domingo, 24 de diciembre de 2017

Atlas histórico del mundo griego antiguo Adolfo J Domínguez José Pascual Capítulo 20 Atenas y El Pireo

El puerto de El Pireo, los Muros Largos, que unían puerto y ciudad, y la ciudad de Atenas formaron, durante la época clásica, un conjunto urbanístico indisociable.
A principios del siglo V, aunque El Pireo se usaba también como embarcadero, el puerto principal de Atenas era el de Falero, al situado al sureste de la ciudad, debido a la existencia entre Atenas y El Pireo de una zona intermedia de marismas, conocida con el nombre de Halipedo, que dificultaba la comunicación entre ambos. El Pireo comenzó a ser verdaderamente habilitado como puerto a partir de 493/2 por obra de Temístocles. En 477 se inició su fortificación, que se concluyó al año siguiente.
El Pireo contaba con tres radas, una comercial, llamada Cántaro, y dos militares, Cea, la más importante, y Muniquia. El puerto comercial, el más amplio, ocupaba el área noroeste y formaba en realidad un conjunto de tres ensenadas: el puerto exterior de Cromi- daro; el propio Cántaro en el centro y, al Norte, el pequeño puerto llamado Silencioso (kophos limen). A lo largo de los muelles del Cántaro se localizaba el ágora comercial con los pórticos o deigmata, donde se exponían las mercancías, y las mesas de los cambistas. En los tres puertos (incluido el Cántaro) se construyeron las atarazanas, cobertizos capaces de albergar "en seco" los trirremes de la flota. Asimismo se dispusieron arsenales para guardar parte del equipamiento de las naves y las bocanas de los puertos se estrecharon al objeto de poder cerrarlos con gruesas cadenas. Conocemos, aunque de manera harto deficiente, otras partes del puerto. El Pireo poseía un urbanismo regular ortogonal planificado por Hipodamo, un filósofo milesio, con las calles rectas tiradas "a cordón" que se cruzaban formando una cuadrícula de ángulos rectos. Las calles, con aceras a ambos lados, se pavimentaron con grandes losas. Un ágora se hallaba al otro lado del promontorio de Acté, en las proximidades del puerto de Cea, y era utilizada como mercado local por los habitantes de El Pireo. En la cumbre de la colina más elevada del puerto, la de Muniquia, se alzaba el templo de la diosa tracia Bendis. Existían además otros santuarios como el del héroe Páralo y también canteras, salinas (X., HeL, 1.2.14; 2.4.33) y astilleros.
El Pireo acogía un mundo abigarrado y cosmopolita donde se daban cita gentes procedentes del Mediterráneo entero: atenienses, griegos de todas partes, orientales, etc.; donde se podían encontrar los más diversos oficios y las más variadas mercancías. Centro del comercio mediterráneo, cuartel general de la armada ateniense, El Pireo constituía también el corazón democrático de Atenas.
Desde El Pireo a través de la Puerta de la Ciudad partía el Hamaxito, el camino de carros que llevaba a Atenas (X., Hel., 2.4.10), que distaba unos seis kilómetros del puerto. Con la finalidad de unir la ciudad con su puerto se construyeron, a partir de la década de los setenta del siglo V, los Muros Largos. De este modo, bajo el impulso de Cimón, se elevaron el Muro Norte, que iba desde la colina de las Ninfas en la ciudad hasta el sudeste de El Pireo, y el Muro Sur, que transitaba desde la colina de las Musas en Atenas hasta el puerto de Falero. Ambos estaban ya concluidos en 457. Posteriormente, Pericles erigió un muro intermedio entre los dos, que se finalizó en 445, obra de Calícrates. Entre el Muro Norte y el Muro Intermedio quedaba un espacio de ciento sesenta y siete metros de ancho. El Muro Intermedio acortó sensiblemente el perímetro defensivo y, después de su construcción, el que corría hasta Falero cayó en desuso. Con la fortificación de El Pireo y las murallas de la propia ciudad de Atenas, los Muros Largos formaron un triángulo defensivo inexpugnable por tierra que la flota podía mantener abastecido al tiempo que atacaba a los contrarios.
Como la inmensa mayoría de las ciudades griegas, Atenas se dividía en tres partes principales: la acrópolis, la ciudad baja intramuros y los suburbios y necrópolis extramuros.
La acrópolis será tratada en el siguiente capítulo, por lo que se refiere a la ciudad baja, ésta incluía las murallas, el ágora, los barrios residenciales y también un buen número de santuarios. La muralla de la ciudad baja anterior a la Segunda Guerra Médica, de unos 800 metros de perímetro, fue arrasada por los persas y, en 478, Temístocles impulsó la construcción de un nuevo muro de forma aproximadamente circular, que contaba con una longitud perimetral de 1.600 metros. Dicha muralla poseía una anchura de 2,5 metros y se dividía en un zócalo de mampostería de un metro de alto, que sostenía un alzado de ladrillo almenado de unos siete u ocho metros de altura. De la muralla sobresalían también numerosas torres cuadradas de unos cinco metros de lado. Tenemos noticias asimismo de unas dieciséis puertas que se abrían en la muralla. De entre ellas las más importantes eran el Dípilon (la Doble Puerta) y la cercana Puerta Sagrada, por la que salía todos los años la procesión a Eleusis. Entre las dos se localizaba el Pompeo (de pompe, procesión), el recinto en el que se preparaban las procesiones de los misterios eleusinos y de las Grandes Panateneas y donde se guardaban los utensilios de ambas.
La ciudad no tuvo una planificación urbanística previa sino que se adaptó a las condiciones naturales del terreno según se expandía el tejido urbano. En consecuencia, Atenas tenía un trazado sumamente irregular de calles estrechas y sinuosas, bastante insalubres. Sólo las plazas concedían algo del espacio que necesitaban las relaciones sociales.

El ágora, la gran plaza de Atenas, se localizaba en una amplia explanada, de forma vagamente triangular, que se extendía a los pies de la colina del Colono Agoreo, entre el Areópago y el pequeño riachuelo del Eridano. El ágora era el centro de la vida política, social y económica de la ciudad y plasmaba con bastante perfección los principios básicos del urbanismo griego: comodidad, simplicidad y especialización de funciones. Los primeros edificios en piedra del ágora parecen remontarse a comienzos del siglo VI, momento en el que, el ágora se convierte en el centro político de la ciudad. Antes de las Guerras Médicas, tenemos atestiguadas algunas edificaciones como la fuente Eneacru- nos (de los Nueve Caños), de época pisistrátida (c. 530), el Buleuterio, el Pritaneo, el tribunal de la Heliea y el Altar de los Doce Dioses (522/1), el punto a partir del cual se medían todas las distancias del Ática. La totalidad de los edificios del ágora fueron arrasados por el doble saqueo persa (480/479). Después, mínimamente acondicionados, volvieron a su uso habitual. La verdadera reconstrucción del ágora parece haber comenzado hacia 460. A partir de entonces fue dotándose de nuevas edificaciones hasta mediados del siglo II d. C.

Sobre la cima del Colono Agoreo, en la parte oeste del ágora, se elevaba el templo de Hefesto (449-440), dórico, de 31,7 por 13,71 metros. En el friso se representaban los combates de Teseo y una Centauromaquia y en las metopas los trabajos de Heracles. En la colina, rodeando al templo de Hefesto, se situaban los talleres de los ceramistas, broncistas y herreros. En la ladera del Colono Agoreo se levantaban los principales edificios administrativos. El antiguo Buleuterio, un edificio cuadrangular de veintitrés metros de lado, era la sede del Consejo de los Quinientos y fue reconstruido hacia 460. Un nuevo Buleuterio se levantó a finales del siglo V y el viejo edificio albergó a partir de entonces los archivos atenienses. Contiguo al Consejo se encontraba el Tolo, de planta circular de unos dieciocho metros de diámetro, que servía de residencia a los pritanos y donde se custodiaban los pesos y medidas oficiales. Al sudoeste del Tolo otro edificio pudo servir de sede al colegio de los diez estrategos (Estrategeo). Frente al Tolo se encontraban las estatuas de los diez héroes epónimos, debajo de los cuales se hacían públicos los avisos para los ciudadanos de cada tribu, la lista de los soldados movilizados y los proyectos de ley que debían ser votados por la Asamblea. La Estoa real, al noroeste del ágora, de forma rectangular, era la residencia del arconte basileus. A su lado, se localizaba la Estoa de Zeus Eleuterio, que se comenzó a construir a finales de la década de los treinta del siglo V y se finalizó en 409/408. A diferencia de otros pórticos, estaba rematada por dos alas que sobresalían del frente principal.
En la parte este del ágora se elevaban dos bellos pórticos, la Estoa Pintada (Pécile), erigida por Cimón, y la de Hermes, de la que no se ha hallado vestigio alguno y que debía estar hacia el oeste del Pécile. En la Estoa Pécile se representaban, sobre grandes paneles de madera pintados, la guerra de Troya, una Amazonomaquia y las batallas históricas de Maratón y Enoe (una victoria argiva con ayuda ateniense contra los espartanos, c. 457/6). En el lado sur, con un edificio cuadrangular, que podemos datar hacia 460 y pudo servir de sede al tribunal de la Heliea. Entre la Heliea y la Fuente del Sudeste o Eneacrunos se extendía la Estoa Sur de finales del siglo V. Al otro lado de la fuente otro edificio, cuya fecha de construcción oscila entre 440 y 420, sirvió posiblemente de taller de acuñación monetaria o ceca.
Durante el siglo IV se erigieron los pequeños templos del Metrón y Apolo Patroo, una nueva estoa en el lado sur (la Estoa II), la Fuente Sudoccidental y un edificio rectangular, junto al Hefesteo, que fue posiblemente un arsenal. En el siglo II se levantaron la Estoa III, justo delante de la Estoa II, y la Estoa de Atalo (159-138) y se reorganizó completamente el espacio del Metrón dotándolo de salas contiguas y de un amplio pórtico jónico. Después de las destrucciones ocasionadas por Sila (86), se levantaron, hacia 15 d. C., el fastuoso Odeón de Agripa en el centro del ágora y, hacia 100 d. C., la Librería de Panteno al lado de la Estoa de Atalo. A mediados del siglo II d. C. se construyeron en la esquina sudorien- tal una pequeña estoa (Estoa sudoriental), un Ninfeo y una fuente ornamental.

Por todo el ágora se disponían también los tenderetes de los vendedores. En el centro del ágora cada verano, durante las Panateneas, se habilitaba un estadio con gradas provisionales para las competiciones atléticas. Además de las canalizaciones que recogían las aguas pluviales vertiéndolas en el río Eridano, existían también jardines, como los que rodeaban el templo de Hefesto, y se plantaron plátanos en toda la plaza.
Fuera propiamente del ágora, a unos sesenta y cinco metros al sudoeste de la fuente Eneacrunos, se encontraba la prisión, un edificio de cuarenta metros de largo y diecisiete de ancho, dotado de ocho celdas, un patio y una torre de vigilancia.
En las cercanías del ágora, junto al reloj hidráulico, llamado la Torre de los Vientos (segunda mitad del siglo I a. C.), se edificó en torno a 10 d. C., con el apoyo financiero de Augusto, el Ágora romana, frente a la cual Adriano elevó una impresionante biblioteca. Este ultimo emperador concluyó el templo de Zeus Olímpico que había sido comenzado por los Pisistrátidas en el siglo VI y añadió un nuevo barrio a la ciudad al que se accedía por la famosa Puerta de Adriano.
A poca distancia del ángulo sudoeste del ágora se encontraba la Pnix, la colina semicircular donde se reunía la Asamblea ateniense. La Pnix comenzó a usarse probablemente en tiempos de Clístenes a finales del siglo VI (antes la Asamblea se congregaba en el Ágora). Fue reconstruida en 404/3 incluyendo una tribuna y un enorme muro de contención de piedra con dos escaleras de acceso. El recinto fue nuevamente remodelado y ampliado entre 330 y 326.
Por último, extramuros de la ciudad se localizaban los más importantes gimnasios de Atenas, la Academia, el Liceo y el Cinosargo. Los santuarios suburbanos más famosos flanqueaban las orillas del río Iliso: el de Zeus Olímpico y el de Artemisa Agrotera. A ambos lados de las vías que salían de la ciudad, se situaban las necrópolis. La más famosa era la del Cerámico, que se extendía a partir de las puertas del Dípilon, donde se enterraban los hombres más ilustres y los caídos en combate.
Además de Atenas y El Pireo, muchas localidades del Ática se vieron embellecidas por las construcciones que se emprendieron especialmente durante la Pentecontecia. En Eleusis, Pericles rodeó el santuario de un nuevo muro y construyó una sala de reuniones o Telesterio para los iniciados en los misterios eleusinos, que sustituía a la antigua de Pisístrato, que a su vez había sido reconstruida en el período cimónida. El santuario fue remodelado por Licurgo hacia 330 y se le añadieron nuevas construcciones en los períodos helenístico y romano. En Sunio se reorganizó completamente el santuario de Posidón entre los años 444 y 440. Se construyó un muro que delimitaba todo el recinto sagrado, cuya entrada se dotó de un Propileo y, en el interior del recinto, se alzó una estoa adosada al muro. Elevado sobre un templo arcaico de menor perímetro, el nuevo templo de Sunio era dórico, períptero y hexástilo. Su programa iconográfico incluía una Gigantomaquia, una Centauromaquia y los trabajos de Teseo. En Braurón, también sobre un antiguo santuario arcaico, se alzó el templo de Artemisa en el siglo V y entre 425 y 416 se construyó una estoa en forma de "pi" con nueve salas para albergar a las niñas,que en la fiesta cuadrienal bailaban la danza de Artemisa vestidas como osas. El templo de Ares (c. 440-436) fue elevado probablemente en Acarnas, al pie del Parnés, y se trasladó al ágora en época romana. El templo de Deméter en Tórico, de estilo dórico, que fue llevado también parcialmente al ágora en el período romano, puede fecharse en la década de los treinta del siglo V. Finalmente, conservamos los vestigios del templo de Némesis en Ramnunte (436-432), dórico y períptero de seis por doce columnas, que quedó inconcluso debido posiblemente al estallido de la Guerra del Peloponeso.

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