de unas treguas éste se reunió conmigo y dijo lo siguiente: «Que 5yo podría, Polidamante, traer a mi lado vuestra ciudad  [Fársalo] a la fuerza, puedes deducirlo de lo siguiente: Efectivamente tengo como aliados la mayor parte de las ciudades más importantes de Tesalia, las sometí aunque vosotros luchasteis con ellas contra mí. Sé bien que tengo unos seis mil mercenarios extranjeros contra los que no podría fácilmente combatir ninguna ciudad, según yo pienso. Por supuesto, puede salir de otras partes un número no inferior, mas los ejércitos de las ciudades unos tienen hombres de edad ya avanzada, otros aún no en pleno vigor. Evidentemente, muy pocos ejercitan su cuerpo en cada ciudad, pero conmigo no hay mercenario que no sea capaz de realizar los mis6mos esfuerzos que yo.» Él personalmente, pues es preciso deciros la verdad, es muy robusto físicamente y además amigo del esfuerzo. Por ello pone a prueba cada día a los que están con él, pues los dirige en las armas y en los gimnasios y en cualquier campaña que realiza. Expulsa a los mercenarios que ve flojos y premia a los que ve que son amigos del esfuerzo y amantes del peligro en los combates, a unos con doble paga, a otros con triple, a otros con cuádruple además de otros regalos, asimismo con atenciones si están enfermos y con honores fúnebres; de modo que todos sus mercenarios saben que el valor en el combate les proporciona unos medios de vida más abundantes y apre7ciados.
Asimismo me indicó a mí, que ya lo sabía, «que los maracos, dólopes y el lugarteniente del epiro Alcetas eran ya súbditos suyos; en consecuencia, ¿qué podría temer yo para no creer que os sometería fácilmente? Quizá alguien que no me conociera respondería: «Bien, y ¿por qué esperas y no realizas de una vez una campaña contra los farsalios?». Por Zeus, porque me parece que es mucho mejor atraeros con vuestro consentimiento que sin él. Pues, si vosotros fuerais obligados, trataríais de causarme todo el mal que pudierais y me vería obligado a intentar debilitaros todo lo posible; pero si estuvierais conmigo por propia convicción es evidente que fomentaríamos nuestro engran8decimiento mutuamente cuanto pudiéramos. Polidamante, sé que tu patria te admira, mas si consigues que sea amiga mía, yo te prometo convertirte en el hombre más importante de la Hélade después de mí. Escucha en qué asuntos te doy el segundo puesto y no me creas nada que no consideres cierto. Efectivamente, sería muy claro para nosotros lo siguiente: yo me constituiría en soberano de toda Tesalia fácilmente si se suman Fársalo y las ciudades que dependen de vosotros; cuando sea jefe de Tesalia, lógicamente se convertirán en unos seis mil los que forman la caballería y en más de diez mil los hoplitas. Al ver su preparación 9física y su gran valor creo que si se les anima, los tesalios no encontrarán un pueblo capaz de someterlos. Como el territorio tesalio es muy llano, cuando aquí se establece un soberano, todos los pueblos de los contornos son sus súbditos; casi todos los de esta zona son lanzadores de jabalina, de modo que es natural que nuestra fuerza los supere en peltastas. Por supues10to, los beodos y todos los demás que luchan contra los lacedemonios son aliados míos y creen muy justo acompañarme por el único hecho de libraros de los lacedemonios. Sé bien que los atenienses estarían dispuestos a todo con tal de llegar a ser aliados nuestros; mas yo no me decido a contraer amistad con ellos. Pues considero más fácil apoderarse del imperio por mar que incluso por tierra. Observa asimismo por lo siguiente 11si razono con lógica: efectivamente, si tenemos Macedonia, de donde los atenienses sacan la madera, sin duda seremos capaces de construir muchas más naves que ellos. Efectivamente, ¿es natural que los atenienses puedan equiparlas de hombres o más bien nosotros que tenemos penestes en tan gran número y calidad? Efectivamente, ¿es natural que nosotros que enviamos trigo a otras zonas por la abundancia seamos capaces de alimentar a los marineros o los atenienses que no tienen suficiente para sí si no lo compran? Efectiva12mente, es natural que nosotros dispongamos de dinero con más abundancia, puesto que no nos quedamos asombrados ante unas islitas [3], sino que recogemos los frutos de pueblos del continente. Efectivamente, todos los de los alrededores [4] aportarán tributos cuando haya un soberano en Tesalia. Sabes, efectivamente, que el rey de los persas, que no recoge los frutos de islas, sino de un continente, es el hombre más rico, cuyo sometimiento yo considero mucho más fácil de realizar que el de Grecia [5].
Efectivamente, sé que todos los hombres de allí salvo uno se ejercitan más en la esclavitud que en la fuerza y sé —tanto por la expedición de Ciro como por la de Agesilao— con qué fuerza el 13rey alcanzó todo. Después de exponerme estas ideas yo le respondí que decía algunas dignas de consideración, pero el pasarnos a los contrarios siendo amigos de los lacedemonios, sin tener nada que acusar, me parece que es improcedente. Felicitándome y añadiendo que se debía apoyar más en mí por ser de tales sentimientos, me dejó venir ante vosotros a deciros la verdad, que proyectaba realizar una campaña contra los farsalios si no obedecíamos. En consecuencia, me ordenó pediros ayuda, «y si te la dan, de modo que tú los persuadas a enviar una fuerza aliada suficiente para luchar contra mí, ea, atengámonos a los resultados de la lucha, añadió; y si crees que no ayudan lo suficiente, ¿no te considerarías ya perfecto si tú hicieras lo mejor 14para la patria que te honra?». Por eso, pues, yo he venido ante vosotros y digo todo lo que yo mismo he visto y oído allí. Varones lacedemonios, reconozco que así está la situación, de modo que si enviáis allá fuerzas que no sólo yo, sino también los demás tesalios creamos suficientes para luchar contra Jasón, las ciudades se separarán de él, pues todas están temiendo hasta dónde podrá llegar el poder de este hombre enel futuro. Pero si creéis que bastarán unos neodamodes y un simple particular, os aconsejo que no hagáis nada. Pues tenéis que saber bien que la guerra será contra 15una fuerza grande y contra un hombre que es un estratego tan prudente que no falla mucho de cuanto intenta ganar pasando inadvertido o adelantándose o por la fuerza. Efectivamente, es capaz de servirse de la noche lo mismo que del día y de hacer a la vez comida y cena si tiene prisa. Asimismo cree que se debe descansar cuando llega a donde se ha propuesto y ha realizado lo que debía; además tiene a los suyos acostumbrados a eso. Sabe asimismo satisfacer sus deseos cuando los soldados realizan una buena acción esforzándose; de modo que todos los suyos han aprendido esto: que del esfuerzo nace también la molicie. Real16mente es el más sobrio de los que conozco en los placeres corporales; de modo que ni siquiera por esos tiene falta de tiempo para no hacer siempre lo que se debe. En consecuencia, vosotros deliberad y decidme qué podéis y pensáis hacer, de acuerdo con vuestros intereses».
Así habló. Los lacedemonios aplazaron la respuesta 17de momento; durante el día siguiente y el tercero estuvieron considerando las compañías que tenían fuera, las de Lacedemonia contra las sesenta trirremes atenienses y la guerra contra sus vecinos, y respondieron que en esos momentos no podían enviarle ayuda suficiente, pero que marchara y arreglara los asuntos particulares y los de la ciudad como mejor pudiera. Él 18marchó después de felicitar a la ciudad por su franqueza. Pidió a Jasón que no le obligara a entregar la acrópolis de Fársalo para conservarla en poder de aquellos que se la entregaron; ofreció a sus hijos como rehenes con la promesa de persuadir a la ciudad a hacerse su aliada voluntariamente y designarle soberano. Después de darse garantías los farsalios establecieron la paz inmediatamente y Jasón pronto fue 19designado por unanimidad soberano de Tesalia. Una vez nombrado soberano, determinó los efectivos de la caballería y la sección de hoplitas que cada ciudad debía presentar; llegó a contar con los aliados más de ocho mil jinetes, los hoplitas se calcularon en un número no inferior a veinte mil, y la sección de peltastas era suficiente para enfrentarse a todos los hombres; efectivamente, sólo el enumerar sus ciudades constituía ya un trabajo. Advirtió a todos los pueblos de los alrededores que aportaran el tributo fijado en tiempos de Escopas [6]. Así realizó esos planes. Por mi parte vuelvo otra vez al punto donde me desvié para referir las actividades de Jasón.
Paz de Atenas y de Esparta
2Los lacedemonios, pues, y los aliados se concentraron en Fócide; a su vez los tebanos vigilaban los accesos después de retirarse a su territorio. Los atenienses, al ver a los tebanos engrandecidos gracias a ellos y que no contribuían con dinero a los gastos de la flota, y en cambio ellos mismos estaban agobiados por las inversiones de dinero, por las piraterías desde Egina y por la vigilancia del territorio, deseaban acabar la guerra y enviando embaja2dores a Esparta firmaron la paz. Por un decreto de la ciudad dos de los embajadores se dirigieron por mar desde allí y ordenaron a Timoteo regresar inmediatamente a su patria, pues había paz. Al regresar desembarcó a los desterrados zacintios en su territorio.
Mnasipo en Corcira
Luego los zacintios de la ciudad en3viaron mensajeros a los lacedemonios expusieron lo que estaban sufriendo por causa de Timoteo [7]; inmediatamente los lacedemonios estimaron que los atenienses habían faltado, prepararon una expedición y reunieron en conjunto unas sesenta naves de la misma Lacedemonia, Corinto, Léucade, Ambracía, Élide, Zacinto, Acaya, Epidauro, Trecén, Hermíone y Halión. Designaron a Mnasipo navarco y le ordenaron luchar 4contra Corcira y arreglar los demás asuntos del mar de aquella zona. Asimismo enviaron mensajeros a Dionisio [8] para exponerle que incluso a él le era útil que Corcira no estuviera en poder de los atenienses. Natu5ralmente, Mnasipo después que se reunió con él la flota, zarpó para Corcira; tenía también mercenarios no inferiores a mil quinientos, además de los que participaban con él en la expedición de Lacedemonia. Después de 6desembarcar empezó por dominar el país y saqueó el territorio, que estaba muy bien cultivado y plantado de árboles, con sus magníficas residencias y bodegas construidas en los campos; de modo que afirmaron que los soldados llegaron a tal libertinaje que no querían beber nada, sino vino aromático. Cogieron en los campos muchísimos esclavos y ganado. Después acampó con 7la infantería sobre una colina que distaba de la ciudad unos cinco estadios, situada delante del campo, para que fuera detenido allí cualquier corcireo que saliera a las tierras; situó la flota en el lado opuesto de la ciudad, donde creyó que podía observar con anticipación y detener a los que se acercasen por mar. Además anclaba en el puerto cuando el mal tiempo no lo 8impedía. Así tenía sitiada la ciudad. Como los corcireos no recogían nada en sus campos por estar dominados por tierra y no les llegaba nada por mar por estar dominados con las naves, pasaron muchos apuros.
Ayuda ateniense. Ifícrates, jefe de la flota
9Enviaron mensajeros a los atenienses y les pidieron ayuda indicando que gran bien perderían y que añadirían a los enemigos una gran fuerza si eran privados de Corcira. Efectivamente, de ninguna ciudad salvo Atenas salían naves ni dinero en tanta cantidad. Además, que estaba situada Corcira en una buena posición con respecto al golfo de Corinto y de las ciudades que dan a él, en buena posición asimismo para dañar al territorio laconio, en muy buena con relación al continente de enfrente y para la navega10ción de cabotaje desde Sicilia al Peloponeso [9]. Los atenienses oyeron estos argumentos y consideraron que se debían de preocupar mucho; enviaron como estrategos a Ctesicles con unos seiscientos peltastas y pidieron a 11Alcetas que los ayudara a cruzar. Introducidos de noche por un lugar del territorio entraron en la ciudad. Asimismo aprobaron por votación equipar sesenta naves y eligieron a mano alzada a Timoteo como estratego de 12ellas. Como no pudo equipar las naves allí mismo, se dirigió a las islas e intentó conseguirlo con la colaboración de ellas, reconociendo que no era empresa fácil costear el Peloponeso al azar contra naves ejercitadas. 13Pensando que gastaba el tiempo de la estación en el periplo, los atenienses no se lo perdonaron, sino que lo depusieron del cargo de estratego [10] y eligieron a Ifícrates en su lugar. Éste, después que se le designó 14estratego, equipó las naves con mucha decisión y obligó a los trierarcos. Añadió también toda nave ateniense de servicio en cualquier lugar alrededor del Ática, incluso la Páralos y la Salaminia, asegurando que si salían bien los asuntos de allí, les devolvería muchas naves. Consiguió reunir unas setenta en total.
Muerte de Mnasipo
Durante ese tiempo los corcireos 15pasaron tanta hambre que por la multitud de desertores Mnasipo se vio obligado a proclamar que quien desertara sería vendido. A pesar de eso no desertaron menos y terminó por azotarlos y despedirlos. Efectivamente, los de dentro no volvían a acoger a los esclavos al menos en la muralla y muchos murieron fuera. Por su parte Mnasipo al verlo creyó que 16le faltaba poco para tener la ciudad y se permitió ciertas innovaciones en el trato con los mercenarios, licenció a algunos de ellos sin pagarles; a otros les debía el sueldo de dos meses, aunque no estaba apurado de dinero, según decían; pues muchas ciudades se lo enviaron en lugar de hombres, porque la expedición era por mar [11]. Como los de la ciudad observaron desde las 17torres que la vigilancia era menor que antes y que los hombres andaban dispersos por el campo realizaron una salida inesperada, cogieron a algunos y mataron a otros. Al enterarse Mnasipo, él mismo se armó y acu18dió con los hoplitas que tenía y ordenó salir a los capitanes y taxiarcos. Algunos capitanes respondieron que 19no era fácil que se prestaran a obedecer si no se les daba lo necesario, mas él golpeó a uno con el bastón y a otro con la contera. Entonces salieron todos desanimados y llenos de odio —justamente lo que menos con20viene para un combate—. Después de formar, él persiguió a los enemigos que estaban en las puertas. Cuando llegaron cerca de la muralla unos se volvieron y disparaban lanzas y dardos desde las tumbas [11bis], otros salieron a la carrera por otras puertas y atacaron api21ñados a los últimos; los lacedemonios formando en línea de a ocho, creyendo que era débil el extremo de la formación, intentaron una conversión. Cuando empezaron a retroceder, los enemigos atacaron como si huyeran y ya no se pudieron volver los otros; los que 22estaban a su lado comenzaron a huir. Mnasipo no pudo ayudar a los acosados a causa del grupo que atacaba de frente y fue quedando atrás cada vez con menos hombres. Por fin los enemigos consiguieron concentrarse todos y atacaron a los de Mnasipo, que eran ya muy pocos. Igualmente los ciudadanos salieron al ver 23lo que ocurría. Después de matar a Mnasipo, persiguieron a todos. Incluso habrían cogido el campamento con el atrincheramiento, de no haberse vuelto los perseguidores al ver la multitud de mercaderes, criados y esclavos, creyendo que podían prestar alguna ayuda. 24Entonces los corcireos erigieron un trofeo y devolvieron los cadáveres bajo tregua. Después de esto los de la ciudad estaban más animosos y los de fuera en total abatimiento. Se decía además que Ifícrates estaba a punto de aparecer y que los corcireos estaban equipan25do naves. Hipérmenes, el secretario de Mnasipo, equipó toda la flota que se encontraba allí y costeando hasta el atrincheramiento, mandó marchar a todos los barcos de comercio cargados de esclavos y dinero, y él vigiló el atrincheramiento con los marineros y soldados que 26se habían salvado. Éstos, que estaban muy intranquilos, al fin embarcaron en las trirremes y zarparon dejando mucho trigo, vino, muchos esclavos y soldados enfermos; pues cogieron pánico pensando que podían ser sorprendidos en la isla por los atenienses y se pusieron a salvo en Léucade.
Preparativos de Ifícrates
Ifícrates después de iniciar la expe27dición hacía el trayecto a la vez que preparaba todo para el combate naval; primero para empezar dejó en Atenas las velas mayores, navegando como si fuese a presentar batalla, y utilizaba poco las velas pequeñas [12] aunque el viento fuese favorable; pues realizando la navegación a remo conseguía que los hombres se mantuvieran físicamente mejor y que las naves marcharan mejor. Igualmente muchas veces, cuando el ejér28 cito iba a almorzar o cenar, hacía volver la cabeza de la flota que estaba junto a la costa en esos lugares. Después de girar, las trirremes volvían a colocarse con las proas hacia la costa y a una señal las mandaba competir para ganar tierra; un gran premio para los primeros era tomar agua y todo lo que necesitaban y comer los primeros, para los que llegaban los últimos el gran castigo era quedarse detrás en todo eso, aunque debían hacerse a la mar al mismo tiempo, cuando daba la señal; así ocurría que los primeros que llegaban lo hacían todo con tranquilidad y los últimos con prisa. Por supuesto, si durante la comida se encontraban en 29tierra enemiga, establecía guardias, unas en tierra como convenía, a su vez en las naves levantando los mástiles vigilaba desde ellos, pues éstos podían observar mucho más que los del suelo, utilizando un lugar más elevado. Cuando cenaba y dormía de noche no encendía fuegos en el campamento, sino que ponía una luz delante del ejército para que nadie pasara inadvertido si se acercaba. Muchas veces, si hacía buen tiempo, zarpaba inmediatamente después de cenar y si la brisa los llevaba, descansaban al mismo tiempo que avanzaban; pero si era preciso remar, hacía descansar a los mari30ñeros por turno. Durante la navegación diurna unas veces marchaba en columna, otras en línea según las señales; de modo que al mismo tiempo que avanzaban, ejercitándose y aprendiendo todo lo necesario para el combate llegaron al mar dominado por los enemigos, según creían. Muchas veces comían y cenaban en tierra enemiga, pero como hacían únicamente lo imprescindible para acabar pronto, zarpaba antes de que llegaran 31las fuerzas de socorro. Cuando murió Mnasipo, se encontraba por las islas Esfagias [13] en territorio laconio. Al llegar al territorio eleo entró por la desembocadura del Alfeo y ancló junto al cabo llamado El Pez. Desde allí zarpó para Cefalenia al día siguiente, realizando la travesía formados como si se fuera a luchar, preparando todo lo necesario. Pues no se había enterado de los asuntos de Mnasipo por ningún testigo ocular y recelaba que fuera un engaño lo que se decía y por ello se mantenía vigilante; mas al llegar a Cefalenia se informó exactamente y permitió a la flota descansar.
Derrota de las naves siracusanas
32Por supuesto, sé que todo eso se ejercita y prepara siempre que se piensa combatir; mas lo he elogiado por lo siguiente: aunque debía llegar pronto a donde creía que iba a luchar con el enemigo, sin embargo se ingenió para que no ignorasen la técnica del combate naval a pesar de la navegación ni llegasen más tarde por prepararse para ello.
33Después de someter las ciudades de Cefalenia partió para Corcira. Allí oyó primero que se acercaban diez trirremes de Dionisio para ayudar a los lacedemonios; así él mismo fue y examinó el lugar desde donde se podía ver a los que se acercaban y eran visibles desde la ciudad las señales de aviso y colocó allí observadores. Convino con ellos la manera de indicar su pre34sencia y arribo por medio de señales. Dio órdenes a veinte trierarcos que debían acompañarle cuando se avisara; advirtió que si alguno no lo acompañaba no se libraría de un proceso. Después de darse las señales de que se acercaban y el aviso, la rapidez de la operación constituyó un digno espectáculo, pues no hubo nadie de los que iban a partir que no embarcara a la carrera. Después de dirigirse a donde estaban las tri35rremes enemigas, sorprendieron a la tripulación que había desembarcado de las otras tirremes, mas el rodio Melanipo que aconsejó a las demás que no se quedaran allí embarcando a su tripulación se hizo a la mar. Éste se escapó, pues, aunque se encontró con las naves de Ifícrates, pero todas las siracusanas fueron apresadas con su tripulación. Después de cortar los espolones Ifí36crates trajo las trirremes al puerto de Corcira remolcándolas, y convino con cada hombre pagar el dinero estipulado, salvo el jefe Crinipo; a éste lo custodiaron para conseguir más dinero o bien venderlo. Mas él, en su dolor, se suicidó; Ifícrates soltó a los demás tomando unos corcireos como garantes.
Ifícrates en el continente y Cefalenia
Mantuvo la mayor parte de la tripu37lación trabajando las tierras de los coren cireos [14] y pasó a Acarnania con los peltastas y los hoplitas de cubierta; allí ayudó a las ciudades amigas que lo necesitaban y luchó con los turieos, hombres muy fuertes que tenían un lugar fortificado. Sumando la flota 38de Corcira, casi unas noventa naves, primero se dirigió a Cefalenia para recaudar dinero, parte voluntariamente, parte a la fuerza; después se preparó para saquear el territorio lacedemonio y tomar las ciudades de los demás estados de aquella zona que eran enemigas, ya voluntariamente, ya luchando contra las que no se so39metieran. Yo, naturalmente, no alabo esta estrategia de Ifícrates menos que las demás por el hecho de que mandó elegir con él a los estrategos Calístrato [15], el orador, que no era precisamente muy amigo suyo, y a Cabrias, persona muy considerada. Sea, pues, que deseara llevarlos como consejeros, considerándolos muy prudentes, me parece que actuó con cordura; sea que considerándolos rivales deseara mostrarles tan audazmente que no era en absoluto ni blando ni negligente, esto me parece que es propio de un hombre muy seguro de sí mismo. Efectivamente, él hizo eso.
Embajada ateniense en Esparta
3Al ver a los píateos expulsados de Beocia, aunque eran amigos, y que se habían refugiado entre ellos, y a los tespieos suplicando que no consintieran que los dejaran sin ciudad, los atenienses ya no alababan a los tebanos, mas sentían escrúpulos en luchar contra ellos y por otra parte pensaban que era perjudicial; pero decidieron no participar en sus operaciones, pues los veían realizar expediciones contra los focidios, antiguos amigos de la ciudad, y aniquilar ciudades leales en la guerra contra el 2bárbaro y amigas suyas [16]. Por ello votando el pueblo hacer la paz, primero envió embajadores a Tebas animándolos a acompañarle, si querían, a Esparta para tratar de la paz; luego enviaron ellos embajadores. Los elegidos fueron Calias, hijo de Hipónico, Autocles, el de Estrombíquides, Demóstrato, el de Aristofonte, Aristocles, Cefisódoto, Melanopo, Liceto. Después de 3llegar ante los asambleístas lacedemonios y aliados [17], se presentó también el orador Calístrato; pues había prometido a Ifícrates, si le autorizaba, o bien enviar dinero para la flota o bien hacer la paz, y así estaba en Atenas para gestionar la paz; después que se presentaron ante los asambleístas lacedemonios y aliados, primero habló Calías, el portador de la antorcha [18]. Era ese un hombre que le gustaba muchísimo alabarse o ser alabado; entonces comenzó más o menos así:
Discurso de Calías
«Varones lacedemonios, no sólo yo 4tengo vuestra proxenía, sino que ya el padre de mi padre, que la tenía de su padre, la entregó a mi linaje. Quiero asimismo mostraros cómo la ciudad nos encomienda esa función en sus diversas situaciones. Así, cuando hay guerra, ella nos elige estrategos [19], y cuando desea tranquilidad nos envía como autores de la paz. Ya anteriormente yo vine dos veces para poner fin a la guerra [20] y en ambas embajadas firmé la paz entre vosotros y nosotros; ahora vengo por tercera vez y reconozco que ahora es mucho más justo conseguir la reconciliación. Efectivamente, no veo que nos5otros pensemos unas cosas y vosotros otras, sino que vosotros y nosotros estamos dolidos por la destrucción de Platea y Tespias, ¿cómo, pues, no va a ser natural que reconociendo las mismas seamos amigos recíprocos más que enemigos? Sin duda es propio de sensatos no levantar guerras si hay pequeñas diferencias; pero si además somos de la misma opinión, ¿no sería propio 6de personas muy extrañas no hacer la paz? Es justo, pues, que nosotros no llevemos las armas unos contra otros, pues se dice que nuestro antepasado Triptólemo mostró los sagrados misterios de Deméter y Core a los primeros extranjeros, a Heracles, vuestro fundador, y a los Dioscuros, vuestros conciudadanos, y regaló la semilla del fruto de Deméter en primer lugar al Peloponeso. Por ello, ¿cómo va a ser justo que vosotros vinierais un día a devastar el fruto de aquellos cuyas semillas tomasteis o que nosotros no queramos que tengan la mayor abundancia de comida aquellos a quienes se la entregamos. Si está predestinado por los dioses que haya guerras entre los hombres, por supuesto nosotros debemos iniciarla con mucha cautela y cuando llega, disolverla de la manera más rápida posible».
Discurso de Autocles
7Después de ése habló Autocles, que tenía fama de ser un orador enérgico: «Varones lacedemonios, no ignoro que lo que voy a decir no será dicho para complaceros; mas me parece que aquellos que desean que la amistad que van a conseguir dure el mayor tiempo posible se han de comunicar mutuamente las causas de las guerras. Cierto que vosotros siempre decís: «es preciso que las ciudades sean independientes», mas vosotros sois el principal obstáculo a la independencia. Pues convenisteis con las ciudades aliadas en primer lugar esto: que os acompañen a donde 8vosotros mandáis. Aunque, ¿qué tiene que ver eso con la independencia? Os atraéis enemigos sin consultar a los aliados, pero los lleváis contra esos [21]; de modo quemuchas veces los pretendidos independientes son obligados a realizar expediciones contra los que tienen sus mayores simpatías. Incluso establecéis en unos sitios decarquías, en otros triacontarquías [22], todo lo contrario de la independencia; y no encargáis a esos jefes que gobiernen conforme a las leyes, sino que, se esfuercen en retener las ciudades a la fuerza. De modo que parecéis contentaros más con tiranías que con gobiernos democráticos. Cuando el rey ordenó que las ciudades 9fuesen independientes, manifestasteis públicamente que pensabais que si los tebanos no dejaban a cada ciudad regirse por sí misma y servirse de las leyes que quería, no actuaban según el escrito del rey; mas después que tomasteis la Cadmea no dejasteis ser independientes incluso a los mismos tebanos. Es preciso que los que van a ser amigos no consideren correcto pedir que los demás sean justos mientras ellos intentan claramente extender sus dominios lo más posible».
Discurso de Calístrato
Así habló produciendo un silencio 10completo, mas los que estaban resentidos con los lacedemonios se alegraron. Después de éste habló Calístrato: «Varones lacedemonios, yo pienso que no se puede afirmar que no se hayan originado errores tanto por parte nuestra como vuestra, mas a pesar de ello no creo que no se haya de tratar ya nunca más con los que yerran. Pues veo que ningún hombre pasa su vida sin error. E incluso me parece que los hombres que yerran se vuelven a veces más accesibles, máxime si son castigados por sus errores como nosotros. Al 11menos yo veo que vosotros tuvisteis muchos contragolpes por lo hecho a veces irreflexivamente; uno de lo cual fue la toma de Cadmea en Tebas; ahora, en consecuencia, después de afanaros por la independencia de las ciudades, todas están con aquellos otra vez después que los tebanos fueron agraviados. De modo que ahora espero que, habiendo aprendido nosotros que el querer más poder no es ventajoso, volvamos a ser comedidos 12en la amistad recíproca. Lo que propalan algunos que quieren obstaculizar la paz: que nosotros hemos venido no por pedir la paz, sino por temer que Antálci das [23] venga con dinero del rey, pensad que dicen tonterías. Pues el rey escribió, por cierto, que todas las ciudades de la Hélade fuesen independientes; nosotros diciendo y haciendo lo mismo que él, ¿por qué íbamos a temer al rey? ¿Es que cree alguien que él prefiere engrandecer a otros gastando dinero más que el que él mismo haga sin gasto lo que estimó que era lo mejor 13para sí? Por otra parte, ¿por qué hemos venido? Podéis reconocer, si queréis, que no estamos apurados, mirando la situación por mar o si queréis la de tierra en la actualidad. ¿Cómo están, pues? Es evidente que* [24] si algunos aliados no nos agradan con sus hechos o bien os agradan a vosotros*. Quizás quisiéramos también mostraros que tomasteis una decisión justa porque nos 14salvasteis [25]. Para mencionar aún los intereses, efectivamente hay entre todas las ciudades unas que miran por vuestros intereses, otras por los nuestros, y en cada ciudad unos son partidarios de Laconia, otros del Ática. Lógicamente si nosotros fuéramos amigos, ¿probablemente de dónde podríamos esperar alguna dificultad? Efectivamente, si vosotros fuerais amigos, ¿quién sería capaz de molestarnos por tierra?, y al menos por mar si nosotros somos partidarios vuestros, ¿quién podría causaros algún daño? Por supuesto, todos sabemos que 15siempre surgen guerras en alguna zona y se acaban y que nosotros, si no lo hacemos ahora, algún día volveremos a desear la paz. En consecuencia, ¿por qué se va a esperar ese momento, hasta que estemos agotados por una multitud de males y no firmar la paz lo más pronto posible antes que ocurra algo irremediable? Por 16supuesto que al menos yo no alabo tampoco a aquellos que siendo rivales, habiendo vencido ya muchas veces y teniendo fama son tan amigos de la disputa que no cesan hasta que derrotados renuncian al esfuerzo, ni tampoco a aquellos jugadores de dados que si ganan algo, juegan el doble; pues veo que la mayor parte de los tales generalmente se quedan sin recursos. Mirando 17a semejante juego es necesario que nosotros nunca establezcamos esto, de modo que o tomemos todo o perdamos todo, pero mientras estamos bien y tenemos éxitos, seamos amigos recíprocos. Pues entonces nosotros por vosotros y vosotros por nosotros nos volveríamos mayores aún en la Hélade que en el tiempo pasado».
Tratado de paz
Después de reconocer que había ha18blado con razón, todos los lacedemonios aprobaron por votación hacer todos la paz con la condición de que retiraran de las ciudades los harmostes, licenciar las tropas tanto de mar como de tierra y dejar las ciudades independientes. Si se actuaba en contra de lo estipulado, que ayudara el que quisiera a las ciudades agraviadas, pero sin quedar obligado por juramento el que no quisiera luchar con las agraviadas [26]. Con esas condiciones prestaron juramento los 19lacedemonios en su nombre y en el de los aliados, mas los atenienses y sus aliados cada uno por ciudades. Los tebanos estaban inscritos entre las ciudades que habían prestado juramento, pero al día siguiente volvieron a presentarse sus embajadores y exigieron que se cambiase lo escrito, que en lugar de tebanos, se escribiera que habían jurado los beodos. Agesilao respondió que no Cambiaba nada del juramento y firma anterior; dijo que si no querían figurar en las treguas, que los borra20 ría si lo pedían. Como los demás hicieron la paz [27], con la única oposición de los tebanos, los atenienses opinaban que ahora había esperanzas de que los tebanos se vieran obligados por fin a pagar el famoso diezmo [28], pero los propios tebanos se retiraron completamente desanimados.
Cleómbroto ataca Beocia
4Después de esto los atenienses retiraron las guarniciones de las ciudades, manejaron venir a Ifícrates con las na ves y le obligaron a devolver lo que 2tomó después de los juramentos. Los lacedemonios retiraron los harmostes y las guarniciones de las demás ciudades, pero Cleómbroto, que estaba con el ejército en Fócide [29], preguntó a las autoridades de su patria qué debía hacer: Prótoo dijo que le parecía que se debía licenciar el ejército según los juramentos y anunciar a las ciudades que ingresaran al templo de Apolo lo que cada una quisiera, y luego si no se dejaba que las ciudades fuesen independientes, entonces volviendo a convocar a los que desearan ayudar a la independencia, llevarlos contra los contrarios; pues afirmó que así creía que los dioses serían más favorables y las 3ciudades se molestarían muchísimo menos. La asamblea le oyó y consideró que proponía tonterías —efectivamente, era la divinidad la que guiaba entonces, como es de esperar—; así ordenaron a Cleómbroto que no despidiese al ejército, sino que lo llevara inmediatamente contra los tebanos, si no dejaban las ciudades independientes.  [Cleómbroto después que se informó que se había firmado la paz, envió mensajeros a los éforos y preguntó qué debía hacer. Ellos le ordenaron que marchara contra los tebanos si no dejaban las ciudades beocias independientes] [30]. Por ello después que observó que no soltaban las ciudades ni licenciaron el ejército, seguramente para enfrentarse a él, entonces finalmente llevó el ejército a Beoda. No atacó por donde los tebanos esperaban que atacara, desde Fócide, en un paso estrecho que custodiaban, sino que llegó a Creusis de improviso a través de una zona montañosa, tomó la muralla y apresó doce trirremes tebanas.4
Batalla de Leuctra
Una vez hecho esto, desde el mar penetró en territorio de Tespias y acampó en Leuctra. Los tebanos acamparon enfrente en una colma a poca distancia, sin más aliados que los beodos. Entonces unos amigos se acercaron y dijeron a Cleómbroto: «Cleómbroto, si te retiras sin combatir a 5los tebanos, te expones a recibir de la ciudad la última pena. Pues se acordarán además de cuando llegaste a Cinoscéfalas y no saqueaste el territorio tebano [31] y posteriormente cuando fuiste con las tropas y se te impidió la invasión mientras que Agesilao atacó siempre por el Citerón [32]. En resumen, si te preocupas de ti o añoras tu patria [33], debes atacar a los enemigos».
Eso dijeron sus amigos, mas los rivales afirmaron: «Por fin ahora demostrará el hombre si realmente se 6preocupa de los tebanos, como se dice». Cleómbroto oyó eso y se inclinó a trabar combate. A su vez los tebanos que estaban al frente consideraron que si no combatían, las ciudades vecinas se separarían, ellos serían sitiados y tendrían la ciudad en contra si el pueblo de Tebas no disponía de lo necesario. Como muchos de ellos anteriormente habían sido desterrados consideraron que era mejor morir luchando que volver al des7tierro. Además de esas consideraciones, asimismo infundió ánimos el oráculo propalado: los lacedemonios debían ser derrotados allí donde estaba la tumba de las doncellas que se suicidaron por haber sido violadas por unos lacedemonios, según se cuenta. Por ello los tebanos adornaron ese monumento antes de la batalla. Asimismo se les comunicó de la ciudad que todos los templos se abrieron espontáneamente y las sacerdotisas afirmaron que los dioses indicaban victoria. También afirmaron que las armas del Heracleo habían desaparecido, porque Heracles había salido para la batalla. Mas algunos dicen que todo esto fueron supercherías de los 8que estaban al frente. En todo caso, a los lacedemonios todo se les volvió en contra en la batalla, mas a ellos todo les fue encauzado por la suerte.
Efectivamente, Cleómbroto tuvo el último consejo de guerra después de la comida, y se dijo que estaban un tanto excitados 9por el vino, por haber bebido en exceso. Después que se armaron ambos y era ya evidente que iba a comenzar el combate, en primer lugar empezaron a retirarse del ejército beocio los que habían preparado el abastecimiento, algunos portadores del bagaje y aquellos que no iban a combatir [34], pero los mercenarios de Hierón [35], los peltastas focidios, los jinetes heracliotas y fliasios los rodearon y atacando a los que se retiraban los obligaron a volverse y los persiguieron hasta el campamento beocio. De modo que forzaron al ejército beodo a concentrarse mucho más al volverse más numeroso. Como la zona entre ambos era llana, los lace10 demonios colocaron luego delante de su formación la caballería y los tebanos opusieron también la suya. La caballería tebana estaba muy ejercitada por la guerra contra los órcomenios y tespieos, mientras que los lacedemonios por aquel tiempo tenían la caballería muy floja. Efectivamente, los más ricos criaban los caballos, 11pero cuando se decretaba la movilización, llegaba entonces el jinete designado y cogiendo el caballo y las primeras armas que encontraba marchaba inmediatamente con las tropas; a su vez montaban los caballos los soldados físicamente más débiles y menos valerosos [36]. Tal era realmente la caballería de ambos. En 12cuanto a la formación afirmaron que los lacedemonios llevaban la sección de tres filas; eso no suponía más de doce en fondo [37]. Mas los tebanos estaban en filas cerradas no menores de cincuenta escudos [38], calculando que, si vencían al contingente del rey, todo lo demás sería fácilmente sometido. Después que Cleómbroto ini13ció la marcha contra los enemigos, primero, incluso antes de que su ejército se diera cuenta de que había tomado el mando, los jinetes se lanzaron y pronto fue derrotada la caballería lacedemonia. Al huir cayeron entre sus propios hoplitas y además atacaron las compañías tebanas. Sin embargo, que al principio eran superiores los de Cleómbroto, se puede deducir claramente por el siguiente indicio: efectivamente, no habrían podido cogerlo y retirarlo vivo, si los que luchaban delante de él no hubieran sido superiores en aquel momento. 14Mas después que murió el polemarco Dinón y Esfodrias entre los de la tienda real y su hijo Cleónimo, los [39]*, la llamada escolta del polemarco [40] y los demás empezaron a retroceder acosados por la multitud; los lacedemonios del ala izquierda cuando vieron que la derecha era rechazada cedieron; aunque muchos estaban muertos o derrotados. Sin embargo, después de atravesar el foso que había delante del campamento resistieron con sus armas en el sitio de partida. El campamento no estaba en una zona completamente llana, sino en cierta pendiente. Por esto había algunos lacedemonios que reconociendo que la desgracia era intolerable declararon que era preciso impedir a los enemigos erigir un trofeo e intentar recoger los cadáveres no por 15tregua, sino por lucha. Mas los polemarcos que vieron que habían muerto cerca de mil del conjunto de lacedemonios, que vieron que de los propios espartiatas habían muerto unos cuatrocientos de los setecientos que estaban allí y observaron que todos los aliados estaban desanimados por el combate, incluso algunos no estaban dolidos por lo ocurrido, reunieron a los principales jefes para deliberar qué se debía hacer. Después de decidir todos recoger los cadáveres bajo tregua, entonces enviaron un heraldo con este fin. Los tebanos por su parte después de estos hechos erigieron un trofeo y devolvieron los cadáveres bajo tregua.
Reacción en Esparta
Una vez ocurrido esto, el que fue a 16anunciar la desgracia llegó a Esparta en el último día de las fiestas gimnopedias [41] cuando estaba dentro el coro de jóvenes. Los éforos al oír la desgracia, se afligieron como de algo irremediable, creo; pero no interrumpieron al coro, sino que lo dejaron competir. Comunicaron a los familiares los nombres de cada uno de los muertos; ordenaron a las mujeres no lamentarse, sino llevar la desgracia en silencio. Al día siguiente se pudo ver a los allegados de los muertos apareciendo en público risueños y contentos, mas se vieron pocos allegados de los que se anunció que estaban vivos, y esos iban tristes y abatidos.
Después de ese desastre los éforos decretaron la mo17 vilización para las dos restantes compañías hasta la clase cuarenta [42]. Enviaron hombres de esta misma edad incluso de las compañías de fuera —pues anteriormente habían ido a Fócide con las tropas hasta la clase treinta y cinco— incluso mandaron acompañarles a los que en esa ocasión se habían quedado para atender los cargos. Agesilao no se había restablecido aún de su 18enfermedad [43]; en su lugar la ciudad ordenó a su hijo Arquidamo ponerse al frente. Los tegeatas participaron con él en la expedición muy animados, pues vivían aún los partidarios de Laconia, el grupo de Estasipo [44], y tenían muchísimo poder en la ciudad. También los mantineos de las aldeas participaron con valentía, pues se hallaban gobernados por la aristocracia [45]. Asimismo loscorintios, sicionios, fliasios y aqueos les acompañaron con muchos ánimos y asimismo otras ciudades enviaron también soldados. Equiparon trirremes los propios lacedemonios y los corintios; asimismo pidieron a los sicionios equipar algunas con las que pensaban pasar el ejér19cito. Arquidamo se encontraba ya sacrificando para el paso.
Tebas pide ayuda a Atenas y Tesalia
Los tebanos enviaron un mensajero coronado a Atenas inmediatamente después de la batalla, al mismo tiempo que les explicaron la importancia de la victoria, les pidieron ayuda alegando que ahora era posible vengarse de todas las ofensas 20que cometieron los lacedemonios. Se daba la circunstancia de que el consejo ateniense se encontraba en la Acrópolis [46] en sesión. Después que oyeron lo sucedido a todos se les vio entristecerse profundamente. Efectivamente, no invitaron al heraldo a la comida de hospitalidad ni respondieron nada sobre la ayuda. Por ello el heraldo se retiró de Atenas. Mas los tebanos enviaron en seguida un mensajero a Jasón, que era su aliado, pidiéndole que les ayudara, pensando en lo que podría ocurrir en el futuro.
Jasón en Beoda
21Inmediatamente empezó a equipar trirremes para ayudarlos por mar y con su ejército de mercenarios y los jinetes de su guardia marchó por tierra a Beocia, aunque los focidios estaban en guerra no declarada con él; apareció en muchas ciudades antes de anunciarse que estaban en camino. Efectivamente, antes de que se reunieran fuerzas, aunque estuviera lejos, anticipaba la llegada a cualquier parte, poniendo en evidencia que la rapidez consigue muchas veces aquello para lo que se precisa mejor la fuerza. Después de llegar a Beocia, aunque los tebanos 22aseguraron que era una buena ocasión para atacar a los lacedemonios, él desde arriba con los mercenarios y ellos de frente, Jasón les disuadió indicando que después de haber hecho una buena acción no les convenía correr el riesgo de no realizar una hazaña aún mayor o ser privados incluso de la victoria alcanzada. Afirmó: 23«¿No veis que incluso vosotros dominasteis después de pasar apuros? Por ello es necesario pensar que los lacedemonios, si se ven obligados a abandonar la vida, combatirán a la desesperada. El dios, como es natural, muchas veces se goza en hacer grandes a los pequeños y pequeños a los grandes». Con esas razones disuadió a 24los tebanos de correr un riesgo; a su vez mostró a los lacedemonios lo que era un ejército derrotado y uno vencedor. Añadió: «Mas si queréis olvidar la desgracia presente, os aconsejo ir al combate contra los que no fueron derrotados después de reponeros descansando y cuando seáis más numerosos. Mas ahora sabéis bien que hay incluso algunos de vuestros aliados que están proponiendo la paz a los enemigos; por ello intentad aceptar las treguas como sea. Yo os animo a esto porque quiero salvaros a causa de la amistad de mi padre con vosotros y por ser vuestro próxeno».
Así habló, mas 25quizá actuaba así para que siendo enemigos mutuos ambos lo necesitaran. Sin embargo, los lacedemonios ordenaron gestionar la tregua: después de comunicar que había treguas los polemarcos dieron la orden de presentarse todos después de cenar para marchar de noche, de modo que pasaran por el Citerón al amanecer; después de la cena, transmitiendo órdenes de seguir, sin dormir, los llevaron al atardecer por el camino de Creusis porque confiaban más en el hecho de pasar inadvertidos que en las treguas. Caminando con mucha difi26cultad y con miedo, como es natural por retirarse de noche por un camino difícil, llegaron a Egóstena en territorio de Mégara. Allí se encontraron con el ejército de Arquidamo. Esperaron allí a que todos los aliados se presentaran y luego retiró el ejército a Corinto; aquí despidió a los aliados y retiró a los ciudadanos a su pa27tria. Al retirarse a través de Fócide, Jasón tomó el arrabal de los yampolitas, saqueó el territorio y mató a muchos; mas atravesó el resto de Fócide sin hacer nada. Al llegar a Heraclea derribó la muralla heracliota, por supuesto, no porque temiera que algunos marcharan contra sus dominios por ese paso abierto [47], sino más bien previniendo que algunos cogieran por sorpresa Heraclea que estaba en un desfiladero para ce28rrarle el paso si quería marchar a la Hélade. Después de regresar a Tesalia se hizo realmente poderoso tanto por constituirse en soberano según las leyes tesabas como por mantener muchos mercenarios a su alrededor, infantería y caballería, ejercitándolos para que fueran los mejores; aún tuvo más poder por los muchos aliados que ya tenía en parte, y en parte deseaban serlo. Fue el más poderoso de los de su época, ya que 29nadie le despreció. Al acercarse los juegos píticos dio orden a las ciudades de preparar bueyes, ovejas, cabras y cerdos para un sacrificio. Afirmaron que aunque fue muy comedido en las imposiciones a cada ciudad, no se reunió menos de mil bueyes y más de diez mil cabezas del resto de ganado. Proclamó asimismo ofrecer una corona de oro como premio a la ciudad vencedora que ofreciera al dios el mejor buey que iría en 30cabeza. Dio orden también a los tesalios de prepararse igual que para una expedición por el tiempo de los juegos píticos, pues proyectaba, según afirmaron, presidir personalmente la reunión general en honor del dios [48] y las competiciones. No se sabe aún ahora lo que pensaba sobre los bienes sagrados; se dice que al preguntar los delfios qué se debía hacer, si se apoderaba de los bienes del dios, éste había respondido que se cuidaría él. Cuando tenía, pues, tal poder y proyec31taba tantos planes, pasando revista e inspeccionando la caballería de Feras, cuando estaba sentado ya y respondiendo al que se acercaba a pedirle algo, fue muerto abatido a golpes por siete muchachos que se acercaron fingiendo discutir entre sí. Los lanceros presentes le 32defendieron con valentía, y uno incluso murió alcanzado por una lanza cuando hería a Jasón; también murió otro al ser alcanzado y recibir muchas heridas cuando montaba en su caballo; los demás escaparon saltando a los caballos que tenían preparados; fueron honrados en la mayor parte de las ciudades de Grecia que recorrieron, con lo que se hizo evidente que los griegos tenían pánico de que se convirtiera en tirano.
Sucesores de Jasón
Pero muerto él, sus hermanos Poli33 doro y Polifrón se constituyeron en soberanos. Polidoro murió a manos de su hermano Polifrón mientras dormía de noche, cuando ambos realizaban un viaje a Larisa, al parecer, pues su muerte fue repentina y sin causa aparente. Por su parte Polifrón gobernó 34durante un año y estableció la soberanía como una tiranía. Efectivamente, mató a Polidamante de Fársalo y a los ocho ciudadanos mejores, y desterró a muchos de Larisa. Aunque hizo eso, éste fue muerto también por Alejandro, que pretendía vengar a Polidoro y abolir la tiranía. Mas una vez en el cargo, se convirtió en un 35soberano odioso a los tesalios, odioso a los tebanos y enemigo de los atenienses, pirata inicuo por tierra y por mar. [49]
Siendo tal, también él murió a su vez, ejecutado por las manos mismas de los hermanos de su mujer [50] pero 36por decisión de ella misma. Efectivamente, reveló a sus hermanos que Alejandro conspiraba contra ellos y los ocultó en el palacio un día entero. Dejó entrar a Alejandro embriagado, después de acostarse mantuvo el candil encendido y le quitó la espada. Al ver a sus hermanos que dudaban acercarse a Alejandro, les dijo que si no lo ejecutaban inmediatamente, lo despertaría. Cuando entraron, tirando de la puerta se agarró al al37dabón hasta que su marido murió. Unos dicen que su odio al marido nació cuando Alejandro encadenó a su propio amante, un bello muchacho, lo sacó y lo degolló aunque ella pidió que lo soltara; pero otros dicen que cuando envió mensajeros a Tebas y pretendió tomar la mujer de Jasón, porque no tenía hijos de su esposa. Así se cuentan las causas del móvil de su mujer; Tisífono [51], el mayor de los hermanos, ocupaba el cargo después de este hecho hasta la época en que se escribía esta historia.
Atenas propone la paz
5Se han expuesto los asuntos que ocurrieron en Tesalia en tiempos de Jasón y después de su muerte hasta el gobierno de Tisífono; ahora vuelvo al punto donde me desvié para referirlos. Bien, después que Arquidamo retiró el ejército de socorro a Leuctra, considerando los atenienses que los peloponesios aún creían que debían acompañarles y que los lacedemonios no estaban aún en la misma situación a la que redujeron a los atenienses, mandaron llamar a las ciudades que querían participar en la paz que el rey propuso. Después de reunirse, llegaron a un 2acuerdo con los que deseaban tomar parte y prestaron el siguiente juramento: «Permaneceré en las treguas que propuso el rey y en las decisiones aprobadas por los atenienses y los aliados. Si se realiza una expedición contra alguna ciudad de las que prestaron este juramento, acudiré con todas mis fuerzas».
Todos los demás se alegraron por este juramento. Mas los eleos replicaron que no se debía dejar independientes a los marganeos, a los esciluntios ni a los trifilios, pues esas ciudades eran suyas. Pero los atenienses 3y el resto después de haber aprobado por votación, como el rey prescribió, que fueran independientes las ciudades grandes y pequeñas, despidieron a los juramentados y les ordenaron que prestasen juramentos las supremas autoridades de cada ciudad. Todos se comprometieron salvo los eleos.
Reconstrucción de Mantinea
Como consecuencia de este juramento, pensando que por fin eran completamente independientes, los mantineos se reunieron también todos y votaron unificar Mantinea y amurallar la ciudad [52]. Por su parte los lacedemonios reconocieron que 4su situación sería difícil si se realizaba eso sin su consentimiento. Así enviaron a Agesilao como embajador ante los mantineos porque creyeron que era amigo suyo por su padre. Pero cuando llegó ante ellos, los magistrados mantineos no consintieron que el pueblo se reuniera con él y le mandaron exponer en su presencia lo que pedía. Él les prometió, si paralizaban de momento la fortificación, actuar para que se construyera la muralla con el consentimiento de Lacedemonia y sin 5gasto. Después de responderle que era imposible paralizarla, pues se había tomado por toda la ciudad la decisión de amurallarla, Agesilao se retiró encolerizado por ello; pero no pareció posible llevar a cabo una expedición contra ellos, porque se había concluido la paz con la condición de la independencia. E incluso algunas ciudades arcadias enviaron hombres para colaborar con los mantineos en la construcción de las murallas y los eleos contribuyeron con tres talentos para los gastos. Los mantineos estaban, pues, con este asunto.
Confederación arcadia: luchas internas
6El grupo de tegeatas de Calibio y Próxeno movieron a todo el territorio arcadio a unirse y a imponer en las ciudades la decisión que prevaleciera en la asamblea de la liga; pero el grupo de Estasipo [53] pretendió que la ciudad quedara con su te7rritorio y se gobernara con las leyes patrias. Derrotados los de Próxeno y Calibio en el consejo, los tearos [54] pensando que si se reunía al pueblo, dominarían por su gran número, tomaron las armas. Al ver eso los de Estasipo también ellos se armaron y no fueron inferiores en número. Después que se lanzaron a la lucha, mataron a Próxeno y con él a unos cuantos, y aunque obligaron a volverse a los demás, no los persiguieron; pues Estasipo era tan noble que no quería matar a mu8chos ciudadanos. Los de Calibio, retirándose al pie de la muralla junto a las puertas del lado de Mantinea, porque los contrarios los atacaron, se reunieron y permanecieron quietos. Hacía tiempo que habían enviado mensajeros a Mantinea para pedir ayuda; mas iniciaron conversaciones con los de Estasipo para reconciliarse. Pero al ver que los mantineos se acercaban, unos saltando sobre el muro les pidieron que los socorrieran lo más pronto posible y les ordenaron a gritos darse prisa, otros les abrieron las puertas. Los de Estasipo 9al observar lo que ocurría se lanzaron por las puertas que dan al Palantio y consiguieron refugiarse en el templo de Artemis antes de verse apresados por sus perseguidores y encerrándose se quedaron quietos. Mas los contrarios, que los habían perseguido, subiendo al templo y quitando el techo los herían con las tejas. Al verse en aprieto ellos pidieron que los dejaran y afirmaron que saldrían. Los contrarios cuando los tomaron en sus manos, echándolos atados a un carro los llevaron a Tegea. Allí los condenaron y ejecutaron de acuerdo con los mantineos.
Agesilao en Arcadia
Cuando sucedió esto huyeron a La10cedemonia unos ochocientos tegeatas partidarios de Estasipo. Después de esto los lacedemonios decidieron que se debía ayudar conforme a los juramentos a los tegeatas por razón de que estaban muertos y a los expulsados; por ello marcharon con las tropas contra los mantineos alegando que éstos fueron con las armas contra los tegeatas faltando a los juramentos. Los éforos decretaron la movilización y la ciudad ordenó a Agesilao ponerse al frente. En consecuencia, los demás 11arcadios se reunieron en Asea. Como los orcomenios no quisieron unirse a la liga arcadia por la enemistad con Mantinea [55] y acogieron en la ciudad al ejército mercenario reunido en Corinto que mandaba Polítropo, los mantineos se quedaron en su patria para encargarse de éste. Asimismo hereos y lepreatas marcharon con las tropas lacedemonias contra los mantineos. Agesilao después de 12hacer los sacrificios del paso de fronteras, inmediatamente comenzó la marcha contra Arcadia. Después de tomar Eutea, que era una ciudad fronteriza y encontrarse allí con que los ancianos, mujeres y niños permanecían en sus casas, pero que los en edad militar habían marchado con el ejército arcadio, sin embargo no trató mal a la ciudad, sino que los dejó residir en ella y tomar lo que necesitaban comprándolo; lo poco que se les arrebató, lo reclamó y devolvió cuando entró en la ciudad. Reparó también las partes del muro que lo precisaban, mientras pasaba el tiempo esperando allí a los mercenarios de Polítropo.
13Mientras tanto los mantineos marcharon con las tropas contra los orcomenios. Pero se retiraron de la muralla con mucha dificultad, incluso murieron algunos. Al retirarse cuando estuvieron en territorio elimio los hoplitas orcomenios ya no los persiguieron, pero los de Polítropo atacaron con mucha audacia, y entonces al darse cuenta los mantineos que si no los rechazaban, muchos de ellos serían alcanzados por sus jabalinas, se volvieron y se lanzaron en tropel contra los atacantes. 14Polítropo murió allí luchando; y habrían muerto muchísimos más en la huida si no les hubieran impedido la persecución los jinetes fliasios que se presentaron y acosaron a la retaguardia mantinea. Los mantineos vol15vieron a su patria después de conseguir esto. Después de oír esto, considerando que ya no se le unirían los mercenarios de Orcómeno, entonces Agesilao siguió su marcha. El primer día cenó en territorio tegeático, al siguiente pasó al mantineo y acampó al pie de los montes occidentales de Mantinea; entonces devastó el territorio y saqueó los campos. A su vez los arcadios que se 16habían reunido en Asea llegaron de noche a Tegea. Al otro día Agesilao acampó cuando estaba a unos veinte estadios de distancia de Mantinea; se presentaron también desde Tegea, siguiendo la cordillera entre esa ciudad y Mantinea los arcadios: muchísimos hoplitas que deseaban unirse a los mantineos; les siguieron también los argivos aunque no en masa; hubo algunos que trataron de persuadir a Agesilao a atacarlos por separado; mas temiendo que cayeran sobre él por el flanco y la retaguardia, si salían los mantineos de la ciudad, ya que marchaban cerca de ellos, reconoció que era mejor dejar que se reunieran y, si querían luchar, presentar batalla abierta y en condiciones. Los arcadios por fin llegaron al mismo sitio. Los peltastas proce17 dentes de Orcómeno y los jinetes fliasios que iban con ellos pasando de noche junto a Mantinea sorprendieron a Agesilao sacrificando delante del campamento al amanecer y provocaron a los demás a formarse a la carrera y a Agesilao a retirarse al campamento. Cuando se dieron cuenta que eran amigos y Agesilao consiguió un sacrificio favorable, después del almuerzo avanzó con el ejército. Al caer la tarde acampó sin que fuera advertido en un valle cerrado detrás de Mantinea, que está rodeado de unos montes muy próximos. Al otro día, por 18la mañana, se puso a sacrificar delante del campamento; mas al ver que se iban concentrando desde la ciudad de Mantinea en los montes contiguos a la retaguardia de su propio ejército, decidió que debía salirse inmediatamente del valle cerrado. Si se retiraba yendo él en cabeza, temió que los enemigos atacaran la retaguardia; por ello con calma y dando cara al enemigo ordenó que los de la retaguardia pasaran delante consigo por detrás de las líneas dando media vuelta a la derecha. Así consiguió al mismo tiempo salir del paso estrecho y reforzar la formación progresivamente. Después de do19 blarse la formación y salir con el ejército de hoplitas en esta posición, desplegó de nuevo el ejército en nueve o diez escudos. Pero los mantineos no se enfrentaron, ya que los eleos que estaban con ellos les persuadieron a no presentar batalla, antes de llegar los tebanos, pues aseguraron que sabían bien que se presentarían; pues ellos mismos les prestaron diez talentos para la ayu20da [56]. Los arcadios después de oír eso permanecieron quietos en Mantinea. Agesilao, aunque estaba muy deseoso de retirar el ejército, pues era pleno invierno, sin embargo, permaneció allí tres días, no muy distante de la ciudad de Mantinea, para no dar la impresión que aceleraba el regreso por temor. Al cuarto día, después de comer temprano, se retiró para acampar en el mismo sitio donde acampó la primera vez al venir de Eutea. 21Como no apareció ningún arcadio, los llevó rapidísimamente a Eutea aunque era ya muy tarde, porque deseaba retirar a los hoplitas antes de ver los fuegos de los enemigos para que nadie dijera que se retiraba huyendo. Efectivamente, la ciudad parecía que se había repuesto un tanto del desánimo anterior, por invadir Arcadia y no atreverse nadie a luchar contra él aunque devastó el territorio. Cuando llegó a territorio laconio, envió a los espartiatas a sus casas y a los periecos a sus ciudades.
Invasión de Lacedemonia por los tebanos y aliados
22Después de retirarse él y enterarse de que había licenciado el ejército, los arcadios marcharon contra los hereos porque no quisieron formar parte de la liga arcadia y porque habían invadido Arcadia con los lacedemonios. Invadiendo incendiaron las casas y talaron los árboles.
Cuando se dijo que los tebanos que venían en ayuda estaban en Mantinea, entonces se retiraron de Herea y 23se unieron con ellos. Una vez juntos, los tebanos reconocieron que les iba muy bien, puesto que habían acudido en ayuda y aún no habían visto ningún enemigo en el territorio, y se dispusieron a marchar. Mas los arcadios, argivos y eleos intentaron convencerlos a que se dirigiesen a territorio laconio lo más pronto posible, mostrando la multitud de sus efectivos y elogiando en exceso al ejército tebano. Efectivamente todos los beodos se ejercitaban en las armas, ufanos por la victoria de Leuctra; además les acompañaban los focidios ahora súbditos suyos, eubeos de todas las ciudades, ambos locrios, acamamos, heracliotas y malieos. Les acompañaban también jinetes y peltastas de Tesalia. Al ver a esos juntos y añadir la soledad de Lacedemonia les pidieron que de ningún modo se alejaran sin invadir antes el territorio lacedemonio. Los tebanos los escu24 charon, mas replicaron que decían que Laconia era muy difícil de invadir y que creían que tenían guarniciones en los pasos más fáciles.
Efectivamente Iscolao estaba en Eo de Escirítide con guarniciones de neodamodes y los desterrados tegeatas más jóvenes alrededor de unos cuatrocientos; había además otra guarnición en Leuctro sobre la Maleátide. Los tebanos consideraban igualmente que una vez reunidas rápidamente las fuerzas lacedemonias en ningún sitio lucharían mejor que en su propio territorio. Sopesando todo esto no eran muy propensos a ir a Lacedemonia. Mas después llegaron 25unos de Carias que informaron del abandono, prometieron ellos mismos guiarlos y exigieron que los degollaran si creían que los engañaban; algunos de los llamados periecos estaban también allí, aseguraron que se separarían con sólo aparecer en el territorio y afirmaron que incluso en esos momentos no quisieron ayudarles aunque los espartiatas habían convocado a los periecos; oyendo, pues, todos estos argumentos y de boca de todos, los tebanos se dejaron convencer y ellos mismos invadieron por Carias y los arcadios por Eo de Escirítide. Si Escolao se hubiera apostado sobre los acce26sos difíciles, adelantándose, aseguran que nadie hubiera pasado por allí; pero en esos momentos se quedó en la aldea queriendo luchar con los aliados eatas; así subieron muchísimos arcadios. Entonces, mientras lucharon de frente dominaron los de Iscolao; pero luego subiendo por detrás, por los flancos y por las casas, disparaban y herían; entonces murió Iscolao y todos 27los demás salvo alguno que se escapó sin ser reconocido. Después de realizar este combate los arcadios emprendieron la marcha para unirse a los tebanos en Carias. Estos últimos después que se enteraron de lo hecho por los arcadios, descendieron con mucho más atrevimiento, e inmediatamente empezaron a quemar y saquear Selasia. Cuando estuvieron en la llanura, en el recinto sagrado de Apolo, acamparon allí; al otro día se pusieron en marcha. No intentaron siquiera ir a la ciudad por el puente, pues efectivamente en el santuario de Alea aparecieron los hoplitas contrarios. Mas fueron por la derecha del Eurotas quemando y saqueando ca28sas repletas de bienes. En cuanto a los habitantes de la ciudad las mujeres no soportaban ver el humo siquiera, porque nunca habían visto enemigos; los espartiatas, cada uno en su puesto, aunque parecían y eran realmente pocos, vigilaban la ciudad que estaba sin murallas. Las autoridades decidieron avisar a los hilotas que si querían tomar las armas y alistarse en filas, recibirían garantías cuantos combatieran con ellos de 29conseguir la libertad. Aseguraron que en un principio se habían alistado más de seis mil, de modo que incluso esos formados juntos les infundieron pánico y pensaron que eran demasiados; mas como se quedaron los mercenarios de Orcómeno y socorrieron a los lacedemonios los fliasios, corintios, epidaurios, peleneos y algunas ciudades más, entonces sintieron menos pánico 30ante los alistados.
El ejército cuando llegó a Amidas continuando el avance atravesaron el Eurotas por allí. Los tebanos en cualquier lugar que acompaban echaban los árboles que talaban delante de las líneas, todos los que podían, y así se guardaban; los arcadios no hacían nada semejante, sino que se dedicaban al pillaje por las casas dejando las armas. Después de esto, al tercer o cuarto día los jinetes avanzaron formados hasta el hipódromo de Posidón Soberano, todos los tebanos, eleos, y los focidios, tesalios o locros que estaban allí. Los jinetes lacedemonios, que comparecieron muy po31 eos, formaron frente a ellos. Después de preparar una emboscada unos trescientos hoplitas más jóvenes en la Casa de los Tindáridas, los jinetes atacaron al mismo tiempo que salieron esos a la carrera. Los enemigos no resistieron, sino que cedieron. Al ver esto muchos de infantería comenzaron a huir. Cuando dejaron de perseguirlos y el ejército tebano resistió, volvieron al campamento. El hecho de que no atacaran la ciudad, les 32pareció que era incluso un motivo para estar más animados y realmente entonces levantaron el campamento e iniciaron la marcha por el camino de Helos y Gileo. Prendieron fuego a las ciudades sin murallas y atacaron incluso a Giteo [57], donde tenían los lacedemonios el arsenal, durante tres días. Había algunos periecos que atacaron y marcharon con las tropas tebanas.
Embajada espartana en Atenas
Al enterarse de esta invasión los ate33nienses estaban preocupados por los lacedemonios y convocaron la asamblea por decisión del consejo. Se encontraban presentes embajadores lacedemonios y algunos de los aliados que aún les quedaban. En ella los lacedemonios Áraco, Ocilo, Fárax, Etimocles y Olonteo expusieron casi todos lo mismo. Efectivamente, les recordaron a los atenienses que en otros tiempos siempre estuvieron juntos ambos en las ocasiones solemnes; pues aseguraron que ellos habían expulsado a los tiranos de Atenas y que a su vez los atenienses habían ayudado con entusiasmo cuando ellos fueron sitia34dos por los mesemos [58]. Dijeron asimismo cuántos bienes consiguieron cuando ambos actuaron juntos, recordando que combatiendo juntos rechazaron al bárbaro, acordándose de que los atenienses fueron elegidos jefes de la flota por los griegos y depositarios del tesoro común por consejo de los lacedemonios, y que ellos mismos fueron elegidos jefes por tierra por todos los 35griegos, asimismo por consejo de los atenienses. Además uno de ellos habló más o menos así: «Amigos, si vosotros y nosotros estuviéramos de acuerdo, ahora habría esperanza de que los te baños pagaran el diezmo del que se habla hace tiempo». Pero los atenienses no lo acogieron con mucho agrado, mas se extendió un murmullo, más o menos el siguiente: ahora dicen esto y cuando tenían éxito nos atacaban. Lo más importante dicho por los lacedemonios pareció ser que cuando fueron derrotados en la guerra contra ellos, aunque los tebanos querían arrasar Atenas, ellos mismos lo impi36dieron [59]. Pero el argumento de más peso fue que se debía ayudar conforme a los juramentos [60]; efectivamente los arcadios y los que iban con ellos marcharon con las tropas contra Lacedemonia sin haberlos agraviado, mas porque los lacedemonios ayudaron a los tegeatas, ya que los mantineos marcharon con las tropas contra ellos faltando a los juramentos. Un murmullo se extendió otra vez por la asamblea a causa de esos argumentos: efectivamente, unos afirmaron que los mantineos ayudaron con razón a los del partido de Próxeno muertos por los de Estasipo, y otros que faltaron porque llevaron las armas contra los tegeatas.
Discurso del corintio Clíteles
Mientras se discutían estos argumen37tos por la Asamblea, se levantó el corintio Clíteles y dijo lo siguiente: «Atenienses, quizás se aduzca en contra esto: quiénes fueron los que iniciaron la ofensa, mas, ¿puede alguien acusarnos, después de firmarse la paz, de haber marchado con las tropas contra alguna ciudad o de haber recibido dinero de algunas o de haber devastado tierra ajena? No obstante, los tebanos vinieron al territorio nuestro y están talando los árboles, incendiando las casas y arrebatando bienes y rebaños. ¿Cómo no vais a obrar contra los juramentos, pues, si no nos ayudáis cuando somos agraviados tan notoriamente? Además, de unos juramentos que todos nosotros prestamos ante todos vosotros por mandato vuestro». Entonces los atenienses mostraron realmente con su alboroto que Clíteles estaba hablando con razón y justicia.
Después de éste se levantó el fliasio Proeles y dijo: 38«Atenienses, creo que es evidente a todos que, si los lacedemonios dejan de ser un obstáculo, los tebanos marcharán contra vosotros los primeros. En efecto, creen que vosotros sois el único obstáculo a que ellos manden sobre los griegos. Si es así, marchando con las 39tropas yo pienso que vosotros no ayudáis más a los lacedemonios que a vosotros mismos. Efectivamente, creo, parecerá mucho más molesto que los tebanos, que os son hostiles y habitan en vuestras fronteras, sean los guías de los griegos, que cuando teníais a vuestros enemigos lejos; sería incluso más conveniente para vosotros mismos el que ayudéis mientras aún hay aliados que el que os vierais obligados a luchar solos contra los tebanos una vez destruidos los lacedemonios. Si algunos temen que si se libran ahora 40los lacedemonios, os causarán problemas algún día, pensad que, en todo caso, no se ha de temer a quienes se hace bien, sino a quienes se hace mal si algún día consiguen gran poder. Asimismo es necesario considerar lo siguiente: que conviene tanto a los particulares como a las ciudades apuntarse alguna buena acción cuando son muy fuertes para que un día reciban ayuda de aquellos que fueron ayudados antes si se vuelven im41potentes. Ahora un dios os ofrece la ocasión, si socorréis a los lacedemonios, de ganarlos como amigos inquebrantables para siempre.
Por supuesto, no me parece que ahora los vayáis a favorecer ante pocos testigos, pues lo sabrán los dioses que ven todo ahora y siempre, sabrán también los aliados lo que ocurre, y los enemigos, y además de esos, todos, griegos y bár42baros. Efectivamente, nadie está indiferente. De modo que si se muestran injustos con vosotros, ¿quién iba a estar un día bien dispuesto con ellos? Pero se debe esperar que ellos sean personas agradecidas y no ingratas; además todos reconocen que ellos más que nadie han pasado la vida ganándose elogios y rehuyendo el 43vituperio. Además de esos argumentos considerad lo siguiente, si un día volviera a la Hélade el peligro bárbaro, ¿en quiénes confiaríais más que en los lacedemonios? ¿A quiénes pondríais a vuestro lado con más gusto que a ellos, que en las Termópilas todos prefirieron morir luchando en su puesto a que el bárbaro entrara con ellos en la Hélade? ¿Cómo no va a ser justo que nosotros les mostremos buena voluntad ya que ellos fueron hombres valientes con vosotros y hay 44esperanzas por ello de que lo vuelvan a ser? Asimismo es justo mostrarles nuestra buena voluntad por razón de los aliados que están presentes. Pues tenéis que saber bien que quienes permanecen fieles en las desgracias, esos se avergonzarían igualmente de nosotros si no les devolvemos el favor. Si creemos que son pequeñas las ciudades que participan voluntariamente del peligro con ellos, pensad que, si se añade vuestra ciudad, ya no seremos pequeñas las que les ayudaremos. Ate45 ilienses, yo al menos envidiaba antes a esta ciudad porque oía que todos los que eran agraviados o temían serlo obtenían auxilio refugiándose aquí; pero ahora no oigo sino que estoy viendo yo mismo aquí presente que los lacedemonios los más famosos y con ellos sus amigos más leales han venido ante vosotros y os vuelven a pedir que les auxiliéis. Veo también a los tebanos [61], 46que entonces no lograron convencer a los lacedemonios a esclavizaros, pidiéndoos ahora que dejéis indiferentes perecer a vuestros salvadores. Se cuenta una hermosa historia de nuestros antepasados, cuando no permitieron dejar insepultos a los argivos que murieron en la Cadmea; pero sería mucho más hermoso aún para vosotros el que no dejéis que los lacedemonios que aún están vivos sean ultrajados y aniquilados. Hermoso tam47bién aquel otro gesto, cuando salvasteis a los hijos de Heracles impidiendo la insolencia de Euristeo, ¿y cómo no va a ser esto más hermoso aún que aquello, si no sólo salváis a sus fundadores, sino a la ciudad entera?, y lo más hermoso de todo, si los lacedemonios os salvaron entonces con un voto de confianza, el que vosotros los auxiliéis ahora con las armas arriesgándoos. Incluso cuando nosotros nos ufanamos de palabra de 48ayudar a hombres excelentes, sin duda es que a vosotros, que podéis ayudar con hechos, eso os parecería noble, y aunque fuisteis muchas veces amigos y enemigos de los lacedemonios, si no os acordarais de los perjuicios recibidos más que de los beneficios recibidos, les devolveríais el favor no sólo en vuestro nombre, sino en el de la Hélade entera porque por ella se mostraron valientes».
Ifícrates en el Peloponeso
49Después de este discurso, los atenienses comenzaron a deliberar; sin prestar atención a los que se oponían, aprobaron por votación acudir en masa y eligieron estratego a Ifícrates. Después de hacer los sacrificios transmitió la orden de cenar en la Academia; se dice que muchos salieron antes que el propio Ifícrates. Después de esto Ifícrates se puso en cabeza y ellos seguían detrás con la idea de que los llevaba a una hermosa acción. Cuando llegó a Corinto, se detuvo algunos días y sólo por esa demora empezaron a criticarlo en un primer momento; mas una vez que los llevó de allí, le siguieron con entusiasmo a donde los guió y atacaron con entusiasmo siempre que 50los llevó contra alguna fortificación. Pero muchos de los enemigos que estaban en Lacedemonia, arcadios, argivos y eleos, se habían retirado porque residían en los límites, unos llevando y otros transportando el producto del saqueo. Los tebanos y los demás aliados deseaban retirarse del territorio por un lado porque veían que el ejército disminuía cada día, de otro porque iban escaseando más los víveres: efectivamente una parte la habían consumido, otra se había saqueado, otra derramado, otra quemado; además estaban en invierno, de 51modo que todos deseaban retirarse ya. Cuando ellos se retiraron de Lacedemonia, entonces Ifícrates retiró a los atenienses de Arcadia a Corinto.

Por supuesto no censuro en conjunto todo lo que hizo en el cargo de estratego. Pero todo lo que se realizó en esta ocasión lo encuentro en parte inútil, en parte inoportuno incluso. Efectivamente, intentando custodiar Oneo para que los beocios no pudieran volver a su patria, dejó sin vigilancia el paso mejor de 52Cencreas. Cuando quiso saber si los oeocios habían pasado por el Oneo, envió de observadores a todos los jinetes atenienses y corintios. Por más que unos cuantos no tengan menor capacidad de observación que muchos, y siempre es mucho más fácil a pocos que a muchos encontrar un camino de fácil paso y retirarse con tranquilidad [62], si fuera preciso. Mas el llevar muchos pero inferiores a los contrarios, ¿cómo no va a considerarse una locura? Realmente los jinetes cayeron en pasos difíciles cuando fue preciso retirarse por necesitar de mucho espacio debido al gran número. De modo que no perecieron menos de veinte jinetes. Así los tebanos se retiraron como quisieron.

 [1] Es la reconstitución de la liga beocia. <<
 [2] Jasón de Feras, considerado como un precursor de Filipo de Macedonia. <<
 [3] Se trata de la 2.a liga marítima ateniense cuyos miembros eran ciudades de las islas del Mar Egeo predominantemente. Jenofonte no la menciona en su obra. <<
 [4] Son los perrebos al N., magnetes al O. y aqueos de Ptía al S. <<
 [5] En Isócrates (V 119) se pueden ver también estos ambiciosos planes de Jasón sobre Asia. <<
 [6] Parece que es incompleto el relato de Jenofonte. Timoteo intervino en Zacinto desde el invierno del 375/4; la expedición de Mnasipo se coloca en el 373; en ese intermedio los espartiatas enviaron 25 naves a Zacinto, 22 a Corcira (DIODORO, XV 45). Jenofonte confunde los hechos, sin duda, para eludir cualquier responsabilidad de Esparta sobre la ruptura de la paz. <<
 [7] Parece que es incompleto el relato de Jenofonte. Timoteo intervino en Zacinto desde el invierno del 375/4; la expedición de Mnasipo se coloca en el 373; en ese intermedio los espartiatas enviaron 25 naves a Zacinto, 22 a Corcira (DIODORO, X V 45). Jenofonte confunde los hechos, sin duda, para eludir cualquier responsabilidad de Esparta sobre la ruptura de la paz. <<
 [8] Tirano de Siracusa. Véase V 1, 28. <<
 [9] Cf. argumentos semejantes en Tuc., I 32-36 e ISÓCRATES, XV 108. <<
 [10] En un célebre proceso conocido por DEMÓSTENES, XLIX y ss., 22-24. <<
 [11] Cf. V 2, 21. <<
 [11bis] Es decir, protegiéndose en las estelas funerarias de la necrópolis allí situada. <<
 [12] Se mencionan aquí por primera vez estas akáteia histía al lado de las velas mayores. No se sabe exactamente dónde iban colocadas. <<
 [13] En la bahía de Pilos. La más importante es Esfacteria, famosa por la rendición de los espartiatas en el 425 a. C. <<
 [14] Cf. II 1, 1. <<
 [15] Este personaje aparece por primera vez en las Heténicas. Desempeñó un importante papel en la política ateniense. Primero fue enemigo de Laconia, pero ante el auge de Tebas cambió de parecer y luchó por la paz con Esparta. <<
 [16] Los tebanos destruyeron Tesptas y Platea en 375 a. C. Los píateos lucharon en Maratón (HERÓD., VI 108); los píateos y tespieos en Platea (HERÓD., IX 30). <<
 [17] Algunos editores suprimen esta frase, pues aparece repetida luego. <<
 [18] En la familia de Calias, del genos de Kérykes, el sacerdote daidoûkhos o porta-antorcha en los misterios de Eleusis parece que fue hereditario en los siglos V y IV. <<
 [19] Era estratego en 391/90: su padre Hipónico lo fue en 427/ 426; su abuelo en 449 negoció la paz con Persia, probablemente como estratego. <<
 [20] No se conocen estas dos embajadas. Pudo ser una en 375 (VI 2. 1), otra en 404. <<
 [21] Cf. V 2, 1, y V 3, 13. <<
 [22] Véanse II 3, 7; III 4, 2; 5, 13, para los diez; II 3, y ss. para los treinta. <<
 [23] Está atestiguada la intervención de Persia en este nuevo tratado, a través de una 2.a embajada de Antálcidas, que no debe ser confundida con la que intentó sin éxito después de Leuctra. <<
 [24] Texto mal transmitido. Es imposible dar un sentido claro. <<
 [25] En 404 los lacedemonios se opusieron a los tebanos y corintios que querían aniquilar Atenas, II 2, 19. <<
 [26] Esta cláusula representa una importante innovación con relación a la paz de Antálcidas; garantiza la independencia política de las ciudades de la confederación ateniense o peloponesía, sobre todo de la segunda. <<
 [27] El 14 de Skirophorián (mayo-junio) del 371. <<
 [28] Se trata del diezmo que se debía imponer a los que lucharon con los persas en las guerras médicas. Cf. HERÓD., VII 132. <<
 [29] Véase VI 1, 1 y 2, 1. <<
 [30] Este pasaje se cree que es un doblete de lo expresado arriba, interpolado por una mano ajena a Jenofonte. <<
 [31] Cf. V 4, 15-16. <<
 [32] Cf. V 4, 36-38, 47-48, 59. <<
 [33] Argumento tanto más chocante cuanto que Cleómbroto no podía olvidar el destierro de su padre Pausanias (II 5, 25). <<
 [34] Ciertos contingentes beocios poco seguros —sobre todo los de Tespias— despedidos por Epaminondas. <<
 [35] Espartiata, que moriría en la batalla. <<
 [36] Cf. JEN., Hipp. IX 4. La caballería lacedemonia sólo volvió a ser apreciada cuando Esparta utilizó mercenarios. Estos textos de Jenofonte son los únicos que tenemos para conocer la situación de la caballería en el siglo IV. Se ve que no era un cuerpo aristocrático como en Atenas. <<
 [37] La sección (enomotía) que es aquí 12 × 3 = 36 hombres no ha variado apenas desde la 1.a batalla de Mantinea, que era de unos 32 hombres. Cf. TUC., V 68. <<
 [38] Jenofonte habla por primera vez de esta gran innovación táctica de Epaminondas. <<
 [39] Término mal transcrito. <<
 [40] Acaso los mismos que se llaman otras veces (IV 3, 23) parastátai (aquí symphoreîs). <<
 [41] Fiestas espartanas en honor de Apolo. <<
 [42] Es decir, los hombres de 60 años (Cf. V 4, 13). <<
 [43] Cf. V 4, 58. <<
 [44] Cf. VI 5. 10. <<
 [45] Cf. V 2, 1-7. <<
 [46] El consejo o Boulé podía tener sus sesiones en la Acrópolis en momentos graves. <<
 [47] Las Termópilas, cuya entrada oeste estaba protegida por la fortaleza de Heraclea. <<
 [48] Tomando este cargo, Jasón afirmaba sus pretensiones de hegemonía, como lo hará Filipo de Macedonia después del 346. Cf. DEMÓST., V 22; IX 32. <<
 [49] Es la única alusión de Jenofonte a los levantamientos de la nobleza tesalia contra Alejandro, a las intervenciones de Tebas en los asuntos de Tesalia y que concluyen después de la batalla de Cinoscéfalas con un tratado de paz con Alejandro, y a la guerra de piratería contra Atenas desde el 363 hasta su muerte. <<
 [50] Que eran hijos de Jasón. <<
 [51] Este es el dato más importante para fijar la cronología de las Helénicas e incluso la muerte de Jenofonte. Alejandro fue asesinado en el 358 y Tisífono probablemente en el 355. (V. la introducción.) <<
 [52] Cf. V 2, 1-7. <<
 [53] Cf. VI 4, 18. <<
 [54] Así se llamaban las autoridades de Tegea. Cf. TUC., V 47. <<
 [55] Cf. TUC., V 61-63. <<
 [56] Esta insinuación malévola es la única información de Jenofonte sobre la alianza concluida en 370 por los arcadios, primero con Argos y Elide, luego con Tebas (VII 1, 18, y DIODORO, XV 62-4). <<
 [57] Parece que fue tomada, puesto que dos lacedemonios la recobran con astucia poco antes de la batalla de Mantinea: POUENO, II 9; PLUT., Ages. 34. <<
 [58] Cf. TUC., I 101-102; PLUT., Cim. 16. <<
 [59] Cf. II 2. 14-20. <<
 [60] Cf. VI 5, 1-3. <<
 [61] De aquí se concluye que también acudieron los tebanos para pedir a Atenas que no interviniera. <<
 [62] Jenofonte expone principios análogos y en términos parecidos en Hipárquico VII 6; VIII 12. <<


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