sábado, 23 de diciembre de 2017

Atlas histórico del mundo griego antiguo Adolfo J Domínguez José Pascual Capítulo 4 La formación de la Grecia micénica

De acuerdo con el esquema tripartito que presidió la primera sistematización de las culturas de la Edad del Bronce del Egeo, el área cultural de la Grecia continental fue dividida también en tres fases que, en este caso, se denominaron Heládico Antiguo, Medio y Reciente, respectivamente. Estas clasificaciones, como en el ámbito Minoico y en el Cicládico, han sido sometidas a todo tipo de críticas y sustituidas, en todo o en parte, por otras definiciones más vinculadas en ocasiones a las secuencias estratigráficas de sitios concretos. Sin embargo, eso ha determinado una multiplicidad, a veces innecesaria, de etapas culturales lo que hace que, aún hoy día, las líneas generales de ese primer esquema tripartito surgido a principios del siglo XX sigan siendo válidas aun cuando matizadas por una gran cantidad de subdivisiones del esquema básico inicial.
Diremos, pues, que a lo largo del tercer milenio se desarrolla en la Grecia continental la cultura del Heládico Antiguo que muestra, según los lugares, mayores o menores perduraciones del Neolítico; aparecen poblados fortificados que agrupan a pequeños grupos dedicados a actividades agrícolas y ganaderas básicas y en las viviendas se detecta ya una estructura que tendrá un largo desarrollo durante el segundo milenio, el mega-ron, cuadrangular o rectangular con hogar central que deja escapar los humos a través de un tejado abierto en su parte central con vertiente hacia el interior y soportado por columnas. Sus no excesivos contactos exteriores parecen favorecidos por las actividades de los marinos cicládicos. El paso del tiempo y tal vez un cierto desahogo económico propician la aparición de edificios de mayor tamaño, que se han considerado de carácter público, como la llamada "Casa de las Tejas" en Lerna; se trata de estructuras de dos pisos, en cuya planta baja (la única conservada) destaca la existencia de habitaciones agrupadas a lo largo de corredores. El material de construcción básico es el ladrillo de adobe, estando los muros apoyados sobre un zócalo de piedra y su cubrición se realiza ya con tejas de terracota. De este período es el "Edificio Redondo" de Tirinte, del que se ha sugerido que podría tratarse de un granero comunal, lo que sería muestra de un cierto nivel desocialización en la Grecia del Bronce Antiguo.
En el tránsito entre el Bronce Antiguo y Medio se producen cambios en Grecia, saldados a veces con destrucciones; empiezan a aparecer casas largas de planta rectangular con un extremo absidado como muestra, entre otros, el yacimiento de Lefkandí I; parece haber, sin embargo, diferencias entre la Grecia central y Tesalia y el Peloponeso; en este último parecen perdurar más las estructuras arquitectónicas herederas del esquema que había desarrollado la "Casa de las Tejas" aunque ya al final del Heládico Antiguo III (últimos siglos del segundo milenio) algunos rasgos de la cultura de Lefkandí I empiezan a fundirse con las tradiciones locales (por ejemplo, la utilización de los ábsides).
Estos cambios que se producen, y que parte de los especialistas atribuyen a la llegada de nuevas gentes, se suceden en el período siguiente, el Heládico Medio (ca. 2000-ca 1550). El problema que subyace en todo este debate es el del momento de la llegada de los griegos a Grecia que, a través de muchas variantes, tiende a situarse bien a inicios del Heládico Medio bien en el tránsito entre el Heládico Antiguo II y el III. Sin duda no podemos pensar en invasiones que acaban con las culturas previas, puesto que ese modo de pensar no concuerda con lo que muestra el registro material; quizá sea mejor creer en grupos que van penetrando en Grecia, tal vez por distintas vías, y que poco a poco van imponiendo (y quizá no necesariamente por la fuerza) su lengua. Lo cierto es que la civilización micéni- ca, que vemos surgir a mediados del siglo XVI (inicio del Heládico Reciente) la llevan a cabo gentes de lengua griega que (al menos ellos) ejercen el control sobre los principados que surgirán. Pero no nos adelantemos y consideremos ahora el Heládico Medio.
En este período el sitio típico parece ser el poblado fortificado ubicado en lugares altos, mostrando una mayor nucleación del hábitat frente a la dispersión de la fase previa. Ahora toda Grecia, al menos hasta las partes más meridionales de Tesalia, muestra un aspecto más o menos uniforme. Murallas como la de Malthi o asentamientos como Lerna marcan la pauta. Las casas son del tipomegaronya sean rectangulares o absidales; los tipos de cerámicas se homogeneizan también, como muestra la amplia difusión de la cerámica llamada "Minia", de tono gris oscuro y bruñido. Frente a los defensores de la teoría invasionista, que consideraban esta cerámica como una clase nueva que habría sido introducida por los griegos invasores, hoy se sabe, sin lugar a duda, que no es sino la evolución lógica de los tipos cerámicos propios de las últimas fases del Heládico Antiguo.
El Heládico Medio es también un momento de apertura al exterior; además de las relaciones comerciales con el ámbito insular empiezan a aparecer con fuerza las primeras importaciones de cerámicas minoicas en Grecia, desde el Peloponeso (Lerna, Argos, Ayios Ste- fanos, Micenas) hasta Yolcos y Pefkakia en Tesalia, pasando por Egina y por Atenas. Parece que los cretenses, que están construyendo sus primeros palacios, empiezan a interesarse por los recursos del rico distrito minero de Laurión, en Ática, que producía cobre, plata y plomo. Los rituales funerarios del momento varían desde las tumbas a cista y a pithoshasta un nuevo tipo de estructura funeraria que es el túmulo, en cuyo núcleo se insertan los enterramientos. Los ajuares van siendo más abundantes según nos acercamos al final del período y, de algún modo, preludian la riqueza que observamos en las ricas tumbas de Micenas del Heládico Reciente I; en algunos sitios, como en Kolonna (Egina) empiezan a aparecer las primeras tumbas de pozo bien dotadas de artículos exóticos y de armas. Según avanza el tiempo, también se observa una creciente influencia de los gustos cretenses sobre las gentes heládicas tanto en cerámica como en objetos de metal.
En algunos lugares, como en la mencionada Kolonna, la abundancia de las importaciones (de las Cícladas y de Creta), la exportación de productos eginetas así como unaserie de cerámicas con representaciones náuticas, incluyendo navios de guerra, sugiere que las actividades marítimas pudieron formar una parte importante de los intereses de estos grupos que parecen  ir adquiriendo, al tiempo que riquezas, poder dentro de sus comunidades.

Durante la primera mitad del siglo XVI surgen en Micenas dos conjuntos de tumbas de pozo (los círculos A y B) que marcan la aparición de una nueva cultura, a la que conocemos, por haber sido en este centro donde se detectó por vez primera, como micénica. Las tumbas de pozo aparecen entre el Heládico Medio III y el Heládico Reciente I, y esta fase durará en torno a unos cien o ciento cincuenta años (hasta el Heládico Reciente IIA); no son las únicas tumbas de este tipo y cronología que se conocen, pero sí las mejor conservadas. El círculo A, que quedó incluido dentro de la ciudadela de Micenas, construida siglos después, fue excavado por Heinrich Schliemann en 1876 y, con él, se iniciaba la arqueología micénica. Se trata de dos agrupaciones de enterramientos, ubicados en el interior de un recinto funerario de forma circular, quizá cubierto en su momento por algún tipo de estructura tumular. Las tumbas contienen, además de los enterramientos, un rico repertorio de productos de muy diversos orígenes y procedencias; espadas, dagas y puñales, escudos, vasijas de oro, plata y bronce de tipología minoica, vasos de piedra, sellos, objetos de ámbar, cerámicas, marfiles, etc. Una serie de estelas en piedra, con escenas de tipo guerrero y cinegético parecen haber marcado esos enterramientos en el exterior.

Se trata de una extraordinaria acumulación de riqueza que contrasta de modo espectacular con la situación observable durante el Heládico Medio, de cierta modestia económica, circunstancia que ha dado lugar a un auténtico aluvión de interpretaciones para explicar ese súbito enriquecimiento de un grupo, limitado casi con seguridad a una o dos familias o poco más, en la Argólide del siglo XVI. No conocemos nada de los lugares donde residían estas gentes y, con seguridad, aún no han surgido los palacios, pero no parece arriesgado sugerir que nos hallamos aquí ante el germen de lo que, con el paso del tiempo, se convertirán en estados burocratizados y que aspirarán a ejercer un amplio control sobre extensos territorios. Por diversas razones, una serie de individuos habría logrado, además de un control territorial amplio, que abarcaría no sólo la Argólide, sino que se extendería tal vez también hacia la zona del istmo de Corinto, un acceso a productos exóticos (entre ellos el ámbar) así como la capacidad de reinvertir parte de la riqueza lograda en la elaboración de costosos objetos de prestigio, en parte realizados con los materiales preciosos conseguidos. El origen de esa riqueza puede estar tanto en un control eficiente de las áreas agrícolas, incluyendo la introducción de sistemas de tasación e imposición adecuados, cuanto en los beneficios logrados en ultramar; quizá ambos factores se combinen a la hora de explicar el súbito enriquecimiento de esos a quienes podemos llamar los primeros "príncipes micénicos". Podemos considerar, al menos en el momento presente, que el período micénico se inicia con una exhibición de poder y riqueza hasta entonces inusual en el continente, pero que incidirá en temas luego frecuentes en época palacial, como el énfasis en los aspectos relacionados con la guerra y con la caza, así como una cierta faceta de celebración o de comensalidad centrada en el consumo de líquidos como puede ser el vino. Por ello, y aunque para este momento inicial (Heládico Reciente I) no disponemos apenas de los restos de sus residencias, lo que impide que podamos hablar de palacios en sentido estricto, no cabe duda de que ya se está gestando esta estructura, de clara herencia próximo-oriental, a través del intermediario minoico, que caracterizará al mundo micénico en su época de mayor esplendor.
Además de la ya mencionada capacidad de controlar y gestionar, en beneficio de una élite restringida, la producción agrícola de la Argólide y, tal vez, de zonas aledañas, los objetos presentes en las tumbas de fosa presuponen la existencia de un importante y desarrollado artesanado cuyas influencias y técnicas parece que hay que buscarlas en Creta, aun cuando en muchas de las piezas se detecta a artesanos locales, por lo general bien imbuidos de las técnicas y modelos cretenses, aunque también sean perceptibles influencias anatolias y levantinas. Este artesanado, sobre todo el especializado en la elaboración de objetos realizados en materiales preciosos, puede haber trabajado en exclusiva para el restringido círculo de sus principescos clientes, que les habrían proporcionado las materias primas y el soporte económico necesario para poder realizar sus tareas, lo cual presupone, a su vez, ya un cierto embrión de organización económica.
Habría, pues, que concluir este esbozo de los orígenes del mundo micénico insistiendo en el papel que el comercio a larga distancia desempeñó a la hora de explicar la aparición de círculos prominentes dentro de la sociedad de fines del Heládico Medio, que acaso habrían aprendido técnicas de navegación de la mano de los cretenses minoicos y que pronto iniciaron por su cuenta la exploración del Mediterráneo; en estas exploraciones pudieron acceder a nuevas fuentes de aprovisionamiento de metales, que se unirían a las rutas tradicionales de llegada del ámbar desde el Báltico al Mediterráneo y que permitieron ese súbito enriquecimiento y la exhibición, casi de nuevo rico, de esa opulencia que tal enriquecimiento trajo consigo. En cualquier caso, la posibilidad de fletar naves y comerciar puede estar también en relación con el surgimiento de principados fuertes, cuyo control del territorio y de los recursos agropecuarios les permiten dedicar parte de los excedentes a la construcción naval y al fomento del comercio. Es difícil saber, y más aún en los momentos iniciales del mundo micénico, si el comercio es una actividad privada o, por el contrario, si está sustentada, tanto financieramente como en la definición de sus objetivos, por estructuras pre o protoestatales; no obstante, el sincronismo entre el surgimiento de estructuras organizativas de mayor complejidad y la aparición de las primeras huellas de la actividad comercial micénica pueden sugerir una relación mutua entre ambas manifestaciones.
Este fenómeno, como era de esperar, no se circunscribe a la Argólide, sino que afecta a buena parte de Grecia, como muestran tumbas a tholosde Mesenia y otras en Tebas y Tórico, lo que indica que el fenómeno de la emergencia de grupos capaces de acumular en sus tumbas importantes riquezas parece darse al tiempo en numerosas regiones. La culminación de ese proceso tendrá lugar cuando las residencias de estos grupos, de las que apenas conocemos nada durante las primeras fases del Heládico Reciente, empiecen a adquirir un aspecto monumental, dando lugar a lo que conocemos como palacios micénicos. Sobre ellos se hablará en el siguiente capítulo.



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